9. Señor calzoncillos-largos
—Entonces él no va a darte una oportunidad —papá suspira y me mira, ambos estamos mirando la televisión en la sala mientras Harun duerme pacíficamente estirado en la otra parte del sofá frente a nosotros—. ¿Puedo saber que te dijo? —interroga levantando su cabeza del almohadón detrás de ella para mirarme.
Yo sacudo mi cabeza, él asiente comprendiendo.
—Supongo que confió en ti, lo respeto —murmura él—. Tu madre tampoco quería que yo me acercase, ya sabes, antes de tenerte, ella tenía un montón de problemas en su pasado... al final los trajo al presente de nuevo.
—Dices que no compare a mamá con Harun, pero tú lo haces.
—Tu madre tenía un montón de problemas y yo no sabía cómo manejarlo... Harun te tiene a ti y pase lo que pase, todo depende de él, jamás será tu culpa ningún error que él cometa —él mira a Harun y ladea la cabeza frunciendo el ceño, casi con ternura—. Solo míralo... es como un gatito indefenso bajo la lluvia, como cachorrito tratando de sacar la cabeza de entre algunos barrotes —Harun en ese momento mueve su nariz y voltea hacia el otro lado, yo me río—. Dios santo, quiero adoptarlo, llevarlo a su primer día de escuela, comprarle un helado y un globo en el parque.
—Harun no es tu niñita, papá —entorno mis ojos hacia él, papá ríe en voz baja y me mira.
—No te pongas celosa —él aprieta mi mejilla y pasa su brazo sobre mis hombros—. Sigo prefiriendo a mi chica, pero... no voy a negar que siempre quise un hijo.
—Eres joven, estás a tiempo... los hombres de tu edad comienzan a tener hijos ahora, consíguete una chica joven —le golpeo el brazo sonriendo—. Mamá se fue, ya no está, no volverá, no hay que seguir su ejemplo y traer el pasado al presente ¿Verdad?
—Así es —papá suspira y luego sube sus ojos, como si pensara en algo, luego dice—: la linda mujer del quinto, Rosalie, tiene treinta y tres años, no es una mala edad para tener un hijo —sé que está bromeando pero es raro para mí porque nunca había bromeado sobre involucrarse románticamente con una mujer que no fuera mamá, es genial que por fin esté pensando en la idea—. Solo estoy bromeando —dice luego y ambos reímos.
—¿Hablaste con ella hoy? —pregunto alzando una ceja.
—Sí, la encontré abajo a tiempo, antes que la señora odiosa de la que te hablé... tal vez la acompañé hasta afuera y le sonreí como tú cuando te despides de Harun.
—No acepto que uses mi sonrisa de enamorada para un ejemplo, como si fuera algo tonto.
—Es algo tonto, trata de sonreír frente al espejo mientras piensas en Harun, verás la baba escurrir de tu boca.
—¿Te das cuenta de que está allí?
Le golpeo el hombro, él se ríe y se sacude lejos de mí.
—Está dormido, aparte, debería saberlo ya —murmura como si intentase reparar su error cuando ya es tarde, yo ruedo los ojos—. Eres más que obvia, te lo he dicho, deja de mirarlo como si fueras una niña en una juguetería y él la última Barbie del estante, por Dios.
—Él es la última Barbie del estante de mi juguetería —le digo y después de que lo hago me doy cuenta de que suena ridículo, papá trata de no reírse tan alto—. Lo digo en serio, yo... no volveré a salir con chicos que no valen la pena... creo que me quedaré aquí, con Harun, a su lado hasta que él quiera que me vaya.
—Y así es como terminas siendo la madrina en la boda del mejor amigo al que amas —me dice cruzándose de brazos.
—Tal vez pero por ahora, más que atracción por Harun, siento deseos de que sea feliz... es lo único que de verdad quiero para él —le digo—. No necesito una relación por ahora, está bien, no necesito besarlo o abrazarlo, solo quedarme aquí y mirarlo así, mientras duerme —me muerdo el labio ante la linda imagen de él dormido frente a mí—. Me conformo con esto.
—Mi niña tiene un buen corazón —papá se levanta y me sonríe—. Terca, tonta e impertinente, pero de buen corazón —se acerca a mí y me besa la frente—. Me voy a la cama —dice, luego se va dejándome ahí sola con un muy dormido Harun.
Está lloviendo afuera así que nos pusimos a ver una película de terror todos juntos con la lluvia de fondo, era la combinación perfecta estar a su lado con frazadas alrededor y riéndonos más que matándonos del miedo. Pero entonces él se quedó dormido y yo me alejé, si lo dejaba descansar más tiempo sobre mi hombro me quedaría dormida también y dormir junto a él probablemente terminara conmigo sobre él en una posición rara y no quería asustarlo, más de lo que ya lo he estado haciendo. Aun así, tengo que moverlo ahora porque le va a terminar dando tortícolis de lo mucho que tiene torcido el cuello.
Me levanto y apago la televisión, luego me acerco a él, sentándome justo en frente y presiono su mejilla con un dedo. Luego de un par de intentos más, él reacciona abriendo sus ojos violetas, me mira frunciendo el ceño y luego se pone de pie, avergonzado por la posición en la que se encontraba, con su espalda recostada del sofá y él cuello abajo, como si la cabeza fuera a caérsele. Yo me río y lo sostengo cuando se tambalea sobre sus pies.
—Debes ir a dormir en una cama, eres un peligro en los sofás —le digo tomando su mano.
Él asiente y deja que lo guíe hasta su habitación. Pasamos al lado de la habitación de papá y me doy cuenta de que ya está la puerta cerrada y todo. Harun me sigue sin soltar mi mano, soltando un bostezo mientras arrastra los pies. Yo sonrío porque cuando él está cerca, aunque sea de esta manera, incluso si es de la manera más inocente, mi corazón corre como loco.
Amo la sensación de su mano grande en la mía, cuando él la aprieta como si estuviera intentando no caerse, como si pudiese derribarme con su pesa. Él es notablemente más fuerte que yo, de otra manera no hubiera podido meterle un puñetazo en la cara a Blaze, a veces me quedo mirándolo e incluso con sus suéteres grandes encima puedo ver que él no es tan larguirucho como aparenta. Por lo menos, no lleva una vida sedentaria, descubrí lo que siempre sale a hacer todas las mañanas o en su defecto en las tardes cuando tiene demasiado sueño para levantarse en la mañana; él va a correr, corre alrededor de la manzana y de vuelta, va al parque y hace ejercicio. Cuando me contó más sobre Elisa, me dijo que ella le había pegado la costumbre. Estuve un poco celosa durante todo el relato, hablar sobre Elisa para él era como hablar de una mujer a la que amó y que luego murió, es algo deprimente para él.
Lo ayudo a llegar a su habitación, abro la puerta y suelto su mano pero él la sigue apretando y yo me dejo llevar, me arrastra hasta su cama y se sienta así que quedo frente a él mientras sostengo su mano. Sus ojos cansados se elevan hasta mí y sonríe a medias, luego me suelta, yo no puedo evitar suspirar dramáticamente y él entorna los ojos hacia mí con confusión, yo me encojo de hombros soltando una risita nerviosa, él parece no notar como metí la pata y se lanza de espaldas en la cama.
—Mejor quítate los zapatos antes de que te quedes dormido de nuevo —le digo.
Él resopla, mueve sus pies hacia arriba, hace el gracioso intento de alcanzarlos pero termina cansado. Yo lo mira cruzada de brazos y él solo se hace el muerto. No puedo evitar reír.
—Vamos, te ayudo —le digo, él levanta su pie izquierdo hacia mí, así que lo sujeto y quito su tenis azul, luego hago lo mismo con el otro—. ¿Piensas dormir con jeans? —le digo entonces, dejando sus zapatos en una esquina.
Él lleva sus manos hacia el broche de su pantalón y se me corta la respiración, ni siquiera tiene los ojos abiertos, su cabeza está echada hacia atrás sobre una almohada y puedo ver la piel pálida de su cuello estirándose, con una vena gruesa en el costado. Mi vientre se revuelve pero trato de mantenerme calmada respirando suavemente. Él baja sus pantalones una vez que los tiene desabrochados y se amontonan alrededor de sus tobillos, luego los patea lejos y yo estoy hipnotizada por esos calzoncillos largos de color negro. Necesito dejar de verlos. Por suerte reacciono cuando él abre los ojos.
Tomo sus pantalones y los dejo en la silla al lado de su armario. Cuando vuelvo a mirarlo, él está sentado, frotándose los ojos con una mano. Se quita el suéter y luego alza los brazos.
—¿También quieres que te quite la camisa? —trato de que no se note que emocionada estoy.
Él asiente.
Al parecer está lo suficientemente borracho de sueño como para dejarme hacerlo.
—Está bien.
Me acerco a él y tomo los bordes de su camiseta blanca y tiro de ella hacia arriba con cuidado. Su pelo se alborota al pasarla por su cabeza y yo sonrío, pero él cae hacia atrás de nuevo, realmente tiene sueño. Yo disfruto de mirar su pecho, con un camino de vello oscuro bajar a través de él hasta su abdomen. Quito la mirada avergonzada y luego me aclaro la garganta.
Él levanta la cabeza.
—Ya me voy, entonces... ¿No tienes una pijama que quieras que te ayude a ponerte? —interrogo con timidez.
Él sonríe y niega con la cabeza, antes de meterse debajo de las sábanas perezosamente. Mi espectáculo se ha acabado. Así que camino hasta él y lo arropo bien, casi por inercia me inclino y beso su frente. Sus ojos rápidamente encuentran los míos y yo sonrío apenada, pienso que he hecho algo mal por la manera en que me mira. Él parpadea varias veces y luego sonríe. Es tan hermoso cuando sonríe.
—Buenas noches —le digo antes de dirigirme a la puerta y salir de ahí.
Paso la noche pensando en lo que ocurrió, dando vueltas en mi cama, soñando con una vida con Harun, una vida que probablemente nunca llegue a tener. Gracias al cielo es mi día libre y no tengo que ir a la universidad, probablemente pase todo el día en la cama, soñando con ese chico. Debo estar tan mal.
Eso es lo que creo cuando a las nueve de la mañana suena mi celular con un mensaje.
Es de Harun.
«Odette... ¿estás despierta?»
Casi me caigo de la cama.
«Sí» respondo «¿Qué ocurre?»
«Me acabo de dar cuenta de que anoche me desnudé delante de ti. Lo siento :(»
Me río. A carcajadas. Y él lo escucha desde su habitación.
«No te burles L» me llega otro mensaje.
«No me burlo, es solo que... anoche no parecía importarte»
«Estaba en una clase de trance, me pareció buena idea»
«Harun, viví con un hombre toda mi vida, aunque verte en calzoncillos no es lo mismo que ver a mi padre así, no tienes de que preocuparte, estoy acostumbrada»
«Bien, solo... lo siento... ¿Puedes venir a mi habitación?»
«¿Por qué?»
«No estoy acostumbrado a no escucharte, es raro, es como si fueras como yo»
«No puedo decir lo mismo sobre no escucharte»
«Sé que no pero... me gusta tu voz. ¿Puedo ir yo a tu habitación? ¿Estás vestida?»
«Sería justo si no lo estuviera xD»
«Tienes un punto, pero probablemente me desmayaría»
Realmente no puedo descifrar si eso es algo bueno o algo malo. Aun así lo percibo como algo bueno y ruedo por la cama tratando de apagar el fuego de la emoción en mi interior.
«No sé realmente que contestar a eso»
«¿Lol?»
«Claro, lol»
«¿Puedo ir o no?»
«Luzco increíblemente mal por las mañanas antes de mi sesión de belleza. Puedes desmayarte incluso si no estoy desnuda»
«Tomaré el riesgo»
Oigo golpes en mi puerta, me siento en la cama sin salir de debajo de las sábanas y grito "adelante". Harun abre la puerta y me sonríe moviendo su mano en un saludo corto. Yo me recuesto del armamento de la cama y me cruzo de brazos.
—Pero si es el señor calzoncillos-largos —bromeo alzando las cejas.
Su cara enrojece y se la cubre con las manos, sale de la habitación un momento mientras yo me río y entonces vuelve de nuevo. Cubre su cara aun con sus manos. Luce tan lindo, como un niño avergonzado.
—Vamos, pasa —apremio.
Él restriega su cara con sus manos y camina hasta mi cama, se siente en el borde y me mira. Saca su celular y teclea: «Tu padre salió de casa muy temprano. Solo somos tú y yo ¿Quieres desayunar?»
Yo sonrío y asiento.
«Pensé que podríamos salir a desayunar, no sé ¿No quieres?»
—Está bien —asiento.
Harun me mira y sonríe.
—Señor calzoncillos-largos —repito.
Él vuelve a cubrir su rostro con sus manos lanzándose de espaldas en mi cama.
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