Ilk ve son/Primero y último
5 de agosto de 1617
Se cumplían 14 años desde mi llegada a un viejo mundo. 14 años de supervivencia. No creí que llegaría a tanto. Creí morir el día en que Dorian murió.
Ahora empezaba la cuenta regresiva.
En la historia, Ahmed moría en 1617 pero, no sabía el día de su muerte. Eso me atormentaba más. Podría perder al padre de mis hijos en cualquier momento, podía inclusive perder a mis hijos.
Por otra parte, Mihrimah estaba feliz con su bella hija de un año, Mehmed poco a poco pudo soportar el casamiento de Melek con alguien más y Ahmed y yo nos habíamos reconciliado. Para mi mala o buena suerte, Mahfiruze tuvo una Sultana con el Sultan de nombre Firuze, está de más decir que yo la cuidaba. Mahfiruze había perdido todo. Y como siempre, toda cosa buena viene con una cosa mala ya que en ese año Osman se había vuelto más rebelde, me respetaba pero no a sus hermanos. Eso me angustiaba, no podría soportar que Mehmed muriera.
—Felicidades, Sultana —dijo Mihrimah, haciendo reverencia
—Sabes que no es mi cumpleaños
—Pero todos lo celebran así que no podría ser la única que no
Sonreí.
—Lo más bonito es que en la historia se sabe que el cumpleaños de la Sultana Kösem es el 5 de agosto
—Tú eres la gran Sultana Kösem
—¿Y mis hijos? —pregunté cambiando el tema
—En sus cuartos
—Iré a ver a Mehmed
Ella asintió. Ambas salimos del cuarto en dirección a los aposentos de mi amado Mehmed, quería verlo primero. Quería abrazarlo. No quería perderlo nunca.
Al llegar, los aghas me abrieron sin siquiera tocar. Sabían que así tenía que ser.
Al momento de abrirse la puerta, encontré lo que nunca creí ver: Mehmed y Rabia besándose.
Entré para después cerrarse las puertas. Ambos me regresaron a ver sorprendidos.
Intenté tranquilizarme así que suspiré hasta lograr tranquilizarme pero, no lo logré.
—Te dije que te iría mal si me traicionabas —le recordé a Rabia
—Sultana... —habló Rabia llorando
—Cállate —le ordené —Ahora entiendo cómo es que no te sentiste triste por el casamiento de Melek. Todo lo planeaste.
—Tenía que despistarte. No iba a permitir que me alejaras de mi verdadero amor
—¡Tú padre te puede matar! —le grité —¿Crees qué no lo hará? Tu tío, el Şehzade Mahmud fue asesinado por su padre, todo por una sospecha. ¿Qué crees que hará tu padre cuando se entere de esto?
—Haré lo posible para que permita nuestro amor
—¿No entiendes? Ella te matará
—Sultana, esto pasó de la nada. Le ruego nos deje ser felices
Me acerqué a ella y le di una cachetada. Una gran cachetada que hasta a mi me dolió.
—¡Madre! —me gritó Mehmed —¡No te permito que la trates así!
Lo miré sorprendido. Nunca me había levantado la voz.
—¿Qué te pasa? Tu nunca me levantas la voz. Ahora con más razón Rabia se casará
•••
—Es joven, te perdonará cuando conozca a alguien más —me aseguró Mihrimah
—No lo creo. —aseguré —Lo que más me da coraje es que Rabia nos haya hecho esto. Confié en ella, permití que su hermano viviera y con esto me paga
—Sultana —dijo un agha entrando al cuarto —Perdón por no tocar pero esto es muy urgente. El Sultan me pidió que fuera ahora mismo a sus aposentos, está muy enojado, dice que tiene algo que ver con el príncipe Mehmed.
Al escuchar esas palabras mi respiración empezó a ser agitada. Mi amado hijo corría peligro. Sin pensarlo dos veces, abrí las puertas y corrí hasta los aposentos del Sultan.
Llegué y sin tocar, abrí las puertas. Vi a Mehmed arrodillado frente al Sultan.
—Mehmed —susurré mientras todo me daba vueltas
Volví a correr hasta quedar frente al Sultan y cubriendo a Mehmed. El aire aún me faltaba, no aguantaba tanta presión.
—No lo hagas —le pedí a Ahmed —Toma mi vida pero no la de mi hijo —le pedí llorando —Mátame a mi pero no a él
—Madre —dijo Mehmed
—Todo estará bien, lo prometo —le dije a Mehmed —No hagas algo que te haga arrepentirte luego —le dije a Ahmed —El Sultan Suleimán mató a su hijo y murió culpándose por eso. No mates a tu hijo. Mátame a mi.
—Kösem, no mataré a nadie —me aseguró
—Promételo por Allah
—Lo prometo por Allah
Suspiré. Podría dormir en paz.
—Te mandé a llamar porque Mehmed me dijo que se quería casar con una esclava de mi harem y que tú lo sabías
—No sabía que se quería casar ahora
—Ahora lo sabes. Eso está prohibido y lo sabe, primera porque la joven pertenece a mi harem y en segunda, porque es muy pequeño como para pensar en eso pero lo que más me enoja es que no me hayas dicho antes
—¿Enserio esperabas que te lo dijera cuando la vida de Mehmed corre peligro?
—Padre —habló Mehmed parándose —Estoy dispuesto a no casarme con ella pero, quiero estar con ella
—Eso no puede ser, Mehmed —dijo Ahmed
—Cuando seas más grande tendrás un harem, mientras espera. Debes entender que Rabia se casará con alguien más
—No —dijo llorando —No permitiré que me alejen de ella. Rabia lo es todo para mi. He escuchado cosas en este palacio. He escuchado lo que dicen a mis espaldas. Los más viejos sirvientes o esclavas me miran con mala cara y cuando les ordeno algo, no lo hacen como pedí, inclusive me han llamado príncipe maldito y he escuchado lo mal que hablan de mi madre, dicen que hizo muchas cosas malas y que no merezco ser respetado. —nos confesó. A este punto ya estaba hecho un mar de lagrimas. —Yo sé que se equivocan ya que nunca has hecho cosas malas, madre —me dijo Mehmed —Y en medio de todo esto, Rabia es la única que ha estado ahí para mi y ustedes también pero no es lo mismo, Rabia me hace sentir completo. Sé que es amor
—Mehmed —susurré llorando
—Padre, ¿qué pasaría si alguien llegara y matara a mi madre? —le preguntó
Lloré más al recordar a Mahpeyker. Esa misma pregunta le había hecho a Ahmed antes de que ella muriera o mejor dicho, yo la matara.
Ahmed me miró.
—Mi vida ya no tendría sentido —respondió con lágrimas queriendo salir de sus ojos
—Así me siento yo al ustedes quererme alejar de ella. Mi madre siempre ha dicho que tenemos un primer y un último amor pero, Rabia es mi primer y último. No quiero perderla.
Todo esto me recordaba a Mahpeyker. Le había quitado a su madre y a Ahmed a su primer amor. No podía hacerle más daño. Noté como Ahmed también lloraba. Definitivamente era una mala persona.
—Mehmed —dije abrazándolo —Te amo, te amo como no tienes una idea —dije deshaciendo el abrazo
—Hay una manera —habló Ahmed. Ambos lo regresamos a ver. —A partir de ahora Rabia es una mujer libre y tienes permitido estar con ella, sin intimidad
Mehmed sonrió.
—Gracias, padre —respondió Mehmed —Madre, quiero tu bendición
—Eres mi hijo favorito y lo sabes. Lo único que busco es tu felicidad y si esa felicidad es Rabia, entonces lo acepto.
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BÚSQUEDAS DE MAHPEYKER KÖSEM SULTAN.
Fue consorte del sultán Ahmed I. Alcanzó el poder e influenció el curso del Imperio otomano a través de su hijo, el sultán Mehmed IV. Fue Valide sultan desde 1623 a 1650.
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¡Hola, de nuevo!
RABIA SÍ ES EL AMOR DE MEHMED ALV.
¿Creen que Kösem logre evitar la muerte de Ahmed?
¡Nos leemos!
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