Capítulo 29: Esperanza de Avalon
Cuando Harry apareció en Knockturn Alley, fue recibido por Amelia, quien sostenía una bolso de cuero. Dos aurores la protegían a un paso detrás de ella. El lugar estaba oscuro, pero la luz de la luna brillaba todavía sobre ellos.
Los tres sacaron sus varitas al ver al Señor Oscuro aparecer junto con Harry, pero parpadearon al ver como caía sobre el suelo como una marioneta a la que le habían cortado las cuerdas. Los ojos rojos de Voldemort se quedaron mirando al vació, pero sin parpadear, solo fijos en una sola dirección.
"¿Listos?"
"Nos hemos preparado adecuadamente. El resto de equipos han comenzado a desmantelar el lugar", Amelia respondió antes de arrogar el bolso que tenía en la mano. Desde él, cayó una copa dorado junto a un colmillo amarillento.
Harry no espero un segundo más. Tomo el colmillo con el bolso en su mano, para no tocar demás el colmillo. Entonces, con todas sus fuerzas, golpeó la copa. Un chillido aterrador escapo desde el objeto, mientras que Voldemort comenzaba a convulsionar.
Amelia miro fijamente, sin parpadear en ningún momento. Observo como el cuerpo del Señor Oscuro más temido en Gran Bretaña, perdía su cuerpo. Las túnicas se volvieron cenizas poco a poco, mientras que su cuerpo lo seguía.
Fue... fácil. Demasiado fácil. Esas palabras pasaron por la mente de Amelia Bones. Ella, que había sufrido por Voldemort; sus parientes habían muertos por el hombre que se destruía lentamente, convertido en nada más que cenizas. Su hermano y su cuñada, su madre y su padre. Tantas vidas perdidas por culpa de un hombre. Y ahora mismo, ese hombre se fallecía de una muerta tan... fácil. A pesar de perder su cuerpo, no gritaba. Ni siquiera una expresión asolaba su rostro mientras se encaminaba hacía la muerte.
Amelia sintió que era demasiado injusto, incluso cuando habían ganado.
Sin embargo, mientras pensaba en esas cosas, un brillo rosa llamo su atención.
Era Harry. Se había parado delante de ella, dándole la espalda. La varita de sauco que sostenía en su mano derecha, comenzó a emitir ese brillo rosa. Había comenzado desde la punta, hasta que fue rodeada completamente, hasta que se veía solo como una luz alargada y delgada de color rosado.
"Entonces, decidiste usarlo", Amelia comentó en voz baja.
Harry movió un poco la cabeza y la miro de reojo mientras sonreía. "Si. Creo que es adecuado. El final del Señor Oscuro, Voldemort. El final del hombre llamado Tom Marvolo Riddle. Y también el final de Knockturn Alley, el lugar donde lo oscuro se reunía".
"Tantos finales para un lugar que terminaría siendo el recuerdo de cosas malas. Prefiero que este lugar, sea remodelado por completo. Es mejor que se convierta en algo totalmente nuevo".
Harry volvió a mirar hacía el frente, pero después de unos segundos, cerro los ojos mientras la varita de sauco se convertía en pequeñas luces que se parecían a pétalos de flores color rosa. Las luces que comenzaron por pocas, se duplicaron en número, para luego triplicarse. Segundo a segundo, poco a poco, Knockturn Alley se lleno de luces similares a pétalos.
Hermosos y resplandecientes, dejando ondas doradas detrás de ellos. Y con cada cosa que tocaban, flores aparecían detrás de ellas.
La magia que se estaba usando en ese momento, no era para atacar, pero tampoco para defender. Se supone que era una magia para reconstruir cierto lugar, para rechazar el mal y los pecados, dejando una tierra pura y llena de flores detrás.
Lamentablemente, era un hechizo fallido.
Las cosas que vio Myrddin Emrys en ese lugar, no podían ser replicadas. No por manos humanos, y mucho menos por manos de otros seres vivos. Pero, incluso con la maravilla de la magia, tampoco pudo replicarse.
En ese momento, Harry recordó lo que Merlín le dio. Las palabras y las imágenes que normalmemente, como un humano, no podría ver o escuchar nunca.
"Las llanuras eran suaves y estaban cubiertas de flores de todos los colores. De pie en medio de ellos y contemplando el panorama, solo algunas arboledas en la distancia obstruirían su vista de la tierra verde y el cielo azul que llenan la escena en igual medida. Porque aquí no había cercas ni casas hechas por manos humanas, ni muros, reductos o líneas en el suelo que los hombres llamaran fronteras".
"A la luz de la mañana, los brillantes rayos de la primavera y los sabores del verano llenaban el aire".
"Al caer la noche, el cielo estaba barrido por vientos otoñales y salpicado de brillantes estrellas de invierno".
"En la tierra habitaban muchas flores e insectos. Los bosques eran el hogar del agua, la vegetación y diferentes bestias. Y sobre el lago vivía el elegante Fae".
Era un concepto que para el humano normal y promedio... No, incluso para los magos y brujas experimentadas, era una paraíso. Sin embargo, según el viejo mago experimentado, era más. No es que ese lugar fuera exactamente el paraíso, sino que el concepto de tal cosa, provenía desde ahí. No era un espacio diferente, ni siquiera una dimensión a la que se podría entrar bajo ciertas condiciones. Se trataba de un microcosmos. Una tierra de eterna primavera; una utopía que nunca podría ser obtenida ni alcanzada por bestias más sabias; un reino intacto por el ciclo de descensos y caídas visto en el mundo mayor; y una tierra extraña que siempre había existido a lo largo de la historia humana y, sin embargo, nunca se cruzaría con la humanidad.
Era la isla de las manzanas. Era una utopía. Era el Avalon de las leyendas, era el mar en el corazón de la magia misma.
En esa tierra, donde un humano nunca debería caminar, alguien lo hizo. Un anciano con una túnica blanca y simple, pero tejida con las telas más finas. Camino por la extensa tierra plagada de flores, pisando el suelo, pero nunca dañando la belleza que veían sus ojos.
Pero, mientras recorría tal lugar, se sintió entristecido. Una lugar tan hermoso que probablemente limpiaría los pecados de la humanidad, estaba cerrada para ellos. Ese sentimiento, pronto se luchó con la confusión, ya que no entendía como, en ese momento, había llegado ahí.
Sus pecados eran muchos. Pero, aún así, piso ese lugar.
"No sabía que, en ese momento, había caído en una trampa. Entrar ahí, no significaba que era una especie de elegido. O un hijo del destino. Para nada. Era solo un anciano que había ayudado a colocar a un joven en el trono de Camelot. Era un anciano que sabía de magia, pero había cometido muchos pecados para lograr todos mis avances".
"Supe que era una trampa, cuando era demasiado tarde. Cuando comencé a crear un hechizo para replicar tal utopía. Cuando llegue al centro del paraíso y una torre inmensa comenzaba a alzarse a mi alrededor, creando una prisión donde viviría hasta el final de mis días".
"Mi aprendiz.... la bruja a la que le enseñe lo que había aprendido, no pudo haber sido".
"La mujer a la que amaba, pero que termine despreciando sin quererlo, tampoco. Esa mujer, tan hermosa y amable como un hada, prefería otras formas de venganza".
"Cuando pude mirar desde lo alto de la torre, entendí. Ahí arriba, todo era visible. El enojo de los nobles hacía su rey. El odio de un hijo hacía su padre. El deseo de venganza de una hermana hacía su hermano. La tristeza de una novia hacía su amado. La sangre de los caballeros, luchando con y en contra de sus hermanos"
"... Había sido la magia. Su corazón mismo. Esta hermosa tierra utópica, me había atraído; la torre sería desde donde vería como lo que ayude a crear, se desmoronaba. En lo alto de Avalon, vería la caída de todo, hasta el final de mis días. La era terminaría, y con eso, mi muerte llegaría".
"Era mi lugar de penitencia, por todo lo que había hecho".
"Era mi lugar de descanso, por todo lo que había hecho".
"... Y así... vi como la Era terminaba, con la muerte de un hijo y la herida de un rey".
"Mi hechizo fallido, te lo entrego, joven mago de una era futura. No para intentar mejorarlo. No para intentar demostrar lo genial y poderoso que eres. Sino para demostrar que el final de ciertas cosas, pueden ser el comienzo de algo más hermoso. Para que las floreces que plantes por arte de magia, traigan felicidad y permita que, cualquier ojo que las vea, pueda sentir aunque sea un poco, de lo que yo sentí en ese momento".
"Te ofrezco los Jardines de Avalon.... Bueno, lo que más parecido es. Después de todo, termine fallando".
Harry sonrió cuando sintió que parte de la magia de la varita de sauco destruida, lo empoderaba. Incluso con todo el conocimiento que poseía gracias al ritual, no significaba que podía usar algo como este hechizo por si solo. Necesitaba demasiado magia.
Años y años de decadencia, oscuridad y pecados, no se borraban tan fácilmente. Por eso necesitaba el sacrificio de la varita. Y también serviría como una adecuada destrucción de un de los objetos más poderosos y peligrosos del mundo mágico actual.
Pero mientras podía sentir como la magia funcionaba, creando hermosas flores de distintos colores, nunca antes vistas, también sintió como la oscuridad de Knockturn Alley se desvanecía. Y si hubiera tenido los ojos abiertas, habría notado como el suelo sucio y negro, se transformaba en un camino limpió y de color blanco, mientras las flores nacían por todos lados, desapareciendo puertas y ventanas, paredes y techos.
"Es el final... ", Harry murmuro con una expresión relajada. Una suave sonrisa adornaba su rostro.
Era el final del cruel y peligroso Señor Oscuro, Voldemort.
Era el final de un lugar lleno de pecado y oscuridad que no había sido limpiado antes.
Era el final de su venganza. De la venganza de todos.
Pero también, era el comienzo de algo nuevo. El nacimiento de un futuro mejor, para todos.
"Lo siento, Merlín, pero no puedo usar el nombre que le diste a esta magia", Harry pensó mientras abría lentamente los ojos, observando las flores por todos lados, flotando alrededor, enraizadas en el suelo, como un campo que no parecía tener fin.
"Es demasiado hermoso... y la utopía siempre distante, no le quedaba bien. Este hechizo no es una utopía. Es la esperanza para el futuro. Esos paisajes que me mostraste. Esas palabras que me has ofrecido. El hechizo que me has otorgado. Todo eso, no me parece una utopía siempre sellada, para que nadie la alcance".
"Para mi, es la imagen de un futuro ideal. Flores de paz y alegría. Flores de amabilidad y compasión. Flores de fuerza, pero no de tiranía. El jardín de flores ideal, que siempre se encuentra abierto, para todos".
"... un futuro ideal al que la gente debe intentar alcanzar".
"Esperanza de Avalon: la utopía siempre abierta", Harry murmuro en ese momento, y las ondulaciones doradas que hacían nacer cada flor, se detuvieron y lanzaron un suave viento por todos lados. Harry cerro los ojos, sintiendo como si la mano suave de su madre acariciara su mejillas. Como si la mano de su padre, sacudiera su cabello en un alegre movimiento.
Lagrimas cayeron lentamente de sus ojos, rodando por sus mejillas.
Ahí, en un gran espacio donde deberían haber edificios, oscuridad y pecados, solo se encontraban miles y miles de flores en el suelo. Y entre sus pétalos, se podía ver un suelo blanco y limpio.
Un jardín de flores desconocidas, pero que si cualquier las viera, solo sentiría paz.
Ahí, parado entre todas las flores y la paz, finalizaba la lucha de un joven adolescente contra la oscuridad.
Sin embargo, ahora quedaba un futuro libre por el cual podía transitar sin arrepentimientos.
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Omake: las flores en las mejillas de Amelia.
Nunca había visto magia como la que sus ojos presenciaban. Mientras la oscuridad desaparecía, dejando atrás pura alegría y hermosas flores, Amelia comenzó a llorar. Lagrimas caían desde sus ojos, manchando sus mejillas.
En ese momento, donde estaba viendo flores por todos lados, recordó momentos que apretaron su corazón.
La alegría de ver a su hermano cuando era solo una niña.
La diversión cuando sus abuelos la mimaban en contra de los deseos de sus padres.
El regocijo cuando su sobrina nació.
Fue en ese momento, cuando una flor paso a su lado, rozando su mejilla, que recordó el toque amable de su madre. Una mujer de cabello largo y un poco gordita, apareció al frente de su mente, mientras sus ojos marrones la miraban con cariño.
Escenas y momentos que no quería recordar, por lo dolorosos que eran, aparecieron ante sus ojos. Pero, a pesar de eso, no se sintió triste. Había pura nostalgia y alegría, mientras luces hermosas centellaban en sus ojos. Mientras las floreces de la esperanza nacían y abrían sus pétalos a su alrededor.
Amelia miro a un lado, solo para ver uno de los aurores detrás de ella, llorar como un niño pequeño. Su labio temblaba mientras lagrimas caían una tras otra desde sus ojos. Y al otro lado, el otro auror, estaba del mismo modo.
Solo fueron unos minutos. Probablemente, menos de cinco. Pero parecieron una eternidad.
Había terminado.
El resultado era evidente.
La oscuridad y los pecados que asolaban el lugar, fueron eliminados.
El Señor Oscuro, fue eliminado. Muerto. Sin posibilidad de regresar una tercera vez.
Y Harry Potter, aquel que fue responsable de todo, se dio la vuelta.
Amelia noto las lagrimas derramadas, pero su sonrisa era una como ninguna otra. Una sonrisa que, probablemente, nadie había visto en él, como un adolescente atribulado por muchas cosas.
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