Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

17




Cuando Jungkook llegó al punto de encuentro, directamente desde el aeropuerto, tal vez no esperaba verlo. No tan pronto.

Frente al gran edificio de ventanales azulados le esperaban tres personas. Un hombre de bigote canoso que llevaba un llamativo casco de construcción, quien hablaba animadamente con Park Bogum, y junto a este, se encontraba Taehyung.

No sabía que era él hasta que lo tuvo a unos cuantos pasos. Su cabello ahora era rubio y estaba más largo de lo normal, rozando bajo sus orejas con una gracilidad abrumadora. Jungkook quisiera decir que no era el único sorprendido, mas no fue el caso. Cuando sus ojos se encontraron con los de Taehyung, no hubo ni una pisca de sorpresa.

—Qué puntual, señor Jeon —elogió Bogum al verlo caminando hacia ellos y luego hizo una reverencia—. Lamento no avisar con anterioridad, incluso a mí me ha tomado por sorpresa la constructora. ¡Los presento! —exclamó entusiasmado, ajeno al aire denso que se había instalado entre ellos. Y es que Jungkook pensó que sus pulmones no estaban funcionando adecuadamente porque sentía que no respiraba mientras veía al antes castaño, tan tranquilo y sereno que se preguntó si él era el único creando una tormenta en un vaso de agua; maldición, incluso empezaba a sentirse mareado y el remolino de pensamientos en su cabeza estaba acribillando con lanzas y cuchillos a su cerebro.

—Él es el asesor de la constructora, el señor Yong-Dul —dijo el joven castaño—. Y él es uno de los modelos de la empresa, Kim Taehyung. Ahora, él es Jeon Jungkook, nuestro inversionista y socio.

Taehyung siempre pensó que su vida estaba llena de tristes coincidencias y siempre pensó que tenía que verles el lado positivo a todas. Cuando Bogum, su nuevo jefe, le comentó entre ojitos de admiración y sonrisa emocionada acerca de Jungkook, pensó que la vida era una perra por insistir en llevarlo hacia él. Incluso quiso pedirle que no firmara un contrato con ese hombre, pero se abstuvo al ver cuán entusiasmado se encontraba Bogum. Jeon Jungkook era la clase de empresario que podía lanzarte a la cima y luego enterrarte en lo más profundo del infierno si quería, todo porque había luchado demasiado para llegar a su puesto y no dudaría en hacer hasta lo imposible para mantenerlo.

Él seguía igual: cinco meses no alcanzaban para hacerlo cambiar. Tal vez estaba un poco más delgado y su intimidante mandíbula se marcaba más de lo normal, pero para Taehyung era lo mismo.

—Adelante, les mostraré el edificio —señaló el hombre del casco. Bogum se encaminó detrás de él, explicándole un montón de cosas a un desinteresado Jungkook, mientras Taehyung se quedó en el lugar decidiendo si quería seguirlos o no. Pensó que sería más fácil verlo, que estaba bien si volvían a encontrarse, mas sus palabras ahora carecían de peso. Sus piernas temblaban un poco y sentía el corazón latiendo muy rápido; en parte, quería salir corriendo y, por otro lado, deseaba con todas sus fuerzas tomar un bate y golpearlo hasta que su cara dejara de ser la de un Adonis.

Los siguió a una distancia prudente, apenas escuchando lo que el asesor de la constructora les decía. Taehyung pensó que el edificio era enorme, con amplios espacios para los sets de fotografía y con grandes ventanales que le daban un aspecto psicodélico y moderno, pero también sabía de antemano que Jungkook no lo compraría. Lo conocía, tal vez demasiado, hasta el punto de tornarse doloroso.

Las ganas de dar media vuelta y huir aumentaron cuando Bogum se enfrascó en una discusión con Yong-Dul acerca de los acabados de las ventanas. Entonces, solo quedaron ellos dos allí, mirándose y a la vez no, con tantas cosas que decirse y a la vez nada.

—Hablemos —dijo Jungkook después de lo que pareció una eternidad. Su brazo rozaba el de Taehyung y este por inercia se alejó, cruzando los brazos.

—¿Me estás dando órdenes aun cuando no soy tu empleado?

—Por favor —agregó el pelinegro mirándole—. Necesito hablar contigo.

Taehyung alzó una ceja. Pensó que todo había sido dicho ya.

—Tú y yo no tenemos nada que hablar.

Bogum se giró cuando escuchó pasos alejándose. Taehyung ahora caminaba por donde habían venido y el pelinegro, su nuevo socio, mordía sus nudillos con impotencia mientras sus pies se movían inquietos, deseoso de seguirlo pero negándose a sí mismo sus propios deseos.



[♥]



Jimin respiró profundamente, sintiéndose como aquel astronauta que supuestamente viajó a la luna. Él no estaba dando un paso, él estaba lanzándose de un precipicio y oh, por Dios, la sensación era increíble.

—Hazlo ya —se quejó Yoongi poniendo una almohada en su cara, para así ahorrarse la vergüenza que le causaba aquello. Nunca había estado así, tan expuesto, y eso lo hacía sonrojarse hasta el cuello (algo que ni siquiera creía posible). Su pálida piel en contraste con su cara roja era gracioso, porque no había otra razón por la que Jimin estuviera sonriendo así.

—Pero debes mirarme —replicó Jimin haciendo a un lado la almohada—. Quiero ver tu cara cuando te lo meta.

El pelinegro se incorporó sobre sus codos y sonrió cínico.

—Te prometo, Park Jimin, que si esto duele aunque sea un poco, voy a destrozarte el cu... ¡Oh, mierda!

Jimin presionó su glande a través de la dilatada entrada de aquel gruñón hombre, procurando ser lo más suave que su propio entusiasmo le permitía. El lubricante resbalaba entre las piernas de Yoongi y goteaba del látex del preservativo, pero de todas formas, mientras veía su miembro perdiéndose dentro del pelinegro, no pensó que fuera suficiente.

—Puta mierda, Park —Yoongi enterró sus uñas en el hombro del mentado mientras sacaba a la luz un largo repertorio de groserías que ni siquiera él sabía que podía decir. Sentía su cuerpo abriéndose en dos a una velocidad tortuosa y, para sorpresa del rubio, gritó—: ¡Apúrate!

—Relájate —murmuró Jimin inclinándose hacia él para besarlo, en el proceso hundiéndose hasta la base de su miembro, Yoongi mordió su labio con dureza como un reclamo, pero solo hizo reír al rubio—. Es en serio, Yoongi-ah, relájate.

Con movimientos suaves, embistió las caderas ajenas mientras envolvía con su mano el pene del pelinegro y lo masturbaba al mismo ritmo, primero con tanta suavidad como podía, simplemente dejando que Yoongi se acostumbrara a la foránea intrusión entre pequeños gritos y maldiciones. Entretanto, él trataba de sobrellevar la abrumadora sensación del menudo cuerpo del pelinegro apretándole y envolviéndole con tanta calidez.

—Joder —gruñó él mismo, medio riéndose—. Tan bueno...

—¿Bueno? Voy a meterte un palo por el... ¡Oh! —jadeó sorprendido por el repentino corrientazo en su vientre cuando Jimin retrocedió—. ¿P-Puedes volver a hacer eso? Oh, sí... —exhaló arqueándose un poco cuando Jimin encontró su próstata y embistió sobre ese pequeño punto algunas veces, sin dejar de bombear su pene. Las maldiciones de dolor disminuyeron y se convirtieron en pequeños gemidos, aunque cada vez que llegaba hasta el fondo dolía un poco menos que mil infiernos.

Jimin aceleró sus movimientos tanto como los rasguños en su espalda se lo permitían, extasiándose no solo con la sensación sino con las expresiones de Yoongi y sus interminables groserías. En su mano, el líquido pre seminal humedecía su piel y no recordaba ni una vez en la que Yoongi se hubiera corrido tan rápido. Su boca entreabierta no podía contener los sonidos que salían de esta y Jimin decidió que el latido acelerado de su corazón no era solo por la situación, sino que ver al pelinegro así, vuelto un completo lío, realmente lo hacía sentir cálido y emocionado.

Largas tiras de semen mancharon su abdomen acompañados por un gruñido por parte de Yoongi. Jimin sonrió dulcemente, pero también lucía como un pequeño diablillo contento por haber realizado la mejor de las travesuras. Por fin. Lo había hecho, lo había logrado. Se sentía realizado, aunque él no se hubiera corrido. No le importaba ni siquiera.

—¿Ves? —Con una pequeña risa, se inclinó un poco y besó la frente del pelinegro—. No estuvo tan mal, bebé. Lo hiciste bien.

—Me duele el trasero —se quejó Yoongi con una voz más aguda, su labio superior sobresaliendo en un jocoso puchero—. ¿Cómo puedes decir que no estuvo mal? Aguarda, ¿por qué lo sacas? Aún no te... corres.

—Está bien así —dijo sinceramente—. Solo quería hacerte sentir bien, Yoongi-ah.

Escuchando los murmullos quejicas del pelinegro, Jimin revisó su celular y vio algunos mensajes por parte de Hana donde le decía que debía hablar con él. Aquello lo puso algo inquieto. No había emojis, no había corazones.

—¿Me acompañarías a ver a Hana?

Yoongi sopesó la idea con una mueca. Sus piernas temblaban, solo un poco, pero de todas formas accedió a tomar un baño con él para acompañarle.

