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Capítulo 8: Agrio Balsamico.

Desde la parte superior del castillo Balsamico, Harry no pudo evitar levantar un poco la cabeza. Mientras los invitados habían comenzado a llegar en sus carruajes, fuegos artificiales fueron lanzados hacía el cielo. Pensó que, como se esperaba, un noble tenía mucho dinero para gastar. Figuras de animales, pero sobre todo, frutas y verduras, cosa que todavía no entendía. ¿Tal vez, el Conde tenía negocios agrícolas? Quizás, es por eso que tenía un apellido tan raro como ese.

Bajando la mirada, se concentró en los invitados. Algunos más sobresalientes que otros, tanto en apariencia propia, o en lo que a opulencia se refería. Los límites del terreno estaban siendo vigilados por guardias profesionales, y la gran iluminación, tanto de los fuegos artificiales como de las luces de adorno en los patios y jardines, daban poca o ninguna posibilidad para la infiltración. Con Flecha Nocturna, ajustaba su posición para poder ver hacía otro lado, en donde no habían entradas o salidas, tan solo murallas. Seguían siendo lugares iluminados, pero con menor número de guardias.

Harry no se impaciento ante el hecho de que no veía a nadie que tuviera un comportamiento sospechoso. Varios invitados se saludaban cordialmente, mientras que unos pocos, parecían algo más indiferentes.

Poco a poco, los minutos continuaron pasando, hasta que la entrada quedó vacía de invitados. Él decidió esperar otros minutos más antes de que descendiera, levantando la mano para llamar la atención de un guardia cercano. Gracias al Conde, ellos sabían que era un mago que estaba trabajando en la seguridad.

"¿Necesitas algo?"

"Sí. Por favor, ayúdame a revisar el interior de cada carruaje o cualquier espacio que pueda contener una persona".

"Eso... ¿estaría bien? Nosotros estaríamos entrando en propiedad privada".

"¿Importa?", Harry frunció un poco el ceño. "La seguridad del Conde, así como la de su hija, están en duda. Vamos, ayúdame. Si encuentras algo sospechoso, no grites, pero acércate a mi para informarlo".

"Bien... "

Harry resopló un poco, viendo que habían muchos carruajes, más de veinte en total, todos estacionados alrededor de la fuente principal o incluso a un lado del camino de entrada. Los pocos caballos que venían tirando, fueron guiados por personal especial hacía los establos. El resto, al ser mágicos, tan solo necesitaban de alguien que pudiera usar su poder mágico para impulsar el vehículo.

El blanco, el negro, el azul, el marrón, el marrón más claro y el más oscuro, así como el dorado; los carruajes parecían ir de acuerdo con los gustos de sus propietarios, grandes, coloridos, con interiores espaciosos y comodidad como para dormir por horas en el interior. Los más interesantes, poseían magia que permitía una expansión de sus interiores, pero sin afectar el exterior. Harry se sintió un poco envidioso al ver que por dentro, aquel dorado, era tan gran como una casa, con habitaciones y todo lo necesario para vivir sin problemas.

"Señor... ¿mago?"

"¿Sí?", sacando la cabeza del décima carruaje que revisaba, vio al guardia levantando la mano y apuntando hacía atrás con una expresión preocupada. "He descubierto algo en el carruaje del Vizconde Forsizia".

"¿En serio?", Harry saltó hacía abajo y lo siguió de inmediato. Parecía que la suerte estaba de su lado, porque cuando llegó a las puertas abiertas, vio a tres personas recostadas, con la cabezas colgando hacía un lado, durmiendo en posiciones incomodas. Un hombre, una mujer y un niño. Harry entró por unos momentos, para poder verificar bien sus vestimentas y sus rostros.

"Oye, se supone que la fiesta terminaría con la competencia del anillo Balsamico, ¿verdad?"

"Eso es correcto", el guardia, asintió con seriedad. "¿Necesita que haga algo?"

"Ellos están bien, simplemente dormidos, así que no te preocupes. Por ahora, solo continua con tus deberes, sin despertar sospechas".

"Entendido".

Mientras estuvo esperando y recorriendo el castillo estos últimos dos días, Harry a imaginado varios escenarios. No era un detective que pudiera seguir pequeñas o grandes pistas que lo llevarían al criminal. Tampoco era un Caballero Rúnico, especializados en protección, seguimiento, detección y captura de magos. Por eso, intentó imaginar la mayor cantidad de posibilidades que se pudo permitir.

Por ejemplo, que Velveno se hiciera pasar por uno de los guardias o sirvientes, pero eso quedó descartado por la fiesta. Y sobre todo, ahora mismo, por el estado de los tres miembros de la familia Forsizia. La magia de transformación era una cosa útil, pero también dependía del usuario. Además, había un requisito para poder transformarte: necesitabas estar en tu forma verdadera antes de pasar a otra. Esto quería decir que, si Velveno se había transformado, necesitaba deshacer dicha transformación antes de usar otra.

Por otro lado, estaba la cosa de la ropa. Una usuario de magia de transformación, podía hacer esto tanto con su cuerpo, como con la ropa, pero si no era demasiado bueno, podrían faltar ciertas cosas. O el diseño en ciertas partes, podría no ser exactamente el correcto. Mientras mejor sea el mago, mejor la transformación. Aquellos considerados como expertos, incluso eran capaces de convertirse en animales.

Mientras caminaba por la entrada y se movió hacía el gran salón del castillo, en donde el ruido llegaba hasta los pasillos, a pesar de las gruesas paredes. Harry pensó que había tenido mucha suerte en esta ocasión. O quizás, Velveno no era alguien demasiado inteligente. Porque cuando comenzara el final de la fiesta, Harry se daría cuenta. Él no podía ser una mujer en ese momento, ya que sería demasiado extraño que una luchara por la mano de Aceto Balsamico. Tampoco podía participar como el Vizconde Forsizia, porque sería aún más extraño.

Podría haberse transformado de nuevo, dejando atrás la forma del hijo Forsizia. Pero, una vez más, si este hombre amaba genuinamente a Aceto Balsamico, su fachada no duraría demasiado.

Al entrar al gran salón, la música llegó a los oídos de Harry. Hombres y mujeres nobles bailaban en el centro, con muchos otros en los alrededores, cerca de las paredes, en donde se habían dispuesto mesas con la mejor comida del reino. Mayordomos y sirvientas paseaban constantemente, sosteniendo bandejas con copas delgadas para brindar. Todos eran elegantes, por lo menos en cuanto a vestimenta.

Lentamente y bordeando el lugar, se acercó a un mayordomo, tomando su bandeja con una pequeña sonrisa. Después, volvió a sus pasos, subiendo tranquilamente un par de escaleras, para llegar al gran asiento, casi un trono, sino fuera porque eso sería una ofensa hacía el Rey. Ahí, con mucho cuidado, se inclinó.

"Mi Señor, ¿necesita una copa?"

"¿Señor Potter?"

Bajando aún más la voz, habló con cuidado. "Velveno ha llegado al interior. Conde, cuando usted anuncie el comienzo de la competencia, úseme como una prueba. Por lo que me ha dicho, pocos nobles herederos usan magia, ¿verdad? Entonces, aquellos que la usan... uno de ellos, podría ser Velveno".

"E- Entendido", Balsamico tomó una copa antes de llevársela a sus labios, que nunca habían dejado de estar fruncidos. El plan era bastante simple, pero si amenazaba lo suficiente, quizás tan solo unos pocos continúen con la competencia.

Los ojos de Harry no dejaron de moverse hacía todos, pero continuó con su trabajo, entregando champagne a los invitados.

. . . .

Parte 2.

Cuando la música se detuvo y el ruido de una copa siendo golpeada suavemente resonó por el salón, todos miraron al Conde Balsamico, quien descendió desde su posición superior, entregando su copa a Harry. "¡Espero que todos hayan pasado una agradable noche! Pero, como he prometido en mis cartas de invitación, este día, se llevara a cabo un evento especial".

Seis plataformas que habían estado ancladas al suelo, como pistas de baile, se elevaron, flotando a diferentes alturas. "Mi hija necesita casarse, pero como era de esperar, no puedo dejar que cualquier tome su mano en matrimonio. Me gustaría un hombre que, por lo menos, sea capaz de pasar por una ardua prueba. ¡Que demuestre que tiene lo necesario para protegerla!", levantando una pequeña caja cuadrada, la abrió con reverencia, mostrando un anillo dorado, con una gema carmesí en el centro. "Este es el anillo Balsamico, que ha pasado de generación en generación dentro de mi familia".

"Sin embargo, no será tan fácil obtenerlo. No se trata simplemente de ascender por las plataformas, en una especie de carrera. Para esta ocasión, he contratado a un mago de Fairy Tail, el señor Harry Potter".

Tomando la caja que se le entregó, usó una transformación parcial de su Take Over. Sus alas de fuego emergieron desde su espalda y se elevó, observando con atención a los invitados, quienes jadearon un poco. "Aquellos que deseen casarse con mi hija, necesitaran derrotar al señor Potter y quitarle el anillo que tendrá bajo su protección".

Harry sonrió un poco, ahora parado en la plataforma final, justo delante y encima del asiento del Conde Balsamico. Por otro lado, Aceto, la joven en cuestión, miró con curiosidad el despliegue. No parecía afligida, ni siquiera ansiosa por su futuro. De hecho, se veía demasiado tranquila. Por unos momentos, su mirada se quedó en Harry, pero después, miró hacía posibles pretendientes. Muchos que habían dado un paso adelante, retrocedieron al ver a Harry desplegar sus alas de fuego.

"¿Nadie lo intentará?", Balsamico suspiró un poco, luchando entre el alivio y la preocupación. Lo primero porque no tendrá que entregar a su hija a un individuo débil o cobarde. Y lo segundo, porque Velveno todavía no hacía acto de aparición. Esto último, a decir verdad, era mucho, mucho más importante que todo lo demás.

"¡Lo haré!", repentinamente, una voz llamó la atención de todos. Un joven de baja estatura, usando un traje azul y pantalones del mismo tono. Su cabello era rubio, bien peinado y mantenía una mirada llena de determinación.

Antes de que alguien pudiera decir algo, salió corriendo antes de dar un gran salto hacía la primera plataforma, en la izquierda. Sus ojos estaban fijos en la figura de Harry, quien le mostró una pequeña sonrisa. "¡¿Eh?!", sorprendido, el joven tuvo que levantar sus manos cuando algo fue arrojado.

"¡¿Qué estás haciendo?!", Balsamico gritó enojado, viendo con incredulidad la forma en que el anillo era arrojado con su caja.

"Tú, chico, no eres de Forsizia. He descubierto a los verdaderos en su carruaje", Harry suspiró un poco antes de sacudir su cabello. "Velveno, te daré una oportunidad. Declárate aquí, frente a todos, con tu forma verdadera. ¿No es eso por lo que viniste?"

"T- tú... ", el criminal, quien todavía estaba usando la apariencia del heredero Forsizia, se quedó paralizado, sin saber como reaccionar.

"¿Qué estás esperando? Tanto mi maestro de gremio como el mismo Conde, mencionaron algo de ti: no creo que sea una mala persona, dijeron. Entonces, demuéstralo frente a todos. Pero cuando termines, vendrás conmigo. No puedes huir de tus actos delictivos. No obstante, con el tiempo, puedes redimirlos".

Honestamente, Harry se sentía agotado. La misión no era para él. Simplemente ha tenido suerte. Si Velveno tuviera malas intenciones hacía Aceto, habría ido por ella directamente, antes de que empezara la fiesta. Podría haberlo intentando uno o dos días antes, cuando la fiesta fue anunciada por toda la capital. Pero no hizo eso. Había esperado hasta ahora, para infiltrarse y luchar por el anillo. ¿No era eso demasiado extraño?

Saltando hacía Aceto, la forma de Velveno, regresó a la normalidad. Alto, con piel bronceada, un afro sobre su cabeza, y una barbilla un poco pronunciada. Orejas un poco puntiagudas y nariz chata. Su ropa era un pantalón blanco con los extremos más anchos, una camisa azul y una chaqueta marrón. Él no era el más guapo del lugar, pero tampoco era el más feo.

"¡No!"

A pesar del grito del Conde, nadie se movió. Los nobles tenían los ojos brillantes, como si estuvieran viendo la mejor forma de entretención del mundo. ¿Quizás era por los posibles chismes que se generarían con esto? Los guardias estaban parados, mirando entre Velveno, el Conde y Harry Potter. Los mayordomos y sirvientas, por otro lado, se habían pegado lo más posible a las paredes.

"S- Señorita Aceto, yo... ", Velveno tembló un poco, bajando la mirada para observar el anillo en sus manos. Cuidadosamente, se puso de rodillas y lo levantó, al igual que su mirada. "He estado enamorado de usted, pero nunca tuve la oportunidad de decirlo, no de esta forma. Intente visitarla, pero su padre me arrincono. Se lo juro, nunca he tenido malas intenciones hacía usted.

Aceto inclinó levemente la cabeza, solo para asentir. "El mago... el señor Potter, ha mencionado sus actos delictivos, Velveno. ¿De qué se trata eso?"

"¡Cierto!", Balsamico gritó. "¡No puedes casarte con un criminal!"

"He cometido un crimen, sí", Velveno suspiró. "Pero nunca he ido tan lejos como para matar o herir de gravedad a otros. Esta vez, la recompensa por mi cabeza, es por mi condición como mago, así como por escapar de prisión. ¡Sin embargo, señorita, ¿realmente cree que valgo dos millones? Ese valor... en realidad... es por su padre".

"¡Miente! ¡Miente! ¡Está mintiendooo!"

Aceto frunció un poco el ceño a su padre. Pero fue solo un par de segundos, ya que una pequeña sonrisa surgió en sus labios. Dando unos cuantos pasos, se acercó, tomando el anillo que sostenía Velveno. "Mi padre siempre ha sido ese tipo de persona. Incluso cuando estabas aquí, no me dejaba salir demasiado. No me gusta eso. Por lo menos, tus historias y conversaciones, eran entretenidas. Velveno, aceptaré tu propuesta, pero con una sola condición".

"¡Lo que sea!", Velveno estaba en el noveno cielo. Sus mejillas estaban un poco sonrojadas y sus labios parecían partir su cara, mostrando una dentadura sorprendentemente perfecta.

"Entrégate".

"... "

"No puedo casarme con alguien que ha escapado de la cárcel. Tampoco con alguien quien no ha cumplido con su sentencia. Te escribiré. Te esperaré. ¿Puedes hacerlo?"

Velveno miró a Harry, quien se encogió de hombros. "No tengo intenciones de golpearte si vienes en paz. Robaste unas cuantas cosas, hombre. Dentro de unos meses, estarás libre. ¿No vale la pena por tu amor?"

Suspirando un poco, Velveno se levantó. "Lo haré", dijo seriamente. "Me convertiré en un hombre limpió. Alguien que este a la altura de usted, señorita Aceto. ¡Se lo prometo!"

Harry saltó desde la plataforma en ese momento. "Llamaré a los Caballeros Rúnicos. Velveno, tienes unos minutos para decirle lo que quieras".

"¡No sé que más decirle! ¡La amo más que cualquier otra cosa en este mundo!", el gritó, cada vez más avergonzado. En su mente, ha creado muchos planes para llevarse a su amor, pero nunca imaginó que todo terminaría de esta forma. Estaba feliz, pero también desconcertado.

"Eso es suficiente para mi", Aceto sonrió y, con una expresión un tanto traviesa, miró de soslayo al resto de nobles. "Como noble, uno no tiene demasiadas oportunidades de amar a otros. Creo que tengo algo de suerte".

"¡Me niego! ¡No aceptaré tal cosa!", el Conde Balsamico, se acercó rápido a su hija, tirando de su vestido. Había perdido completamente la paciencia. Cualquier dignidad creada, se esfumo, dejando atrás nada más que un hombre viejo que se veía como un niño feo haciendo berrinches a su madre.

"Padre, no te queda de otra que aceptarlo".

"¿Qué... ? ¿Qué significa eso, Aceto? No me digas, tú... ¿te revelas en mi contra? ¿Contra tu propio padre?"

"No iría tan lejos como para llamarlo una rebelión. Pero, padre, usted mismo es consciente de las tradiciones de nuestra familia. En estos momentos, ya me encuentro comprometida. Por lo tanto, soy capaz de dirigir ciertos asuntos dentro de la familia Balsamico. Uno de ellos, es organizar mi propia vida como mujer comprometida y, en un futuro, casada".

"N- No... ¡No puedes!"

Aceto suspiró un poco antes de agitar su vestido, alejando las manos de su padre. "Por favor, ten un poco más de dignidad, estás frente a varios nobles del reino. Me avergüenzas".

Harry puso una mueca ante esas dos últimas palabras. Parecía que Aceto había estado esperando decir ese tipo de cosas. Negando con la cabeza, se alejó un poco para llamar a Favius. Pero antes de eso, miró hacía atrás. "No se olviden que me deben dos millones de Jewels".

"¡No te daré nada! ¡No hiciste tu trabajo, mocoso!"

"Usted ha enviado un trabajo al gremio Fairy Tail. No pagar un trabajo que ha sido completado, va en contra de las leyes del Consejo Mágico, así como las del Reino de Fiore. Conde, usted es un noble, debería de saber este tipo de cosas".

"No se preocupe, señor Potter", Aceto sonrió, cada vez más brillante, como si se estuviera liberando de sus grilletes. "Usted recibirá la cantidad exacta de lo acordado. No, le daré algo más. Después de todo, si no fuera por usted, no podría haberme reencontrado con Velveno de una forma tan pacífica".

Levantando una ceja, Harry la miró antes de sonreír. "Creo que usted tiene futuro como noble. Sabe mantener los contratos. Por cierto, Velveno, ¿ni siquiera le darás un besito? ¡Hermano, no te acobardes ahora! Luego tendrás que esperar meses".

"Uh... ", el hombre miró a Aceto, quien lo hizo de regreso, sonriendo cálidamente. Con mucho cuidado, tomó su mano y se acercó. El pobre hombre, de verdad estaba temblando por todo lo que estaba pasando.

"¡Que vivan los novios!", Harry gritó como broma, solo para ver que la lacrima se había encendido. "Ey, Favius, yo ya he terminado.... "

"¡¡Que vivan!!"

Harry casi arrojó la esfera de cristal al suelo ante la enorme cantidad de gritos poderosos que llenaron el salón. Con los ojos bien abiertos, miró a los nobles, sin saber que pensar. "¿Harry? ¡¿Qué pasa?! ¡Responde!"

"Oh, sí. Te necesito por aquí. Todo ha salido de maravilla. Velveno ha decidido entregarse voluntariamente".

"¿En serio? ¿Por qué?"

"Requisito para que pueda casarse con su enamorada".

".... ¿Me... estás jodiendo?"

"Sí".

"¡Maldito!"

"En realidad, no. Es verdad. Ven ahora, antes de que me arrepienta y los deje escapas como los pájaros del amor que son esos dos".

"¡Ni se te ocurra moverte!", Favius rugió antes de que farfullara cosas como: "Maldito chico... tanto para un ascenso... "

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