13. Lemonade
Más temprano aquel día...
Louis se despertó solo.
Era un día gris, oscuro, triste, totalmente carente de sentido. Un día frio e insípido, un día en el que la inminente lluvia tenia a todos a su espera y que parecía tener a todos en la ciudad moviéndose a pasos desganados e indiferentes. Louis claramente no fue la excepción; Despertándose por la fría brisa que entraba por la ventana de su habitación que Harry siempre insistía en abrir todas las mañanas.
El día comenzó con un pequeño Louis abriendo sus ojitos azules, rojos por el cansancio y el llanto, temblando a causa del frio. Busco con sus manos a Harry, buscando a su rizado novio cuyo calor corporal podría compararse con el de un calefactor, haciendo un pronunciado puchero cuando solo se encontró con la frialdad de las sabanas. Aun con aquel puchero en sus labios, Louis volvió a acurrucarse en el lio de mantas, presionando su rostro contra la almohada del más alto y haciéndose bolita en su lugar, tratando de volver a entrar en calor.
Louis logro dormir por aproximadamente treinta minutos más hasta que las patitas de Thomas golpeando contra la puerta lo despertaron.
Afortunadamente, Thomas había mejorado rápidamente. Su patita ya estaba en perfectas condiciones según su veterinario, teniendo Harry y Louis, sin embargo, que estar pendientes de que Thomas por algunas semanas más no hiciera grandes esfuerzos o corriera en demasía, ya que su pata aun podía necesitar cierto reposo. Claro que, lograr que Thomas no corriera por toda la casa con su habitual exceso de energía y que no se la pasara brincando y jugando en la casa como cualquier cachorrito, era tan imposible como lograr que Louis comiera sus verduras. Harry era el más afectado por esto último, corriendo por toda la casa persiguiendo al pequeño Golden Retriever, que corría por la casa con su boca llena de todas aquellas verduras que Louis tendía a tirar al suelo en su intento por no comerlas.
Últimamente Harry era el afectado por muchas cosas.
Louis lo sabía, y lo sabía muy bien. Estos últimos días de sus vidas se resumían en llanto, llanto y más llanto y angustia. No era justo, no era justo ni para Harry ni para él. Por Dios, ni siquiera era justo para Thomas, quien, según lo dicho por el veterinario – Louis aún seguía teniendo sus dudas – necesitaba curarse en un entorno feliz y amoroso, puesto que los perros son capaces de percibir gran parte de las emociones de sus dueños, afectando las mismas en su desarrollo; como un maldito niño pequeño.
Harry estaba dando lo mejor de sí, esforzándose día tras día en hacer sentir mejor a Louis y sacarlo de aquel pozo de tristeza en el que había quedado atrapado y del que parecía no tener intenciones de salir. Llegando siempre a casa con una sonrisa, trayendo aquella felicidad que parecía perdida a su hogar, incluso en los días más grises y fríos. Y era estresante, Louis sabía que lo era. No era sano, estaba lejos de ser una conducta sana. Porque las sonrisas de Harry cada vez eran más forzadas, porque aquel brillo que aparecía cada vez que Harry entraba en una habitación poco a poco comenzaba a verse opacado por el aura triste y miserable que Louis traía consigo a cada hora del día.
Pero por sobre todas las cosas, Harry había dejado de hablar sobre sus problemas.
El rizado aun contaba lo que ocurría en su trabajo, aun contaba entre risas las ocurrencias de Liam u otros de sus compañeros de trabajo. El ojiverde aun contaba con orgullo y un toque de narcisismo como había realizado ciertas tareas o deberes con más eficacia y perfección que sus "enemigos laborales", para luego sentirse culpable por faltarles el respeto y hablar mal de ellos a sus espaldas. Pero Harry no contaba nada malo, ningún problema, ninguna inquietud, ninguna molestia, nada. Y por lo tanto, había dos opciones, o todo en la vida de Harry era perfecto – ciertamente, más que imposible – o todo lo malo estaba siendo guardado por un Harry que no quería molestar a un Louis triste con sus problemas.
Y a Louis no le gustaba aquello.
Por mucho tiempo, Louis tuvo que actuar como Harry estaba actuando actualmente. Era el hermano mayor de cinco hermanas y un hermano, el ejemplo a seguir, y ciertamente, no había espacio para sus problemas. No obstante, no hay que malinterpretarlo. Louis está más que seguro de que su madre siempre estaría para el en los momentos difíciles, de que siempre estaría allí para aconsejarlo y darle unos de aquellos mágicos abrazos propios de las madres que parecen ser la cura de hasta el peor de los males. O bueno, al menos lo tendría por un tiempo.
Pero Louis nunca había sido el tipo de persona que disfrutara contar sus problemas a el resto. Lo encontraba molesto, innecesario, una pérdida de tiempo. No entendía porque otra persona debía cargar con toda su mierda y sentirse obligado a sentir compasión o resolver el problema de alguna forma. No le gustaba, y esa era la razón por la cual siempre fue de guardarse todo aquello que lo molestaba y/o inquietaba; suficiente tenía su madre con los problemas de sus hermanas y de su propio matrimonio como para que Louis fuera y le tirara más mierda. Y si bien, era un actuar tonto y carente de sentido, porque su madre nunca le había hecho sentir como si sus problemas fueran menos, era un actuar que ya se había convertido en un hábito. Y Louis no quería que para Harry también fuera un hábito.
Entonces Louis comenzó a actuar.
Se levantó de la cama decidido, abriéndole la puerta a Thomas y dejándolo que se revolcara por toda la extensión de la alfombra y ladrara con alegría a su alrededor. Busco música en su celular, eligiendo una playlist aleatoria de Oasis para luego tomar al cachorro en sus brazos y comenzar a rascar y besar su pancita con la música reproduciéndose de fondo. Thomas se retorcía en sus brazos, buscando liberarse para acomodarse en una mejor posición y moviendo sus patitas hacia Louis buscando.... Nada, o nada que Louis pudiera comprender.
Luego de bajar a Thomas y que el mismo siguiera olfateando todo objeto presente en la habitación, Louis abrió el gran closet que ocupaba prácticamente toda la pared izquierda de la habitación. En un principio, el castaño se había reído, diciéndole al rizado que el armario era ridículamente grande para la escasa cantidad de ropa que el tenia y que, erróneamente, asumió que el rizado tenia; Error que se hizo notar cuando Harry no hizo más que dedicarle una sonrisa incomoda y seguir indicándole a los hombres del reparto donde podían dejar dicho mueble. Claro que, Louis luego se enteraría de que su rizado novio, aparentemente, tenía la suficiente ropa como para vestir a media ciudad, teniendo hasta cuatro pares de camisas prácticamente iguales y una colección de trajes perfectamente ordenados y divididos por color; Mientras que Louis con suerte ocupaba un cuarto del gigante armario.
Luego de rebuscar un poco, Louis se encontró con aquellas pequeñas bolsas que representaban el principio del caos.
En el fondo, muy en el fondo, no quería. Quería conservarlas, quería usarlas, quería seguir sintiéndose bonito. Quería volver a sentir aquella suave tela sobre su piel, quería volver a sentir aquella felicidad y delicadeza que había sentido la primera vez que aquellas prendas habían vestido su piel. Pero no podía, no estaba bien, y ya tenía más que pruebas suficientes para comprobarlo. Nada bueno había sucedido luego de aquel fatídico día en donde había comprado aquella ropa, al contrario, todo había ido cuesta abajo, siendo la tristeza y la angustia las emociones que habían predominado en los últimos días. Era una etapa, Louis tenía que convencerse de que solo era una etapa.
Sin embargo, sus manos temblaron un poco cuando llamo al servicio de entregas.
Listo, estaba hecho. El servicio pasaría por su casa en alrededor de quince minutos para llevar ambas bolsas a la casa de su madre en Doncaster. Estarían mejor allí, con sus hermanas que si podían llevar dichas prendas, que si se podrían ver bonitas en ellas, y que no lucirían como fenómenos cada vez que salieran a la calle. Porque un chico no debía vestir ropa de mujer, porque un chico nunca se vería bien en faldas y croptops.
Porque así funcionaba la sociedad infeliz de hoy en día.
Aun con Oasis reproduciéndose de fondo, Louis tomo a Thomas entre sus brazos, bajando las escaleras con el inquieto cachorrito quien trataba inútilmente de soltarse. Una vez abajo, el pequeño castaño lleno de comida el plato de Thomas, riendo sutilmente al ver como el animal movía todo su cuerpo y sobre todo su cola en alegría y emoción; Y fue cuando estaba cambiando el agua del cachorro cuando el timbre sonó, anunciando la llegada del servicio de entregas, representada en esta ocasión por dos hombres jóvenes de lo que Louis calculaba unos veinte años, aproximadamente. Finalmente, luego de una sutil charla acerca de domicilios y direcciones, Louis se sintió libre y en paz.
Lo mejor era aprovecharlos antes de que dichos sentimientos se vieran opacados por la inminente llegada de la melancolía y tristeza.
En unos minutos, el ojizarco se vio libre de toda vestimenta, regulando el agua de la ducha en una temperatura adecuada, temblando levemente con la espera. Y cuando al fin estuvo bajo el chorro de agua, con las pequeñas gotas de agua recorriendo cada parte de su cuerpo, Louis se puso a pensar.
En Harry principalmente.
Louis sabía muy bien lo preocupado que el rizado seguramente debía de estar ahora mismo, seguramente cuestionándose sobre si él y Thomas estarían bien, si necesitarían algo, y demás preguntas que Louis podía asegurar le estarían dificultando su tiempo en el trabajo. Y es que Louis hasta podía verlo, jugando constantemente con sus manos en una clara señal de nerviosismo, tirando de su cabello con molestia y removiéndose incomodo en la silla de su oficina. Era un Harry con el que el castaño tuvo que lidiar en muchas ocasiones, cuando el rizado se veía forzado a llevar el trabajo a casa o cuando Harry debía crear un proyecto lo suficientemente bueno como para que fuera tomado en cuenta por sus superiores.
El que su novio fuera un perfeccionista de primera claramente empeoraba las cosas un poco.
En esas ocasiones, Louis iría corriendo a la panadería más cercana, sacando a Thomas de paso para terminar de gastar todas sus energías. En esas ocasiones, Louis volvería de su recorrido con un Thomas tambaleante a su lado y una bolsa llena de cupcakes de chocolate y vainilla; encontrándose sin falta con el típico silencio propio de su hogar siendo opacado por los constantes murmullos provenientes de la mini oficina del rizado. Louis entonces prepararía dos tazas de té, colocaría los cupcakes en un plato, y se dirigía a la oficina del más alto, quien lo esperaría con una mirada cansada y uno de los miles de motivos por los cuales no se podía tomar un descanso. Louis siempre ganaba de todos modos.
Usualmente, luego de unos masajes en el cabello y en los hombros, unos cuantos besos – muchos – y unas cuantas palabras de aliento, Harry volvería a trabajar con una sonrisa tonta en su rostro, labios rojos y brillantes por los besos y un semblante más relajado y tranquilo; Con Louis algunas veces acurrucándose a su lado viéndolo trabajar. Si nada de eso funcionaba para desestresarlo, Louis debía recurrir al plan B, ósea, una mamada. Harry nunca seguía trabajando después de eso, sin embargo.
Oh, el sexo.
Para Louis, el mantener intimidad con sus parejas nunca fue de primordial importancia. Era algo extra, como un bonus que el tener pareja le brindaba o algo así, pero nunca algo sin lo que podría morirse; siendo más importante desde su perspectiva el amor, el respeto y la confianza, ya que si aquello no existía, el sexo era más que inútil e insuficiente. Claro que, la vida luego le enseñaría que las personas prefieren mil veces una buena follada, un buen culo y un buen abdomen, antes de una fuente de confianza, amor y respeto.
En un principio, la vida se lo demostró con su madre, luego se lo terminaría de confirmar consigo mismo.
Harry, por otro lado, era algo así como el punto medio. Le gustaba, era un requisito y un ámbito importante en su vida, pero a diferencia de muchos, si era capaz de diferenciar los aspectos más importantes de una relación y dejar de lado las cosas banales o sin importancia como lo era el sexo y los requisitos que la otra persona involucrada debía cumplir para poder así considerarse, "una buena follada". Bueno, al menos eso era lo que Harry le había dicho y demostrado en lo que llevaban de relación; Porque Harry le había demostrado que el interior de una persona es mil veces más importantes que la apariencia exterior y toda esa mierda cursi. Louis había escuchado el mismo verso con su madre, quien contaba ya con dos divorcios y aún estaba recuperándose del tercero.
Para rematar, a Harry le gustaba el Daddy Kink.
En uno de aquellos pequeños lapsos de tiempo en los que Louis no se encontraba llorando y revolcándose en sus fluidos nasales, el castaño se había puesto a investigar con respecto a aquel fetiche. Si bien, el rizado le había explicado un poco, Louis quería investigar por su cuenta, conocer bien en lo que se estaba metiendo antes de comprometerse en algo que tal vez odiaba. Su investigación termino por ser corta y simple, puesto que Harry aparentemente, solo tenía la peculiar necesidad de que Louis lo llamara papi.
Raro, pero caliente. Y Louis lo había terminado de confirmar hace alrededor de una semana, en esa misma ducha.
"No vas a dormir Louis, no tienes cinco años" Louis abrió su boca, dispuesto a protestar, pero un beso en sus labios lo interrumpió "Odio los berrinches, los malditamente odio" menciono con su voz ronca, mientras que su mano bajaba suavemente por el pecho de Louis, mientras este arqueaba su espalda en busca de más contacto "¿Quieres más bebe? ¿Quieres que te toque más?" Louis solo asintió mientras jadeaba, soltando un inaudible gemido cuando Harry acaricio su miembro por encima del bóxer.
"Ha-Harry" gimió el más bajo a la vez que el aludido besaba con más rudeza su cuello, dejando una marca que seguramente tendría que tapar luego. "Mas"
"Um, ¿Ya no tienes sueño cariño? ¿Ya no quieres dormir?" volvió a preguntar el rizado, mientras bajaba sus besos hacia el torso del menor, tomando uno de sus pezones entre sus dientes, ganándose un chillido "Responde Louis".
"N-No"
"¿No qué?"
"No Papi".
Entonces Harry lo beso.
Fuerte, rudo, con sus brazos enganchando los muslos de Louis alrededor de su cintura para empujarlo contra la blanca pared de mármol. Para todo esto, Louis no era más que un muñeco de trapo, maleable y dócil, totalmente a la disposición de las acciones del más alto. Sus manitas lentamente se dirigieron hacia la nuca de Harry, tirando de a ratos del cabello del mismo, sonriendo levemente cuando el rizado gruñía complacido, besándolo con más fuerza. Louis gimió cuando sintió las manos de Harry apretar fuertemente sus caderas, dejando unas más que seguras marcas de sus dedos. Louis esperaba las marcas con entusiasmo. Harry sonrió con sorna.
"¿Te gusta bebe? ¿Te gusta que papi sea rudo contigo?" Ante la falta de respuesta, Harry sostuvo al más bajo con un solo brazo, utilizando el otro para agarrar la mandíbula del más pequeño entre sus dedos. Louis mentiría si dijera que aquello no lo calentó. Demonios, su papi sí que era fuerte. "¿Acaso debo castigarte para que me contestes cuando te hablo, cariño?
"No Papi" Louis contesto, con su respiración acelerándose cuando, luego de soltar su rostro, los dedos de Harry rozaron levemente sus pezones, presionando sobre ellos con sus pulgares cuando vio la reacción del más pequeño.
Louis chillo cuando Harry tomo sus pezones entre sus labios.
Harry acogió uno de los pequeños pezones de Louis en su boca, succionando el mismo a la vez que se deleitaba con los pequeños estremecimientos y suspiros entrecortados de su bebe. El más pequeño había comenzado a mover sus caderas, tratando de encontrar algo de fricción contra la piel de Harry; Fricción que encontró cuando, aun sin despegar sus labios de su pecho, el más alto tomo su miembro entre sus manos, recorriendo con una lentitud tortuosa la longitud del ojizarco que se deshacía en gemidos y jadeos.
"Mierda" gimió el castaño, bajando sus manos desde el cuello de su novio hasta su espalda para un mejor soporte ante la tan intensa sensación que recorría todo su cuerpo. Enterró sus uñas con fuerza ante una succión particularmente fuerte. "Harry... M-más"
Louis grito cuando un fuerte azote impacto en su culo, a la vez que Harry tomaba su pezón ya maltratado entre sus dientes para jalarlo.
Louis comenzó a lloriquear, moviendo sus caderas con ímpetu tratando de obtener una mejor fricción de su miembro contra... lo que sea. Harry se decide por ignorarlo, sujetándolo mejor entre sus brazos, dirigiendo su boca hacia el otro pezón hasta ese momento ignorado, chupándolo fuertemente a la vez que con su otra mano toma el pezón maltratado entre sus largos dedos. Louis se deleita con la vista de los músculos tensos del brazo de Harry que carga con todo su peso, mirándolos retorcerse, flexionarse y ponerse rojos debido al esfuerzo.
"Papi" Louis gimió bajito, escuchando el jadeo entrecortado de Harry. "Papi, más por favor".
Entonces vuelve a tener los labios de Harry entre los suyos.
Louis no sabe muy bien cómo, demasiado perdido en las sensaciones como para darse cuenta, pero Harry se las arregla para sostenerlo y despojar a Louis de su ropa interior como a sí mismo, todo sin dejar de besarlo y sin resbalarse. Louis le dará un premio más tarde, una recompensa por ser tan malditamente ágil y bueno en el sexo en la ducha.
Entonces Harry envuelve su mano alrededor de sus penes.
Louis tira su cabeza hacia atrás, dejando su cuello a total disposición del rizado, quien no pierde su tiempo y presiona sus labios en una marca más que destinada a oscurecerse, depositando besos cálidos y lentos en toda la extensión de su mandíbula y cuello, disfrutando de la sensibilidad de Louis. Y entonces Harry empieza a mover su mano, y Louis siente que fallecerá.
En sus años de relación, aquello solo lo habían hecho en una sola ocasión. En casa de Liam, cuando Harry había decidido que sería buena idea jugar con los pezones del más bajo en lo que los cuatro – un fallido intento de cita doble - veían una película. Fue cuando la película termino y la otra pareja se excusó con irse a comprar algo, que el rizado se ocupó de la erección del más bajo que tanto empeño había puesto en cubrir. Todo estaría bien siempre y cuando Liam no se enterara de que tanto él como el rizado se habían corrido en su sillón favorito.
Involuntariamente, Louis comenzó a empujarse contra la mano de Harry, follando la mano de Harry junto al miembro del rizado. Harry lo deja, moviendo su mano con más fuerza dejando escapar gemidos roncos y sin aliento. El brazo de Harry que lo sostiene se tensa, haciendo un mayor esfuerzo en sujetar a Louis más cerca; y Louis intenta ayudarlo, pero sus piernas tiemblan en demasía y para ese entonces no es más que peso muerto.
"Hazme venir" murmura Louis contra los labios de Harry "Por favor papi, hazme venir".
Y entonces tiene a Harry frente suyo, con su cabello mojado por el agua de la ducha, y sus mejillas sonrojadas por el esfuerzo y el vapor del agua. Sus labios están brillantes, húmedos y rojos por los descárnales besos y el agua que corre por todo su rostro, dejando un camino húmedo desde su barbilla hasta su fuerte abdomen. Y Louis no puede formular ninguna palabra que no sean aquellos agudos gemidos y lloriqueos que salen de sus labios sin permiso. Y es ese dios, esa maravilla escultural de hombre que cuando se acerca al oído del más pequeño y le dice: "Mi pequeño buen chico, el pequeño buen chico de papi" tiene a Louis más cerca del orgasmo. Liberación que viene cuando Harry, vuelve a presionar sus labios contra los ya más que sensibles pezones del más bajo, que termina por venirse en un grito y con sus manos tirando del cabello del más alto, quien termina poco después.
Y Louis definitivamente podría acostumbrarse a aquello.
El problema no radicaba en Harry sin embargo, radicaba en el simple hecho de que Louis no era bonito.
En su investigación, Louis había encontrado fotos, muchas fotos y videos de páginas que Louis no estaba dispuesto a entrar; sin embargo, ver las fotos resulto ser algo inevitable y fue cuando siguió investigando, que se encontró con un dato de, según Louis, extrema importancia.
Todos eran jodidamente delgados.
Uno más delgado que el otro, tanto hombres como mujeres, cada uno con una costilla más notoria que el de la foto anterior, con piernas más delgadas y delicadas, y brazos tan finos como un mondadientes. Louis no tenía nada de eso. Louis tenía muslos demasiados, con un trasero gordo y grande. Sus brazos eran normales, delgados y con un poco de musculo.
El problema estaba en su abdomen.
No era gordo, bueno, hasta aquel momento no se había considerado gordo. No tenía músculos, bíceps, o algo por el estilo, solo una pequeña pancita que se hacía notar en gran parte de sus camisas y que era resultado de toda la comida chatarra que Louis había consumido a lo largo de su vida. Sus caderas eran pronunciadas, demasiado para un hombre – palabras de prácticamente todas las personas con las que se había topado en su vida – y pequeños rollitos que se formaban cada vez que se sentaba.
Y eso, y la poca estabilidad emocional de Louis terminaron por crear el mayor de los problemas.
Louis salió de la ducha con una mano en su vientre, su pelo mojado y con las gotas de agua haciendo un camino húmedo por todo su cuerpo. Sus pies mojados dejaron marcas en la cerámica en lo que él se movía hasta posicionarse frente al espejo del baño, sin molestarse en tomar una toalla en absoluto. Y fue allí, viéndose ante el espejo en diferentes posiciones, que Louis encontró la solución a todos sus problemas.
Luego de vestirse con un suéter Adidas y unos pantalones sueltos, Louis comenzó a buscar en internet formas rápidas para bajar de peso.
Había muchas, desde rutinas de ejercicios simples, hasta dietas más que estrictas. Louis pasó de los ejercicios, guardando algunas páginas que prometían resultados rápidos, concentrándose más en la parte de las dietas y demás. Muchas eran bastantes simples y que Louis sinceramente no les vio mucho sentido, ya que las mismas solo hablaban sobre dejar de lado ciertos ingredientes, comidas o ingerir más verduras, todo lo que Louis odiaba o de lo que no disponía en su hogar. Y estaba casi dándose por vencido hasta que encontró una página que decía que beber un vaso de agua con limón antes del desayuno era saludable para el organismo debido a las diferentes propiedades del limón y demás. Louis solo se concentró en la parte en la que decía que su uso diario podía ayudar a bajar de peso.
Simple pero efectivo.
Entonces Louis bajo a la cocina, y comenzó a trabajar. Tomando un vaso de agua fría y exprimiendo el jugo de limón creando una mezcla para nada linda la vista. Todo valdría la pena si Louis en unos días despertaba con un abdomen totalmente plano, sin embargo.
-Dios, esto es asqueroso – murmuro el más pequeño, frunciendo el ceño y sacando la lengua en una completa señal de disgusto. Thomas estaba a su lado, mirándolo fijamente en un pedido mudo por lo que sea que a sus ojos Louis estaba comiendo. Louis le negó con la cabeza – No te gustara esto amor, te lo aseguro.
Y ante las insistencias de Thomas y los pequeños lloriqueos que el mismo largaba, Louis le acerco parte del Limón cortado a la cara, viendo al cachorrito olerlo con curiosidad para luego comenzar a ladrarle como si fuera la peor de las pestes.
-Sí, es asqueroso, se siente como si tu boca llorara. – Louis le respondió ante los ladridos del cachorrito a su lado, quien no paro de ladrar hasta que tuvo a la rodaja de limón fuera de su vista. Louis por otro lado, todavía tenía un vaso prácticamente lleno para terminar. Suspiro.
Todo valdría la pena al final.
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ACLARACION IMPORTANTE: Si bien, muchas personas afirman que beber un vaso de agua con limón por las mañanas y en ayunas tiene infinidad de beneficios físicos, dicho "remedio casero" no está del todo comprobado por los doctores.
En general (les hablo desde mi experiencia y luego de una investigación), beber un vaso de agua con limón en la mañanas, sobretodo sirve para inmunizar el organismo o desintoxicarlo debido a sus propiedades antioxidantes; debido a eso, muchas personas cuando comen una comida muy pesada o se sienten muy llenos, recurren al agua con limón que les aliviara esa pesadez. Sin embargo, no te ayuda a adelgazar de la noche a la mañana, es un mito, (yo también caí en esa), ayuda, pero de una forma lenta, además de que solo es útil para algunas personas. Asimismo, si bien la acidez del limón puede servir para ciertos trastornos digestivos o para aliviar la pesadez, para otras personas solo puede empeorar dichos trastornos (ej.: gastritis) o provocar molestias intestinales.
Ósea que, en conclusión, cada uno puede probar si se siente mejor o ve alguna mejoría en su cuerpo al tomar agua con limón, y si bien, puede contribuir a la protección de la flora intestinal y a bajar de peso, todos sus beneficios serán nulos o pocos si se lo utiliza como única fuente de alimentación.
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Ustedes lo leen muy lindo al smut, pero yo me la pasé riéndome, no se porque.
Holis! Realmente espero que les haya gustado el capítulo, si es así haganmelo saber mediante votos y comentarios. Si alguien quiere dedicación solo díganme lo. 🌼
Y si quieren, publique una nueva historia Larry omegaverse titulada "Purest Thing" que la pueden encontrar en mí perfil. Desde ya muchas gracias por el apoyo.
10 votos para el siguiente capítulo.
All the Love in the World for you 💓
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