Advertencia: Ñe....

   El último cliente salió de la cafetería de Clary, esta caminó hacia la puerta principal para cerrarla con seguro y poner el letrero de "Cerrado". Limpió cada mesa que estaba sucia para luego caminar hacia la parte de atrá para tirar la basura al ver que los botes de basura estaban en el suelo no dudó en refufunñar.

—Malditos perros callejeros—la castaña protestó mientras ordenaba los botes de basura al girarse chocó con la figura de un hombre el cual no reconocía aún.—¡Mierda! L–Lo siento

—Así que, perros callejeros ¿eh?—al escuchar aquella voz tan familiar levantó la mirada y se topó con el grandisimo Sirius Black.

—¡Sirius!—esta al reconocerlo no dudó en lanzarse sobre el y abrazarlo con todas sus fuerzas y luego besar sus labios.—¿Cómo es que ...?

—No tengo mucho tiempo, Clary—Sirius miró a la chica mientras haciabuna pequeña mueca esta. Clary tiró de su brazo para luego entrar a la cafetería a cerrar cortinas y puertas.

—¿Cómo es que estás aquí? ¿No se supone que estés en azkaban?–la castaña lo miró preocupada.

—Yo.....me escapé y para que no me encuentren tuve que quedarme como un perro salvaje—Sirius hiso una mueca.

—Estas muy delgado—Clary lo miró con preocupación así que no dudó en servirle un buen plato de comida. Clary miró como Sirius comenzó a comer con decesperación.

—¿Por qué quitastes nuestras fotos?—preguntó Sirius con la boca llena.

—Si las dejaba, todo el mundo vendría aquí hacerme preguntas de ti—la castaña bajó la mirada—No las tiré ni nada de eso, estan todas en casa.—un silencio invadió a ambos mientras se miraban fijamente a los ojos.

—Estas más hermosa desde la última vez que te vi—Sirius miró a la castaña mientras que con su mano libre hiso cariño en su mejilla.

–Tal vez sea por mis hormonas de embarazada—la castaña miró a Sirius y mientras que sus mejillas no tardaron en tornarse de color rosado.

—¡¿Estás embarazada?!—dijo Sirius mientras que intentaba no ahogarse con la comida.—¿Es de otro a caso?-preguntó con desaniánimo.

–¿Qué? No—Clary lo miró con el ceño fruncido–¿Recuerdas aquella vez cuando te visité en azkaban?

—Vaya, no me esperaba esto yo....lamento no darte la vida que tanto querías—el pelinegro miró a Clary desanimado.

—Hey, con que me visites a mi y a nuestro bebé las veces que pueda me basta—la cataña tomó ambas manos de este y luego caminó hasta quedar de frente.

—No sabes lo feliz que me haces Clary—susurró Sirus mientras miraba los hermosos ojos verdes de la chica. Esta solo se limitó a sonreir mientras que sus ojos comenzaron a humedecerse—Venga no llores, vendré a verte las veces que pueda—dicho eso Sirius la tomó de las mejillas para luego darle el beso que tanto Clary deseaba esta se aferro lo más que pudo a el.—Quisiera quedarme pero debo irme.—susurró Sirius con la respiración entre cortada.

—Por favor ten mucho cuidado—susurró Clary con frustración.

—Lo tendré—dicho eso Sirius volvió a su forma de perro y Clary solo lo acompañó hacia la puerta tracera la abrió vió como se marchaba hasta perderlo completamente de vista.

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