Breve sinopsis:

¿Por qué tuviste que irte? ¿Por qué me dejaste solo?

¿Es así como quieres que acabe nuestra historia?

¿Con tres puntos suspensivos?

Junkyu

—¿En serio tienes que irte?

—Sí, Kyu. Es mi deber. Tengo que encargarme de Airi pues mi madre está muy mal porque mi padre ya no está con nosotros.

—Lo sé...

No quería parecer un egoísta. Entendía perfectamente su situación familiar ahora mismo, que era todo un caos. Pero que resultó suceder cuando en mejores condiciones estaba nuestra relación.

Llevábamos saliendo aproximadamente un año y medio, y todo iba de maravilla. Pero ahora tenía que irse a Japón, y yo no podía irme con él porque tenía que continuar con mis estudios. No podía dejarlo todo por él, aunque quisiera, y eso Ruto lo sabía muy bien.

—¿Por cuánto tiempo te irás? -Pregunté con un hilo en mi voz-.

—No lo sé. El tiempo que sea necesario. Pero no te preocupes, bebé. Te llamaré todos los días y te escribiré, y así acortaremos la distancia, y cuando menos te lo esperes, estaré a tu lado de nuevo.

—¿Crees que podamos hacer que funcione?

—Claro que sí. ¿Tú me amas?

Él sabía muy bien cuál sería mi respuesta con tan solo ver mis ojos y un puchero en mis labios.

—Entonces deja de preocuparte en vano. Buscaremos la forma de hacer que funcione. Siempre te amaré, Kim Junkyu, así esté al otro lado del mundo. -Dijo dándome un último beso en la frente, pues su avión estaba a punto de partir-.

Sabía que no tenía que haber caído en sus palabras. Tenía que haberlo dejado en ese momento. De haberlo hecho, no me hubiera dolido tanto lo que se avecinaría. Porque aún hoy, lo sigo esperando, aunque no vaya a regresar.

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—¡Ruto, mi amor! ¿Cómo estás? ¿Todo bien? ¿Ya comiste? ¿Te bañaste? ¿Qué tal está Airi y mi suegra?

—Kyu...Todo bien por aquí. Pero no quiero hablar de mí. ¿Tú cómo estás?

«Mal. Te extraño. No he sido el mismo desde que te montaste en ese avión, las agujas de mi reloj parecen no avanzar».

No podía decirle eso.

—Todo... Todo está bien. -Sonreí a través de la videollamada-.

—Eso es lo importante, bebé.

Hace unos días no me llamaba. Estaba muy ocupado siendo el hombre de la casa desde que su padre falleció. Y yo quería que me diera más atención, pero en estos momentos, no podía exigírsela. Sería demasiado egoísta de mi parte, pese a que ya habían pasado unos meses desde su partida.

—¿Cuándo nos veremos de nuevo?

¿No puedes estar a mi lado? Solo quédate conmigo. Si me olvido de ti y espero, ¿podré verte de nuevo?

—No lo sé, amor. Todo aquí aunque intento hacer que mejore, parece ir a peor. Anoche casi no pude dormir ayudando a Airi con las tareas, sabes que mi padre era el que lo hacía. Y estoy animando a mi madre para que vuelva a trabajar.

Imaginaba que me diría algo así.

—Oh...entiendo.

—Pero no pasa un día en que no te extrañe. Siempre le hablo a Airi de ti, ¿sabes? Anhelo vernos de nuevo y poder besarte una vez más, dormir juntos, tomar tu mano... Aish... No sabes cuánto detesto estar a millas de distancia. Me haces mucha falta ahora mismo, Kim Junkyu.

Que me dijera eso, me reconfortaba. Necesitaba escucharlo. Saber que era importante para él y que la distancia no nos separaría. Que no me iría a olvidar.

Cuando son más de las doce y el ayer se convierte en hoy, estaremos más lejos.

Pero... Todo lo que una vez fue blanco, comenzó a teñirse de negro por completo.

Si eras tú quien me daba el aliento y ahora me lo quitas, ¿cómo podré soportarlo?

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—Ruto...Ruto contesta. -Dije mirando mi teléfono con lágrimas llenando mis ojos-.

—Kyu...no puedo hablar ahora. ¿Te llamo luego, vale? -Fue lo único que dijo una vez contestó después de mis 20 llamadas perdidas-.

Colgó.

Y nunca me llamó.

Con el pasar de los meses, aunque intentamos hacer que funcionara, fue inevitable, la distancia había hecho por sí sola su trabajo. Al principio las videollamadas eran a diario, dos y tres veces al día, pero luego disminuyeron hasta ser una vez a la semana, y luego una vez al mes.

Quiero ir y preguntarle al cielo, ¿para ti que significa el amor? Eres lo único que le hace falta a mi mundo. Se siente como si lo hubiera perdido todo, solo me encuentro aquí sentado preguntando... ¿Por qué?

Él estaba increíblemente ocupado y no podía hablar conmigo aunque quisiera, y yo...

Bueno, yo estaba hecho mierda.

No quería dejar mi habitación. No tenía apetito ni me emocionaba salir con mis amigos, que se estaban empezando a preocupar por mí. Porque había dejado de ser el Junkyu feliz de siempre, y me había convertido en un ser triste y sin alma que lo único que sabía hacer era hablar de Watanabe Haruto y de cuánto lo extrañaba. Dormía con un pullover suyo que dejó en mi casa la noche antes de marcharse, veía películas románticas llorando mientras comía helado de chocolate y me pasaba las horas, los minutos y los segundos entre lágrimas.

Mi reloj está corriendo bien, pero el tiempo se detuvo. No hay nada que funcione, me veo lamentable.

El tiempo parecía no avanzar, o sí lo hacía, pero al menos no para mí, que vivía en una constante pesadilla de la que nunca podía despertar.

Había dejado de vivir.

Desde que se fue.

Nada era lo mismo sin él.

¿Por qué? ¿Por qué sin ti no puedo estar bien? Solo porqué. Solo dime, no puedo hacer esto sin ti.¿Por qué? ¿Por qué sin ti no puedo estar bien? Solo porqué. Solo dime, no puedo hacer esto sin ti.

Quizá estaba así porque desde que comenzamos nuestra relación me encargué de convertirlo en mi razón de existir y hacerlo todo con él o que él lo hiciera todo por mí. Por eso no quería aceptar la idea de que ya no estaba y de que era el momento de dejarlo ir.

En el mundo éramos tú y yo, los dos juntos. Ahora me encuentro aquí solo.

Maldito Haruto... ¿Por qué tuviste que irte?

Todo estaba tan bien entre nosotros...

Ahora estamos tan lejanos, que parece que lo nuestro no tiene salvación, y no quiero aceptarlo, pero muy en el fondo lo sé. Que te estás aferrando a mí y yo a ti aún cuando no sabemos cuando podremos vernos de nuevo. Y nos estamos haciendo más daño de esta forma, esperando un encuentro tras una pantalla, porque tú estás allá en Japón, y yo aquí en Corea.

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Una mañana desperté, queriendo que las cosas fuesen diferentes. No sé si fue la forma en la que incidieron en mi rostro los rayos del sol a través de las cortinas, o mirar por 15 minutos los zapatos que llevaba meses sin usar, pero me levanté y me dirigí al baño, para después lavar mi rostro.

Kim Junkyu, ¿qué te estás haciendo? ¿Qué ha sido de ti?

Sentía como mi propio reflejo me daba un buen sermón. Y tenía que escucharlo.

Y cómo no hacerlo si estaba lleno de ojeras, con el cabello despeinado y largo, casi llegando a mis hombros, y la barba había comenzado a crecer.

Hacía más de un mes que Haruto no me llamaba. Y yo dejé de buscarlo para no molestarlo más. Porque no quería ser un estorbo para él. Suficiente con todo lo que le estaba pasando.

Supongo que así es como casi dos años terminan, ¿no? Tirados cual hoja de papel envuelta al cesto de basura de los recuerdos que más amé.

Hoy debía recomenzar mi vida. Dejar a un lado todo lo que me había hecho mal. Abrir las cortinas para permitirle a la luz iluminar mi oscuro hogar, vestirme decentemente y ponerme esos zapatos que olvidé, que comenzaban a llenarse de polvo. Le realicé una llamada a mis mejores amigos, Mashiho y Jihoon, -quienes están en una relación porque nos conocimos en una cita doble-, de que me sacaran de mi casa. Que fuéramos a caminar por ahí, tomar un café, bailar, no lo sé, tan solo hacer algo. Algo que no fuera continuar deshidratándome en la soledad de mi habitación, martirizándome con recuerdos de mi relación que ya estaba rota y prácticamente desvanecida.

Ellos sabían por todo lo que estaba pasando, así que quedaron en tomar un café, porque querían presentarme a alguien. Yo les dejé bien en claro que no quería enamorarme hasta dentro de un tiempo, pero me hablaron tanto de él, que al final me convencieron para tener un encuentro, y que al menos me diera la oportunidad de conocer al tan mencionado chico, porque quizá nos podíamos convertir en buenos amigos. Él era un año menor que yo, pero admiraba mi trabajo en la carrera según me dijeron los chicos. Quizá valdría la pena conocer a alguien y no cerrarme a oportunidades, ¿cierto?

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Y así fue, como conocí a Kanemoto Yoshinori, el chico que me hizo volver a enamorarme.

Y pensar que todo comenzó por un simple café. Pero congeniamos tan bien, que parecía que estaba soñando despierto y que no era real. Y más porque ya había pasado casi un año de esa cita, y casi un año y medio desde que Haruto se había ido.

Basta Junkyu, ya estás con alguien más, deja de pensar en él, cuando ni siquiera tuvo el coraje de dejarte y no volvió a llamar para saber más de ti.

Él no tiene una mísera idea de lo mucho que me costó olvidarlo. Porque no fue nada fácil, eso yo mejor que nadie lo sé.

Pero, en un año y medio pasan muchas cosas. La gente cambia, madura, crece. Me decidí enfocar en mis estudios con Yoshi a mi lado, salimos con Mashiho y Jihoon y festejamos su compromiso, que sería dentro de tres meses, remodelé mi casa y guardé las cosas de Haruto en varias cajas en mi armario. Compré ropa nueva, descubrí nuevos hobbies, en fin, que fui feliz, rehaciendo mi vida y volviendo a ser quién era antes de que todo se derrumbara. Mi sonrisa era más brillante que nunca y Mashiho y Jihoon me lo dijeron, que estaban felices porque Kim Junkyu había regresado.

Adiós, adiós, adiós.

Pero...

Cuando logré superarlo por completo, y pude permitirme a mí mismo crear una nueva historia al lado de alguien nuevo, después de haber llorado durante todos estos meses...

Él volvió.

Volvió para removerme el piso y desordenarme la vida una vez más.

Porque sabía perfectamente que lo seguía amando, y que al igual que él, solamente podía amarlo a él no importa donde estuviera, ni los años que pasaran, por lo que me restaba de vida y probablemente por toda la eternidad.

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?