Capítulo 1: Un día lleno de cosas nuevas... ¿quizás?
En un bosque repleto de árboles de gruesos troncos de un tono verde, los pájaros cantaban y la luz del sol iluminaba todo el lugar. Las flores parecían bailar con la suave briza que pasaba por entre todos los troncos y sus raíces que sobresalían desde el suelo. Algunos insectos pasaban por todas partes, unos pocos haciendo ruido, mientras que otros, tan solo se mantenían quietos, como si estuvieran vigilantes a algo.
Definitivamente era un buen día, lleno de una paz que parecía ser capaz de mantener tranquilo el corazón y purificar el alma. No obstante, dentro de una casa que se encontraba en el interior de un gran árbol, una mujer mayor, solo podía suspirar, resistiendo sus ganas de querer gritar y maldecir a cualquier cosa que hubiera arruinado su día. Estaba sentada justo a un lado de una cama. La habitación con sus paredes verdes, tenía una sola ventana por donde entraba luz, pero eso era suficiente para iluminar todo el lugar. Sus manos se movían lentamente, estrujando una pequeña toalla blanca. Gotas de agua cayeron sobre una pequeña palangana, extrayendo todo el líquido que pudiera ser demasiado. Solo después de eso, la colocó en la frente de un joven que estaba con los ojos cerrados, durmiendo en la cama, con una sabana ligera que llegaba cerca de su cuello.
Porlyusca, la mujer mayor, ya una anciana con arrugas en la cara, frunció un poco los labios. Así como muchos otros días, esperaba pasar estudiando medicina o yendo a la ciudad para comprar ciertas cosas que la ayudaran con sus propios pasatiempos que estaban relacionados con su trabajo. Había querido comer un poco de pastel por la tarde, con una taza de té. Quería haber podido leer un libro tranquilamente, escuchando la naturaleza del bosque, sin que una sola persona lo molestara. Pero aquí estaba ella, intentando ayudar a un completo desconocido. Y si bien de eso mismo se trataba su trabajo, todavía era increíblemente irritante, sobre todo con la forma en que este joven había llegado.
"He llegado", una voz llegó a sus oídos. Pudo sentir que la puerta de su casa, había sido abierta, a pesar de que estaba a dos habitaciones de distancia. Se trataba de un anciano, de una estatura muy baja, casi como un niño menor de diez años. Esta persona parecía tener una disposición amable, pero existía una luz severa que se intentaba esconder dentro de sus ojos. "Así que... ¿sabes quién es? No todos los días aparece un joven de la forma en que la que me lo dijiste. Y solo para verificar, ¿de verdad cayó sobre tu cabeza?"
Porlyusca gruñó antes de abrir la boca, dispuesta y preparada para gritarle a su viejo amigo, pero luego frunció el ceño, recordando a quien tenía recostado en la cama. "Sí", respondió ella, resoplando un poco. "Su cabeza golpeó la mía. Pensé que, quizás, me estaban atacando. Pero cuando vi al niño tirado en el suelo... Cuando vi como es que se cerraba una especie de portal en el aire sobre nosotros... "
"¿Crees que... ?"
"No lo sé", frunciendo el ceño, comentó mientras quedaba mirando fijamente al niño. Había sanado algunas heridas que tenía: rasguños, más que nada. Lo que más trabajo le llevó, fue quitar todo lo que se consideraba malo en su cabeza. No en un aspecto de recuerdos, emociones o comportamientos. Literalmente hablando, tenía algo dentro de su cabeza que tuvo que eliminar para que pudiera sanar mucho mejor. "Tiene magia en él. Eso, puedo decirlo con certeza. Mira, también tenía esto".
"¿Hm?", el anciano tomó una varita que se le había entregado. Parpadeando un par de veces, la examino. "Oye, esto es interesante. La madera parece normal a simple vista, pero tiene cierto sentimiento... mágico. ¿Tiene algo en el interior?", murmuró, entrecerrando los ojos en las grietas, que parecían liberar un tenue brillo rojo y anaranjado.
"Tal vez el núcleo de la varita. Por su color, ¿una lacrima de fuego?", el hombre negó con la cabeza antes de guardarla. "Se la llevaré a alguien para que la examine. ¿Puedes decirme algo más de él?"