Una vez en el parqueadero, el pelinegro le extendió uno de los cascos a Jimin y se colocó el propio, subiéndose a su motocicleta después. El simple movimiento causó un increíble dolor en su trasero, pero lo ignoró completamente mientras hacía rugir el motor de su preciada nena. Jimin le abrazó por la cintura y se echó a reír.

—¿Qué pasa? —murmuró Yoongi.

—Nada. Sé que te dolió hacer eso.

—Idiota.

Media hora más tarde, ellos estaban parqueando frente a la casa de Jungkook. Apenas eran las ocho de la mañana, pero a Jimin le extrañó que Hana no abriera en cuanto timbró. Volvió a timbrar una, dos y tres veces. Incluso golpeó la puerta ruidosamente para despertarla si así fuera el caso, pero fue en vano porque no hubo respuesta. Le marcó varias veces y lo envió a buzón. En unos cuando minutos, Jimin ya estaba desesperado. Sintió un bajón cuando su mente empezó a maquinar los peores escenarios después de recordar el arrebato que había tenido su hermana la tarde anterior en la oficina.

—Oh, Hana, qué hiciste...

—¿Cuándo te envió el mensaje? —preguntó Yoongi al ver su cara de preocupación.

—Temprano. A las seis, pero... —Ni siquiera podía formular frases coherentes mientras buscaba bajo el tapete de entrada, entre los matorrales y dentro de la farola por una llave de repuesto que obviamente no encontraría. Unos segundos después, escuchó la ventana fragmentándose: Yoongi había utilizado el casco para quebrarla.

—Puedes descontarlo de mi salario —dijo al ver la cara incrédula de Jimin—. ¿Qué? —dijo—. Lo siento, pero no confío en tu hermana. Esa niña es tan feliz... ¡Nadie puede ser tan feliz en la vida! Algún tornillo flojo debe tener y como futuro tío no permitiré que le haga daño a Yoonji.

Jimin arrugó la nariz al sentir el olor que emanaba fuera de la casa.

—Mierda, huele a gas.



[♥]



Taehyung presionó su frente contra el volante, respirando agitadamente aunque las lágrimas de frustración se habían negado a salir. Él podría simplemente arrancar y largarse de allí, pero no lo hacía porque era el conductor elegido de Park Bogum en esos momentos. Tal vez no debió aceptar, sabiendo de antemano que se encontraría con aquel hombre.

Unos golpecitos en la ventana del auto lo trajeron devuelta al mundo real y sus ojos rodaron automáticamente hacia un lado al ver de quién se trataba. Otros dos golpes y una seña desesperada y Taehyung terminó por bajar la ventanilla, incluso en contra de su voluntad.

—¿Qué mierda quieres, Jungkook? —dijo desganado hacia el pelinegro, quien se tomó el atrevimiento de recostarse en el marco de la ventana para estar a la misma altura.

—Bonito auto —elogió dándole un vistazo. Su cabeza casi estaba dentro y Taehyung solo deseaba con fuerza golpearlo.

—Mi liquidación fue buena.

—Me aseguré de que así fuera.

El ahora rubio bufó y quitó sus manos del volante, de repente un poco asqueado de su propia adquisición.

—¿Ya terminaron con el papeleo del edificio? —preguntó para cambiar de tema—. ¿O no piensas comprarlo?

—Lo compraré si tú quieres.

—Basta con eso. ¿Qué vienes a hacer aquí?

—Hablemos —repitió Jungkook—. Sabes que no me gusta cuando huyes.

—No estoy huyendo —replicó Taehyung mirándole con serenidad—. Esto solo es una triste coincidencia más. ¿Podemos comportarnos como gente adulta y fingir que no nos conocemos?

—No puedo. Y-Yo... —titubeó el pelinegro—, quiero pedirte disculpas. Lo siento de verdad —Sonó desesperado, pero su voz se mantenía baja, como si decirlo en voz alta fuera doloroso—. Lamento haberte dicho todas esas cosas; yo solo... no quería que te fueras, que me dejaras, porque no podía aceptarlo. Yo realmente odié a Yoongi cada segundo que estuvo a tu lado y-y yo solo quería que volvieras...

Taehyung tragó salivo y apretó los labios, asintiendo. A sus oídos, aquello sonaba como una molesta perorata. Un mosquito fastidioso. Él conocía la faceta manipuladora de Jeon Jungkook y no podía creer en sus palabras porque sencillamente ya se había llevado tantas desilusiones que su corazón comenzaba doler de solo escucharle.

—Todo mi cuerpo quiere evitarte a toda costa para no cometer un asesinato, Jungkook —lo interrumpió con un suspiro—. Te veo y solo me siento atacado, agredido. Me siento en peligro. Hace unos meses pensé... Pensé que me habías destruido, pero ahora veo que me hiciste un favor. No volveré a enamorarme de un hijo de puta como tú. Eres todo lo que no quisiera ser.

—Me odias, lo entiendo. Sé que te lastimé y lamento tener que emborrachar mi trasero para darme cuenta de que soy un estúpido —susurró —. Todo lo que necesitaba lo tenía a mi lado y creo que lo perdí. ¿Te perdí? —preguntó Jungkook con voz rota—. ¿Es demasiado tarde para decir que también te amo?

Ante todo pronóstico, el rubio solo soltó una risa entre dientes mientras agachaba su cabeza. Aquello era irónico. Todo lo que alguna vez quiso escuchar era eso y ahora solo sonaba patético a sus oídos. Y era patético solo porque venía de la boca de Jeon Jungkook.

Taehyung miró hacia su mano izquierda apoyada en el marco de la ventana. Aún tenía su anillo de bodas, brillando bajo el sol matutino como si le estuviera haciendo mofas. ¿Cómo podía sentirse lastimado por una minúscula pieza de oro?

En un impulso, abrió la puerta del auto y se deshizo del cinturón para salir. Jungkook lo miraba entre confundido y sorprendido por el repentino acto, pero no se quejó cuando ambos estuvieron cara a cara, tan cerca pero a la vez tan lejos. Sus dedos cosquilleaban por acercarse y tocarlo, sentirlo después de tanto tiempo. Cinco meses de cruda desesperación resumidos en ese pequeño momento.

—Jungkook ¿para ti qué significa amar? —preguntó Taehyung con una sonrisa. Era radiante, tan bonita y cuadrada que quien se sintió atacado fue el pelinegro.

—N-No lo sé —respondió francamente desesperado—. Yo solo, no sé, solo quiero tenerte a mi lado, abrazarte, besarte y yo no creo que pueda estar sin ti. Siento que eres como aire para respirar y no quiero verte con nadie más que conmigo porque no podría soportarlo. Créeme, por favor —suplicó tomando sus manos en un arranque. Se sentían cálidas, tan distintas a esos fríos meses lejos de él, tan familiares que su pecho comenzó a doler. Lo extrañaba, maldición. Cada pequeño gesto de él, incluyendo su sonrisa, su risa, sus lunares. Lo quería devuelta y lo quería para siempre.

—Todo tiene que girar alrededor de ti, ¿no es así? —respondió el rubio; ya no sonreía, ahora parecía tener una expresión de lástima—. Tú, tú, tú. Todo tú. Todo es sobre ti. Eso no es amor, Jungkook.

Se separó negando, realmente decepcionado. Era un idiota por tener vagas esperanzas. De hecho, se odió a sí mismo por siquiera sopesar la opción de regresar. Vaya estupidez.

—En cambio, yo solo quería verte feliz —dijo, ahora tomando las manos del pelinegro entre las suyas—, quería que sonrieras, quería hacerte sentir bien. Yo por ti hubiera hecho muchas cosas —Su pulgar jugó con el anillo de oro en el dedo anular de Jungkook, deslizándolo fuera de su lugar—. Quería hacerte saber que estabas mal, que no necesitabas el amor de un millón de personas si podías tener el mío. Te di tanto amor que olvidé que primero debo amarme a mí mismo —Tomó el anillo y lo colocó en la palma de Jungkook, su visión un poco borrosa por las lágrimas que prometió no derramar—. Y eso es tan dañino y enfermizo. Yo no voy a volver a ti, Jungkook.

Jungkook vio algo humedecer el saco de su traje cuando bajó la mirada. Resultó que eran sus propias lágrimas. Incluso si Taehyung estaba tomando sus manos en ese momento, realmente sentía que se le escurría entre las manos como si fuera agua. Y eso le rompía el corazón en muchos pedazos, porque el único que podía repararlo lo estaba dejando.

—¿Puedes decirle a Bogum que me surgió un inconveniente? —dijo Taehyung antes de subir al auto. Jungkook puso una mano en el marco de la ventana, como si así pudiera evitar que se fuera, pero cuando el rubio le miró a la espera de algo, las palabras no salieron de su boca.

Jungkook pateó el pavimento en un berrinche, con el lejano eco de las llantas sobre el suelo llenando el aire. Él sabía tomar las oportunidades que le daba la vida, y sabía muy bien que acababa de desperdiciar una.

Su tono de llamada cortó el asfixiante silencio de esa mañana. En la pantalla, se leía el nombre de Jimin.

¿Puedes regresar ahora mismo? —Él ni siquiera saludó—. Hana está en el hospital.




Este es mi regalo de Navidad atrasado para ustedes ❤️ La idea es terminar esto antes de que acabe el año pero no desesperen si no lo logro. Solo queda un capítulo (o tal vez dos, not sure) y aún no sé si hacer un epílogo gg

No tengo mucho que decir hoy salvo que desayuné al medio día, cuánta vagancia xd ❤️ Sonrían ❤️


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro