6.Choque de realidad
Narrador
Aquella noche Haru lloro todo lo que quedaba del crepúsculo, pero antes de quedarse dormida y caer en los brazos de Morfeo, tomo una decisión; una que la alejaría de todo...
Estian, cada noche esperaba a Haru en aquel espacio que forjo solo para ellos; un lugar entre el plano terrenal y el de los sueños, donde ningún ser existente podía ingresar.
Esa noche al entrar, Haru busco con desesperación la presencia de Estian, pero esto solamente ocurría cuando él lo deseaba.
Aquel hombre observó a su amada con rastros de lágrimas sobre sus mejillas, sus ojos se encontraban rojos al igual que su pequeña nariz, no había necesidad de preguntar el porqué. Se acercó desde atrás y fuertemente la abrazo, para luego cantarle a modo de tranquilizarla:
—Voy a cuidarte por las noches, voy a amarte, sin reproche —aquel inicio, causo que más lágrimas descendieran por las mejillas de Haru —. En el amor no soy experto, pero te conocí. Sabes, nunca había sentido esto por nadie, pero te conocí —con cada palabra salida de los labios de Estian, Haru sentía como aquel hombre abría su corazón para ella, pues aquello no podía ser solo una canción ¿o si? —. Creía que nada saldría bien al final, estaba tan roto que ya nadie me iba a curar, creía que tal vez lo mío era quedarme así solo... —sin evitarlo más, Haru giro su cuerpo quedando frente a Estian, aún no podía verlo por la profunda oscuridad que los envolvía, poso su rostro sobre el torso de Estian, relajándose poco a poco con los latidos de su corazón —. Y de pronto, justo en medio del vacío, me curaste el corazón, me enamoraste. Sin explicación llegaste... cuando creí que el amor ya no sería para mí, pero te conocí.
Estian, con uno de sus dedos, dirigió el rostro de Haru en su dirección y la luz apareció, dejando a su vista aquella mujer tan perfecta a sus ojos.
Junto sus labios con los de ella; aquel beso albergaba cada uno de sus sentimientos, aquellos que aún no deseaba reconocer.
—Deseo con toda mi alma que seas real —susurro entre lágrimas Haru —. Llevadme a aquel lugar de antes —imploro.
Sin hacerse esperar, mucho más rápido que el sonido, Estian hizo aparecer frente a ellos el mar; en aquel sitio el sol, la arena y el calor los recibió, para Haru aquello se sentía tan real que, sin aguardar más, camino en dirección a la orilla. Estian admirando la libertad en la que aquella mujer mojaba sus pies y parecía haber olvidado su tristeza, sintió la necesidad de admirarla con mayor precisión, tomando asiento sobre la arena, él sabía que la había dañado; que la lastimo incontables veces en cada una de sus antiguas vidas, que sus manos siempre estarían manchadas con la sangre de su padre y que su arrepentimiento jamás será suficiente.
Haru, tocaba el agua con sus pies descalzos, aquella sensación fue suficiente para olvidar que se encontraba en un sueño, miro en dirección a donde se encontraba Estian. Al darse cuenta de la forma en la que él la miraba, como si ella fuera una obra de arte, hizo a su corazón latir y una sensación se asentó en su vientre. Haru salió corriendo en su dirección.
Estian, sin comprender observo como Haru corría en su dirección, rápidamente se levantó alerta a cualquier señal de peligro, aunque esto significara absurdo, ya que nadie podría estar en ese lugar aparte de ellos. Sin estar preparado para aquel choque, Haru se lanzó a sus brazos, ambos cayeron al suelo por el factor sorpresa que él se llevó, la risa que broto de los labios de Haru, desmoronó la poca estabilidad emocional de Estian; aquella risa, fue la primera que aquel hombre escuchaba proveniente de ella, estando en sus brazos...
Haru se enderezó sobre el regazo de Estian, quitando aquella prenda que la cubría la desnude de aquel cuerpo.
—Hazme tuya —susurro...
🔥🔥🔥🔥🔥
Haru
Había una palabra que al parecer Ben no conocía y esa era la vergüenza, aquel imbécil desde aquella noche en la que nuestros ojos volvieron a encontrarse comenzó a buscarme constantemente; desde el trabajo hasta en mi casa, en ocasiones llego a seguirme desde un punto a otro, lo cual ya llegaba a hacer aterrador. En las ocasiones en las que me siguió a casa, desde el otro lado de la puerta me pedía una oportunidad para explicarse, de verdad era un hijo de puta, jamás le abrí o le respondí.
¡De verdad no había nada que explicar, los hechos hablaban por si solos!, ¿cómo al quién podía llegar a ser tan sínico?.
Una mujer con el corazón roto puede llegar a ser peligrosa, pero una mujer con el orgullo pisado es letal y yo me había convertido en la segunda, odiaba tanto a aquel hombre que él solamente escuchar su voz me parecía tan repugnante y fastidioso.
Desde aquella noche de nuestro fatídico encuentro, había tomado una decisión y esa era irme de este lugar, el pueblo era muy chico para que nosotros dos estuviéramos en él. Comencé a trabajar sin descanso, para poder irme, ya que necesitaba suficiente dinero para comenzar una nueva vida.
En el trabajo escuchaba rumores de todo tipo, desde que las personas del pueblo estaban volviendo a sus antiguos hogares, del miedo que tenían algunos al pensar que este sitio se volviera un pueblo fantasma, por la ida de aquellos.
La capital y sus alrededores habían prosperado con el nuevo emperador; esté logro estabilizar la economía, incluso llamando la atención de otros imperios y reinos.
La nobleza que había logrado salir del reino, por la guerra volvió, queriendo posicionarse de nuevo al lado del nuevo emperador, y para ganarse su favoritismo se decía que dieron a sus hijas como garantía de aquello, formando así un harem, pero que aun así ninguna se había ganado el favoritismo del emperador...
Al llegar a casa, conseguí en la entrada una carta, antes de entrar la tomé. Luego de tomar un baño tome la carta y para mi desgracia era una de Ben, sin querer tomarme siquiera la molestia de leerla, me levante de la cama y la arroje a la basura, ¡otro desperdicio más de papel! Pensé.
Los días se volvieron extremadamente agotadores y largos, cada noche llegaba a casa a contar el dinero reunido, con la esperanza de que este fuera el suficiente para irme, pero no... aún faltaba.
Al ser un pueblo sumamente pequeño todos se conocían y el lugar en el que trabajaba era uno de los lugares más famosos, lo que significaba que la mayoría de los pobladores venían a visitarlo constantemente, lo que obviamente también significaba que los chismes del pueblo llegaban al sitio, el rumor de la boda dorada de Ben no se hizo esperar; desde la fecha, la hora y el lugar llegaron a mis oídos. Ana en todo momento me apoyo para que no decayera por la noticia, pero la verdad esto no me afectaba de la manera que ella suponía, la verdad ya no. La verdad no me importaba que se casara, porque yo me iría pronto de aquí, de esto no tenía la menor duda.
Mientras tanto, mis objetivos eran claro y esos eran; Uno, irme de aquí. Dos, evitar a Ben en todo momento y tres desconectarme de los rumores...
Cada noche que llegaba a casa una nueva carta aparecía, cada una tuvo el mismo destino que la primera, jamás le daría una oportunidad para que me llenara de excusas y mentiras. La verdad no había nada que explicar, de verdad no sabía a qué quería llegar Ben con esto, pero ni mi perdón llegara a tener, así de rencorosa podía llegar a ser.
¿Cómo puedo perdonar al hambre que me engaño, me uso y me prometió matrimonio cuando ya esperaba un bebe, que tan bastardo se puede llegar a ser para querer perdón? Si es que era eso lo único que buscaba. Y para más, Benjamín llego un día a mi trabajo, junto con su nuera, la futura esposa de Ben, recuerdo lo incómodo que fue y me siento mal al instante.
Aquel día ambos fueron para invitarme a la futura boda:
—¿Cariño, como has estado? —pregunto Benjamín —. Te presento a Dulce, ella es la prometida de Ben.
—Hola, mucho gusto —sé muy en el fondo que ella es solo una víctima de Ben al igual que yo, pero esto es muy incómodo —. Fue un gusto, pero debo volver al trabajo —únicamente les podía dar una sonrisa forzosa a modo de despedida.
—Lo sé, únicamente queríamos darte esto —Benjamín, extendió su mano para darme la que era obvio; una invitación, de muy mal gusto, por cierto. La acepté y me despedí.
Desde que me había despedido y les di la espalda a ambos sentí constantemente una mirada. Llena de curiosidad miré atrás, para notar que la mirada que me perseguía era la de Dulce, aquello fue extraño, pero aun así no le tome importancia...
Me encontraba tan cansada, desde mi estado físico hasta emocionalmente, que no quería pensar en nada, quería desaparecer de este lugar.
Había trabajado mucho más que otros días, desde que salí del restaurante hasta llegar a mi casa debo decir que me arrastre por todo el camino. Al llegar a mi hogar rápidamente, tome un baño para luego irme a dormir...
A la mañana siguiente me levanté tan cansada, sentí que no había dormido absolutamente nada, sentí mi cuerpo sumamente extraño, pero no pare a meditar en aquello, ya que el día de hoy debía trabajar desde mucho más temprano.
Al llegar al trabajo, todo era un desastre; las mesas, las sillas e incluso las antorchas, todo estaba fuera de su sitio, ayer había sido el cumpleaños del esposo de Alida, la dueña del restaurante. El que todo estuviera de ese modo, significaba que la celebración fue una locura, sin duda.
La mañana fue ajetreada, pero luego del mediodía todo fue más tranquilo. En el restaurante había pocas mesas; era un total de nueve mesas dentro y dos fuera, solo cuatro mesas tenían clientes.
Las chicas y yo nos encontrábamos en un rincón cerca de una de las ventanas mientras charlábamos, sobre todo de la fiesta de ayer. De imprevisto, Ana comienza a reír mientras me lanzaba miradas extrañas.
—¿Qué miras además de mi belleza? —pregunte, con fingida fanfarronería, tratando de imitar su sonrisa, pero ella nada más seguía mirándome igual —. ¿Tengo algo en la cara? —pregunté seriamente esta vez, al mismo tiempo que pasaba las palmas de mi mano por mi rostro, para verificar que no tuviera nada pegado.
—En la cara ni la culpa, pero en tu cuello se encuentran las evidencias del porqué ayer no quisiste quedarte a la fiesta —seguido de sus palabras, una risa broto de sus labios escandalosamente, Jennifer, Emma y Anyibel, me miraron con confusión buscando aquello que le causaba tanta risa a Ana, para luego dirigirme una mirada igual a la de Ana.
—¿No entiendo a qué te refieres? —pregunté aún confundida.
—Ven... —hablo Ana, para luego tirar de mi brazo, seguido de las chicas.
Las chicas se dirigieron conmigo arrastras hasta el baño de los empleados, era un lugar lo suficiente pequeño como para que solo dos personas pudieran ingresar, Ana entro conmigo mientras que las demás esperaron en la puerta, sin dejar de mirar a los clientes.
—Mira, se ven los besos marcados —hablo Ana, chistosamente, mostrándome el lugar al que se refería y al mismo tiempo me empujaba a que me observara en el espejo.
Cuando me observe en el espejo claramente se veía algo oscuro, me acerque un poco más al espejo y al mismo tiempo bajaba más el cuello de mi vestido. Aquello no solamente era una marca de besos, era todo un camino de besos muy bien marcados. Si Ana, al observar aquello, casi se le salen los ojos, yo claramente quede en estado de shock.
Sinceramente, no entendía que era aquello que estaba en mi cuerpo y mucho menos cuando yo no había estado con ningún hombre. La idea de que alguien hubiera entrado en mi casa mientras dormía me resultaba totalmente aterrador.
Una risa escandalosa salió de mis labios, todas las chicas me miraron extrañamente sin entender de que me podía estar riendo, sentí el choque de la realidad abofetearme y como un recordatorio, el sueño que tuve anoche llego a mí. Aquello no podía ser verdad, prefiero pensar que alguien entro a mi casa, que aceptar que los sueños, no solo fueron sueños.
Sin poder evitarlo, perdí el conocimiento...
🔥🔥🔥🔥🔥
Los ojos me pesaban, fue difícil abrirlos, pero cuando por fin mi mirada se ajustó pude ver perfectamente.
No entendía muy bien que había pasado y porque no estaba en el trabajo, cuando intente levantar mi cuerpo de la extraña cama, una voz muy familiar me detuvo.
—Haru no, no puedes levantarte -busque en dirección a donde provenía la voz y note que era Luz, quien apenas ingresaba a la habitación.
—¿Dónde estoy, qué haces tú aquí?
—Cariño, tus compañeras te trajeron aquí, perdiste el conocimiento en el trabajo... ya vuelvo, debo avisas al doctor —Luz salió de la habitación dejándome igual o más confundida.
En minutos, ingresaron a la habitación dos doctores junto con Luz, ambos doctores acordaron dejarme pasar la noche aquí, ya que mi estado era delicado, al parecer me encontraba anémica, lo que había causado según ellos la pérdida del conocimiento. Desde que perdí la memoria hasta ahorita habían pasado siete horas.
Luego de que los doctores salieran Luz comenzó a preguntarme todo tipo de cosas, pero la verdad no tenía cabeza para siquiera procesar alguna de sus preguntas, mi mete estaba en otro lugar tratando de comprender lo que estaba en mi cuerpo, pero regrese en sí cuando la puerta fue tocada y observe a Luz tomar sus cosas rápidamente para luego dirigirse a ella, cuando aquella puerta se abrió, no pude creer la desfachatez de aquel hombre.
Ben entro, con un ridículo ramo de flores.
—Cariño, gracias a Dios llegaste —le hablo Luz a Ben mientras besaba sus mejillas.
—Tranquila, ya llegué —Ben, miro en mi dirección y sentí como mi sangre se heló —. Albert te está esperando abajo.
—¿Puedo saber qué ocurre? —pregunte, no entendía que estaba pasando.
—Cariño, Ben se quedará contigo —hablo Luz.
—¡No! Nadie se quedará conmigo —hablé para ambos, cuando Luz pensaba hablar, Ben rápidamente la interrumpió.
—Albert, te está esperando afuera, no te preocupes, yo me encargo —Luz, sin siquiera esperó por mi opinión, simplemente se fue, claramente les importaba muy poco lo que yo quería o no —. Hola, mira traje esto para ti —¿Aquel pedazo de excremento suponía hablarme como si nada?
—¡Quiero que salgas de aquí, Ya! —lo mire fijamente, queriendo que observara muy bien mi firmeza.
—Sé que sabes todo, que me casaré, pero si me dejaras exp...
—¿ESTÁS MALDITAMENTE ENFERMO? —grité, al mismo tiempo que lo interrumpí, no queriendo escucharlo.
—Mira, te traje flores —siguió hablando —. Sé que me odias, pero...
—No Ben, yo no te odio —volví a interrumpirlo —. Si te odiara, créeme que estaría perdiendo mi tiempo y yo no pienso perder más mi tiempo en alguien... como tú —al terminar de decir lo último lo mire de arriba abajo, para luego mirarlo directamente a los ojos, sintiéndome totalmente poderosa.
A lo que Ben respondió con una sonrisa arrogante.
Y sin querer darse por vencido, siguió:
—Nunca te mentí —mientras Ben hablaba se dirigió a una de las sillas junto a mí y tomó asiento —. Siempre fui sincero contigo cuando dije que te amaba.
Sin querer escuchar, ni respirar el mismo aire que esté idiota, me levante de la cama en dirección a la puerta.
—¿A dónde vas? —pregunto. Ben, en un rápido movimiento, me tomo de una de mis manos y rápidamente me alejé de su tacto.
—Suéltame, no me vuelvas a poner un dedo encima —amenacé.
Sin importarles mis palabras, Ben volvió a tomarme del brazo, ocasionando que ambos cayéramos en el triste juego de forcejear, nos lastimarnos en el proceso, mientras él aplicaba la fuerza bruta y yo en mi desesperación por soltarme, mis uñas se marcaron en su piel. En medio del forcejeo, Ben empezó a alejar mi cuerpo de la salida dirigiéndome a la cama.
—¿PUEDES DEJAR DE SER TAN MALDITAMENTE ORGULLOSA? —su grito ocasiono que una ola de escalofrío azotara mi cuerpo, llenándolo de miedo y a la vez dejándolo en un estado de parálisis.
Con su cuerpo, empujó el mío hasta llegar a la cama y posicionarse encima de mí. Sentí tanto asco y aquello incremento al sentir su dureza, aquella que frotaba sobre mi cuerpo. No podía creer que este bastardo estuviera excitado.
—Aléjate de mí... —suplique —. Si no me sueltas comenzaré a gritar.
Al escuchar aquella amenaza, Ben colocó una de sus asquerosas manos sobre mi boca, sentía cada parte de su cuerpo sobre el mío. Las lágrimas surcaron mi rostro y como última opción de defensa mordí su mano; Ben soltó un pequeño grito de dolor.
—¿Estás loca? —sus ojos denotaban la ira en su interior, aquella mano que había mordido tomo mi barbilla obligándome a mirarlo fijamente para luego besarme, sentir sus labios sobre los míos y aquello fue sumamente repulsivo. Entre besos, bajo por mi cuello, dejando un camino de besos, pero de repente se detuvo, alejándose de mí.
Ben comenzó a caminar de un lado a otro, mientras que yo intenté volver a salir, pero antes de llegar a la puerta de nuevo, Ben me detuvo. Tomo mi cuerpo como si fuera una muñeca, dominándome totalmente, volviéndome a llevarme a la cama para arrojarme con fuerza sobre ella.
Observe en su dirección y pude apreciar su rostro que se encontraba sumamente rojo.
—¡Tú sabes jugar muy bien al papel de niña buena! Pero en realidad eres una pequeña zorrita —luego de decir aquello comenzó a reír sin ninguna pizca de gracias, todo lo contrario —. Mientras yo luchaba por recuperarte, tu pequeña zorra, te revolcabas con otro hombre —mi cerebro que aún no procesaba sus palabras del todo, no fue lo suficientemente rápido para augurar aquel golpe que se dirigió a mi rostro.
Aquel golpe me dejó en estado de shock.
—¿Qué haces? —solo fui capaz de preguntar a la vez que dirigía mi mano a mi mejilla.
Mi pregunta lo enojo mucho más, al ver como reaccionó.
Como un animal salvaje se abalanzó contra mí, destrozando mi vestido en el acto; la desnudez llegó junto con el miedo y la vergüenza.
—Suéltame, por favor —supliqué.
Con un pedazo del vestido sello mis labios, silenciándome. Entretanto una de sus manos se desabotonaba el pantalón, mientras que con la otra me tomaba del cuello, dificultando mi respiración.
Sentir su respiración sobre mí, era espantoso, una de sus manos apretaba mi cintura, su cara, todo de él era asqueroso.
Miles de preguntas llegaron a mí, ¿Dónde estaban los médicos?, ¿Por qué nadie me escuchaba?, pero ninguna de ellas tuvo respuesta.
El estar a punto de ser abusada sexualmente por alguien a quien una vez llegaste a amar era sumamente devastador.
—Dijisteis que me amabas... —susurre aquello aunque mi garganta se estuviera quemando, gracias a la presión que su mano ejercía sobre mi cuello.
—Te amo Haru —aquellas palabras las susurró en mi oído, dándome escalofríos —. Maldita sea, de verdad te amo...
—Entonces déjame ir... —suplique una vez más, pero ignoro mi petición.
—Borraré, estás marcas —hablo mientras besaba mi cuello —. Te haré recordar aquel día en el que te vestiste como una zorra para mí. Estoy ansioso por escucharte gemir de nuevo —cada una de sus palabras eran sumamente horrible.
Pero de la nada un sentimiento se instaló en mí. Él odió que alguna vez llegué a sentir por él, incremento; convirtiéndose en ganas de asesinarlo. Lo deseaba muerto, quería verlo desaparecer de mi vista; lo odiaba de verdad.
De un momento a otro sentí quebrar mi pecho, un fuerte dolor llegó, sentía que mi cuerpo se dividiría del dolor, gritaba una y otra vez, pero aquellos gritos eran silenciados por la tela sobre mis labios. Hasta que el dolor desapareció de la misma manera que llegó, tan rápido y a su vez eterno...
Un clic sonó y como si algo dentro de mí se ajustará, eso sentí, para luego escuchar un fuerte golpe. Aquel peso que llegó a ejercer Ben, desapareció.
Cuando intenté levantarme de la cama sin fuerzas, caí al suelo para observar como en la habitación apareció un enorme agujero y a Ben del otro lado.
🔥🔥🔥🔥🔥
🤔 Pregunta sería:
Ben, merecia eso?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro