Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 38

El resto del día pareció irse en un suspiro. El cielo estaba próximo a pintarse de majestuosos colores cuando decidí salir de la habitación, determinada a encontrar respuestas para mis preguntas.

Procuré lucir igual que siempre, lo menos que quería era atraer miradas curiosas, por lo que lavé mi rostro y me aseguré de que mi cabello tuviese exactamente el mismo tono de rubio que me era costumbre. Sin embargo, mis ojos, aunque verdes, seguían negándose a verse del todo saludables. 

Caminé rápido por los pasillos de Hogwarts, sin mirar a nadie, hasta llegar al despacho de Dumbledore. Dije la contraseña y subí en su encuentro sin siquiera reportarme. El director estaba tras su escritorio, generándome la sensación, una vez más, de que había estado esperándome.  

—Tracy. 

—Profesor, necesito que me diga todo lo que sabe de mí y de lo yo aún no me entero.

—¿Por qué no te sientas? —Obedecí, acomodándome en el asiento frente a él, mientras le escuchaba hablar—. Asumo que has estado hablando con Calíope. 

—Sí, y ya lo sé. Todo lo que se negaba a contarme. Pero todavía hay cosas que solo puede responderme usted. 

—¿Como qué tipo de cosas?

—¿Por qué estoy en Gryffindor? Quiero la verdad, no se cambia la casa que el sombrero seleccionador elige, entonces ¿por qué me transfirió?

—Bien, tu madre fue Gryffindor y tu padre Slytherin. Cuando entraste el sombrero seleccionador dudó mucho contigo, sintió tu astucia y tu alma ambiciosa; pero él sabía que esa no eras del todo tú, me lo confesó y yo mismo me encargué de entregarte a tu verdadera casa.

—Pero ese día usted lo preguntó, aun sabiendo que nadie en Slytherin querría esa transferencia.

—Sabía que saldrías tú, no pertenecías ahí. —Negué con la cabeza. 

—Alguien me empujó. 

—Nadie te empujó, Tracy. —Me quedé en silencio por algunos segundos, mientras sentía su profunda mirada puesta sobre mí—. ¿Tienes alguna otra pregunta? 

—Usted ya sabía sobre mi parentesco con Voldemort, ¿por qué eso no le importa?

—No te das cuenta de que no importa lo que uno es por nacimiento, sino lo que uno es por sí mismo. Tú no eres él. 

—Ya, ¿pero cómo sabéis que no soy como él? —pregunté con desesperación—. Todos aquí creéis conocerme más que yo, pero no hay nadie más a parte de mí que sepa lo que llevo dentro. Y estoy cansada, profesor, he vivido engañada toda mi vida, aferrándome con fuerza a una verdad que no existe. Porque nadie me ha permitido decidir por mí, Calíope no me lo permitió cuando se llevó mis recuerdos, ni usted lo hizo cuando me transfirió a Gryffindor. Así que no podéis estar seguros de que decido ser buena, después de todo vosotros os encargasteis de decidirlo por mí.

—¿Estás diciendo que tu decisión es luchar del lado de Voldemort? —me preguntó, como si se esforzara por comprender.

—Más bien le estoy pidiendo que me de un permiso.

—¿Permiso para qué?

—Para salir del colegio, todo lo que quiero ahora es volver con mis padrinos. No quiero ver a Calíope, ni a Harry, ni a Ron, ni a Hermione; no quiero pelear esta guerra. Esa es mi decisión. —Dumbledore ocultaba una mueca de incredulidad tras sus facciones aparentemente tranquilas, pero el hecho de que no esperaba oír eso era demasiado evidente.

No esperaba eso de mí, no esperaba que le dijera que había decidido renunciar, que me había rendido ante la primera adversidad cuando aún me quedaban muchas por delante. Pero ni siquiera su mirada de entera decepción me harían cambiar de opinión.

Es hora de elegir entre lo que es fácil y lo que es correcto.

Estaba decidida a irme por simple cobardía, porque me había cansado de tener que ser fuerte.

—Puedes irte mañana mismo si así lo quieres. —Asentí y me levanté sin mirarlo más de lo necesario.

—Permiso.

Cuando salí de su oficina, los pasillos ya no estaban muy iluminados, pues la noche ya había caído. Todos debían estar en el gran comedor y para mí era un alivio contar con los corredores vacíos. Caminé sin ningún destino específico, arrastrando los pies en pasos lentos y devastados. Escuché una voz que me llamaba, pero la ignoré. Avancé sin girarme hacia su lugar de procedencia, desde donde seguía insistiendo, cada vez más intensa, más insoportable. En cuestión de segundos aquella voz comenzó a multiplicarse y pronto era como si todo Hogwarts me llamara. Di media vuelta, desesperada, pero frente a mí no había más que pasillos solitarios. Volví a caminar sintiéndome agobiada, pero las voces regresaban con mayor potencia, escuchaba pitidos en mi cabeza, que intentaban de todo para doblegarme.

Tapé mis oídos con ambas manos, deseando fervientemente acallar el ruido, me apoyé en una pared y cerré los ojos con fuerza, pero no conseguía que se detuvieran. Mis mejillas comenzaron a empaparse con lágrimas de desesperación. Me sentía tan inútil.   

Un par de manos se posaron delicadamente sobre las mías, que seguían a los costados de mi cabeza. Abrí los ojos y me encontré con los orbes esmeralda de Harry Potter fijos en mí, que llevaban rato sin dejarme en paz, pero que ahora me reconfortaban. Fue ahí cuando todas las voces se desvanecieron y solo quedó la suya, con ese timbre de preocupación.

—¿Estás bien? —Despacio alejó mis manos de mi cabeza, como si temiera romperme con el más mínimo movimiento brusco.

—Creo que me estoy volviendo loca, escucho voces que no están, y creo que mis ojos se dañaron porque estoy llorando todo el tiempo. —Él rio como si hubiese dicho algo demasiado adorable. 

—Vamos, te acompañaré a tu habitación.

Asentí, dejando que me ayudara. Me recosté en mi cama en cuanto entramos al dormitorio, mis ojos no tardaron en cerrarse y lo último que vi fue a Harry sentándose junto a mí. Tal vez para cerciorarse de que descansara bien. 

Cuando volví a abrir los ojos, lo primero que vi fue a Calíope sentada en una esquina de mi cama, ella simplemente estaba mirándome, tal y como había hecho Hermione aquella vez.

—¿Qué me pasa? —pregunté mientras sostenía mi cabeza con ambas manos—. ¿Qué me hiciste?

—Es tu mente, tratando de recordar. 

—¿Qué? ¿Por qué?

—¿Cómo podría saberlo? Tu memoria parece estar luchando por recuperar los recuerdos perdidos y creo que está muy cerca de conseguirlo.

—No, no, yo no quiero recordar. —Me senté en la cama y alejé la cobija de mi cuerpo, comenzaba a sentirme agobiada de nuevo.

—Pero... ¿por qué?

—¿Qué voy a recordar? ¿Acaso lo buena madre que eres? ¿Que todo lo que hiciste fue para protegerme? Tú no vas a saber lo que yo he sufrido, no verás la persona que fui, la que tú creaste. Y si tú no lo sabrás, entonces yo tampoco sabré nada de ti. —Nos observamos en silencio por unos segundos, retándonos con la mirada—. ¿Cuánto tiempo dormí? 

—Varias horas. —Me levanté de la cama y me acerqué a la puerta, pero antes de abrirla me giré una vez más en su dirección.

—¿Por qué Voldemort? —Calíope se levantó también para dar algunos pasos hacia mí—. ¿Por qué tenía que ser él?

—Hay personas que nacen con la maldad dentro de sí, pero les toma tiempo desarrollarla. Él era un buen chico cuando lo conocí.

—Bien dicho. —Asentí—. ¿Podrías irte? —Abrí la puerta y me hice a un lado para darle espacio. 

—¿Te irás? 

—No sé si escuchaste bien, pero de hecho eres tú la que se va. —Hice un ademán con la cabeza, indicando la salida, suspiró y se acercó a la puerta, deteniéndose por unos segundos frente a mí. 

—Todos merecemos una segunda oportunidad, y cuando veas lo injusta que estás siendo conmigo, yo te la daré. —Desvié la mirada, manteniendo mi posición desinteresada y esperé a que saliera para cerrar la puerta.

Me cambié el uniforme y comencé a empacar mis cosas, en cuanto terminara de salir el sol me iría de inmediato, no veía la hora de salir de ahí. Cuando salí de la habitación ya tenía todo listo. En la sala común, Harry, Ron y Hermione se me acercaron de inmediato en cuanto me vieron.

—Tracy, ¿cómo estás? ¿Te sientes mejor? —me preguntó Hermione.

—Nos tenías preocupados —dijo Ron. 

—Dejamos entrar a Calíope porque nos pidió hablar contigo, y cuando salió dijo que necesitabas algo de tiempo a solas —mencionó esta vez Harry.

—¿Qué fue lo que pasó?

—¿Vas a irte? —La pregunta de Hermione silenció a los demás, quienes me miraban con atención.

—Sí —respondí únicamente. 

—Pero ya casi termina el curso, ¿por qué no esperas un poco más? 

—No puedo hacerlo. —Negué con la cabeza—. Quiero irme ahora. 

Los tres se quedaron en silencio, Potter se me acercó y me empujó con cuidado para alejarnos un poco de sus amigos. 

—Vas a volver, ¿verdad?

—Con algo de suerte, no. —Él hizo ademán de contestar, pero yo me anticipé a lo que sea que quisiera refutar. —Esto se me salió de las manos, Harry, y no quiero intentar soportarlo. De verdad, solo quiero ser cobarde y huir. Ya me cansé de luchar.

—No... no pensé que te escucharía decir eso alguna vez. —Le dediqué una pequeña sonrisa apagada. 

—Suerte, Potter.

Pasé por su lado y así mismo por el de Hermione, avancé en silencio hasta el retrato de la señora gorda, y una vez fuera de la sala común suspiré. Reforcé el agarre en mi baúl y me dispuse a continuar. 

—¿Crees que lo merece? —Me giré al oír esa voz, que definitivamente no esperaba escuchar ahí. Ron estaba recostado en la pared, con los brazos cruzados sobre su pecho y la mirada fija en mí.

—¿De qué hablas? —Él se acercó a donde estaba sin romper ni por un segundo el contacto visual.

—Calíope. ¿Realmente crees que merece tu trato? —Lo miré frunciendo el ceño, repitiendo sus palabras en mi cabeza.

—¿Cómo lo...?

—¿Cómo lo sé? —me interrumpió—. Eso no importa ahora. Entiendo que quieras irte, y no somos nadie para retenerte. Pero si ya sabes lo que es vivir creyendo que tu madre estaba muerta, ¿por qué no puedes simplemente alegrarte al descubrir que no es así?

—Tú no lo entiendes. 

—Tú tampoco. Estás siendo muy egoísta, Tracy. Estás tan centrada en tu tristeza que te niegas a ver la suya, mientras que ella está dejando de lado todo lo que siente para preocuparse por ti. Porque cuando de verdad amas a alguien y ves que está sufriendo, tú realmente desearías poder quitarle todo su dolor y sentirlo en carne propia.

—Basta, Ron, aprecio lo que intentas hacer, pero esto es algo que no puedes comprender. Tú tienes a tu familia, ¿sí? Tus padres están juntos y se aman, así que no puedes saber lo que esto se siente.

—Y es por eso que te lo digo, Tracy, porque sé lo que es tener una familia y solo quiero que veas que tú también la tienes, por lo mismo creo que deberías valorarla. Deja de hacer todo esto solo por tu pasado tortuoso, te estás negando a ver que todavía hay tiempo de remediar todo eso. Calíope no ha hecho nada pensando en ella, siempre ha pensado únicamente en ti.

No estoy segura de cuánto tiempo nos quedamos ahí, simplemente mirándonos fijamente. No había tenido muchas oportunidades para hablar con Ron de esa manera, y la verdad es que esa faceta suya me sorprendió. Él tenía razón, pero yo era muy orgullosa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro