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08




Taehyung soltó una risa rota, llevándose la mano a la frente por la ironía de la situación. Acostarse con Jeon Jungkook una última vez. Odiaba a ese hombre por sugerirlo tan campante y peor aún, se odiaba a sí mismo por haber sopesado la idea al menos un segundo.

—Eres un descarado —murmuró con voz ahogada.

No podía ni siquiera conjurar en su mente que su libertad estuviera condicionada a algo como tal. Taehyung tenía la capacidad de liberarse a sí mismo, al menos de una manera sentimental y espiritual, lo sabía, pero dada su renuencia respecto a hacerlo, Jungkook podía tomar ventaja de eso.

Si Taehyung bajaba sus muros, Jeon tomaría lo último de su espíritu y lo haría pedazos.

—¿Descarado? —El pelinegro ladeó la cabeza con curiosidad y dio un paso al frente, haciendo que el castaño por inercia se alejara—. ¿Soy yo el descarado cuando eres tú quien se pasea frente a mí presumiendo su activa vida sexual? Esto —dijo tomando su corbata ante la expresión confundida que el castaño le dio. Su cuello quedó a la vista y con él varias marcas rojas, algunos mordiscos y chupones—. Esto es un descaro, Kim Taehyung.

—S-Suéltame —gruñó Taehyung con un manotazo, tratando a toda costa de esconder aquellas marcas, sintiendo algo muy parecido a la vergüenza. El menor dio un paso atrás y levantó las manos en señal de paz.

—No te molestes conmigo, Tae. ¿No deberías estar molesto contigo mismo? —Una pequeña sonrisa se deslizó en sus finos labios—. Después de todo, estás haciendo justamente lo que te dije que harías. Pensé que eras un poco más... Difícil.

Taehyung jadeó con indignación. ¿Ese hijo de puta acababa de decir, en pocas palabras, que era un facilón? Ni siquiera sabía en qué sentido tomarlo, y mucho menos podía formular un insulto coherente por la rabia.

—¿Difícil? —empezó. No sabes lo que es difícil, Jeon Jungkook... Difícil olvidarte. Difícil besar a otro sin pensar en ti. Difícil verte todos los días de la mano de Hana y fingir que estoy bien. Eso es difícil—. Difícil aguantarme las ganas que tengo de golpearte ahora mismo, imbécil.

Jungkook soltó una corta risa, relajada y serena. El minuto que habían pactado al inicio ya había llegado a su fin, pero parecía que ambos tenían muchas cosas que decirse. En especial Taehyung, por supuesto.

—¿Te atreverías a golpear a tu propio jefe?

—Ya no eres mi jefe. Renuncié —siseó Taehyung—. Renuncio y para eso no necesito acostarme contigo.

En un rápido movimiento Jungkook estaba sobre él otra vez, acorralándolo contra la pared mientras sonreía como si hubiese escuchado el mejor chiste. Sus manos sostuvieron sin delicadeza alguna el rostro de Taehyung, quien se vio seriamente afectado por la poca distancia entre los dos y no hizo más que jadear sorprendido.

—Tienes razón, ya no somos jefe y empleado. No somos nada —recalcó sobre sus labios, rozando los ajenos con mucho cuidado—. ¿Qué te impide aceptar entonces? —Su boca trazó un melifluo camino hasta su oído y mordió suavemente su lóbulo—. Comportémonos como adultos esta noche y tengamos sexo. Una última vez.

—¿Por qué me haces esto? —Taehyung se sintió flaquear y lo único que lo sostuvo fueron los brazos de Jungkook, que rodearon su cintura para evitar que cayera—. ¿Por qué yo entre todos? ¿Por qué no Jimin? ¿Por qué no alguien más?

—Porque me gustas.

Se aferró a la camisa del pelinegro con un nudo en la garganta. Claro que sí, porque le gustas. Cuando una flor te gusta, la arrancas. La destruyes, porque gustar involucra egoísmo. Y Jungkook era la persona más egoísta que Taehyung había conocido nunca, muy a su pesar.

Por eso él estaba seguro que lo que sentía era amor. Taehyung nunca dañaría a Jungkook ni haría algo en su contra. Era una sutil diferencia que lo definía todo. Gustar es quererlo todo para sí mismo; amar es querer entregarse al otro, bajo cualquier condición.

Con ese pensamiento en mente, levantó la mirada mientras lamía sus labios, acercando su rostro al del menor. Amarte me ha hecho olvidar que debo amarme a mí mismo primero, pensó.

—Y si no te amas a ti mismo, no puedes amar a otros —susurró en voz baja. Su boca se unió a la de Jungkook de forma suave, ahogando la pregunta que se reflejaba en el rostro de este—. Ámate, Jungkookie... —Pero si no puedes, está bien, porque este amor tan dañino que siento por ti será suficiente. Espero que no sea muy tarde cuando te des cuenta de eso.

Taehyung rodeó su cuello para besarlo nuevamente, esta vez más profundo e intenso, buscando plasmar en aquel beso todos sus pensamientos. Ese sería su adiós, lo último que haría por Jungkook.

Después de esto, ¿podré olvidarte?

La respuesta era simple. A veces lo mejor era engañarnos a nosotros mismos.





Yoongi viró la mirada con lentitud al patio.

Hacía mucho tiempo que había perdido de vista a Hana y, con Taehyung fuera de su radar, estar en aquella fiesta se convirtió en un infierno. No conocía a nadie, salvo a unos cuantos modelos, pero todos eran tan pedantes y ostentosos que ganas de golpearlos era lo único que sentía.

Entre tanta gente, divisó una rubia y familiar cabellera. Jimin estaba sentado en una de las sillas playeras del jardín con una botella de vino como su única compañía. Después de pensárselo unos segundos decidió que lo mejor era dejar de parecer un idiota asocial y pasar el tiempo con él, al menos hasta que Taehyung apareciera.

—Qué hay —saludo con un gesto, tomando asiento en la silla del lado. Jimin giró a verle con una expresión neutra e hizo un ademán desdeñoso.

—Nada nuevo. Solo, ya sabes, perdiendo el tiempo en este lugar —Para sorpresa de Yoongi, el chico tomó la botella con una mano y se la empinó de un tirón. Una bebida tan fina como el vino no podía beberse de tan coloquial forma, pero él estaba lejos de prestarle atención a tal cosa—. En esta mierda de reuniones siempre estoy con Taehyung... Hablando de estupideces... Siendo feliz... ¡Pero no lo encuentro!

Yoongi ladeó la cabeza con curiosidad. Arrastraba un poco las palabras, sus ojos estaban brillantes y el sonrojo en sus mejillas era evidente, pero no se le veía tan torpe como se esperaría de un ebrio. De hecho le veía bastante lúcido.

—Él está con Jungkook —dijo de todas formas.

—¿Qué tiene que hacer con ese hijo de puta? —farfulló el menor con un puchero—. Me cambió por ese inútil solo porque le gusta. Qué mal amigo, TaeTae, qué mal amigo...

—¿Gustar? —bufó—. Bueno, mira, solo diré que ellos juegan a las cincuenta sombras de Grey, ¿sabes? Ellos no hacen el amor... Ellos follan, duro.

Ante todo pronóstico, Jimin solo frunció el ceño.

Lo cierto era que su tolerancia al alcohol rozaba la nulidad, pero ante el aburrimiento fue lo único que halló por hacer. Procesar aquella delicada información le costó poco más que utilizar el triple de las neuronas que no tenía. Por eso quizá su única reacción por echar la cabeza para atrás y luego soltar una carcajada propia de un lunático, logrando incluso llamar la atención de unos cuantos.

—Hana idiota... —suspiró—. Te lo dije.

El mayor le vio levantarse con toda la convicción del mundo.

Por un momento, le dio la impresión de ver a Napoleón. Chiquito, pero poderoso, con todo un ejército a sus espaldas. Su expresión dura y tenaz se asemejaba a la de alguien que de verdad estaba a punto de matar a alguien. Yoongi temió haberle dicho tal cosa.

—Mierda —Se levantó con afán cuando le vio desplomarse nada más dado el primer paso—. Enano, ¿estás bien?

Fue toda una hazaña tener que ayudarle a levantar, entre quejidos y lloriqueos, hasta que su trasero quedó de nuevo en la silla. Aun así, Jimin volvió a tomar la botella.

—Creo que ya has tomado lo suficiente —siseó Yoongi arrebatándosela. El rubio hizo un puchero cuando la tuvo fuera de su alcance.

—¡Malo! —sollozó como un niño pequeño—. ¡Yoongi hyung malo!

Yoongi negó varias veces. Estaba demasiado borracho si lo llamada de esa forma; nunca lo había hecho en el tiempo que llevaban trabajando juntos.

—Ya has bebido lo suficiente.

Jimin llevó las manos a sus ojos, limpiando las incipientes lágrimas. Ni siquiera sabía por qué se encontraba llorando, pero lo cierto era que estaba dolido.

No podía decir que se sentía traicionado porque, vamos, comprendía la magnitud del problema incluso estando tan ebrio. Que Taehyung no le contase algo como así solo dejaba en evidencia la poca confianza que ambos se tenían y eso era triste, por donde lo viera.

No obstante, y por nada del mundo menos importante, la misma gravedad del asunto solo lo tenía shockeado. Sospechar de un secreto enamoramiento por parte de Taehyung hacia Jungkook era algo; confirmar que Jeon había sido tan hijo de puta como para jugársela a Hana era otra cosa.

Porque sí, el odio que le tenía a ese hombre no dejaría ni siquiera que Jimin culpara a Taehyung. De ninguna manera. Incluso sobrio, su dedo acusatorio apuntaría al magnate.

—¿Y tú estás bien con eso? —preguntó entonces con voz ahogada. Yoongi alzó una ceja—. Quiero decir, tú y Taehyung...

—Él y yo no somos nada, ni lo fuimos —aclaró alzándose de hombros—. Supongo que Taehyung solo quería olvidarlo, o cómo saberlo...

—Increíble, sencillamente... —Si no estuviera tan borracho, correría a asesinar a Jeon... Pero no quería caerse de nuevo, entonces esperaría hasta el día siguiente—. ¿Podrías llevarme a casa, por favor? No soporto un minuto más estar en este lugar.





La ropa desapareció con afán y pronto el suelo estuvo decorado de prendas, mientras la cama ahora era un nido de sábanas revueltas.

Taehyung estrujaba estas entre sus manos, su espalda arqueada mientras sus caderas se encontraban una y otra vez con las embestidas de Jungkook, gimiendo sin pudor alguno. Sentirle adentro era como tocar el cielo por las manos de un demonio y el placer que nublaba su mente borraba también toda culpabilidad. En ese momento no existía Hana, Jimin o Yoongi. Solo eran ellos dos y eso era lo único que importaba.

—¡A-Ah, mier...! —gimió cuando Jungkook encontró su punto dulce, y el desgraciado volvió a presionarlo una segunda con una sonrisa—. M-Más... ya-h, ¡ugh!

Lanzó la cabeza hacia atrás con un suspiro, entregándose por completo a la familiaridad de su tacto; su cuerpo había extrañado eso con demasía, aunque no pudiera admitirlo en voz alta.

Le gustaba la manera en la que las manos de Jungkook recorrían sus muslos sin pudor alguno, sus caderas y su abdomen. Ambos jadeaban con desespero, como si no pudieran tener lo suficiente del otro. Una última vez...

—Más r-rápido —pidió en un gemido quebrado. Jungkook alzó un poco sus caderas, acercándolo a él antes de inclinarse y besarlo. Su boca era ruda, dominante y algo torpe por los jadeos. Taehyung sentía que iba a derretirse si volvía a besarlo así.

—¿Por qué estás llorando, Tae? —Entonces, soltó aquella bomba.

—Duele —mintió con descaro. Sí, dolía, pero su corazón y no su cuerpo.

Los ojos del menor brillaron con algo de preocupación.

—Lo siento —farfulló—. ¿Quieres que vaya más despacio? Es que... Joder, extrañé tanto esto que no puedo... Controlarme.

Y es que ver a Taehyung así, sonrojado con sus ojos entreabiertos por la bruma del placer, retorciéndose bajo él con cada embestida, le entregaba una inexplicable paz a su pecho, como si eso fuera todo lo correcto en el mundo.

—No —respondió Taehyung. Porque así tenía una excusa para llorar por algo que no valía la pena, para desahogarse sin que nadie le cuestionara si estaba siendo un estúpido o no por permitir eso—. Haz lo que quieras conmigo hoy, Jungkook... porque será la última vez.

Jungkook medio sonrió.

—Tus deseos son órdenes, príncipe.

Comenzó a mover sus caderas con algo más de brusquedad, creando un sonido obsceno cada vez que sus intimidades se encontraban. Las manos de Taehyung se enredaron en su cuello y tiraron de él para unir sus labios, buscando acallar esos pecaminosos gemidos que salían de su boca.

Sus lenguas se acariciaron de forma intensa, con lentitud, como si de verdad estuvieran despidiéndose. Jungkook podía sentir la sal de sus lágrimas, su sabor dulce y al alcohol del champagne en el beso.

Se separó con renuencia, siguiendo hacia su cuello. Allí empezó a dejar pequeños mordiscos y chupones, lamiendo y acariciando con sus labios.

El castaño mordió sus labios para no gemir más alto. Sabía perfectamente lo que estaba haciendo. La boca de Jungkook se movía con furia sobre su piel, tratando de borrar aquellas horribles marcas y chupones que le eran ajenos y que tan horrorosos resultaban para él. Los odiaba, con su alma.

—U-gh... Caníbal.

Mordía sus clavículas, sus pezones, sus hombros y todo lugar al que pudiera llegar sin dejar de embestir en ningún momento. Jungkook estaba haciendo su propia obra de arte, pintando su cuerpo a voluntad.

Pronto tuvo a Taehyung deshaciéndose en suspiros y gemidos agudos, rasguñando su espalda y brazos. Poco le importaba, realmente. El ardor se camuflaba con el placer y la razón había quedado en el olvido. Estaban a mano.

—Jungkook —gimió, sintiendo su abdomen tensarse en aviso al inminente orgasmo. El líquido preseminal resbalaba por su falo con lentitud, sin siquiera haberlo tocado.

El pelinegro empujó más rápido entonces, sus dedos cerrados con fuerza sobre sus caderas mientras apretaba sus dientes. Un sonido gutural escapó de su garganta al sentir los espasmos del orgasmo de Taehyung, sus cálidas paredes cerrándose alrededor de su sensible miembro. Embistió con fuerza varias veces, sintiendo su propio clímax aproximándose.

—Jungkook... Jungkook —Era lo único que podía pronunciar Taehyung, abrumado por la sobreestimulación. Su cuerpo temblaba por cada roce y su mente no era capaz de funcionar debidamente—. Jungkook... —Este se corrió con un gruñido, lanzando su cabeza para atrás. El castaño fue capaz de apreciar su cuerpo desnudo una vez más, tan endemoniadamente sexy y en las proporciones exactas que lo odió un poco más. Aquellos hombros anchos, su definida cintura y su estrecha cadera, que vulgarmente parecía encajar a la perfección entre sus piernas. Todo en él era perfecto y lo llamaba a lo prohibido.

Idiota, te amo tanto...

Jungkook se detuvo lentamente, mirando hacia su rostro. Las lágrimas seguían en sus mejillas y sus ojos estaban cristalizados, sumido en el oleaje del orgasmo mientras trataba de apaciguar su respiración. Era lo más lindo que vería nunca, de eso estaba seguro.

—¿Taehyung?

—¿Mmh? —Medio abrió los ojos, adormecido. Soltó un quejido cuando Jungkook salió de él y por reflejo cerró las piernas, aún demasiado sensible.

Las manos del menor acunaron su rostro. Taehyung no entendía por qué le miraba así, entre la confusión y la extrañeza.

—Nada.





Taehyung ladeó la cabeza con curiosidad mientras relamía sus labios, sintiéndolos resecos.

La imagen que el espejo le devolvía, aunque difusa debido a la oscuridad en la habitación, era de verdad interesante. Por un lado, estaban esas pequeñas marcas en su cuerpo que le recordaban lo que acababa de pasar y que tanto le gustaban. Los rasguños en sus caderas, algunos mordiscos y los chupetones, autoría compartida entre Yoongi y Jungkook. Qué bajo había caído.

Miró a sus espaldas por el reflejo. El pelinegro dormitaba calmadamente en la cama, envuelto a penas entre las sábanas que se empeñaba en lanzar al suelo sin ser consciente. Media sonrisa se deslizó por sus labios antes de mirarse otra vez.

Eres patético.

Porque también estaban esas profundas ojeras que adornaban sus ojos rojos, con los párpados ligeramente hinchados por tanto llorar; algunas lágrimas secas seguían en sus mejillas, clara señal de que no se sentía bien en absoluto.

Por supuesto que no.

Una vez más confirmaba que tenía a Jungkook en sus manos... y a la vez lo tenía tan lejos.

Suspiró.

Aferrarse a eso lo condenaba a la inestabilidad, ya estaba decidido. Se había entregado tanto, sin notarlo, que verse lastimado por Jungkook era algo tan común como normal.

Lidiar con el dolor en su pecho, no obstante, era algo más difícil. Y no lo haría más.

Tomó sus cosas, se vistió y se fue. La reunión aún estaba en su apogeo, como si aquellos hombres de negocio no pudieran partir sin antes despedirse de Jeon Jungkook.

Por otro lado, el magnate se quedó en aquella habitación, mirando hacia la mesa de noche con ojos muertos. No estaba dormido.

Ni podría dormir.

No sabía qué pensar.

Idiota, te amo tanto...

¿Por qué Taehyung había dicho eso en voz alta?




Yo no quise narrar este lemon debidamente porque esto es una despedida y yo odio las despedidas. 😅

Empieza la cuenta regresiva de esta novela :'') Le dije que sería corta... O algo así. Bueno, a partir de ahora todo será enfocado a Jungkook. 🤗

Yoongi y Jimin en la misma casa, ujum 7u7

Me demoré mucho tiempo en actulizar, lo siento 😣 Estoy algo bloqueada.

¡Pero sonrían! 😁❤️

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