Frunciendo el ceño, de nuevo, Porlyusca pronunció cuidadosamente. "¿Puedes ver la cicatriz en su cabeza? Contenía una cantidad bastante grande de magia oscura. Me costó bastante liberarla sin causarle daños. Y fue bastante asqueroso ver como es que algo negro salió de ahí. No era sangre, sino que algo diferente".
"Parece que tuvo bastante suerte. ¿Quieres que lo lleve conmigo, cuando despierte?"
"¡Por supuesto!", ella levantó un poco la voz, enojada. "Sabes que no me gusta tener a gente rodeándome. Tú eres el experto en cuidar de mocosos perdidos, heridos o con vidas problemáticas".
El hombre puso una mueca. "Bien. Supongo que puedo hacer eso. No es como si tuviera cosas más importantes por hacer. ¿Puedes despertarlo?"
"Ya debería poder hacer por si mismo", Porlyusca se levantó. "Solo espera un poco más", dijo mientras caminaba hacía la salida de esa habitación. "Estaré en mi salón por si necesitas algo. No hagas nada extraño, Makarov".
"¿Quién crees que soy, mujer?"
"Un anciano exasperante, problemático y pervertido".
"Oye, oye... ", Makarov, dejó caer su cabeza, un poco deprimido. Suspirando un poco por el comportamiento de su vieja amiga, decidió caminar unos cuantos pasos antes de colocar las manos sobre la silla e impulsarse para sentarse. Sus pies quedaron colgando un poco del borde, y su trasero no llegaba al final de la misma. Sus viejos ojos quedaron mirando al joven que estaba durmiendo. Su piel era de un tono blanco, pero saludable. Su cabello negro era bastante desordenado, y había una cicatriz en su frente que todavía estaba roja, como si hubiera sido hecha hace no mucho.
Para él, esto no era nada nuevo. Estaba acostumbrado a lidiar con jóvenes que habían perdido algo en la vida, o que desde un principio, no tenían mucho. De hecho, estaba rodeado de ellos, constantemente. La forma en que fue criado, sus principios, así como su propia personalidad, provocaban que no pudiera evitar ayudar a los niños que necesitaban una mano, incluso aquellos que podrían considerarse como criminales.
"¿Oh?", luego de unos minutos, balanceando sus pies mientras pensaba, se dio cuenta que el joven hacía un poco de ruido. Sus parpados cerrados, se movían erráticamente, hasta que se fueron abriendo lentamente. "Has despertado. ¿Cómo te sientes?", la voz de Makarov, sorprendió un poco al chico, que intentó moverse, pero terminó con una mueca de dolor. Su cabeza se movió, mirando el lugar en el que estaba, pero sobre todo, su cuerpo tapado con una sabana sobre la cama.
"Si te duele algo, no dudes en decirlo. Tenemos a una sanadora bastante competente por aquí".
"¿Quién... ?", una voz ronca salió desde la boca del joven. "¿Quién... eres?", preguntó, completamente confundido de su situación. "¿Donde estoy?"
"Soy Makarov Dreyar, Maestro del Gremio Fairy Tail. Dime, muchacho, ¿cómo te llamas tú? Parece que has pasado por algo bastante extenuante. Caíste directamente sobre la cabeza de Porlyusca. Ah, por cierto, ella es quien te ha sanado las heridas que tenías".
"¿Gremio... Fairy Tail?", el joven frunció el ceño y se quedó mirando al techo, intentando reconocer ese nombre. Sin embargo, cuando reconoció la pregunta de Makarov, se sintió más desconcertado. Intentó encontrar una respuesta clara, pero se le dificultaba un poco. Parecía estar en la punta de su lengua, pero era imposible de pronunciar. Por lo menos, completamente. "Harry... ", murmuró antes de mirar a Makarov. "Me llamo Harry".
El anciano, asintió. "Harry... Bien. Parece que te ha costado. ¿Recuerdas algo más?"
"Yo.... no mucho... ", dijo él, gimiendo un poco mientras tomaba asiento. "¿Creo que tenía personas a mi alrededor? Recuerdo una luz bastante grande, pero después de eso... ", un dolor de cabeza lo golpeó, provocando que apretara el lado derecho de su cabeza. "Lo siento... "
"No tienes por qué", Makarov saltó un poco para pararse en el suelo, mirando hacía arriba. "Si tienes amnesia, es cuestión de tiempo para que puedas recuperar todos esos recuerdos. Además, Porlyusca podría ayudarte mejor con eso. Por ahora, como no pareces tener a nadie ni nada, ¿por qué no vienes conmigo? De esa forma, no tendrás que preocuparte por donde vivir".
"Yo... no lo sé... ", Harry lo miró avergonzando. No sabía que hacer. Pero su mente le decía que no deseaba ser una molestia. "¿De verdad puedo? ¿No sería problemático para ti?"
"Para nada", Makarov se rio en voz baja. "Créeme, muchacho, eres uno de los más tranquilos que me he encontrado. Pero, antes de eso, déjame hacerte unas cuantas preguntas. Después de todo, es importante saber que recuerdas, y que no".
"¿Sabes como hacer cosas básicas? Me refiero a algo como ir al baño".
"Sí... "
"¿Te suena el Reino de Fiore?"
"Ehm... no... "
"¿Y la magia?"
"¿Magia?", Harry parpadeó antes de bajar un poco la cabeza. Makarov no lo apresuró, simplemente se quedó esperando pacientemente. "Sí, creo. ¿Tenía una varita? Creo que también recuerdo a un hombre, uno muy alto y ancho, diciendo que era un mago. Pero... ", se detuvo cuando siseó de dolor. Su cabeza pulsaba constantemente, como si tuviera el corazón dentro de su cráneo.
"Está bien, no tienes que intentarlo demasiado, no si te causa dolor. Iremos, poco a poco, en el futuro. Ahora, lo más importante, es que puedas descansar para recuperarte completamente. Llamaré a Porlyusca para que te examine un poco más".
. . . .
Parte 2.
"¡Y no regresen!"
Mirando el bolso que le habían arrojado, Harry se sintió desconcertado, aún más de lo que ya estaba debido a su situación. Lo había echado de la casa en donde estaba. Lo echaron junto a Makarov, quien en realidad había sido levantado del cuello de su abrigo y lanzado hacía el exterior como una especie de muñeco.
"¿Está esto bien? Pensé que me examinaría".
"Si nos ha sacado de su casa, quiere decir que ya lo ha hecho", Makarov se dio suaves golpecitos para sacudir el polvo de su ropa. Luego, levantó la mirada. "¿Por qué no revisas lo que tienes ahí?"
Mirando el bolso, abrió la parte superior. Dentro, contenía varios tipos de frascos con líquido y también otros con pastillas. Pero lo único que sacó, es una nota que tenía todas las indicaciones para tomar lo que, claramente, es medicina. "Oh... ", murmuró con una pequeña sonrisa. "Ella parece amable, aunque no quiera demostrarlo".
"¡Cierto! Esa es Porlyusca", Makarov sonrió mientras caminaba hacía delante. "Vamos. No te alejes demasiado. Si bien esta parte del bosque no es peligrosa, todavía no sabes el camino".
Harry caminó un par de pasos detrás de Makarov, apretando el bolso entre sus brazos. Cada paso que daba, parecía demasiado cauteloso, como si estuviera esperando peligros que aparecieran repentinamente desde las sombras de los árboles o de entre medio de los arbustos. Aún así, sus ojos parecían mostrar cierto destello de curiosidad.
"¿Te gusta el bosque?"
"Es bastante... bonito", Harry sonrió, pero luego mostró algo de tristeza y desconcierto que se entremezclaban en su expresión. "Aunque... no sé si he estado aquí, antes. ¿Quizás estuve en un bosque similar? Se siente... ¿nostálgico?"
Makarov se dio cuenta que a Harry no le gustaba su situación. Desde el hecho que parecía preparado para luchar, hasta sus expresiones. Pero era completamente comprensible. ¿A quién le gustaba vivir lleno de incógnitas? El chico ni siquiera parecía recordar su nombre completo. Mientras caminaban, tuvieron que pasar saltando por las rocas de un arroyo, subir un poco el terreno desigual y luego rodear un poco, hasta que llegaron a las puertas de una bonita ciudad.
Los caminos de piedra eran limpios, con edificios: casas, negocios y demás, también en piedra, la mayoría de ellos. Los techos eran coloridos, lo que generaba cierta individualidad entre cada lugar. Lo que llamó la atención de Harry, eran los caminos de agua que dividían la calle por donde pasaban, unidas por puentes que no eran muy grandes, quizás de unos cuatro o cinco metros de longitud.
"Esta es Magnolia", Makarov le informó con una pequeña sonrisa. "En el centro, se encuentra la catedral de Kardia. Es un punto bastante notable, así que si te pierdes en el futuro, puedes tenerla como referencia. En el norte, es donde tenemos que ir. Al edificio del gremio, cerca de las orillas del lago Sciliora".
Harry asintió levemente. "Se ve bien", murmuró lo suficientemente alto como para ser escuchado por Makarov. Pero en su corazón, se sentía un tanto intranquilo. No sabía porque; no podía entenderlo. A pesar de lo bonita que era la ciudad y esa sensación de paz que generaba, algo le decía que esto era imposible de mantener para él. Eso, a su vez, lo hizo sentir triste y enojado al mismo tiempo.
Avanzando hacía el norte, Harry se dio cuenta que Makarov era bastante conocido. Muchos lo saludaron cordialmente, tanto personas jóvenes como adultas, incluso ancianos que se veían más viejos que él. Todos parecían tenerle cierto nivel de respeto.
Después de varios minutos caminando y conociendo un poco la ciudad, llegaron cerca de las orillas del lago. El edificio del gremio no era demasiado grande, pero tampoco se podía describir como pequeño. Parecía tener un total de tres pisos, pero cada uno más pequeño que el anterior. Las puertas eran bastante grandes, de un color rojo, con un gran letrero en la parte superior que decía: FAIRY TAIL.
"¿Eres bueno esquivando?", Makarov lo miró con algo parecido a la vergüenza. "Uh... no importa, no creo que recuerdes algo como eso. De todos modos, no dejes que los mocosos te atrapen con sus cosas". Harry no entendía eso, hasta que abrió las puertas, en donde una cantidad impresionante de ruido inundó sus oídos. Gritos de diversión, pero también algunos insultos mezclados. Música y pasos por todos lados. Todos lo ignoraron mientras llegaban a una barra, que estaba siendo atendida por una bonita chica de cabello plateado.
"Oye, Mira, ¿puedes darme la marca?"
"Maestro... ", Mira le sonrió, dejando de lado la jarra de cerveza que estaba limpiando. "Pensé que había ido con la señora Porlyusca, pero regresó con un nuevo miembro".
"No te preocupes demasiado. El chico no recuerda muchas cosas", Makarov la miró con un poco de seriedad. "Le pondré nuestra marca, y luego lo llevaré a mi despacho para explicarle algunas cosas. Por cierto, ¿sabes si Erza ha regresado?"
"Ella no lo ha hecho. Tampoco Natsu. Salió corriendo cuando Krov le dijo algo sobre Igneel, aunque creo que es totalmente falso".
Makarov asintió al escuchar eso, tomando en su mano derecha, lo que se veía como un sello de alguna clase. "Ven aquí, Harry. Como ahora serás un miembro de Fairy Tail, necesitas tener la marca en algún lugar. ¿Dónde la prefieres?"
"¿Marca?"
"Es como un tatuaje. Ah... un dibujo en tu piel".
Harry asintió antes de pensar un poco. Al final, simplemente se encogió de hombros cuando se arremangó un poco la manga en su brazo derecho, mostrando la parte anterior de la muñeca. Makarov plantó el sello, que liberó un tenue brillo, solo para que se diera cuenta de algo. "¿Qué color?"
"¿Ah?"
"¿Qué color te gustaría que fuera la marca del gremio?"
"Rojo", fue su respuesta, que salió casi de forma instintiva. El brillo blanco que provenía desde los bordes del sello, cambiaron a rojo. Un segundo después, cuando Makarov lo levantó, Harry se tocó la marca con curiosidad. No había ni un solo relieve. De verdad era como si hubieran pintado en su piel.
"Bueno, bienvenido a Fairy Tail, muchacho".
"¿Gracias? Todavía no lo entiendo del todo, pero sí, gracias por ayudarme, señor Makarov".
"Puedes llamarme maestro, si quieres. O también, abuelo. Muchos lo hacen por aquí".
"Entiendo", Harry sonrió un poco antes de que se moviera, siguiendo al anciano que movió la cabeza para que lo hiciera. Mira, quien se quedó en su posición, un poco curiosa, los miró irse antes de que se encogiera de hombros.
"¿Debería decirle a los demás?", ella se preguntó. "Creo que una fiesta sería genial".
Los dos subieron al tercer piso, en donde se encontraban solo unas tres habitaciones, por lo que se podía saber por el número de puertas.
"Hay muchas cosas que tengo que enseñarte", Makarov comentó mientras tomaba asiento detrás del escritorio. Su despecho no era demasiado grande. No era elegante. Simplemente una habitación con un escritorio, un par de estantes llenos de libros, y documentos encima de su mesa. Estaba justo delante de un par de ventanas que daban al exterior, en un pequeño patio. Se podía ver el lago desde ahí, lo que era bastante bueno. "Ah, sí, pero antes de eso. No vayas al segundo piso".
"¿Aunque haya pasado por ahí?"
"Ocasión especial", Makarov, sonrió. "Supongo que es mejor explicarlo. Un gremio, más específicamente, un gremio mágico, es un lugar en donde se reúnen magos para hacer trabajos. Cada trabajo tiene su propio rango, dependiendo de la dificultad. El segundo piso tiene los trabajos más peligrosos, y solo pueden subir los magos de Rango S o superior".
"Entonces.... si hago un trabajo, ¿me pagan?"
"Sí. Exactamente. Cada trabajo tiene su propia remuneración. En la mayoría de casos, todo ese dinero será para ti. En otros, una pequeña parte, irá hacía el gremio. Pero esos trabajos son un poco más especiales, no te preocupes. Por ahora, me gustaría que aprendas un poco más. O que recuerdes".
"Porque para poder hacer trabajos de mago, también necesitas entender mejor las leyes, así como la importancia del Consejo Mágico", Makarov suspiró un poco al pensar que necesitaría explicar muchas cosas. "Por cierto, tengo esto", dijo, sacando la varita que había guardado en su abrigo. "Porlyusca la encontró en tu cuerpo. Es una varita mágica, así que ya deberías de saber algo de magia. El problema es... "
"No lo recuerdo", Harry hizo una mueca. Extendiendo su mano, tomó la varita, examinando las grietas. "¿Parece que no funcionara? Parece rota".
"Cierto. Podrías aprender magia, de nuevo. Hay muchos libros en la biblioteca. Puedes entrar cuando quieras".
"Creo que lo haré", dijo con una sonrisa, pero luego se detuvo. "Uh... aunque no sé si podría leer".
"Podemos verificarlo inmediatamente", el anciano tomó uno de los documentos en su escritorio y se lo entregó a Harry. "¿Entiendes algo de eso?"
Al ver las letras, Harry apretó los labios. "No... para nada".
"Bien... Al menos, eso bueno saberlo", Makarov asintió con seriedad. "Creo que tengo una idea. Conozco a alguien que es bastante buena enseñando, pero sobre todo, genial con los libros. ¿No te molesta que alguien de tu edad te enseñe?"
"Para nada, tengo una amiga que... Oh... "
"¡Bien! Parece que ya estas comenzando a recordar cosas", Makarov saltó un poco en su asiento, feliz de ver un progreso tan rápido. "Como se esperaba de Porlyusca. Parece que ya había comenzado a tratar ese problema. Deberías seguir sus instrucciones sobre la medicina al pie de la letra. Seguramente, dentro de poco, podrás volver la normalidad".
"Eso espero", Harry sonrió, sintiendo algo cálido al recordar que tenía una amiga. No tenía un nombre o un rostro, pero ese generó algo de felicidad en él.
. . . .
Parte 3.
Levy McGarden, una adolescente de baja estatura, esbelta y con el cabello de un extraño color azul, sonrió mientras miraba a su estudiante mirando por todos lados. Estaba usando anteojos que le permitían leer mucho más rápido y, de esa forma, agilizar su aprendizaje. "Parece que te gustan", ella comentó con una pequeña risa.
"Sí. Creo que también usé unas antes. Anteojos, quiero decir. ¿Quizás la señora Porlyusca me arregló los ojos? Ahora que tengo esto puesto, se siente como si un pequeño peso hubiera regresado a mi, si es que eso tiene algo de sentido".
"Oh, lo tiene. Mucho, de hecho. A veces, cuando paso demasiado tiempo leyendo y me las saco, siento que las necesito de regreso. De hecho, tengo una amiga que a veces se olvida que tiene sus anteojos puestos".
Harry asintió antes de mirar los muchos libros en una de las mesas de la biblioteca. "Espero que no sea una molestia para ti".
"¡No te preocupes!", Levy golpeó suavemente su pecho con un puño. "Me gustan los libros. Además, el maestro me dijo que podía considerarlo un trabajo, así que recibiré un pago al final".
"Por cierto, ¿qué tan rápido puedo leer con estas?"
Levy sonrió mientras colocaba una mano en su cintura. "Tienen una lacrima de 18x, así que dieciocho veces más rápido. Genial, ¿verdad?"
"¡Definitivamente!", Harry se sintió sorprendido. Ahora tenía mucha más confianza para aprender el idioma. "¿Cómo debería comenzar?"
"Con este", tomando asiento, Levy tomó un libro. Era delgado, con una portaba bastante animada y colorida. "A veces, los libros para niños son muy útiles. Contiene un abecedario completo, así como ejemplos en los que se usan cada letra. He preparado unas cuantas preguntas para cada libro, así que primer léelo. Si tienes dudas, no evites hacer una pregunta, ¿bien?"
"Entiendo. Una vez más, gracias por esto. Eres una salvavidas".
Ella se sintió feliz al escuchar eso. Y mientras Harry comenzaba con su lectura 18 veces más rápido, se quedó pensando un poco. Por lo que podía ver, el nuevo integrante del gremio, parecía ser alguien agradable. Tomando en cuenta su apariencia, lo consideró alguien guapo. Pero no se sentía como alguien arrogante u orgulloso por eso. En realidad, se veía un poco adorable con esa expresión seria en su rostro, al leer. ¿Quizás es porque no recordaba cosas?, ella pensó. Se sentía, un poco, como un niño de verdad, como uno que estaba recién en su primer día de clases.
Levy no sabía de donde venía ni lo que sucedió, pero tampoco es que le importara demasiado. Por experiencia, sabía que muchos de los miembros en el gremio, tuvieron pasados bastante problemáticos. Algunos, incluso peligrosos. Pero estaban aquí, dentro de la sociedad, haciendo cosas buenas, o por lo menos, intentándolo. Ya sea por admiración de miembros más antiguos o por el empujón de Makarov, todos querían intentar ser sus mejores versiones de si mismos.
Por eso, ahora mismo, Levy no se sentía preocupada. Mientras este chico quiera intentar seguir adelante, incluso si nunca recordaba su pasado, sabía que tendría mucho apoyo a su alrededor. Personas que no lo dejarían ir por el mal camino. Posibles amigos que protegerían su espalda o que lo golpearían hasta que entrara en razón. Así es Fairy Tail. Lo ha sido desde hace años.
"Creo que lo entiendo".
"¿Sí?"
"Um", Harry la miró y asintió. "¿Quizás las letras eran igual, pero utilizadas en un orden diferente? O tal vez, parecidas".
"¿Hablas de lo que sabías antes de tu amnesia? Es posible. Muchos de los idiomas actuales, guardan semejanzas. De hecho, incluso los antiguos, tienen similitudes unos de los otros. Pero ten cuidado, quizás escribirlo es una cosa, pero pronunciarlo, es otra diferente. Aunque no lo creo, en este caso", Levy parpadeó y su boca se quedó un poco abierta. "Espera, si hablas un idioma diferente, ¿cómo es que puedo entenderte? Uh, puedo hablar varios idiomas, pero ahora mismo... "
"Ah... es verdad, ¿por qué?", Harry se quedó igual de confundido.
"¿De verdad no sabes leer?"
Harry frunció el ceño. "El maestro Makarov me mostró uno de sus documentos. No lo pude entender. Pero este libro... ", cada vez más confundido, Harry miró el libro para niños. "¿Crees que tenga que ver con la magia? ¿O mis recuerdos? Quiero decir, claramente pude leerlo, a pesar de que antes no pude con el documento".
"Tal vez ese documento despertó una parte de tus recuerdos. El idioma es una cosa bastante normal en las personas. Algo que se usa todos los días, y solo se volverá un problema cuando estás en otro país con una forma de hablar diferente. Es posible que, inconscientemente, hayas podido recuperar tu capacidad de leer, sin que te hayas dado cuenta", Levy se frotó la frente. "Disculpas, te di un libro sin tener en cuenta estas cosas".
"Oh, vamos, no digas eso. Ya es suficiente que quieras ayudarme".
"Cierto. Pero sigue siendo un error", Levy negó con la cabeza. "De todos modos, avancemos un poco más. Primero probemos a deletrear algunas palabras. Los animales, por ejemplo, que ya aparecen en ese libro. Primero, águila".
"Sí", Harry asintió mientras comenzaba con su pequeño examen.
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