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Capítulo 10

—Tracy. —Escuchaba, solo eso. Era mi nombre, alguien me estaba llamando—. Tracy. —Pero yo no veía a nadie—. ¡Tracy! —Abrí los ojos rápidamente, alarmada, y vi a Hermione sentada en una esquina de mi cama.

—¿Qué pasa? 

—Al fin, levántate o llegaremos tarde a clases —me dijo mientras se levantaba, ella ya estaba lista.

—Pero estaba durmiendo —me quejé, con el ceño fruncido.

—Ya habrá tiempo para dormir después, vamos.

Suspiré y me levanté, dirigiéndome al baño para arreglarme, tomándome mi tiempo a pesar de las protestas de Hermione y cuando estuve lista nos fuimos a nuestra primera clase, defensa contra las artes oscuras.  

—¡Buenas tardes a todos! Guardad las varitas y sacad las plumas por favor —dijo la profesora cuando ya todos estábamos en el salón y en nuestros respectivos lugares, algunos intercambiaron miradas lúgubres, la orden de guardar las varitas no es el indicio de una clase interesante, guardé mi varita y saqué pluma, tinta y pergamino. Umbridge sacó su varita y con un movimiento en la pizarra apareció escrito:

Defensa Contra las Artes Oscuras
Regreso a los principios básicos

—Debido al cambio de profesores que no seguían ningún programa de estudio aprobado por el ministerio, estáis muy por debajo del nivel que me gustaría que alcanzarais para el año del TIMO, sin embargo, os complacerá saber que vamos a rectificar esos errores. Este año seguiremos un curso de magia defensiva cuidadosamente estructurado basado en la teoría y aprobado por el ministerio, copiad esto por favor. —Con otro movimiento de varita en la pizarra apareció:

Objetivos del curso
1. Comprender los principios en que se basa la magia defensiva
2. Aprender a reconocer las situaciones en las que se puede emplear legalmente la magia defensiva
3. Analizar en que contextos es oportuno el uso de la magia defensiva

Leí lo que decían con el ceño fruncido, el pergamino sobre mi mesa permanecía en blanco y así seguiría. Entonces Hermione levantó la mano.
 
—¿Sí? —Umbridge le dio la palabra. 

—Tengo una pregunta sobre los objetivos del curso.

—Los objetivos del curso están muy claros si los lee atentamente —respondió.
 
—En realidad no, ahí no dice nada sobre la práctica de los hechizos defensivos.

—¿La práctica? No, ya he explicado que en mi clase se trabajará teoría.

—¿De que va a servirnos eso? Si nos atacan no va a ser de forma teórica... —comenzó Harry, pero la profesora lo interrumpió.

—¡La mano, señor Potter! —Potter levantó el puño, pero Umbridge le dio la espalda, y en eso habían más manos levantadas —¿Sí? —dijo, dándome la palabra.

—Potter tiene razón, si nos atacan no vamos a estar libres de riesgos —le dije.
 
—¿Corre usted el riesgo de ser atacada en mis clases? 

—No, pero- 

—Bueno, el ministerio opina que un conocimiento teórico será más que suficiente para aprobar el examen —me interrumpió, comenzaba a molestarme grandemente.
 
—¿Y de qué nos va a servir la teoría en la vida real? —dijo Harry después de levantar de nuevo el puño.
 
—Este es el colegio, señor Potter, no la vida real.

—¿Acaso no se supone que nos estamos preparando para lo que nos espera fuera del colegio?
 
—Nada os espera fuera del colegio, señor Potter.

—¿Ah, no? —intervine.

—¿Quién va a querer atacar a unos niños como vosotros? 

—¿Quizá Lord Voldemort? —Mi voz se mezcló con la de Harry y nuestra pregunta resonó por todo el salón, causando escalofríos en varios de los presentes.

—Diez puntos menos para Gryffindor —espetó. 

—¿Por qué? ¿Por decir la verdad? —insistí. 

—Os han contado que cierto mago tenebroso ha resucitado —comenzó, dirigiéndose a la clase con voz, en lo que se le permite a ella, tranquila—. Bien, pues es mentira.
 
—No es mentira, ¡lo vi con mis propios ojos! ¡Luché contra él! —exclamó Harry.

—Potter, Evans. ¡Castigados! —nos dijo cuando ya estábamos los dos de pie, con los puños en la mesa y mi cabello tan rojo como se lo puedan imaginar—. Hoy en mi despacho después de la cena.  

—¿Por qué seguisteis discutiendo? Si no lo hubieseis hecho no os abrían castigado —nos dijo Hermione mientras, más tarde, nos acompañaban a la oficina de Umbridge. 

—Eso no me importa, no iba a quedarme callada.

—Sí, ella realmente no sabe nada —dijo Harry.

—¿Cuál creéis que será el castigo? —preguntó Ron.

—No lo sé —dije y llegamos a su despacho.

—Buena suerte —dijo Hermione.

—Gracias —le dijo Potter y entré primero, siendo seguida de cerca por él.

Nos encontramos con una oficina donde toda la pintura de las paredes era de color rosa, tenía cuadros de gatos colgados y una gran alfombra de pelusas. Para completar, un gigante sapo con un traje también rosa nos miraba con atención desde la silla detrás del escritorio y cuando le regresamos la mirada nos habló. 

—Qué bueno que llegasteis, tomad asiento —nos dijo Umbridge y nosotros hicimos lo que dijo sin decir una sola palabra—. No solo os bajé puntos si no que también os tengo un castigo preparado a ambos. —Potter y yo seguimos mirándola sin ninguna expresión esperando a que continuara—. Vais a limpiar el sótano de Hogwarts sin olvidar un solo detalle de éste, sin magia y sin ningún tipo de ayuda, así que entregad vuestras varitas. —Extendió sus manos hacia nosotros, saqué mi varita y se la entregué, Potter hizo lo mismo, dejándola en la mano extendida de la profesora sombrilla, entonces ella miró nuestras varitas y abrió los ojos tanto que pensé que se le saldrían, pero tristemente no fue así. Después de observar detenidamente nuestras varitas las guardó en gavetas diferentes y cerró con llave ambas—. Muy bien empezaréis a limpiar desde mañana. —Guardó las llaves en su bolsillo—. Después de clases. —Suspiré mentalmente, nos miró y ladeó la cabeza—. Quiero saber si está claro.

—Está claro —respondí, arrastrando las palabras.

—Ya pueden irse. —Dicho esto, Potter y yo nos levantamos y salimos sin decir ni una sola palabra más.

Cuando estuvimos fuera y un poco alejados fue cuando comenzamos a quejarnos y a decir todo lo que evitamos decir con ella. 

—No puede estar hablando en serio, ni siquiera sabía que Hogwarts tiene un sótano —dije.

—Según lo que sé está abandonado, nadie ha vuelto ahí por lo menos en unos treinta años.

—¿Y sabes por qué razón?

—No, hay muchos rumores y cada uno es más improbable que el otro.

—¿Y tenemos que limpiarlo? ¿Por qué siento que hay algo raro detrás de esto?

—No eres la única, ya lo estaba pensando, pero solo hay una forma de averiguarlo. —Me miró y claro que comprendí de inmediato. Teníamos que cumplir con el castigo, entrar al sótano de Hogwarts, dejarlo completamente impecable y, en el proceso, averiguar por qué es tan misterioso y si Umbridge sabe algo que nosotros no.

—¿Y si lo que quiere es mantenernos fuera? —Me lanzó una mirada confundida—. Como tenernos ocupados por un rato.

—¿Crees que está tramando algo y que para ello necesita deshacerse de nosotros? —Asentí, pero la verdad es que no creía eso para nada, Umbridge podrá ser una cara de sapo y todo eso, pero es del ministerio y le es completamente fiel a éste. ¿Qué podría estar tramando? Ah no ser claro que el mismo ministerio de magia estuviese detrás, ¿pero qué?   

Un carraspeo de garganta llamó nuestra atención, frente a nosotros estaba Dumbledore y nos miraba preocupado.

—Chicos, tenemos que hablar —nos dijo, Harry y yo nos miramos entre nosotros y lo seguimos hasta su oficina—. Vosotros estáis al tanto del regreso de Voldemort y sabéis que él podría aparecerse en cualquier momento —nos dijo cuando ya estaba sentado detrás de su escritorio, a lo que nosotros asentimos—. Supe que tuvisteis problemas con la profesora Umbridge, que estuvisteis peleando. —Volvimos a asentir luego de desviar la mirada—. Chicos, yo necesito que trabajéis juntos, no me servís si estáis divididos y peleando todo el tiempo, esa es una de las razones por las que acepté el castigo que la profesora les impuso. Haced el intento de llevaros bien, al menos hasta que esto termine, una tregua.  

—Está bien. —Terminamos aceptando luego de suspirar. 

—Vamos, las manos.

—¿Ah?

—Que os deis la mano en señal de paz. —Potter rodó los ojos y extendió la mano hacia mí, de mala manera la acepté, sin tener idea de que sería la mano que sostendría hasta el final de mis días—. Bien, ahora que hicisteis las pases —dijo y nos soltamos— estaréis más seguros. Harry ¿podrías esperar afuera un momento, por favor?

—Sí, claro —respondió confundido y salió. 

—Tracy, yo sé que es lo que pasa con Voldemort y contigo —me dijo y mis ojos se abrieron de la sorpresa, mi labio inferior tembló levemente y mis manos comenzaron a sudar, él me miraba fijamente, como queriendo leer mis pensamientos y emociones y yo no sabía qué decir. ¿Qué significaba esto? ¿Me echaría de Hogwarts o algo peor?

—Yo... —comencé, pero mi mente estaba en blanco.

—Podemos hablar de esto después, tu nuevo amigo te espera —me dijo con una pequeña sonrisa que consiguió relajarme, suspiré y le sonreí de vuelta.

—No es mi amigo, solo hicimos las pases. —Me guiñó un ojo con complicidad y salí del despacho sintiéndome más tranquila. Fuera me encontré con Potter quien, por suerte, no hizo ninguna pregunta. 

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