14. Mio figlio!
N/A: Lamento la tardanza, como no sé ni donde estoy parada se me pasaron dos miércoles, discúlpen. Jeje. Tal vez vuelva a publicar otro en la semana, quien sabe, se los debo igual pero no sé.
Aviso que no sé italiano, solo un poquito y tuve ayuda del traductor. So, si hay algo mal no me culpen. Y no voy a traducir los diálogos bc quiero dejar el misterio, jejeje. Chau, me muero de sueño.
Los quiero, Ross oout.
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―Jamás había viajado en primera clase ―murmuro mientras miro alrededor―. ¿Qué hace tu familia? No puedo siquiera imaginar cómo se hace tanto dinero.
Harun sonríe y alza un dedo para pedir un minuto, luego alcanza la hielera que nos han dejado sobre la mesa que hay entre nuestros asientos y toma la botella de vino que hay dentro. Él lo voltea de manera que pueda ver la etiqueta en la que en letras elegantes y doradas se lee su apellido. "Cavalcanti" Alzo las cejas y me río, porque ese no parece cualquier vino, no es del que venden en el supermercado y cuesta cinco dólares, ese es vino de calidad. Alzo las cejas con asombro. Bueno, tal vez debí imaginarlo ya que me dijo que vamos a Florencia, que está en la región de la Toscana.
―Dios santo, eres todo un italiano ―susurro sacudiendo la cabeza―. ¿Sabes hacer pizza?
Él junta su dedo índice y su pulgar, levantando los otros como si dijera "Sí sé y muy bien".
―¿Tuviste una buena infancia allí? ―pregunto.
Él asiente y sonríe. Luego parece recordar algo y como que duda, pero sigue sonriendo.
―Tengo una pregunta ―alzo un dedo―. Brett y Kyle ¿Cómo es que Blaze y ellos son amigos desde pequeños y ellos no son italianos?
Harun suspira y alza su mano para tomar la libreta que dejó en el asiento de al lado y comienza a escribir una gran explicación. Mientras yo espero lo miro atentamente; se ve muy diferente a la primera vez que lo vi. Incluso ayer se cortó el pelo y es tan raro mirarlo sin su flequillo cayendo sobre su frente; ahora su frente está libre y eso me deja ver mejor sus ojos. Dijo que mantenía su cabello largo para que al salir la gente no lo mirase a los ojos, lo cual entiendo, pero tuvo que cortarse el pelo porque si su nana lo veía de esa manera iba a insistir en cortarlo ella misma y no quería quedar como cuando tenía cinco años (y me enseñó fotos, para demostrar que en realidad era malo). Y aunque extraño su viejo corte, el nuevo Harun parece un hombre... no un chico; incluso dejó crecer un poco su barba. No sé que intenta, pero no lo juzgaré, me gusta.
Él me enseña su libreta luego de un rato.
«Los padres de Brett y Kyle son viejos amigos de mi padre, comerciantes que distribuyen nuestro vino en America. Papá siempre odió los hoteles, así que cada vez que íbamos a America, nos hospedábamos en la casa de Brett y Kyle siempre iba a jugar. Desde pequeño, Blaze y yo pasamos cada verano en America... así fue como decidimos que nos mudaríamos a Nueva York, se supone que tendría que ir a la universidad pero al final fue imposible con mi problema de habla. Además, no soporté la presión de estar rodeado de gente, en ese entonces era demasiado para mí»
―Así que saben hablar el idioma desde pequeños...
Él asiente.
―Con razón casi no notaba la diferencia ―murmuro―. Bueno, con Blaze, tú... ―me encojo de hombros―. Hombre de pocas palabras.
Ambos reímos.
Él escribe una pregunta entonces.
«No te molesta... ¿el que probablemente nunca te hable?»
―¿Molestarme? ―frunzo el ceño―. No, eso no... ―suspiro―. Estaré bien con lo que tú decidas, en tanto seas feliz ¿Sí?
Él asiente y vuelve a escribir.
«Realmente quiero hablarte... pero tengo miedo ¿Entiendes? No lo he hecho en diez años... me da un pánico terrible el siquiera pensar en intentarlo. No lo entiendo, pero es así»
―No tienes que forzarte a ti mismo ―le digo, colocando mi mano sobre la suya―. Cuando confíes lo suficiente en mí, lo harás, Harun... sabes que te quiero y si nunca llegaras a confiar en mí lo suficiente como para usar tu voz conmigo, eso estará bien ¿Entiendes? No podemos forzarnos a hacer cosas que no están dentro de nuestras capacidades, aun si es lo que queremos, hay cosas que simplemente están destinadas a no ser.
Él me sonríe ampliamente y con su mano izquierda escribe sobre la libreta algunas palabras. Yo leo mientras él las va creando.
«Me pregunto qué haré cuando consigas un hombre al que ames, Odette ¿qué será de mí sin ti?»
Resoplo.
¿Cómo puedo decirle ahora que eso ya ha ocurrido y que por suerte para él se trata de él mismo? No puedo hacer algo así, no puedo confesarme. Nunca. Pondría a Harun en una situación incómoda y lo obligaría a alejarse de mí porque él es tan bueno que no querría lastimarme. No dejaré que eso pase, así que pongo mi otra mano sobre la otra para evitar que siga escribiendo y sujeto ambas con fuerza.
―No pasará tan pronto, así que no te preocupes ¿De acuerdo? Seremos amigos por siempre ―prometo.
Él zafa su mano de la mía y toma el lápiz para escribir otra cosa.
«¿Qué pasa con el chico que dijiste que te gustaba?»
Me río, porque es imposible hacer otra cosa.
―No te preocupes ―le digo―. Eso está controlado.
Después de eso, la conversación sigue entre preguntas acerca de a dónde vamos y que haremos al llegar y un par de horas después, el avión está aterrizando en Italia. Después de tener nuestro equipaje en mano, Harun me toma de la mano mientras caminamos entre toda la gente que está en el aeropuerto. Sé que es para que no me pierda, me de todas maneras estoy soñando en ese punto.
No sé a dónde vamos hasta que él se detiene y se queda mirando hacia un punto entre la multitud. Entonces es cuando diviso a un hombre de traje sosteniendo un cartel que dice "Harun Cavalcanti". Él rueda los ojos pero casi veo una sonrisa en su cara al arrástrame frente al hombre. Es alto, está bronceado y lleva el pelo corto, es rubio, de ojos verdes y no parece de más treinta años. Un hombre muy apuesto.
―Benvenuto, Harun ―es lo primero que el sujeto dice dejando el cartel debajo de su brazo―. Il tempo vola , eh? Come stai? ―él se acerca y toma a Harun de los hombros para besarle ambas mejillas y luego darle un gran abrazo.
Harun asiente, indicando que se encuentra bien, supongo.
―Senza dire una parola, come sempre ―dice antes de palmear la mejilla de Harun levemente, luego me mira―. Tú debes ser la amiga americana de la que nos avisaron. Mucho gusto, mi nombre es Aldo Cavalcanti, primo de Harun, es un gusto conocerte.
Él toma mi mano y luego se acerca para besar mi mejilla sin rozarla con sus labios.
El acento de Aldo es fuerte y él parece un hombre agradable.
―Mi nombre es Odette, es un gusto conocerlo ―le digo.
―Bueno, es mejor que vayamos ya, el tío Enzo te espera para la cena, Harun ―en cuanto nos ponemos a caminar, Aldo le pone un brazo sobre el hombro a Harun―. Todos están emocionados por verte, creo que incluso tienen esperanzas de que vuelvas a casa. Yo sé que la vida en America es divertida pero considera volver a casa a menudo, la familia te extraña. Mi madre ¡Mi madre! Ella me ha dado un dolor de cabeza preguntando cuando vendrías por fin, pobre, sabes que eres su favorito.
Harun asiente a todo lo que su primo dice; y él habla y habla y habla durante todo el viaje hacia la casa de la familia de Harun. Y yo solo puedo sonreír cuando Harun me mira de vez en cuando, puesto que Aldo empieza a hablar en italiano de repente y yo ya no soy capaz de entenderle. En el futuro, planeo aprender italiano, lo juro.
Es un viaje corto pero se hace largo gracias a las palabras sin fin del primo de Harun. Al final del recorrido veo como Harun escribe algo y se lo enseña a su primo y este niega con la cabeza.
―No, no, no... ―dice él, luego voltea a mirarme y sonríe y vuelve a mirar a Harun―. Lo sé, lo sé, querías ir a la ciudad, pero el tío Enzo me encargó traerte a la casa familiar ¡Vamos, que aquí está toda la familia! Todos te quieren ver, los niños se mueren por verte ¿Recuerdas a mi hermanita? ¿Bambi? ¡Está por cumplir quince años! ¿No quieres verla? Ella se muere por verte, también Laurus, Macario, Paula, Naldo, Nicholo ¡La tía Nina, el tío Beppo! Todos, Harun, todos se han reunido para verte.
Mientras más nombres dice, más nerviosa me pongo. Harun, al parecer, tiene una familia bastante grande.
Cuando entramos en la propiedad, solo puedo ver una colina y al final de esta una gran casa de tres pisos muy tradicional y rustica pero a simple viste puedes ver que es totalmente cara también. Está rodeado de áreas verdes bastante extensas con algunos árboles al costado del camino.
―¿Impresionada? ―me pregunta Aldo con una sonrisa―. Bienvenida a La Toscana.
―Increíble ―digo mientras rio―. La primera vez que salgo del país y vine a parar al paraíso.
―Lei è molto bella, Harun. E tu sei un uomo molto intelligente ―oigo decir a Aldo antes de que él le golpee el hombro levemente a Harun.
Harun niega con la cabeza y escribe algo que no puedo ver porque me encuentro en el asiento de atrás del auto.
―Capisco. Così, sei solo un ragazzo fortunato ―dice entonces, luego alarga su mano para desordenarle el cabello.
Al final de la colina, aun me pregunta de qué estaban hablando pero Aldo detiene el auto en el camino de entrada. Hay una fuente justo en medio del jardín y varios autos aparcados ya a los costados de la casa. Dos hombres que al parecer estaban esperándonos se encargan de nuestro equipaje y pronto Aldo nos arrastra a ambos hacia la puerta principal.
―¿Cómo ves Italia hasta ahora? ¿Te está gustando? ―pregunta Aldo con una sonrisa.
―Es muy bella ―digo―. Me gusta, definitivamente.
―Espera a probar la comida ¡Y nuestro vino! El mejor, de la mejor reserva esta noche solo para nuestros invitados especiales ―dice él, luego mira a Harun―. Saluda a todo el mundo apropiadamente ¿Sí? ―le dice y palmea su rostro una vez más―. Eres un buen chico, Harun y estoy feliz de que hayas vuelto.
Harun asiente y sonríe, luego Aldo abre la puerta.
―Il figliol prodigo è tornato! ―anuncia el hombre al abrir la puerta.
De repente, un montón de gente, casi alrededor de veinte personas o tal vez más entran en la espaciosa antesala llegando desde todas las puertas de la casa (porque parece tener muchas). Inmediatamente un montón de chicas, niños, señores y hombres rodean a Harun y lo abrazan y lo llenan de besos mientras yo me quedo a un lado de Aldo mirando la escena con una especie de emoción que no puedo describir. Porque Harun luce feliz y cómodo a pesar de todo. Tal vez no le gusten las multitudes, pero creo que eso no aplica con su familia.
No sé por qué mis ojos van a él de repente; tal vez es porque es el único bajando las escaleras con calma, tal vez porque es como una versión de Harun más rubia y bronceada y de ojos cafés muy claros. Tal vez solo porque desde el momento en que miró a Harun una sonrisa que solo se puede clasificar como la de un padre se formó en sus labios.
―Mio figlio! ―exclama él de pronto.
Todo el mundo se aparta.
El hombre rubio camina con paso firme hacia Harun y lo abraza con fuerza.
Harun espera unos segundos y luego... cierra los ojos y lo abraza de vuelta.
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