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₩ Black Sirius ₩ 043

Las manos le temblaban mientras que un asqueroso sudor las empapaba. Limpiaba su dorso contra el pantalón que llevaba en lo que golpeteaba su pie derecho contra el piso.

Molly Weasley se acercó a ella, percatándose de lo nerviosa que estaba

— Gabrielle...

— Estoy bien, Molly

— Lo sé, pero te noto algo nerviosa

— Lo estoy. Lo volveré a ver después de trece años. Trece largos y martirizantes años

Molly sonrió, acariciándole el cabello a Gabrielle para darle un poco de confianza

— Estoy segura que Sirius no dejaría de quererte aún si hubiese pasado más tiempo en ese horrible lugar

— ¿Tú crees? — preguntó mordisqueándose las uñas. Molly rió, quitándole las manos de la boca

— Si. O al menos eso dejó en claro en la carta que envió hace algunos días

Las mejillas de Gabrielle se encendieron y lo hicieron todavía más cuando Remus apareció por la puerta riendo junto a Sirius

Su corazón saltó al verlo de nuevo. Su cara no había cambiado demasiado y su cabello estaba más largo que antes; Sirius iba acicalado para el momento pues sus ropas estaban realmente pulcras y el olor a lavanda le llegaba a Gabrielle desde el umbral, dónde Sirius la veía estupefacto.

Quería decir algo, pero la impresión de ver a la chica fue su novia desde el tercer año de escuela lo había dejado en blanco. Sin duda Gabrielle creció, pero aun podía ver a la pequeña muchacha que le había robado el corazón años atrás

Gabrielle se acercó a pasos lentos, como si estuviese viendo un espejismo. Levantó una mano y al estar frente a él le tocó el rostro. Sirius cerró los ojos disfrutando de un tacto que tanto necesitó estando en la prisión mágica. Los ojos claros de ella se nublaron y sorbió la nariz y, aunque la situación era un tanto extraña, palpó el pequeño sobre que llevaba entre los pliegues de su chaqueta

Los brazos de Sirius le rodearon las caderas mientras le sonreía

— Hola, Gabrielle

— Sirius...— susurró, con las lágrimas bajándole por las sonrojadas mejillas— Dios mío Sirius

El abrazo lo dejó sin aire, pero no se opuso a recibir el cariño reprimido de la chica, al contrario, la apegó aún más a su cuerpo tratando de quedarse así por una eternidad o dos.

Se separaron, con los corazones latiéndoles a mil por hora y la adrenalina corriendo por sus venas. Gabrielle no pudo contenerse más y lo besó, lo besó como no había podido hacerlo antes

Sirius sonrió y sin esperar más la tomó de las mejillas para intensificar el beso; sintió algo de sí despertar de un sueño que se prolongó toda su vida. Se separó, sin querer hacerlo, pero siendo enteramente necesario

— ¿Por qué nunca fuiste a visitarme a la celda?

— Intenté hacerlo— le dijo entre lágrimas— Pero Remus nunca me lo permitió. Dijo que era peligroso que estuviera ahí, con los dementores rondando. Cada día de estos trece años he querido verte, lo juro. Yo...

— Está bien— Sonrió. Dejándole ver que no estaba molesto por eso— No importa. Remus tenía razón. Yo estoy feliz de verte ahora

Sus bocas se volvieron a encontrar, hambrientas y necesitadas. Sirius la tomó por las caderas y la levantó, haciendo que enredara sus piernas en su cadera. Un carraspeo fingido de parte de Remus Lupin los hizo separarse

— Llévenselo con calma— dijo, aflojándose la corbata que llevaba y tratando de cubrir su bochorno— Y si no, les recuerdo que esta casa tiene bastantes habitaciones para que puedan satisfacer sus necesidades

Sirius frunció el ceño, desaprobando el comentario de su amigo. Se giró hacia él sacándole la lengua

— Muy gracioso Remmy. Que te hace pensar que Gabrielle y yo no podemos esperar hasta...

Entonces Gabrielle cogió de la mano a Sirius y lo condujo escaleras arriba a su antigua habitación; ella la había limpiado para él y para que se sintiera de nuevo en casa

— Vaya, limpiaste este lugar— le dijo mientras ella cerraba la puerta detrás de sí y se desabrochaba los primeros botones de su camisa y pasaba el paquetito de su chaqueta a sus jeans— No recuerdo haberlo visto tan limpio desde... bueno, creo que nunca estuvo limpio

Sirius se giró y notó como la cima de sus pechos se asomaba por su camisa. El animago tragó saliva ante la imagen

— ¿Gabrielle? ¿Qué... haces?

— No hables

Se abalanzó hacia él, aterrizando en la cama que antes le pertenecía. Se giró, dejando a Gabrielle debajo

— Vaya, te volviste más atrevida— Su ceño se arrugó mientras le acariciaba la cintura— Pero sólo eres así conmigo, ¿Verdad? ¿Durante todo este tiempo estuviste con alguien más?

Ella negó, dándole un golpe en el hombro

— Te he estado esperando desde el primer día en que te fuiste. No hay nadie más, nunca lo ha habido y nunca lo habrá

La sonrisa de Sirius se ensanchó y supo que no se había equivocado en escogerla. Durante los años que estuvo en Azkaban pensaba en ella y en lo hermosa que debería estar; y no sé equivocó, porque es como si el paso de los años no le hubiese afectado en lo más mínimo. Le acarició una de sus largas piernas y se relamió los labios

— No estoy listo para ser papá— dijo, con una ceja levantada. Ella sonrió, sacando el pequeño paquete con un relieve redondo en el centro. Él se carcajeó— Oh, nena

— Te necesito, Sirius. Te necesito ahora

Sirius sonrió, su excitación creciendo cada vez más

— Saciaré tu necesidad, nena. Lo haré cada vez que quieras 



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