7. TRANSFORMACIONES Y ENCANTAMIENTOS (II)
El profesor de pronto comenzó a levitar sobre un libro para moverse por la habitación viendo las varitas mágicas. Hubo un par ante las cuales se detuvo, otras las cuales solo observó levemente— fascinante, excelente. Primero que todo debo comentarles que el arte de los encantamientos se realiza mejor con varitas de predilección propias. Pero la mayoría de los hechizos se pueden realizar con cualquier vara, solo algunos, que será posible que vean en años superiores se requiere varitas de gran calibre especializadas en hechizos o con gran afinidad con el mago que la empuña— Regresó a su lugar con algo de teatralidad— ¿Listos? El día de hoy veremos dos hechizos sencillos, muy fáciles de hacer y tremendamente útiles en toda clase de situaciones. En sus libros los podrán encontrar en la página diez y quince respectivamente. Se trata del hechizo de agua, y el encantamiento para atraer objetos.
El profesor de pronto colocó un par de baldes que guardaba en la parte trasera del salón sobre el suelo, al igual que una serie de figuras de madera semejantes a galeones, cerdos y hechiceros. Todo ello lo hizo con un par de movimientos de varita sin pronunciar palabra, cosa que a Harry le dejó impactado. Había visto a Sirius hacer magia sin decir palabra alguna, pero era muy raro, y en su mayoría lo ejecutaba a mitad de un duelo.
—El hechizo para generar agua se llama aguamenti, y se realiza haciendo un pequeño giro como este de la muñeca. Con suavidad, la velocidad que se imprima en la muñeca puede generar mayor presión en el agua que saldrá— Hizo un par de demostraciones— A pesar de ser un hechizo muy sencillo. Es también fascinante, pues crea agua aparentemente de la nada. La realidad es que condensa el agua que se encuentra a nuestro alrededor en un pequeño chorro. Ahora pueden intentarlo, repitan conmigo, aguamenti— volvió a soltar un pequeño chorro de agua desde la varita mágica.
—Aguamenti— Expresó Harry, pero el pequeño chorro no salió, solo un par de gotas. Entonces se percató que no estaba ejecutando el giro de su muñeca. Estaba a poco de realizarlo nuevamente cuando escuchó a Hermione a dos puestos de él.
—Aguamenti— Expresó ella girando suavemente la mano, al instante un chorro suave de agua apareció desde la punta de la varita y se depositó en el balde justo al frente. Ella misma parecía extasiada en emoción cuando comenzó a saltar ante su logro. Neville a su lado tenía la boca abierta.
—¡Excelente, eso serán cinco puntos para gryffindor por la señorita Granger!
A Harry por su parte le tomó al menos tres intentos más poder hacer un chorro decente, de otra forma salía era un par de gotas de la varita hasta el balde. La clase continuó tranquila durante un par de minutos más, luego alguien hizo estallar su balde regando agua sobre todos los presentes. El profesor se encargó conjurando una ventisca que les secó casi al instante y reparando el balde sobre el suelo.
—El siguiente hechizo, es el conjuro para atraer cosas. Un hechizo simple pero de usos muy variados. Recuerden bien esto, tiene dos formas de ser ejecutado, la primera es diciendo: accio en dirección directa a la cosa que desean atraer. O la segunda es apuntando de forma más general y diciendo accio, y el nombre de lo que atraerán. Por ejemplo: Accio libro de encantamiento del profesor— Desde la estanteria viajó un libro negro y pesado que el profesor Flitwick atajó y depositó junto a otros ejemplares debido a su gran tamaño y peso— El movimiento de la muñeca es mas simple y se trata de esta caida ligera de la misma. El secreto está en depositar un poco de magia desde su mano hasta la varita e imaginar el objeto que desean atraer llegar hasta ustedes. Ahora deberán intentarlo, es accio— repitió con cautela ante los chicos. Algunos asintieron, mientras que otros parecían repetir las palabras mentalmente una y otra vez.
Harry enfocó su vista en un pequeño galeón de madera en el suelo e imaginó que el objeto se movía hasta él. Algo bastante sencillo debido a que había visto un par de películas sobre poderes telequinéticos. Luego bajó su varita y recitó— Accio— El cuerpo de madera tembló un instante antes de salir disparado en su dirección. Fue gracias a sus reflejos que pudo atraparlo en el aire justo frente a sus ojos.
