Capítulo 25: Trabajo eficiente
Atrapar a Flavius Flint fue relativamente fácil. El hombre, como había dicho Gareth, y luego Amelia, era un cobarde. Cuando se dio cuenta que había venido a capturarlo, o matarlo, corrió de inmediato. Aunque no llego demasiado lejos, no con Harry Potter disparando un hechizo aturdidor poderoso. El hombre cayó de cara al suelo de la oficina en su finca.
Honestamente, Harry se sintió irritado. Había estado buscando por minutos, que se convirtieron en dos horas, hasta que por fin llego a una finca en el Monte Genuardo. No tener una referencia, había sido molesto. Y solo supo donde estaba, cuando despertó a Flint mientras lo mantenía retenido, sin poder usar magia, gracias a las esposas especiales que tenía en su poder. Luego de unas cuantas preguntas, uso el traslador para poder volver a la oficina de Amelia, quien lo recibió con una mirada seria y un asentimiento al ver a Flavius Flint esposado y temblando.
"Surgieron novedades".
"¿Qué serían?", Harry frunció un poco el ceño, todavía un poco enojado con Amelia por enviarlo a una misión sin información de la ubicación exacta.
"Hemos localizado a Constance Pickering. Es una niña de ocho años. No podemos hacer mucho con eso. Sin embargo, tuvimos mucha suerte cuando su madre regresaba en ese momento. La tenemos en nuestro departamento, esperando a un segundo interrogatorio".
"¿Segundo? Ustedes deberían poder sacar lo necesario con un solo interrogatorio. Se que tienes buenos empleados, Amelia".
"Ella se encuentra bajo un juramento inquebrantable. Dime, ¿puedes liberarla?"
"Puedo hacerlo. Es fácil para mi", Harry asintió, un poco más relajado. Por un momento, pensó que las cosas habían empeorado. Pero, ahora mismo, estaban mucho más cerca de terminar con Lo Imperdonable.
"Excelente. Enviare a Flint a las celdas, por ahora. Nuestra prioridad es Martha Pickering. Podría darnos mucho".
"Bien, vamos entonces".
. . .
Al llegar a la sala de interrogación, Harry simplemente entro, viendo a un hombre de cabello negro peinado hacía un lado. Usaba una túnica de auror y parecía tener unos cuarenta años.
"¿Auror e interrogador Lewis?"
"Ese sería yo. ¿Harry Potter, verdad?"
"Si", Harry asintió y cambio su mirada hacía Martha, quien lo miraba con sorpresa.
"Eres... "
"Harry Potter, el niño que vivió, ahora auror, hit-wizard, agente especial, entre otras cosas. Si. Ahora, eliminare ese juramento inquebrantable de ti, ¿bien?", Harry hablo con un poco de exasperación, pero se mantuvo lo suficientemente serio.
"¿Dolerá?"
"Si. Sentirás como si cadenas calientes aprietan tu cuerpo. Sin embargo, debería durar unos segundos, nada más. ¿Preparada?"
Martha inhalo, para luego exhalar lentamente y asentir. Harry levantó la varita de sauco lanzó el hechizo: "Dimittis aptare", una rayo de luz dorado chocó contra Martha, justo en el centro de su pecho. Líneas que parecían ardientes aparecieron, rodeando su cuerpo como alambre de púa caliente. Las líneas se quedaron ahí, apretando el cuerpo de Martha por unos tres segundos, hasta que explotaron en pequeñas motas de luz, que luego se esparcieron a la nada.
"Mi trabajo aquí, está hecho", Harry asintió para si mismo antes de darse la vuelta y salir de la sala de interrogación, dejando a una mujer sorprendida y un auror intrigado.
"Bien. Señora Pickering, parece que ahora podemos proceder sin peligro. Espero que tenga las ganas de decirme algunas cosas".
Martha lo miro con seriedad en ese momento. "No se como ni cuando mi padre comenzó con todo esto, mucho menos desde donde provienen sus deseos. Sin embargo, se que ciertos conocimientos, provienen de una mascara que parece demoniaca... ".
"¿Una mascara?", Lewis frunció un poco el ceño. "Lo siento, continué".
Martha asintió, comenzando a narrar su vida, y las cosas que había visto y escuchado.
. . . .
"Sabes, nunca antes había trabajado. No de está forma, en un trabajo real, con paga y todo eso", Harry comentó mientras tomaba una silla y la colocaba frente a Flavius Flint. Se encontraban en una sala iluminadas por vela en las cuatro esquinas. No había ventanas, ni siquiera una mesa. Solo paredes de piedra oscura y húmedas, con una puerta metálica para entrar y salir.
"Descubrí que me gusta ser eficiente. Ir al punto de una sola vez. Terminar las cosas rápidas y limpias"
"Por favor.... te dire todo lo que quieras, pero no me hagas daño. ¡Por favor! ¡Te lo prometo!"
Flavius Flint era un hombre regordete. Había cabello negro sobre su cabeza, sus labios eran delgados, y sus dientes se encontraban un poco chuecos. Sus ojos eran oscuros y un poco rasgados por sus gordas mejillas. Se encontraba sentado en una silla, con las manos esposadas detrás de él. Su cuerpo temblaba continuamente, y casi parecía querer orinarse encima.
"Nah... no necesitas decirme nada. Solo... ", Harry entrecerró sus ojos verdes y brillantes. "Mírame".
Flavius no sabía que pasaría si desobedecía. Conocía las celdas del Ministerio, y no era como el lugar donde se encontraba. Tampoco parecía ser una sala de interrogación normal. Con eso en mente, obedeció sin decir nada, mirando fijamente a los ojos de Harry Potter.
En ese momento, jadeo cuando sintió que muchas cosas pasaban frente a sus ojos. Partes de su vida, secretos que no le había dicho a nadie. Cosas que había hecho y prometido, entre otras cosas más. Fue en tal momento cuando se dio cuenta: estaban viendo su mente. ¡Estaban usando legeremancia para sacar toda la información de su mente!
Tenía miedo, mucho miedo. En su vida, había sido receptor de tal magia, pero nada como lo que sentía en ese momento. No había secretos que pudiera guardar frente a Harry Potter. Y como no estaba diciendo nada, su juramento inquebrantable al que había sido atado, no le hacía nada. Él no estaba ofreciendo la información, porque no pensaba que tal legeremancia era posible.
Cuando pudo volver a la normalidad jadeaba pesadamente. Le costaba respirar, y estaba mirando el tejado con un gran dolor de cabeza. Todo palpitaba para él. Sentía como su corazón, estuviera en su cabeza, mientras que las paredes parecían moverse por todos lados.
"Eso fue muy informativo, señor Flint", Harry se levantó una fría expresión. "Gracias a eso, su condena a cadena perpetua en Azkaban, se ha reducido a tan solo cien años. ¡Felicitaciones!"
Flavius quería gritar que lo perdonaran. Quería gritar por piedad, pero no podía. No en su condición actual. Simplemente se quedo sentado mirando al tejado mientras todo palpitaba y se movía ante sus ojos. Quería vomitar y llorar, todo a la vez.
Pero al final, solo pudo escuchar como la puerta se abría, para luego cerrarse con fuerza.
. . .
"¿Lograste sacar algo?"
"Bastante", respondió Harry. "Usan una mascara ominosa. Dicho objeto, almacena recuerdos, para mantenerlos y trasmitirlos a otra persona".
Amelia frunció el ceño.
"Martha Pickering dijo algo similar. Nos dijo que su padre, Matthias, compro la mascara en Borgin y Burkes".
"Knockturn Alley, eh. Honestamente, Amelia, deberían limpiar ese lugar. Es una bomba de relojería. No se sabe que otras cosas pueden encontrarse en ese maldito lugar".
"Tienes los mismos pensamientos que yo. Hace tiempo que es una espina en nuestro costado. He pensado muchas veces en crear equipos especializados para desarmar y confiscar las cosas en Knockturn Alley. Lamentablemente, es necesario rompedores de maldiciones, aurores, hit-wizard, entre otros. Además de eso, sigue siendo un movimiento arriesgado que llamara la atención de las personas. Incluso se podría pensar que actuamos de forma tiránica, y que los siguientes serán las personas de Diagon Alley".
Harry asintió, entendiendo los puntos que Amelia decía. Buscar y pagar a rompedores de maldiciones, era una necesidad con tantas cosas oscuras en ese lugar. Pero incluso ahora, con el presupuesto aumentado del Departamento, seguía siendo complicado.
Golpeando su dedo índice sobre el reposabrazos de la silla en donde estaba sentado, Harry parecía pensativo.
"¿Se te ocurrió algo?", Amelia pregunto al ver la expresión pensativa de Harry.
"Voldemort", pronunció Harry.
"¿Qué?"
"Podemos usar a Voldemort, Amelia. Sabes que lo mantengo rastreado cada cierto tiempo. Ir hacía él y llevarlo a Knocturn Alley, no será complicado. Podemos usar al Señor Oscuro como pretexto para invadir ese lugar, revisarlo al máximo, y limpiarlo por completo. ¿Quién podrá decir algo en contra de eso? Hacerlo implicaría apoyar al Señor Oscuro".
Amelia se recostó sobre el respaldo de su cómoda silla, pensando que era una buena idea. Actualmente, todos estaban en contra de Voldemort. Y lo que apoyaban la causa, se mantenían en silencio, esperando que la ley no toque sus puertas. Si de repente todos descubren que Voldemort usaba Knockturn Alley como escondite, nadie debería oponerse a la redada y posterior limpieza.
De hecho, ahora que lo pensaba mejor, ese mismo lugar se podría utilizar para la batalla final. Podría convertirse en el lugar de la victoria contra las fuerzas oscuras.
"Antes de hacer algo, dime, ¿cómo rastreas al Señor Oscuro?"
"Por sangre. El tipo uso mi sangre en su ritual de regreso, así que usar unos cuantos hechizos para rastrear donde se encuentra mi sangre, es demasiado fácil. Incluso puedo sentir su estado débil y delirante. Apenas puede levantarse con tantos horrocruxes destruidos. Y en su estado delirante, no sabe lo que ocurre".
Amelia asintió. La sangre siempre fue algo peligroso de dar. Podías usarla de muchas maneras diferentes.
"Primero, tenemos que capturar a Matthis Pickering".
"Si han descubierto su ubicación, puedo traerlo de inmediato".
"Tiene protecciones", Amelia frunció el ceño.
"¿Fidelius?"
"No. Según Martha, su padre piensa que es demasiado sospechoso tener una residencia bajo Fidelius. Sin embargo, tiene diferentes protecciones. Anti-aparición, anti-flu, anti-muchas cosas".
"¿Anti-elfos domésticos?"
"¿Qué?"
Harry sonrió al ver la mirada desconcertada de Amelia Bones.
"Esos pequeños tienen magia, pero es diferente a la de nosotros, los humanos. Deberías saber que ellos pueden ir hacía Hogwarts y regresar sin problemas. Y el castillo se conoce como uno de los lugares más seguros, ¿verdad? Puedo usar a Dobby para entrar, siempre y cuando sepa su ubicación exacta".
Los ojos de Amelia brillaron por un segundo.
"Es una mansión sobre un acantilado, cerda del mar. Se encuentra en la Isla de Skye, Escocia".
"Mmm... eso todavía deja bastante terreno".
"El nombre de la mansión, es fortaleza de lo imperdonable, hmph".
"Bueno, eso es mejor", Harry se levantó. "Hablare con Dobby para que me acompañe. Traere a Matthias Pickering para que suelte todo y podamos terminar con estos bastardos de una vez por todas".
"Gracias... por ayudar tanto".
"Oye, es necesario para que pueda vivir mejor en el futuro. No quiero tantos grupos oscuros corriendo por ahí me revuelco junto a alguna hermosa mujer".
"¿Tenías que decirlo de esa forma?", Amelia arrugo la nariz, un poco disgustada.
Harry le dio una sonrisa mientras caminaba hacía la puerta de la oficina.
"Te prometo que si capturo a tu sobrina, sere amable".
Amelia parpadeo cuando la puerta se cerro. Un segundo después, un color rojo intenso cubrió su rostro mientras apretaba los dientes.
"¡¡Vuelve aquí, exasperante bastardo!!", el grito furioso de Amelia se escucho por todo el pasillo fuera de su oficina. La secretaria apostada fuera, saltó asustada.
_______________________
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro