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¥ Semana Sad ¥ (2)

₩ Weasley Fred ₩

—¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo? ¡Es estúpido!

Fred cerró los ojos y exhaló tratando de no perder la paciencia

—Beth ya hemos hablado de esto. Te quedarás aquí hasta que todo haya terminado. Y no es una petición, de hecho, te lo estoy exigiendo

La cara de Beth se volvió roja de rabia. Fred trató de tomarle la mano pero ella se apartó antes de que pudiera hacerlo

— ¡No puedo quedarme aquí! ¡No recibí entrenamiento de auror para nada!

— Ni siquiera lo terminaste

— ¡Porque me casé contigo!

Y sí. La única razón por la que Beth nunca terminó el curso de aurores fue porque Fred le propuso matrimonio cuando el escapó junto a su gemelo de Hogwarts, y Beth al ser mayor que él un par de años, tenía todo para ser uno de los mejores aurores; aunque poco después lo dejara para dedicarse a su vida de casada.

Molly Weasley carraspeó la garganta

—Chicos, este no es un buen momento para pelear — dijo con la voz vibrándole a causa del pánico.

Fred, Beth y el resto de la Orden estaban resguardados en la Madriguera a la espera de una señal para trasladarse hacia el castillo; Tonks estaba abrazada al pecho de su marido mirando la escena

—Creo que Fred tiene razón, Beth —Intervino Remus — Puedes mantenerte alejada de esto, Nymphadora también lo hará

La metamorfomaga se separó de él y lo miró

—¿Que? No

—Sí, Nymphadora. Lo harás — Ella estaba por replicar, pero Remus continuó—: El pequeño Ted te necesita

Después de eso, la metamorfomaga asintió sin saber que más decir. Beth negó

— Yo no voy a quedarme aquí, necesito ayudar en algo

— Ayudas manteniéndote lejos y a salvo de esta locura— Añadió Remus quien se separó de Tonks y avanzó hacia los demás— Nymphadora y tu pueden irse a casa de sus padres hasta que todo haya finalizado

— Pero...

— Nada— dijo Fred— Lo harás

Beth se cruzó de brazos y miró hacia otra dirección. Estaba tan enojada que quiso abofetear a su esposo hasta que la cara se le deformara, pero desistió al ver que George sacaba el galeón falso que había servido a los miembros del Ejercito de Dumbledore para informarles sobre las reuniones que se llevaban a cabo. Todos se miraron entre sí

— Esa es la señal— Anunció el señor Weasley— Vamos

Antes de que todos se dirigieran a la puerta, Remus se acercó a Tonks y la abrazó con fuerza para luego besarle dulcemente la frente. Fred intentó hacer lo mismo, pero Beth se apartó; él suspiró resignado, no le quedó más que alejarse e irse por la puerta al igual que los demás lo hacían.

Tonks y Beth quedaron solas en la Madriguera, la metamorfomaga tomó del brazo a la chica y al tocar la punta del traslador de la cocina, aparecieron instantáneamente en la sala de la familia Tonks

Beth hacía sonar los nudillos estando sentada en uno de los divanes de la sala. Tonks cargaba al pequeño Ted mientras lo mecía para que se pudiera dormir y dejara de sollozar como lo había estado haciendo hace ya quince minutos; Andrómeda caminaba de un lado al otro del salón jugando con el delantal que llevaba puesto.

Beth decidió que ya había esperado lo suficiente. Se puso de pie ante las miradas de las dos mujeres

— Ya basta, me voy

— ¿Qué? — Tonks se acercó a ella con el entrecejo ligeramente fruncido— Fred y Remus dijeron que debíamos quedarnos aquí

— Ya se lo que dijeron— Beth cogió su varita de la mesa de centro colocándola en uno de sus bolsillos— Y haré justo lo contrario

— Pero Beth...

— Puedes quedarte tu si quieres ¿Está bien? Pero yo no. No puedo quedarme aquí sin hacer nada mientras los demás están ahí, en medio de una batalla. Puede ser que me necesiten, Tonks

La reciente madre pareció pensárselo un poco y mientras mecía un poco más al pequeño Ted, asintió

— Tienes razón. Vamos, iré contigo

— ¿De verdad? ¿Y Ted?

— Puede quedarse con mi madre— Andrómeda caminó hasta ahí y tomó a su nieto con cuidado de no despertarlo. Beth se mordió el labio nerviosa

— ¿Estás segura? Mira, acabas de ser madre y tu hijo te necesita. Entendería si...

— Se quedará con mi madre, pase lo que pase él estará bien— Tonks le sonrió a Beth dándole un poco más de confianza. Ambas se tomaron de las manos y mantuvieron un largo silencio, como si estuvieran orando para que todo saliera bien. Tonks cogió su varita y susurró—: Es hora

Cuando ambas llegaron al lugar, los estudiantes y maestros corrían de un lado al otro sin preocuparse en la dirección a la que iban. Tonks y Beth corrían juntas esquivando multitudes y subiendo y bajando escaleras; tardaron más de veinte minutos en ver que Remus se encontraba en la Torre de Astronomía. Se dirigieron hasta ahí corriendo sin detenerse a descansar.

Al llegar, Tonks se lanzó a los brazos de su marido

— ¡Remus! — el licántropo reaccionó al llamado y aprisionó a Tonks entre sus brazos

— ¿Tonks? ¿Qué haces aquí? Deberías estar con Ted en casa de tus padres

— Ted va a dormir toda la noche, no se dará cuenta de nada

— Pero él te necesita

— Tú me necesitas más justo ahora

Beth se maldijo antes de intervenir en ese dulce momento, carraspeó la garganta atrayendo la atención de Lupin

— Remus, ¿Dónde está Fred?

— Abajo, junto a Percy— Beth chasqueó la lengua y sin decir nada más, bajó de nuevo para ir en busca de su esposo

Con la varita en mano, Beth avanzó por los pasillos con la esperanza de ver a Fred o a Percy pero ninguno de los dos se veían por ahí. Antes de que pudiera seguir con la marcha, uno de los seguidores del Señor Tenebroso le impidió el paso.

Beth hizo gala de todo lo que algún día le había enseñado Alastor Moody sobre los aurores y las técnicas de ataque y defensa; claro, no había concluido el entrenamiento, pero eso no quería decir que no supiera lo básico de ser un auror

Al final, había resultado más fácil de lo que Beth pudiera haber pensado, el mortífago estaba en el suelo y ella pudo seguir corriendo a través de los pasillos infestados de alumnos que peleaban contra mortífagos y los profesores que trataban de ayudar a todos los que pudieran. Beth estaba por correr un pasillo hacia la derecha, cuando una fuerte explosión se escuchó

Beth cayó al piso de costado lastimándose las costillas, un poco de techo le cayó encima lastimándole los brazos y las piernas; aun así, quiso ponerse de pie alarmada al pensar por un segundo en Fred. Él debía de estar bien

Justo después de eso, la frívola voz de Lord Voldemort le agudizó los tímpanos

Le hacía un llamado a Harry y pedía que sus tropas se retiraran para que dispusieran de los muertos con dignidad; Beth sintió una punzada en el pecho y aunque trató de levantarse, el dolor en el cuerpo no se lo permitió. Cuando la voz de Voldemort por fin se disipó, Beth se replanteó el hecho de volver a intentar ponerse de pie, todo le dolía y los restos de cimientos le escocían los ojos. Sin fuerzas, Beth se quedó ahí, con la varita en la mano y un poco de sangre escurriéndole de las comisuras de los labios.

Hasta que media hora después, Neville Longbottom la encontró

— ¡Beth! ¿Qué haces ahí?

— Oh casi nada— Respondió mientras Neville le ayudaba a ponerse de pie— Sólo me recosté para descansar un poco, ya sabes

— Bien, entendí el sarcasmo

Neville hizo que Beth pasara uno de sus brazos por el cuello y él colocó su mano en su cintura para ayudarla a caminar. Beth suspiró adolorida

— ¿Qué sucedió, Neville?

— Hay... muchísimos muertos— dijo— He perdido la cuenta de los cuerpos que he levantado. Es horrible

— ¿Dónde los han puesto?

—En el Gran Comedor

El chico le dio una mirada triste a Beth sin saber si decirle o no lo que le había pasado a la familia Weasley. Decidió llevarla hasta el Gran Comedor y que ella viera por si misma lo ocurrido

Solo bastó llegar hasta la entrada para que Beth viera el medio circulo que todos los Weasley hacían mientras miraban hacia abajo. Beth sintió una opresión aún más grande cuando notó que era uno de los gemelos quien estaba tendido en el piso inmóvil. Se soltó del niño Longbottom y a pesar de sus heridas, corrió hasta quedar sobre sus rodillas a un lado de él

Le levantó la mano izquierda y cerró los ojos esperando que de alguna forma no fuera su marido, no es que deseara que George fuera la víctima, pero tampoco le agradaba pensar que sería Fred. Cuando abrió los ojos, lo primero que vio fue la argolla que le adornaba el dedo anular

No había duda

Fred estaba muerto

Beth ahogó un grito y las lágrimas le bajaron por las mejillas como si de un tobogán se tratase; sintió como las palmadas de consuelo se hicieron presentes pero ella no era capaz de devolverles el gesto. Agachó su torso hasta que la frente descansó sobre el pecho frío de Fred y lloró desconsoladamente

— Fred...

Levantó el rostro como si estuviera esperando que con ese mínimo gesto Fred se reincorporara, pero no lo hizo. Tenía los ojos cerrados y las pestañas hacían una cortina lúgubre sobre sus parpados inferiores. Beth no pudo evitar pensar en que jamás volvería a ver esos ojos azules que tanto le encantaban

Retrocedió un poco en el tiempo y deseo ser ella quien estuviera en ese lugar ya sin vida, había despreciado el último momento junto a su esposo, rechazó el posible último beso que tendrían y ahora se odiaba profundamente por eso. Colocó una de sus manos sobre su frente y le acarició el cabello que le caía alborotado; hasta parecía que la tintura de su cabello se había apagado

— Perdóname, cariño, perdóname. Fui una tonta— Berreaba Beth mientras sus sollozos se mezclaban con los de la señora Weasley y los de Tonks— No debí haber peleado contigo aun sabiendo que esto podría pasar. Lo lamento tanto

Aun si pasaran más de mil horas, el dolor de Beth no pasaría tan fácil, se sentó sobre sus rodillas acariciándole el rostro a Fred, había dejado de llorar, pero no había dejado de sentirse miserable. La tristeza pasó a convertirse en enojo y después en Ira.

Sin pensarlo dos veces, Beth se puso de pie en un brinco

Quería encontrar a Voldemort y enfrentarse a él y a todos sus seguidores, quería acabar ella sola con todo y todos; ya no sería Harry quien vencería al Señor Tenebroso, si no ella.

Trató de correr fuera del Gran Comedor pero George anticipó lo que haría, la alcanzó y la detuvo aferrando sus brazos por detrás de su espalda. Beth pataleaba y maldecía para que George la soltara, pero él no lo hacía. Entonces Beth se rindió, dejó que las rodillas le flaquearan y que su cuñado la detuviera para no caerse. George así lo hizo

— Todo estará bien, Beth. Tranquila

Pero ella ya no escuchaba nada. Lo único que hacía en ese momento era imaginar que Fred era quien la tenía tomada por la cintura abrazada, pero no se sentía igual

Jamás se volvería a sentir igual

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