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Daha olgun/Más maduro

22 de agosto de 1617

—Sultana, ocurrió algo imprevisto —dijo Rabia entrando a mis aposentos mientras hacía reverencia.

—¿Más imprevisto que lo tuyo con Mehmed? No lo creo.

Ella me miró avergonzada.

—Habla.

—La Sultana Dilruba acaba de llegar al palacio.

—¿Por qué nadie me avisó con anticipación?

—Nadie lo sabía —respondió.

—¿Dónde está ella?

—Está en los aposentos del Sultan.

—Iré a verla —avisé, parándome del sillón.

—Hay otra cosa, Sultana.

—¿Cuál es?

—La Sultana llegó con una concubina para el Sultan.

Suspiré. Sabía que en la historia se describía a Dilruba como a una maldita pero, no imaginé que me atacaría tan pronto.

Salí de mis aposentos hasta llegar a los aposentos del Sultan.

Tuve que esperar alrededor de unos cinco minutos hasta que salió la Sultan. Era un joven muy bonita. Su piel era blanca como las muñecas de porcelana, su cabello negro como la noche y sus ojos entre azules y verdes. Tal vez no era hermosa del corazón pero, sí físicamente.

—Sultana —dije inclinando un poco mi cabeza hacia adelante.

Reverencia no tenía que hacerle, yo estaba en la jerarquía más alta por ser haseki.

—Tú debes ser Kösem —dijo la joven con su hermosa voz —He escuchado mucho de ti. Todo Estambul te tiene cariño.

Sonreí.

—Temo decirte que no he venido a hacer amistad contigo. Vine a quitarte tu puesto. —amenazó.

—No entiendo, Sultana.

—Vamos, Kösem. Eres lista. Sabes que vengo para quitarte de la vida de mi hermano. Si quiero que mi hermano Mustafa ascienda al trono, tú debes quitarte del camino.

—Sultana —dije sonriendo —Siempre estaré un paso más adelante que usted. ¿Cree que no sé sus planes? Planea que a la muerte del Sultan se entronice a Mustafa pero, ambas sabemos que el pobre no está en posición para ser Sultan, además, el Şehzade es estéril.

Ella me miró con enojo.

—Con su permiso —dije para después irme


•••


—¿Quién es? —le pregunté a Rabia frente del harem

Antes de que ella pudiera responderme, una joven de tez un poco morena, cabello castaño y una mirada penetradora, alzó la mirada y me regresó a ver con egocentrismo.

—Ya no hace falta —le dije a Rabia —Es una maldita perra —dije en español


•••


—¿Así? —le pregunté al jenízaro de nombre Iskender mientras sostenía con firmeza una espada.

—Así es, Sultana —respondió

—¿Empezamos? —pregunté

—Cuando guste, Sultana —respondió

Sin previo aviso lo empecé a atacar. Él esquivaba la espada y yo intentaba hacerle un rasguño. Desde hace 10 años ambos practicábamos combate en secreto.

—Está mejorando, Sultana —me halagó.

Sonreí para después hacer trampa y darle un golpe con mi codo en su cara.

—¡Ah! —se quejó.

Reí.

—Perdón, Iskender.

—No se preocupe, Sultana. Sus trucos a este punto ya no deberían sorprenderme.

Sonreí.

—Peleas bien —me dijo Mihrimah

—Te invitaría pero, tengo sospechas de que estás otra vez embarazada.

—Usted también Sultana

—Sabes porque lo digo —le dije refiriéndome a sus dos abortos espontáneos antes de haber tenido a Mah

—De acuerdo, ya no diré nada porque ni yo sé si estoy embarazada.

Reí.

—Sultana, tengo una pregunta

—¿Cuál?

—¿Por qué quizo que le enseñara a pelear?

—Iskender, debo estar preparada para todo. En el palacio corro peligro todos los días y más ahora con la presencia de la Sultana Dilruba. —respondí.

—Sultana —dijo Kizlar agha llegando con nosotros.

—¿Qué ocurre?

—El Sultan desea verla


•••


—Abran, el Sultan me espera —le avisé a los guardias.

Estos sin objeción alguna, abrieron la puerta. Al abrir me encontré a Ahmed y su nueva esclava.

—Sultan —dije haciendo reverencia

La concubina permaneció sentada. Quería regañarla pero me contuve.

—Kösem —dijo Ahmed —Te presento a Hümaşah, mi nueva concubina.

Lo miré con seriedad. En verdad, él era un idiota.

—¡Guardias! —gritó el Sultan.

Después de esto entraron los guardias con Iskender sujetado de los brazos.

—Iskender —susurré

—Sultan, Sultana —dijo haciendo reverencia, como pudo.

—¿Es ese el hombre, Hümaşah? —le preguntó Ahmed.

—Es él, su majestad. Él es el amante de la Sultana.

La miré con asombro.

—Maldita —le dije en español

—¿Estas consciente que es una acusación muy seria, Hümaşah? Estás acusando a mi esposa.

—Es verdad, Sultan. Ellos se ven a escondidas en el jardín.

El Sultan me regresó a ver.

—¿Qué dices a tu favor, Kösem? —me preguntó el Sultan.

—¿Acaso tengo voz para esto? —le pregunté. —Le he dado once hijos y ¿Aún no confía en mi? ¿De qué me serviría defenderme si no me creerá?

Regresé a ver a donde estaba su mesa para después dirigirme a ella y sacar de uno de sus cajones dos dagas.

—Suéltenlo —le ordené a los guardias. Ellos miraron al Sultan. —¡Suéltenlo! —les grité. Ellos lo soltaron.

—Te enseñaré lo que hacemos —le dije a Ahmed dándole la espalda.

Le di una daga a Iskender, el plan era fácil.

—Hagámoslo —le dije a Iskender para después atacarlo.

Él me logró esquivar para después atacarme y ahora yo esquivarlo. Hicimos lo mismo como por un minuto, él esquivaba y yo atacaba o yo esquivaba y él atacaba. En un movimiento rápido le di una patada en su abdomen para finalmente querer darle un golpe en la cara, un golpe que no le pude dar ya que él tomó mi codo y puso la daga en mi cuello mientras yo hacía lo mismo.

—Empate —dijimos al mismo tiempo.

Regresé a ver el Sultan y este nos miraba sorprendido.

—Iskender y yo hemos practicado combate desde hace diez años. Esto con el fin de defender a mis hijos y a mi.

El Sultan volteó a ver a Hümaşah.

—No le crea, Sultan. Hace un rato la Sultana Dilruba y yo los vimos besándose. —mintió.

—Iskender, retírate —le ordenó Ahmed

Iskender puso su mano en su pecho mientras se inclinaba hacia adelante para después retirarse.

—Salgan —le ordenó Ahmed a los guardias.

Los guardias salieron.

—Sultan. Es verdad lo que le digo. Incluso el hijo que espera la Sultana podría no ser suyo —dijo Hümaşah

Al escuchar esas palabras ya no aguanté más. Mi límite había llegado a su fin. En un momento de locura me acerqué a ella y le di una gran cachetada.

—Sultan... —dijo Hümaşah tocándose la mejilla.

—Silencio —le ordenó

—¡Soy tu Sultana! —le grité a la concubina —¡Ten más respeto!

—Digas lo que digas no te creeré —le dijo el Sultan a Hümaşah —Estas acusando a la esposa del gobernador del mundo. No permitiré que difames su nombre. Ya cometí el error de no confiar en la mujer que amo, no cometeré ese error de nuevo. Aunque me diga todo Estambul que Kösem me engaña, no les creeré.

Sonreí.

—¡Guardias! —les gritó el Sultan. Estos entraron en un par de segundos. —Mátenla —les ordenó señalando con la mirada a la chica.

—Sultan, no. Lo que dije es verdad. —dijo llorando —Perdóneme. —pidió

—Llévensela —les ordenó

Los guardias la tomaron con brusquedad y la sacaron de los aposentos. La joven gritaba por piedad.

—Mi Kösem —dijo acercándose a mi

—Ahmed —dije alejándome

—Sé que te he fallado antes pero ya no lo haré más. —me aseguró. —¿Qué quieres que haga para que me perdones?

Pensé por un momento en que pedir. Claro, no lo perdonaría pero, necesita aprovechar la situación y ¿Qué mejor que pedir un cambio para el imperio?

—Quiero que quites la ley del mayor y el más maduro.

Él me miró confundido para después cambiar su expresión a una seria.

—¿A caso quieres que nuestros hijos peleen por el trono?

—No, sólo quiero que cambies esa ley por una mejor.

—¿Qué clase de Sultan sería si quito una ley que yo impuse?

—No lo entiendes, Ahmed. Cuando mueras, Mustafá ascenderá al trono y será derrocado y Osman será el nuevo Sultan. Poco tiempo después él mandará a matar a Mehmed y si así pasa, a Osman más tarde lo asesinarán cayendo así el trono en Murad. Murad matará a todos sus hermanos hasta que sólo quede Ibrahim. Ibrahim llevará a la quiebra al imperio. —le predije

—¿Cómo sabes eso?

—La bruja que predijo la muerte de tu padre me lo contó —mentí —Sólo cambia esa ley.

—Kösem...

—Si amas a tus hijos y a mi, cambiarás esa ley. No desistiré hasta que eso suceda.














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BÚSQUEDAS DE MAHPEYKER KÖSEM SULTAN.
Fue consorte del sultán Ahmed I y madre de la mayoría de los hijos del Sultan. Fue asesinada en 1619 por órdenes del Sultan Mustafá I.
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¡Hola!

¿Qué les pareció el capítulo?

¡Nos leemos mañana!

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