¥ Semana Sad ¥ (5) pt1
₩ Weasley Bill ₩
La prueba de embarazo estaba sobre la mesa de centro en la sala de la casa
Helena se había comprado una prueba casera de embarazo muggle para confirmar sus sospechas
Después de varios minutos ella tomó la prueba con manos temblorosas y la observó detenidamente. Una gran sonrisa se le formó en los labios y se tocó el vientre.
Estaba embarazada
— No puedo creerlo— Susurró con finas lágrimas pendiéndole de las pestañas— Voy... voy a tener un hijo de Bill
Poco le faltó a la chica para que se pusiera a saltar por toda la casa de la felicidad, a cambio, vio una y otra vez la prueba sin poder creérselo todavía. Estaba realmente sorprendida pues Bill y ella llevaban poco tiempo de casados y la posibilidad de concebir un hijo eran escasas por el trabajo de Bill y el poco tiempo que le quedaba a ella después de todo lo que hacía en el día. Eso sería sin duda algo que los llenaría de dicha a ambos
Helena corrió hasta su habitación y escondió la prueba para que Bill no la viera en la mesa de centro, le prepararía una cena especial y le daría la noticia después de que llegara del trabajo. Se colocó un delantal y con un movimiento de su varita, hizo que varios ingredientes salieran de las alacenas y se pusieran a mezclarse entre sí. Helena sonrió. Esa se convertiría en la noche más preciada de sus vidas
Después de que el reloj marcara las tres de la mañana, Helena se convenció de que Bill no llegaría. Otra vez. La cena se había enfriado y las velas estaban ya consumidas; el whisky de fuego perdió su sabor mientras que el vestido y el maquillaje de Helena se habían arruinado. Tras un suspiro profundo se puso de pie dispuesta a irse a la cama
Entonces Bill apareció por la puerta
Llevaba su maletín en la mano y el saco de su traje en la otra, cuando vio lo que había quedado de la cena hizo una mueca
— Que bueno que apareces, William. Estaba comenzado a creer que habías olvidado donde vives. De nuevo
— Lo siento. Me he topado con mucho trabajo en el banco
— Ya, claro
— ¿Hoy es un día especial? — Preguntó señalando el whisky de fuego y la elegante cena. Ella hizo una mueca
— Lo era
— ¿Por qué? ¿Qué celebramos?
Helena se lo pensó muy bien antes de hablar, las ganas de soltarle la noticia a Bill la invadieron de pronto, pero tuvo que controlarse. Ese ya no era el momento indicado, ahora debía buscar otro
Helena negó
— Olvídalo. No importa. Buenas noches William
Antes de que Helena pudiera subir las escaleras, Bill la detuvo
— Elle, ¿Sucede algo? — Ella hizo una mueca
— ¿De verdad te importa? — Ni siquiera esperó la respuesta de su marido cuando subió hasta su habitación para quitarse todo lo que llevaba puesto y dejarse llevar por el cansancio
Helena despertó sola en la gran cama de la pieza. Bill había salido temprano a trabajar dejándola a su suerte. Durante la noche se vio tentada a decirle lo que pasaba pues Bill no dejó de abrazarla por la cintura durante toda la penumbra en un intento por remediar el haberla dejado plantada con esa cena, aun así, Helena sacó fuerzas para no dejarse llevar por los encantos de Bill.
Se levantó con pesadez y se dispuso a limpiar la casa durante toda la mañana, preparó su desayuno y continuó con la limpieza del piso de arriba hasta que se hizo de tarde y tuvo que bajar para preparar la comida a la llegada de su esposo
No fue la gran cosa, después de haber sido atacado por ese hombre lobo, Bill había desarrollado un extraño gusto por la carne cruda; así, Helena solo tenía que colocar la carne directa y sería perfecto para él. Aun con todo lo demás, preparó un poco de ensalada y una tarta de calabaza que tanto le gustaba. Se sentó a la mesa y esperó que el padre de su hijo no se demorara demasiado
La tarde le había dejado paso a la noche y después a la madrugada, Helena ni siquiera había probado la comida manteniendo las esperanzas de que Bill llegara a la hora acordada para degustar juntos de la comida, miró el reloj y vio que de nuevo eran las tres. Bill entró inmediatamente después
Helena se puso de pie y cruzó los brazos por encima de su pecho
— ¿Sabes que, Bill? Creo que debería poner un letrero fuera de la casa donde especifique que este NO es un hotel. No puedes llegar a la hora que se te dé la gana— Él rodó los ojos y se acercó a Helena con la intención de besarla, pero se apartó al percibir un extraño olor desprenderse de su camisa
— ¿Qué es ese olor, William?
— ¿De que hablas? — Preguntó a la defensiva
— Parece perfume
La espalda de Bill se tensó
— Oh por favor, no digas tonterías, ¿Por qué alguien de mi trabajo usaría perfume?
— No lo sé, tu dímelo
— No es nada ¿Correcto? Tal vez al venir para acá ese extraño olor se me pegó o algo así
Helena frunció el ceño
— ¿Crees que soy estúpida?
— Yo no dije eso
— ¡En verdad lo crees! — Espetó indignada— ¡Son las malditas tres de la mañana, William Arthur Weasley! No puedes decirme que has estado trabajando todo este tiempo. Y ayer. Y antes de ayer. ¡Y todo el mes pasado!
Bill apretó la mandíbula y comenzó a subir las escaleras
— No tengo ganas de pelear, Elle
— ¿Y crees que yo sí? — preguntó con la voz cortada— Bill, lo único que quiero es que me digas la verdad— Una lágrima le resbaló por la mejilla. Lo cierto era que las hormonas la estaban volviendo loca. Bill se dio la vuelta y tras darle un beso en la frente, le limpió la lágrima errante con su dedo pulgar
— Esa es la verdad, cielo. Yo... tengo mucho trabajo
— Pero hueles a perfume, William— Él suspiró
— No sé porque, ya te lo dije
Helena miró hacia otro lado, ya no quería discutir. Sintió los labios de Bill presionarse sobre su cuello. Ella se estremeció
— Sabes que te amo
— Yo también te amo Bill— Helena supo que era momento de decirle la verdad, de una buena vez— William, yo... tengo algo que decirte
— ¿En serio? ¿No puede esperar hasta mañana?
Helena hizo una mueca
— Supongo que si
— Perfecto— Añadió Bill— Entonces vayamos a dormir. Me muero de sueño
Helena asintió y reteniendo el aliento, siguió a Bill hasta la habitación
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