—¡Increíble, al primer intento!— Comentó el profesor saltando en su lugar— Esos serán otros cinco puntos para gryffindor por el señor Potter. Ahora, quiero que todos logren atraer aunque sea una hormiga antes de que salgamos de esta clase. Practiquen sin descanso.
La felicidad llenó a Harry, era una sensación reconfortante que llenaba su pecho. Pasó el resto de la hora atrayendo toda clase de objetos para acomodarlos frente a su mesa. Posterior a ello pidió ayuda para realizar el primer hechizo, percatandose de sentir una gran fuerza en la mano cada vez que lo intentaba.
Un chico de ravenclaw fue capaz de hacer ambos hechizos a la perfección luego de un par de intentos. A Neville le tomó algo más de tiempo lograr mover algo del suelo, y de alguna manera logró conjurar un chorro de burbujas que se elevaron por todo el salón el resto de la clase. Seamus por su parte logró atraer la varita de una chica de ravenclaw y clavarla en el rostro de Ron. Lavender logró hacer el hechizo de agua, pero nunca el de atracción a pesar de intentarlo fuertemente y en múltiples ocasiones.
—¿Es cierto Harry? ¿Qué ya sabías lanzar muchos hechizos, y que le ganaste a Malfoy en el tren?— Preguntó Neville posicionándose a su lado al salir de la clase.
—No sé hacer muchos, solo un par, pero si, vencí a Malfoy en el tren, aunque practicamente el puñetazo se lo dio su propio compañero, no yo— Repuso Harry hundiendo sus hombros antes de salir por la puerta.
—Es modestia, Harry puede hacer un hechizo protego que no creo que siquiera uno de quinto o sexto pueda romper— Comentó Hermione de forma audible.
—Yo apuesto que Fred y George pueden echar abajo el hechizo de Harry— Expresó Ron apenas salieron del aula.
—Yo apuesto a que no podrán siquiera rasguñar la superficie del hechizo— Expresó Hermione.
—¿Estás segura de esto Hermione?— Preguntó Harry— ¿No se supone que hacer hechizos en los pasillos está prohibido?— preguntó él, pero a ella parecía haberse olvidado aquel punto de forma conveniente.
—Confía en mí Harry— se acercó al chico para hablar en su oído— Ayer revisé el libro de hechizos porque estaba intrigada, lo normal es que un hechizo protego sea de un centímetro de espesor, quizás dos, el tuyo parece una muralla.
—¿Qué apostamos?— Preguntó Dean bastante entusiasmado.
—¿Que tal una caja de grageas? — sugirió Harry.
—¡Hecho!— Respondió Ron y Seamus al instante.
Los gemelos Weasley estaban en el patio aplicando una broma a quienes pasaban por el pasillo hacia las afueras del castillo. Habían llenado el lugar de una sustancia resbaladiza, tanto en el suelo como en las paredes, y los incautos terminaban resbalando para estrellarse en la pared del fondo. Algunos incluso se hallaban allí amontonados sin lograr ponerse en pie entre ellos cuando otro llegaba y chocaba.
La apuesta no duró mucho tiempo. Harry activó su hechizo en un pórtico mientras él y Hermione se hallaban en el interior de un salón vacío. Ron y sus hermanos intentaban derribar aquello desde afuera, pero no lo lograban. Ron incluso tiró un libro contra este y el libro se detuvo a mitad del aire para caer al suelo.
—No se supone que un hechizo protego detenga algo físico— Expresó Hermione— Afortunadamente no tienen consigo una pistola o una espada.
—¿Se rompería el muro?— Preguntó Harry viendo la pared blanca semi transparente que había conjurado.
—No creo que se rompa exactamente, pero dudo que te cubra de algo así. Se supone que protego es solo para librarte de hechizos, no de objetos físicos. Pero no creo que pueda parar algo como una bala, o una espada, o que siquiera debamos intentarlo. Probablemente deberías pensar en otra forma de protección que puedas usar junto a protego. Algo para parar objetos.
—¿Algo así como un doble muro?— Preguntó Harry— No creo que alguien venga a atacarme con una espada o una pistola— Expresó este mirando nuevamente a los gemelos que lanzaban hechizos— Pero entiendo tu punto, será cuestión de preguntarle a Sirius.
—O revisar algún libro— Comentó Hermione.
—O revisar algún libro, cierto— Expresó Harry.
El resto de la tarde la pasaron practicando hechizos y haciendo la tarea junto a Hermione, quien deseaba extender su investigación con tres pergaminos extra pues pensaba hacer un árbol sobre los distintos hechizos que fueron heredados a lo largo del tiempo.
—Supongo que es normal que el hechizo incendio para crear fuego venga desde tan atrás, pero no le veo utilidad a un hechizo para sacar cerebros por la nariz de los muertos— Comentó Harry leyendo su texto.
Las habitaciones de gryffindor no tenían toma eléctrica, pero la sala común tenía un par justo al lado de la chimenea. Allí pudo acomodar una mesa y una silla para colocar la pequeña televisión y la consola. Hermione solo jugó dos rondas con él pues deseaba sacar otro libro de la biblioteca antes de dormir. Luego salió a comer al gran comedor perdiéndose un par de veces y regresó a su habitación, para encontrar una carta sobre su cama. Gali debió dejarla allí en algún momento. La abrió con apresuro.
Harry,
Me encuentro muy feliz de que entraste a Gryffindor. Como sabes allí fue donde tu madre y padre se conocieron, y donde James y yo hicimos una fuerte amistad. Me pregunto si en los dormitorios siguen teniendo esas horribles cortinas color carmesí, las odié durante todo mi tiempo en hogwarts, pero no hubo nada que hacer. Una vez tu padre y yo intentamos cambiarlas por unas blancas, pero fue imposible, llenamos de lunares las cortinas por casi una semana.
Si quieres llegar rápido a las clases deberás aprenderte los pasillos. Hogwarts tiene muchos, al igual que secretos, tu padre y yo apenas pudimos descubrir una decena de trucos que guarda el colegio, pero imagino que muchos otros nunca llegamos siquiera a imaginarlos, pues nos encontrábamos ocupados haciendo algunas otras travesuras. Diviertete mucho y no descanses, práctica cuanto hechizo puedas, día, tarde y noche, y recorre el castillo en búsqueda de aventuras.
Peeves en mis tiempos también era un dolor en el trasero, pero si consigues algo de tinte rojo y simulas las huellas del barón sanguinario en el suelo, harás que no vuelva a deambular por esos pasillos en al menos una semana o dos. Le teme mucho al barón sanguinario, es solo cuestión de que uses eso a tu favor.
Con respecto al tren, se que te dije que no debías usar tus hechizos, pero me alegra ver que supiste elegir el momento para hacer caso omiso a mis palabras. Proteger a los tuyos es importante, aún más si es una chica. Luego me tendrás que presentar a tu futura novia. Es bueno que sigas la tradición de tu padre y mía. Debes asegurarte de conquistar tantas chicas como sea posible, aunque supongo que en el primer año eso será algo complicado. Quizás debas esperar a estar en cuarto o quinto, allí comenzarás a ver los pasadizos secretos del castillo con otros ojos, te lo aseguro. Lily podría negarlo, pero estoy seguro que pudieron haberte engendrado en alguno de esos pasillos en el sexto o séptimo año, de no ser porque tenían el hechizo de control.
Lo que hicieron los chicos de tu habitación, pues consideralo algo normal. Puedes pedirle a Gali que compre por tí unos audífonos para escuchar música o algo así. Funciona bastante bien, fue la solución que tu padre y yo hallamos en los últimos años.
Me place saber que ya has logrado hacer amigos. Lo de las cuestiones de sangre, pues no eres nuevo en el tema. Sabes que existen familias que son muy retrogradas al respecto. No temas en hacerte amigo de sangre mestiza si te sientes a gusto con ellos, tu madre era una bruja extraordinaria. Gruñona y malhumorada en gran parte del tiempo, pero excelente en transformaciones, pociones y encantamientos, al punto de que rivalizaba con los de años superiores y le ponía las cosas difíciles a James y a mi a cada instante, era difícil seguirle el ritmo a alguien que bien podría ser llamada genio. James tenía que impresionarla y yo debía seguir el ritmo para no quedar atrás, te podrás imaginar las sesiones de entrenamientos a las cuales nos sometimos a nosotros mismos para poder lograrlo.
Me han pedido una audiencia para dar nuevas declaraciones sobre el incidente que presenciamos en el banco. He solicitado que esta sea dada sin presencia del diario el profeta, lo menos que deseamos es que esas cosas sean expuestas al público o dentro de una semana tendrás a los del profeta en el colegio pidiendo entrevistas. Pero por la temática de la carta puedo creer que sospechan de algún mago tenebroso moviéndose por Reino Unido. Por ello te advierto que debes tener cuidado, y ante cualquier sospecha o eventualidad debes comunicarte conmigo por medio del asnillo.
Gali ha llorado desde el día de ayer y ha hecho berrinche como loca. Kreacher parece más amargado que de costumbre. Para cuando leas esta carta, probablemente estaré en algún club conociendo alguna chica o en asuntos más privados. La tarea de encontrar una señora Black me la tomaré muy en serio.
Se te extraña bastante en casa, espero que todo marche bien para ti, Harry. Con los mejores deseos, Sirius.
Harry se acostó en su cama a dormir, seguro de que su estadía en Hogwarts era lo mejor que podía haberle sucedido. El día siguiente llegó con premura para Harry. Hermione le esperaba abajo con sus cuadernos preparados y lista para moverse al comedor a desayunar antes de ir a clase de transformaciones y luego a defensa contra las artes oscuras, la materia que Harry había esperado poder ver desde que recibió su carta.
Desayunó tan aprisa como su organismo se lo permitió sin morir por ahogamiento, y se dirigió al aula de transformaciones.
McGonagall era una mujer de temple serio y estricta, algo que denotaba mientras regañaba a los alumnos antes de que entrasen a su clase, haciéndoles meter las camisas de forma adecuada y peinándoles al entrar con un hechizo rápido.
—La transformación más que un hechizo o el uso de magia de forma indiscriminada, es conocida por los magos como un arte— La profesora apuntó a su escritorio y lo convirtió en un cerdo. Luego devolvió el objeto a su forma original— Es considerado un arte, debido a que no es sencillo poder transformar objetos, animales o personas; y peligroso si se hace de forma indiscriminada. Para realizar una transformación se necesita de disciplina mental y mucha concentración, calma y templanza— Harry estaba casi seguro que la mujer le observó al pronunciar la última palabra— Para algunas transformaciones existe la ayuda de cánticos, rituales o hechizos. En mi clase usaremos algunos hechizos sencillos para transformar objetos, si avanzan, notarán que su magia se volverá mucho más creativa y diestra. Podrán controlar la naturaleza misma, engañar al mundo entero , crear ilusiones realistas que incluso otros magos creerán con vehemencia. pero antes de la grandeza— recitó la mujer— Será necesario iniciar por algo muy simple y sencillo, algo que les permita explorar el campo y dominar su concentración— Comentó al moverse por entre los asientos entregando a cada uno un par de cerillos— Su labor en esta clase, será la de convertir este cerillo en una aguja. Para ello repetirán las palabra: cumfilo.
—Cumfilo— susurró por séptima vez, pero la cerilla sólo se había convertido al metal. Había algo que estaba pasando por alto. Hermione por su parte logró hacerla puntiaguda a su lado. Obviamente lo que sea que ella estaba haciendo, era algo que él no, y viceversa. Así pasó dos horas llenas de frustración. Algo que no fue de la mano con las felicitaciones por parte de la profesora y los diez puntos que otorgó por los logros de ambos.
A pesar de lograr un par de puntos Harry se sentía frustrado, no había avanzado casi nada en esa materia. Defensa contra las artes oscuras fue mucho peor. El profesor Quirrell resultó ser un mago mediocre que solo relataba historias sobre sus viajes a Egipto y Rumania, y cómo había obtenido su hermoso turbante. Mismo que despedía un olor semejante a azufre o ajo descompuesto. Era tedioso tener que soportar aquel hedor en toda el aula mientras le escuchaban parlotear sin siquiera abrir uno de sus libros.
Para empeorar la situación, Harry sentía un fuerte dolor de cabeza que le mareaba y hacía querer ir a la enfermería. Su cabeza palpitaba y la cicatriz le escocía con gran ardor. Deseó con todas sus fuerzas que las dos horas terminaran, pero resultaron casi eternas. La hora del almuerzo llegó y aquel era el fin de su segundo día de clases, uno que no fue tan excitante como el primero y dejó un sabor agridulce en sus sentidos, o así era hasta que Hermione le pidió el favor de enseñarle a perfeccionar el hechizo de atracción, mientras que ella le ayudaría con el de agua.
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