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12. Primera y última vez.

Un mes pasa muy rápido, sobre todo si vives con Harun, el ser más tierno del planeta tierra. Sobre todo su cada día que pasa te encariñas más y más con él, incluso sabiendo que una oportunidad de que algo más que amistad ocurra entre los dos es imposible. Aun así, el tiempo pasa rápido junto a Harun.

Cuando me di cuenta ya era primavera y la estaba pasando como siempre; trabajando para hacer dinero extra. Ya ni sabía para qué. Harun se rehusaba a aceptar nuestro dinero para pagar la renta y todas las cosas que son necesarias en casa; como la comida, los productos de limpieza e higiene personal aparecían en su departamento como por arte de magia. Eso no lo comprendí hasta que un día tuve que tomar un taxi y Harun llamó a su amigo taxista; él me explicó que los padres de Harun, ambos son extremadamente ricos cada uno por su cuenta y que aunque parezca increíble, Harun no recibe ni la mitad del dinero que podría recibir viviendo con alguno de ellos. Me explicó que le envían dinero a una mujer que se encarga de hacer todas sus compras y dejarlas en planta baja, así el encargado se las entrega como si hubiesen llegado por correo. Aunque él hace su propia limpieza y cocina su propia comida, literalmente no tiene necesidad de salir de su apartamento... Harun podría vivir para siempre allí metido y no moriría de hambre y lo peor es que el mundo nunca lo conocería.

Me da gusto haberlo encontrado.

Sin embargo, sé que él a veces sale por su cuenta; como en la mañana, que sale a correr. A veces viene a mi trabajo, ordena algo y se va. No sé a dónde va después de ahí, lo que sé es que siempre está en casa cuando llego. Últimamente saca a Jazz a pasear, incluso le compró una correa. Yo nunca tuve tiempo para sacarlo a pasear, así que lo aprecio.

Este día no es nada especial, considerando que tomé horas extras en la cafetería solo para cubrir a Kathy quien estará en un recital de ballet de una de sus hermanitas. Tessa y yo pasamos el tiempo juntas hablando sobre que no hay demasiado clientes y otras cosas, cuando de repente entra esta chica rubia y menuda con una panza de embarazo y se sienta en una de las mesas más alejadas. Tessa se levanta para atenderla mientras yo hago más café pero minutos después vuelve con una expresión de confusión en su rostro.

―Demonios, Odette, debes dejar de hacer la cafetería tu oficina de conferencias, chica ―me dice apuntando hacia la chica embarazada―. Ella quiere hablar contigo.

―¿Conmigo? ―frunzo el ceño rápidamente y miro sobre su hombro, aunque no puedo detallarla ya que está de espaldas―. Pero si no la conozco.

―Bueno, no lo sé, ella preguntó por Odette Harper ―Tessa se encoge de hombros―. Ve a ver que quiere, si esa panza que trae en realidad una bomba, lánzate por la ventana.

―Está bien ―asiento antes de caminar hacia la chica.

Cuanto más me acerco menos la reconozco. La verdad, no sé qué asuntos tendría conmigo una mujer embarazada.

―¿Puedo ayudarte en algo? ―le pregunto al colocarme frente a su mesa.

Ella levanta la mirada y enfoca sus ojos cafés en mí, luego sonríe y asiente.

―Hola, sé que no me conoces, pero tengo que preguntarte algo ―ella apunta hacia el asiento en frente de mí―. Siéntate por favor.

―Um, de acuerdo ―asiento y me siento frente a ella―. ¿Qué quieres preguntar... por qué?

Ella toma una gran bocanada de aire y luego lo suelta.

―Sé que vives con Harun Cavalcanti ―me dice.

Mi corazón empieza a correr como loco... esta es... no puede ser... nunca vi una foto de ella, solo sé su nombre, jamás mencionó nada sobre su aspecto pero... ¿Puede ser que esta sea Elisa?

―¿Quién eres? ―pregunto entrecerrando los ojos.

Ella baja la cabeza.

―Alguien a quien le importa Harun... ―murmura ella―. No sé si él te contó sobre mí, no sé sus padres te contaron sobre mí... porque tú eres alguien que ellos contrataron ¿No? ¿Lo volvieron a hacer? ¿Están tratando de volver a hacer a Harun normal?

―Entonces sí eres Elisa ―susurro y cierro con fuerza mis puños―. No me ha contratado nadie, soy amiga de Harun y vivo en su casa por un asunto que no te concierne... ¿Qué haces tú aquí?

―Entiendo ―ella asiente y levanta la mirada―. Mira, está bien, te creo pero... solo quiero saber cómo está él.

―Eso no te importa...

―¡Sí me importa! Viví con él por un tiempo, él... me hizo encariñarme, por favor, solo quiero saber.

―Está muy bien ―le digo―. Eso es todo lo que puedo decirte.

―Me alegro ―ella suspira dejando las manos sobre la mesa―. Cuando lo dejé él lucía muy mal, incluso los últimos meses que estuve tratando de obtener información sobre él, todo era lo mismo. Eventualmente Rony dejó de darme información, sabía que no nos hacían ningún bien a ninguno continuar recordando el pasado.

―¿Rony, el taxista?

―Sí ―ella asiente―. Ahora que avancé y voy a tener una familia ―ella se toca el abdomen abultado con suavidad― me gustaría ver que Harun está siendo feliz de nuevo.

De alguna manera, me siento un poco mal por ella porque no ha podido saber de Harun todo este tiempo. Sin embargo, no quiero confiar del todo. No lo sé... esta chica hizo cosas horribles por dinero, sobre todo a Harun. Mi Harun.

―Mira, él está bien, eso es... es todo lo que te voy a decir, está siendo feliz ―le digo en voz baja.

―¿Eres su novia? ―pregunta entonces, con una media sonrisa―. Amaría que Harun... encontrase a alguien a quien amase tanto como alguna vez dijo amarme, alguien con quien pueda hablar. Alguien a quien quiera hablarle ―ella resopla―. Él, cuando nos conocimos, dijo que jamás hablaría y que estaba bien para él... luego, él quiso hablarme y dijo que yo era la única excepción. Me sentí tan culpable porque todo era una mentira, así que me eché para atrás y... él dijo que jamás iba a querer hablar después de eso, que no habría nadie en el mundo capaz de volver a hacerlo hablar ―sus ojos se llenaron de lágrimas en ese instante―. Yo le hice eso... y solo odiaría saber que él nunca compartirá su voz con nadie solo porque yo lo lastimé. Me hace sentir tan culpable amar a una persona y ser feliz cuando él no puede serlo.

―No lo hagas ―le digo, luchando como impulso interno de consolarla―. Él estará bien ―digo―. Cuidaré de él... incluso si no soy yo, habrá alguien que lo haga hablar, me encargaré de que Harun sea feliz lo que resta de sus días. Viviré para ello, porque él lo merece ―asiento, tratando de darle seguridad.

―Lo amas ¿verdad? ―ella me sonríe entre lágrimas―. Es tan difícil evitarlo ¿No? Cuando lo miras sonreír, cuando él te mira, los abrazos, los besos, las caricias... todo lo que él hace simplemente parece perfecto ¿No? Sí, lo sé... tú lo amas, es imposible no amarlo.

Sí, pero gracias a tu eterno recuerdo yo solo tengo una preciosa amistad...

Quisiera decirlo pero en el fondo sé que no es correcto.

―¿Eso era todo? ―pregunto desviando la mirada.

Ella se seca las lágrimas y asiente antes de levantarse.

―Es todo ―me dice―. Tal vez él no quiere saber de mí así que... no menciones esto ―murmura mientras ambas caminamos hacia la salida―. Aunque tengo el leve presentimiento de que no vas a poder guardarlo de él... ―es lo último que dice antes de dejar la tienda.

Es cierto, no puedo no decirle.

Así que cuando llego a casa ese día papá y él están cenando ya; no puedo contestar ninguna de las preguntas de papá, solo asiento y digo que tuve un buen día y luego vuelvo a mi mente a meditar como debería decirle a Harun esto. Al final no lo hago en la cena. Papá se va a dormir luego de un rato diciendo que mañana se levantará temprano para ir a caminar con la señora del quinto. Hago una broma sobre eso y luego Harun y yo nos quedamos en la sala jugando con Jazz cuando él se retira.

―Estoy cansada ―digo inconscientemente, porque estoy cansada de pensar demasiado esta situación.

«Yo también estoy algo cansado. Jazz y yo fuimos al parque y se escapó, tuve correr detrás de él hasta la estación más cercana. Casi se tira a las rieles del metro» escribe en nuestro chat.

Me río y sacudo la cabeza.

―¿Cómo se te pasó decirme algo así? ―interrogo.

Él se encoge de hombros.

―Gato malo ―reprendo a Jazz levantándome mi dedo.

Harun lo toma entre sus brazos y lo aprieta como si quisiera protegerlo.

―¡No, no lo consientas! Mira como tiene tus muebles ―le digo apuntando hacia los rasguños que tienen dichos muebles―. Y ya va por las cortinas, aparte le compraste muchos juguetes pero aun así escoge jugar con todo menos eso.

Harun se vuelve a encoger de hombros y besa la cabeza de Jazz. Me envía un mensaje luego: «Adoptemos otro gatito»

―¿Más gatitos?

Él asiente.

«O un perrito... o un canario» agrega.

Yo me río.

―¿Seguro? ―le digo alzando las cejas.

Él vuelve a asentir.

«Nunca tuve mascotas antes, pero es muy divertido»

―Convertirás este departamento en un zoológico ―le digo.

Él se encoge de hombros y escribe «Si a ti no te molesta a mí mucho menos»

―Es tu casa, puedes hacer lo que quieras.

«No, tú vives aquí, también es tuya ¿Te molesta?»

Sonrío como una idiota.

―Para nada.

Él asiente entonces. Se levanta y me escribe que se va a dormir así que lo dejo ir sin decir nada. Pero me arrepiento, porque es ahora o nunca, así que camino hacia su habitación pasados unos minutos y toco la puerta. Él me abre y me invita a entrar. Últimamente Jazz está durmiendo en su cuarto, así que cuando entro me encuentro con él a sus anchas sobre la cama de Harun. El chico me invita a sentarme así que lo hago justo a su lado, cruzando mis piernas sobre el colchón.

―Tengo algo que decirte ―digo en voz baja.

Él me mira expectante.

―Es que... hoy me fue a ver una chica a la cafetería, ni idea de cómo dio conmigo, solo sé que sabe que vivo contigo ―me encojo de hombros, él se ve confundido―. Era Elisa.

Por unos minutos su expresión es totalmente indescifrable. No sé si está enojado, no sé si está en shock, no sé si está triste... él solo se queda mirándome con sus bellos ojos violetas fijos en mi rostros. Pasados unos largos segundos, él cierra los ojos y baja la cabeza. Su mano temblorosa cae sobre su muslo. Tengo miedo de que me rechace pero la tomo aun así. Sorprendentemente él la aprieta y entrelaza sus dedos con los míos.

De alguna manera me muevo para rodearlo con mis brazos y piernas antes de que él caiga hacia atrás y lo sostengo; lo sostengo entre mis brazos, con su cabeza sobre mi pecho y su espalda contra mi abdomen, nuestras manos se vuelvan a unir entonces y oigo como sorbe por la nariz. La sensación de tenerlo a mi lado es... inexplicablemente cálida y acogedora, familiar. Como estar en casa.

―¿Quieres saber qué pasó con Elisa? ―pregunto.

Pasan unos segundos antes de que asienta.

―Ella solo quería saber sobre ti ―le digo, soltando sus manos para frotar sus brazos porque su piel se está erizando―. Quería... quería saber si estabas bien, si estabas siendo feliz, también pensó que yo había sido contratada por tus padres como ella, me encargué de dejarle claro que no y que estabas bien sin dar muchos detalles ―murmuro contra su pelo―. También hay algo sobre ella...

Él levanta su cara, como si lo preguntase.

―Ella tiene una nueva vida, está embarazada y supongo que tiene una pareja... ella dijo que se sentía culpable por ser feliz sin saber si tú lo eras también, dijo que tenía que saberlo ―acaricio su pelo hacia atrás, quitando sus mechones de su frente para ver su piel pálida y sus ojos, aunque los mantiene cerrados―. Supongo que puedo entenderla... aunque su petición haya sonado egoísta... pero le dije lo único que tenía para decir, eso es todo.

Él se queda inmóvil por unos largos segundos hasta que vuelve a abrir sus ojos y esboza una sonrisa hermosa. Él se incorpora, dejándome abajo con su estatura, pero aun así mis brazos y piernas siguen rodeando su cuerpo. Él alcanza su celular y escribe algo en él para luego enseñármelo.

«Me alegra que esté siendo feliz y que vaya a tener un bebé. Me agrada saber eso. Ella siempre quiso una familia, nunca tuvo una... tal vez no era cierto, tal vez sí, pero por la Elisa que conocí, me alegro mucho»

―Eres la cosa más linda del planeta tierra ―le digo, antes de pasar un dedo sobre sus mejillas, él me mira frunciendo el ceño pero aun así sonríe―. Sí lo eres ―repito―. Tú mereces mucha felicidad.

Él hace una mueca y sacude la cabeza.

―Sí ―asiento―. Y yo me voy a encargar de que seas feliz.

Él sonríe, enseñando sus dientes incluso, pero no me deja ver del todo ya que se voltea.

Mis mejillas están sonrojadas, así que creo que es hora de irme, pero cuando estoy a punto de bajar de la cama, él me toma un brazo y me mira. Con su otra mano él escribe en el celular.

«¿Podrías dormir aquí esta noche?»

Si estuviese tomando agua, la hubiese escupido. Si estuviese comiendo chicle, me lo hubiese tragado. Si tuviese cuarenta años me hubiese dado un infarto... no puedo creer que él está pidiéndome esto. Pero asiento, antes de que cambie de opinión.

―Debería... ir a ponerme mi pijama ―le digo, terminando de bajar de la cama.

Él asiente y me suelta, se recuesta en la cama y se cubre con las sábanas. Corro a mi cuarto entonces, trato de encontrar mi pijama más bonito y pierdo tal vez cinco minutos. Cuando regreso, Harun está profundamente dormido. Incluso me acerco para pinchar su mejilla levemente y no se inmuta.

Suspiro y me arrodillo frente a él, solo a verlo a dormir.

Es como un ángel...

Dios, estoy tan enamorada de él.

Me doy cuenta de que es una oportunidad que no puedo dejar pasar y cierro mis ojos, con todo el valor y la locura que llevo dentro juntos, estiro los labios y los poso suavemente sobre los de Harun, por no más de tres minutos.

Soy una idiota... le robé un beso a Harun. Mientras dormía, que es peor.

Me insulto mentalmente pero ya está hecho, ya lo he besado... y esa probablemente sea la última vez.

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