🍊Orange🍊
Breve sinopsis:
¿Cómo decirte que me gustas y no ponerme naranja solo por el hecho de pensarlo?
Junkyu
Haruto siempre me dijo que comer tantas naranjas haría que mi piel cambiara de color.
Supongo que lo consideré como una broma y nunca pensé que algo tan extraño como eso realmente me llegaría a pasar.
¡Pero es que me gustan mucho!
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Mi nombre es Kim Junkyu y tengo 15 años. Desde que era pequeño siempre tuve una rara fascinación por el cítrico que lleva por nombre el mismo color que posee, y mi mejor amigo y vecino -desde que tengo uso de razón-, Watanabe Haruto, se reía de mí al ver la cara que ponía cuando chupaba el el exquisito jugo de la tan ácida fruta.
Como sabía que era mi fruta favorita, cada año me regalaba una por mi cumpleaños, lo cual me provocaban ganas de abrazarlo porque eran muy difíciles de conseguir en nuestro pueblo, y nunca quiso decirme de dónde las sacaba. Cuando era pequeño incluso había un naranjo en las afueras de mi casa que mi abuelo cuidaba con mucho esmero, por eso me volví adicto a su fruto, pero con el paso del tiempo desaparecieron y mi abuelo tuvo que talarlo.
Cuando Haruto me las regalaba, las compartía con él, pero siempre me daba su mitad, lo que me hacía poner muy contento. No solo por eso o el hecho de que viviéramos prácticamente al lado del otro, pero en muy poco tiempo nos convertimos en mejores amigos.
Quién sabe si fue gracias a las naranjas que nuestra amistad se intensificó, o que un día mi corazón empezó a latir cuando estaba a su lado.
Y me puse muy nervioso, porque según mis padres, eso no era debido a una simple amistad.
Quiero estar más contigo.
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Pasaron los años y todo se mantenía igual entre nosotros. Jamás me atreví a decirle sobre mi enamoramiento secreto hacia él, ya que temía a que no me correspondiera y no podía perderlo como un amigo solo porque quizás, estaba confundiendo mis sentimientos.
Hasta que un día, cuando tenía 12 años, estábamos jugando con nuestros amigos en el parque y ocurrió el empezar de mi extraña enfermedad.
Los chicos y yo comenzamos a molestar como broma a Haruto, que era dos años menor que yo, pero siempre andaba conmigo, y este hizo un puchero y se molestó, diciendo que no quería jugar más con nosotros y que se iba a su casa, cosa que me pareció extremadamente tierna y fui a por él, sentándome a su lado en un banco y abrazándolo.
-Junkyu Hyung...-Dijo aún haciendo un puchero-.
¿Cómo demonios puede ser tan adorable pero lucir casi siempre frío y ser más alto que yo con apenas 10 años?
-Dime, Ruto.
-¿Me odias?
Aquella pregunta repentina hizo que se me oprimiera el corazón. Si él tan solo supiera... ni siquiera se le pasara por la cabeza preguntar algo como eso.
-N-no. -Dije nervioso-.
-¿Entonces me amas? -Sus ojitos brillaban y se acercó a mí rostro con una sonrisa-.
-Ruto...Este...
-¡Tus mejillas se pusieron naranjas! ¡Ya sé cuando mientes porque te sonrojas! ¡Me amas, me amas! -Gritaba triunfante-.
Yo reí pero sentía que mis mejillas ardían. ¿Era solo yo o hacía calor?
Un momento... ¿Cómo que mis mejillas estaban de color naranja?
-Ruto... -Dije tocando su brazo interrumpiendo su baile feliz-. ¿Qué significa que mis mejillas están naranjas?
-Sí...hace un momento... Cuando te pregunté si me odiabas y si me amabas se tornaron de ese color. Como si te sonrojaras.
-Pero las personas cuando se sonrojan tienen las mejillas rojas, o rosadas. ¿No te habrás confundido?
-¡Que no! ¡Comer muchas naranjas te pondría la piel de ese color! ¡Te dije!
-¡Hace tiempo no como ninguna porque no hay!
-¡Y yo qué sé, no me grites!
Esta vez quien hizo un puchero fui yo. Crucé mis brazos molesto porque no entendía qué me estaba pasando, eso no era normal. Y según Haruto, ya el color naranja había desaparecido, así que no podía comprobarlo.
Hasta que me besó en la mejilla izquierda.
Se fue corriendo para que yo fuera tras él y toqué mí mejilla marcada por su beso, que hizo que mi sonrojo se intensificara.
Al dejarlo en su casa e ir a la mía, mi madre que estaba en la sala gritó cuando me vio entrar.
-¡Kim Junkyu! ¿Qué te pasa en el rostro? ¡Ven aquí!
-No lo sé omma. Es muy raro.
-¿No te dije ya que no te revolcaras en la tierra? Ve a bañarte, dale. -Decía intentando limpiar con su saliva el color nuevo de mis mejillas, sin éxito alguno-.
-No es tierra, omma.
-Bueno, ve a bañarte y si cuando salgas aún lo tienes vamos corriendo al doctor.
Mientras me bañaba y lavaba con fuerza mi rostro para que se quitara lo naranja, comencé a pensar en Haruto y en el dulce beso que me había dado en la mejilla. Era jodidamente tierno cuando se lo proponía. Además, el que me preguntara repentinamente si lo amaba, no lo sé, me hizo entrar en pánico. ¿Qué debía responderle? El corazón casi se me iba a salir. Y pensar en que se regodeó por darse cuenta de que mentía, me hacía sentir temor, porque creo que acababa de descubrir que él era mi debilidad.
-Omma...lo intenté, pero no sale. Creo que está peor. -Dije una vez me vestí y fui a la sala-.
-Dios mío... Pareces una zanahoria. Súbete al coche, vamos ahora mismo al doctor.
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-¿Doctor, en serio mi hijo está sufriendo de una enfermedad? ¿Es muy grave?
-Señora Kim, relájese. La condición de su hijo está perfectamente.
-No lo entiendo. ¿Entonces todo está bien en cuánto a su salud? ¿Qué puede decirme de esto entonces? -dijo mostrando mi rostro naranja, aunque ya el color estaba desapareciendo-.
-Técnicamente no podríamos llamar a lo que le está ocurriendo a su hijo una enfermedad, ya que no es algo maligno. Es un suceso que experimenta el 5% de la población, llamado "Orange", y ocurre cuando un detonante causa la aparición de las mejillas naranjas, único síntoma, en lugar de las rojas o rosadas cómo el resto de las personas.
¿Detonante? ¿De qué hablaba el doctor?
-¿A qué se refiere con detonante, doctor? -Preguntó mi madre-.
-Pues bien... Permítame ser directo. Junkyu-ssi, ¿tienes a alguien que ocasione que tu corazón revolotee? ¿Alguna niña de tu clase, tal vez? Si tienes 12 años es lógico que comiences a enamorarte.
Nunca había pensado en eso. No desde que me fijé solamente en Haruto.
-Pues tiene un mejor amigo llamado Haruto. Y yo personalmente creo que él siente algo más que una amistad. -Decía susurrando pero era inevitable no escucharla-.
-¡Omma! -Grité molesto-.
-¿Te gusta ese tal Haruto, Junkyu? -Me preguntó el doctor-.
Ni siquiera tuve que responder. Mis mejillas automáticamente me delataron.
-Bueno, al parecer hemos encontrado al detonante. -El doctor sonrió y escribió algo en su cuaderno-. Señora Kim, le aconsejo que le dé estas vitaminas diariamente, no hará que "Orange" desaparezca, pero quizá rreduzca la intensidad del color o la cantidad de veces que aparezca.
Mi madre y yo le agradecimos al buen hombre haciendo una reverencia y nos retiramos de su oficina.
-Junkyu, una cosa más...
-¿Sí, doctor? -Dije saboreando una piruleta que me habla regalado unos minutos antes y que había guardado-.
-Ten mucho cuidado con ese tal Haruto. Tus mejillas pueden delatarte en cualquier momento si estás con él, y puedes llegar a revelar algo para lo que no estás preparado. Mi consejo es que intentes evitarlo lo más que puedas.
Le agradecí por el consejo, pero me quedé un poco preocupado por ello. No podía alejarme de Haruto y menos así como así. Era mi mejor amigo. Pero, y si un día en el que no fuera en broma me pregunta si me gusta,¿qué le voy a decir? Es como en aquel dorama que vio mi madre una vez, que la chica no podía mentir por una enfermedad llamada Pinoccio, que le hacía tener hipos cuando decía una mentira, y así fue como el que le gustaba se dio cuenta de sus sentimientos. No podía pasarme algo como eso.
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Cuando ambos comenzamos la secundaria, y aunque éramos vecinos, ocurrió que nos dejamos de ver tan seguido, como lo hacíamos cuando éramos niños y nos sentábamos a comer naranjas en nuestra casa del árbol.
En parte era algo bueno, porque aún recordaba lo que me había dicho el doctor sobre que Haruto era mi detonante, y desde que nos distanciamos mis mejillas no volvieron a tornarse naranjas. Menos mal, mi secreto podía mantenerse a salvo por más tiempo. Si actualmente dice o hace algo que ocasione el ardiente color de mis mejillas, podría darse cuenta de lo que siento, pues ya Haruto no es tan tonto ni inocente, aunque haya pasado solo 3 años desde lo que ocurrió en el parque, mismo día en el que me diagnosticaron el "Orange".
Sin embargo, y quizás debido al destino, esta tarde los dos salimos a la vez, lo que significaba que nos iríamos juntos. Ambos estábamos parados al lado del otro a la vez que caminábamos en silencio. Tenía ganas de preguntarle por su día, de averiguar que estaba sucediendo en su vida últimamente, pero no tuve el valor de hacerlo, y creo que él tampoco. Nos habíamos convertido en dos extraños.
Quiero verte más a menudo, aunque sea un minuto y un segundo.
Es muy triste que nuestro tiempo de felicidad se acabe tan pronto.
-Junkyu Hyung, voy a entrar. Hasta mañana. -Decía despidiéndose una vez llegamos a su casa-.
Antes que te des la vuelta, quiero decirte algo hoy.
No quería que se fuera todavía. Quería quedarme a su lado un poco más, aunque fuera solo en silencio. Pero ya era tarde, ya estaba oscureciendo. Tenía que dejarlo ir.
Mas simplemente no quería hacerlo.
No quiero enviarte a casa ahora, pero no puedo evitarlo.
-Ruto...-Dije sosteniendo su brazo antes de entrar-.
-Dime, Hyung.
-¿Mañana cuando salgas podemos reunirnos en la casa del árbol?
-Claro. Ahí estaré. -Dijo sonriendo y entrando de una vez-.
¿Por qué sonrió?
Oh, cierto. Mis mejillas estaban naranjas de nuevo.
Ni siquiera el pasar de los años y el evitar los momentos, podían cambiar que en solo un segundo, Haruto me sonriera y mi corazón quisiera salirse del pecho.
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Hoy era el día.
Ya tenía 15 años.
Tenía que decirle lo mucho que me gustaba.
Si me correspondía...sería el chico más feliz del mundo.
Y si me rechazaba...
Bueno, con las cosas como estaban actualmente, no haría mucha diferencia.
En cualquier caso, finalmente le diría lo que por tantos años guardé.
Cuando salí del colegio y llegué a mi casa, me bañé y subí las escaleras del árbol de su casa que tanto gustabamos trepar cuando niños. Esta era la casa que ambos habíamos construido, diciendo que una vez creciéramos viviríamos allí.
Él me estaba esperando ya. Tenía una pequeña cajita entre sus manos, no sabía muy bien para qué. Ni que celebráramos algo.
¿Mi confesión de la cual desconocía contaba como celebración?
-Ruto... Yo te quería decir... Que...
Haruto solo sonrió.
Como el atardecer que brilla dada día sin condiciones, espero que siempre sonrias asi todos los días, entonces puedo cuidarte para siempre.
Como si pudiera leerme, solo bastaba que me mirara a los ojos por tres segundos o me sonriera para que mis mejillas hicieran su cambio de color respectivo como si se trataran de dos camaleones. Quizá Haruto siempre supo que me gustaba y hacía esto para molestarme.
Y eso es porque...no hubo necesidad de decirle nada.
Me ofreció la caja antes de yo poder hablar. Desaté el lazo naranja que la decoraba y la abrí.
Se trataba de una naranja. Pero no solo eso. Venía con una nota.
"Hyung, tú también me gustas mucho".
Mi sonrojo se intensificó.
Lo miré a los ojos y volvió a sonreírme, para después tocar mis mejillas y yo cerrar los ojos.
-Hyung... Quizá lo olvidaste, pero yo no. Feliz cumpleaños.
Sigo siendo el que se pone naranja hoy.
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