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¥ Semana Navideña ¥ (4)

₩ Weasley George ₩

Las estrellas brillan más en Navidad

La noche parece un tono menos oscura y la nieve blanca vibrante cubre los techos de las casas semejando a las horribles galletas de jengibre que solían preparar en el orfanato...

Suspiro, frotándome los brazos para no perder el calor corporal. Escucho el alborozo de las personas dentro de la madriguera, pero no me importa; quiero estar sola por un segundo lejos de la creciente emoción navideña de los demás

Me entretengo viendo el vaho que sale de mi boca, como si fuera un tren de vapor o el expreso a Hogwarts. Recuerdo el castillo con mucha nostalgia, sin duda Hogwarts fue mi hogar durante los siete años que estuve ahí; el único lugar en el que tuve una verdadera familia.

Suspiro un par de veces más, reteniendo las ganas de llorar al recordar todo lo que había pasado y al darme cuenta que esta era la primera Navidad en la que no estaba sola lamentándome durante toda la noche de mi miseria y, aun así, lo estoy haciendo justo ahora

Camino un poco hacia delante dejando a la madriguera atrás apretando el jersey nuevo de la señora Weasley contra mi cuerpo. Adoro a Molly, y adoro también sus manos hábiles con las que hace los regalos de sus hijos y para mí. Siento un nudo en la garganta al pensar en lo mucho que me gustaría que mi madre hubiera hecho algo similar por mi

Cierro los ojos al presentir que las lágrimas no pueden ser retenidas más tiempo y salen unas tras otras. El frío me golpea la cara y espero a que el clima gélido no convierta mis lágrimas en cubitos de hielo

Unas cálidas manos se aferran a mi cintura y me veo forzada a frotarme la cara antes de que anticipe que he estado llorando

— ¿Estás bien?

—Si...—susurro con la poca calma que me queda. George aprieta su agarre y coloca su mentón sobre mi hombro

—Estás mintiendo

—No lo hago

—Si, si lo haces

Nos quedamos en silencio por un momento con solo la algarabía de la familia de George de fondo. Él me abraza con más fuerza presintiendo las razones de mi nostalgia

— Sabes que no me gusta verte triste. Mucho menos en un día como hoy

—Lo lamento. No puedo evitarlo

Retomo mis sollozos provocando que George me apriete aún más, como si eso fuera todavía posible. Me encojo contra él queriendo sentirme protegida, como siempre me siento mientras George está conmigo

—En estos días pienso mucho en mis padres

—No deberías—me dice con una pizca de enojo—Ellos te abandonaron a tu suerte en ese sucio orfanato

—No se trata sobre si me dejaron o no, tampoco se trata de ellos, se trata de mi—respondo aun con sus manos en mis caderas—Quiero saber por qué me abandonaron. Si alguna vez me quisieron, si es que les remordió la conciencia al dejarme en ese lugar apenas llegué al mundo. Necesito saber si es que era tan horrenda como para haberles causado tal repulsión

George deshace su agarre y me gira hacia él. Arrugo la nariz tratando de detener mi llanto, pero eso no funciona. Miro sus ojos azules y él me sonríe

—Tus ojos están tan rojos que no sé si es porque has estado llorando o porque te has fumado un porro de hierba—dice. Yo le golpeó un brazo con una sonrisita. George ríe y me toma el rostro—Deberías dejar de preocuparte por eso, mi bella. No mereces sufrir más

—Sé que es tonto, ya han pasado bastantes años de eso, pero no puedo eludirlo. Aun me sigue doliendo

George aparta el cabello que se ha agolpado en mi cara y me acaricia la mejilla

—Es Navidad, princesa. Tienes que hacer un esfuerzo para olvidarte de eso al menos por hoy

Niego sintiendo como las ráfagas de viento me golpean el rostro con fuerza

— En especial hoy. ¿Sabes cuantas Navidades pasé más sola que la peste?—George arruga el ceño y yo me alejo de él—Todo esto es un cambio muy grande para mí, George. Tú tienes suerte de tener la familia que tienes ¿Está bien? Tú no sabes lo que es pasar escases porque nunca viviste en un hospicio donde nos trataban peor que animales—Paro un momento inhalando aire y atisbando el rostro fruncido de George—Yo estoy acostumbrada a vivir entre la inmundicia, entre maltratos y gritos. ¡Es difícil ser yo!

Me detengo procesando lo que está saliendo de mi boca. Llevo una mano hasta ahí y siento como mis ojos se cristalizan

— Lo siento, no tienes por qué aguantar esto, perdóname. Tú no tienes la culpa de nada

—Tu tampoco la tienes

George se acerca a mí y me abraza, escondiendo su rostro en mi cuello y depositando suaves besos ahí haciéndome suspirar. Cierro los ojos anhelando quedarnos así, por siempre. A pesar de eso, George se separa y con sus pulgares limpia el rastro de las lágrimas por mis mejillas

—No seas tonta, linda. ¿Acaso no te das cuenta de que tienes a toda una familia en ese lugar?  —Cuestiona apuntando rápidamente hacia la madriguera—¿Crees que vamos a dejarte sola? ¡Por favor! Eres mi novia, ¿Qué clase de novio crees que soy?—Toma mis manos y me sonríe—Te doy mi amor y te doy a mi familia. ¿Acaso te parece poco?

Rio a la vez que niego ante su última pregunta. George también ríe y me acaricia el rostro

—No sé cómo agradecerte todo lo que has hecho por mí, en serio

—Bueno, con amarme basta y sobra

Me besa permitiéndome sentir sus labios fríos y con sabor a tarta de melaza. Lo abrazo intensificando el beso y para amortiguar un poco el frío que siento. La puerta de la madriguera se abre y nos separamos al escuchar el grito de Molly

—¡George! ¡Si quieres besar a tú novia hazlo, pero dentro de la casa! ¡Se resfriarán!

George me suelta y rueda los ojos

—¡Ya vamos mamá!—Molly entra a la casa y George me mira

—¿Quieres más mamá que esa? Créeme, si tuvieras a dos como la mía, te volverías loca

Por segunda vez en la noche lo golpeo mientras rio y lo abrazo de costado; niego ante las tonterías de mi novio

—Vamos, ya—digo mientras entramos a la madriguera. A mi nuevo hogar.

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