Epílogo
Epílogo
"Tenía que hacer lo que debía."
Los años habían pasado, años donde el ministerio de magia se vio disminuido a ser controlado por Hermione, quién harta de las injusticias a hijos de muggles, se deshizo de todos los magos que discriminaban, sí, también a Umbrige quien había llegado a pensar que no le harían daño después de haber cooperado con Harry.
Ron se había convertido en auror, los aurores buscaban mortifagos o magos que buscaban derrocar a Harry, quién se había convertido en más que un ministro de magia, no vivían en una dictadura, pero si bajo el poder de Harry, fuera para protegerlos o para intimidarlos.
Algunos simplemente se habían retirado a unas vidas tranquilas pero unidas a Potter, como Neville y Theo que habían decidido casarse el año siguiente, fundando una gran biblioteca en el centro del mundo mágico. Pansy seguía a Hermione por simple que fuera, era como una asistente. Blaise había decidido trabajar con Luna en El Profeta mientras Crabbe y Goyle decidieron no hacer nada, solo vivir cómodamente y felices.
Draco sintió que le acariciaban la espalda con ternura, formando figuras en ella y una voz risueña lo llamaba.
-Despierta, ya es hora de ir a desayunar. -Decía Harry, ahora besándole los hombros desnudos.
-Maldita sea, eres un moleston. -Se quejó Draco, queriendo dormir más. Harry rió entre dientes para seguirlo besando.
Malfoy terminó por levantarse de la cama, ambos estaban desnudos pero no había pudor después de tantos años juntos. Draco bostezo y se dirigió al baño para poder darse una ducha. Abrió el grifo cuando sintió unos brazos rodearle la cintura.
-¿Te he dicho que adoro los lunares de tu cuerpo? -Susurro Harry colándose entre el hueco de su cuello, besándole en un lunar.
-Sí, como mil veces. -Se giró para quedar de frente con Harry, abrazándole por el cuello. -Pero sigue. Me gusta que me adules.
Harry rió y se besaron. Entraron a la ducha después, el castaño le ayudaba a lavarse el cabello por pedido de él mismo, Potter casi le había rogado para poder ayudarle a enjugar su cabello y Draco se lo permitió, desde ahí, se volvió una costumbre que Harry se encargará de su cuero cabelludo.
Algunas caricias traviesas se colaron por sus cuerpos pero nada más que eso. Cuando salieron del baño ya envueltos en una toalla, Draco fue al mueble que tenía su ropa, se la llevó a la cama y se sentó para poder cambiarse cómodamente hasta que vió como Harry se ponía de cuclillas frente a él, poniendo su mejilla en su rodilla.
-Te adoro. -Dijo Harry al momento que veía a Draco, desde abajo. Sus ojos reflejaban tanto amor que era incomprensible saber cómo había caído tan obsesionado por el rubio sin necesidad de una poción de amortentia.
Draco lo miraba mientras se acomodaba sus anillos en los dedos de la mano izquierda. -¿Me adoras?
-Lo hago. Haría cualquier cosa por ti. -Respondió de inmediato, como si fuera una respuesta tan sencilla que no era necesario pensarla.
Draco, sin decir nada, alzó la mano frente a un Harry arrodillado. Potter apenas vio su mano extendida, la sujeto y besó cada uno de los anillos de plata.
-Te juro lealtad para siempre, Draco.
Malfoy sonrió de manera ladeada y le indico con la cabeza que se acercará, Harry lo hizo y de inmediato se besaron con deseo. Draco abrió la piernas para envolver la cintura de Harry.
El toque de la puerta los detuvo, Draco rió divertido. -Tienes que irte. Estaré aquí esperándote.
Harry dio un gran suspiro derrotado y beso por última vez a Draco, lamiendo sus labios con la punta de su lengua. Se levantó de la cama para cambiarse rápidamente con un traje de color negro que Draco le había escogido. Saliendo de la habitación.
Fuera, había personas pasando, la mansión había sido convertida en una especie de gran cuartel que trataba las cosas importantes del mundo mágico. En realidad, Harry y Draco no vivían allí pero habían dejado una habitación para poder estar juntos aún cuando tuvieran que trabajar. Tenían su propia mansión, a Harry no le interesaba tener una, solo quería un hogar en el que estar con Malfoy aún si fuera pequeño pero este no se conformaría nunca con una casa pequeña, así que terminaron comprando una mansión tan grande que algunas veces sentía que se perdería dentro.
Había una persona delante, el causante de tocar la puerta. Una chica de coleta. Era Cho, ella había sido de las que le habían jurado lealtad después de que la guerra terminará y ahora era su asistente más fiel, se tomaba en serio su trabajo.
-Buenos días. -Dijo la chica con pena por haber interrumpido algo al ver que Harry tenía el cabello mojado.
-Buenos días. -Pareciera que la gran felicidad que emanaba apenas despertó al lado de Draco, había desaparecido, siendo el mismo mago oscuro que mostraba un rostro gélido a todos aquellos que no fueran Draco. -¿Qué es lo que pasó?
-Atrapamos a Lucius Malfoy que quiso entrar aquí, lo pudimos detener pero afirma querer asesinar a... -Miró la puerta detrás de Harry y esté se tenso.
-Muestrame. -Ordenó y la chica lo guío a las mazmorras de la mansión.
Pasaron por los pasillos que estaban con paredes de piedra, algunas puertas tenían placas y otras ya estaban vacías. Pasaron al lado de la mazmorra que decía "Malfoy Lucius.", Cho abrió la puerta para dejar pasar primero a Harry y ella permaneció detrás.
En el suelo, yacía Lucius, el ex-mortifago que era padre biológico de Draco, su Draco. Harry había tenido planeado torturarlo después de matar a Voldemort pero las súplicas de Narcissa convencieron a Draco de desistir, diciéndole a Harry que lo dejara ir a Azkaban. Al parecer había escapado y había querido entrar a la mansión, siendo detenido.
Lucius lo miró con aquellos ojos cansados y rojos, las ojeras moradas debajo de ellos y los labios tan secos que podría escucharlos crujir. El hombre rió de forma ronca.
-¿Así que enviaron a Potter en lugar de mi hijo? Es un cobarde pero no podía esperar más de él. -Apenas terminó la última palabra, Harry lo sujeto del cuello, elevandolo para empujarlo contra la pared, quitándole el aire de los pulmones. -¿Ahora me vas a matar?
-Oh, no, pero desearás que lo haya hecho. -Habló de manera gaturral, soltó su varita y Lucius lo miró incrédulo.
-No puedo permitir que mi hijo esté contigo ¡Maldito monstruo! -Gritó Lucius, pataleando al aire.
-¿Monstruo? ¿Yo? -Preguntó con falsa inocencia.
-Maldito, sabes que tú forzaste a todos. Me forzaste a mí, a todos para hacer lo que hicimos. -Gritó Lucius, queriendo deshacer el agarre de su cuello. -Tú... Tú me obligaste a hacerle esas cosas a Draco. Tú le hiciste eso a Pansy Parkinson. -Pataleo una vez más.
-Sólo hice lo que tenía que hacer para que tuviéramos nuestro final. -Susurró y llevó su mano libre al ojo de Lucius quien lo cerro de inmediato. -¿Qué sentirás si en este momento te arranco el ojo? Nunca me han sacado uno a mi, no sé lo que se siente.
Harry sonrió y le ordenó a Cho cerrar la puerta para decirle a Draco que llegaría tarde al desayuno.
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