04
[...]
—Estás evitándome.
Como siempre, Jeon Jungkook no preguntaba. Hablaba como si todo lo que decía fuera verdad absoluta. Esta vez tampoco estaba equivocado, pero Taehyung no se lo iba a hacer saber.
Sin despegar la mirada de la cámara que revisaba, y tratando a toda costa de mantener una expresión impasible, dijo:
—No sé de qué habla, señor Jeon.
—Y vuelves a tratarme de usted y a llamarme señor —replicó Jungkook caminando hacia él. El castaño se tensó al verlo detenerse tan cerca de él, a menos de medio metro de distancia—. Soy menor que tú; no me gusta que lo hagas.
—Usted, señor Jeon, es un caprichoso entonces.
—Taehyung, al menos mírame cuando hablemos. Que no lo hagas me molesta.
El mentado levantó la mirada mientras suspiraba, para encontrarse, efectivamente, con la fastidiada expresión de su jefe. En el poco tiempo que había lidiado con él, encontraba raro algo que no lo molestase; Jungkook tenía una increíble apatía por la mitad de las cosas y las actitudes. Realmente cansino.
Lamió sus labios con algo de nerviosismo a sabiendas de esto y no le pasó desapercibido el barrido que los ojos del menor le dieron a su boca.
—No lo había notado, pero —El pelinegro tomó su barbilla sin delicadeza, levantando un poco su cabeza. La respiración de Taehyung quedó atascada en su garganta unos segundos—, tus labios tienen la forma de un corazón. Creo que me gusta.
El castaño trató de retroceder, pero para su desgracia el escritorio de esa habitación estaba ahí. Jungkook puso menos distancia entre ellos, casi haciendo que arqueara su espalda hacia atrás mientras buscaba alejarse.
—Me gusta —continuó diciendo—. Puedo imaginarla haciendo cosas obscenas y eso de verdad me gusta.
Taehyung se estremeció visiblemente por sus palabras y sacó fuerza de donde no la tenía para apartarlo de un pequeño empujón. Le indignaba que ese hombre jugara con su salud cardíaca de esa manera y que fuera tan descarado como para no disimularlo. A estas alturas ya no le quedaba duda de que el interés entre ellos era mutuo; no obstante, era una barbaridad para él que Jungkook con un anillo en su dedo pudiera siquiera fijarse en otra persona.
—Creo que tenemos que dejar las cosas claras —farfulló agitado—. Nuestra relación no debe pasar de trabajador-jefe. Señor Jeon, usted está casado.
Jungkook dejó salir una corta y burbujeante carcajada al aire, provocando que frunciera el ceño. Sus palabras eran completamente serias y que el pelinegro ahora le mirara con una enorme sonrisa le molestaba un poco más; no importaba si se veía tierno de esa forma, o si era desconcertante ver un gesto adorable en sus duras facciones, o si...
—Dios, pareces un lindo conejito cuando sonríes... ¡Quiero decir! —Hinchó las mejillas—. ¡Qué es tan gracioso!
—¿Realmente importa si estoy casado o no? —bufó Jungkook sin dejar de sonreír. De su anular izquierdo sacó el anillo y se lo enseñó, colocándolo frente a sus ojos—. ¿Crees que esta pieza de oro y unos papeles harán que deje algo que me gusta? Kim Taehyung, me gustas.
—N-No soy algo —susurró Taehyung; no obstante su voz salió tan baja que más sonó como a un débil chillido. Sus piernas flaquearon cuando el pelinegro volvió a acercarse y tuvo que sostenerse del escritorio para no desfallecer.
—Esto —Señaló el anillo—, no hace la gran diferencia. Podría tener un millón más; podría comprarte a ti un millón de anillos si es lo que quieres —Jungkook dejó la pieza a un lado del escritorio, tomando el rostro de Taehyung entre sus manos después. El castaño, además de saberse sonrojado, se odió por escuchar su propia respiración volverse errática—. No te estoy pidiendo matrimonio, tampoco que seas mi pareja.
Hablaba tan cerca que unos pocos centímetros separaban sus labios. A esa distancia su aliento se mezclaba con el del pelinegro, cuyos ojos se habían oscurecido un poco por el vivo deseo. Taehyung sentía su cuerpo estremecerse una y otra vez bajo su tacto.
—Sexo, Taehyung. Te estoy pidiendo sexo —aclaró Jungkook en voz baja.
—¿P-Por qué?
—Porque los dos lo queremos —contestó castamente. Sus labios ahora rozaban los ajenos y sus ojos se habían cerrado, al igual que la distancia entre ellos. El castaño estaba inmóvil, incluso cuando la mano de Jungkook viajó hasta su espalda y se detuvo para darle un descarado apretón a su trasero que los hizo gemir a ambos—. Puedo verlo en tus ojos, Tae. Te sonrojas, tiemblas, balbuceas... Estás rogándome implícitamente por una buena follada y yo puedo dártela. Solo di que sí.
—Y-Yo jamás... —comenzó asustado, pero el solo movimiento de su boca hacía que sus labios se tocaran. Jungkook estaba allí, esperando por una respuesta afirmativa, tan cerca que podía besarlo si quería. El pelinegro le estaba dando el permiso y su mente estaba eclipsada por las reacciones de su cuerpo y cómo Jungkook lo hacía sentir; en ese corto lapso solo fueron ellos, sin Hana.
Unió sus belfos de forma tímida en un impulso, cerrando los ojos con fuerza. Jungkook atrapó sus labios entre los suyos con avidez, encontrando por fin la única autorización que necesitaba y que por tanto tiempo había ansiado; sus movimientos eran lentos y pausados, como si quisiera grabar el momento en su memoria. Pronto su lengua presionó por permiso y Taehyung abrió los labios un poco para permitirle entrar, siguiendo el ritmo que el pelinegro imponía antes de que este, repentinamente, se separara.
—No puedo darte romance y toda esa mierda cursi —dijo Jungkook con un ligero sonrojo en sus mejillas—. Pero puedo hacerte tocar el cielo; puedo hacerte gritar como nunca antes lo has hecho, Taehyung. Solo pídelo.
Y firmar la entrada al infierno era lo único que no debía hacer. Aceptar ese bizarro juego, en donde reputaciones y corazones se verían en riesgo, era lo menos sensato del mundo. No obstante, allí estaba Taehyung, ansiando un poco más de ese beso, queriendo probar a Jungkook como debía ser.
—S-Sí, demonios, sí.
Sexo, solo eso. Era la única regla que debía respetar... Y la rompió.
[...]
Taehyung declinó la llamada con un mohín en los labios. No se sentía con ganas de hablar con Jimin, mucho menos de explicarle por qué había dejado su trabajo tirado y la importante sesión de fotos sin iniciar. Su ánimo estaba abajo, pero no lo suficiente como para echarse a morir en el hombro del rubio.
—Estúpido Jeon —murmuró hundiendo la cuchara en el helado que había estado picando sin descanso por al menos media hora. Ahora era una revuelto lechoso de limón y chocolate, los sabores que siempre pedía, pero en esos momentos lo vio tan vomitivo que hasta perdió las ganas de comérselo.
Se levantó con un suspiro, decidiendo que insultar a Jungkook por horas no iba a solucionar nada. Seguiría siendo tan despreciable como siempre y él, miserable por su culpa. Bueno, culpa de ambos realmente. Debía tener una buena noche sin descanso si quería asistir al trabajo al día siguiente como si nada hubiera pasado; dignidad ante todo, aunque parecía olvidarse del término de vez en cuando.
—¡Hey!
Respingó ante el tosco llamado y se dio cuenta, algo tarde, de que era con él. El chico que le llamaba desde la puerta del local que acababa de dejar tenía un alarmante color pálido en su piel y no ayudaba en nada el color negro de su cabello; sus ojos era pequeños y rasgados, en conjunto con unos finos labios de los que, dudaba, salieran muchas sonrisas. Era nada más verle esa expresión mortífera en el rostro para deducirlo; algo que siempre hacía... Jungkook.
Sacudió la cabeza.
—¿Sí?
—Dejaste esto en la mesa.
Taehyung apenas y tuvo tiempo para reaccionar cuando el desconocido arrojó hacia él el objeto en cuestión. Se dio cuenta de que se trataba de su celular.
—G-Gracias... —farfulló sorprendido. Nunca había sabido de alguien que devolviera un celular a su dueño cuando este lo abandonaba y fue por eso que le costó un poco reaccionar—. ¡Muchas gracias!
El chico se alzó de hombros indiferente antes de pasarle por el lado, llegando hasta la motocicleta que estaba parqueada en diagonal a ellos. Pasó grácilmente una pierna por encima de esta para sentarse, quitándole el paral en un gesto automático. Taehyung se le quedó observando entre hipnotizado y sorprendido (aún por el celular) mientras se ponía el casco.
—¿Qué? —dijo entonces el pelinegro—. ¿Tengo algo en la cara?
—No, esto...
El rugido del motor ahogó su voz cuando trató de negar lo obvio. El chico, aún sin nombre, se le quedó mirando unos segundos antes de sonreír.
—Te llevaría, bonito, pero solo tengo un casco y podría ser peligroso —Tuvo que alzar la voz para hacerse oír, pero Taehyung estuvo al tanto de todo lo que dijo—. La próxima vez cargaré dos conmigo en caso de que encuentre a un idiota de cara bonita como tú que deje su celular tirado. ¡Nos vemos!
—Nos... ¿Vemos? —Taehyung parpadeó confundido cuando estuvo solo. En primera instancia, dudaba que sus caminos volvieran a cruzarse... Al menos, claro, que ambos fueran tan enfermos como para volver a la misma heladería a esa hora al día siguiente... Y bueno, Taehyung no haría eso. Y dos, ¿un perfecto desconocido acababa de coquetear con él de la manera más descarada habida y por haber?—. ¡Hey, no soy idiota!
♥
—Jungkookie —Hana hizo un puchero mientras trataba de llamarla atención de su esposo—. Hoy estás más irritable de lo normal, amor, ¿qué pasa?
Con fastidio y extremada delicadeza —ambivalencia propia de Jungkook—, retiró el brazo de la chica y se apartó de ella mientras negaba sin ganas de querer discutir. Claro que estaba irritado, pues no veía necesario pisar la agencia con Jimin ahí, y de todas maneras estaba allí por orden de este. Odiaba que sus órdenes no fueran cumplidas y, peor aún, que le dieran órdenes. Él era el jefe.
—No es nada, bebé.
—Bebé —resopló Jimin con verdadero asco—. Estoy aquí, ¿sí? Intenten no volverse muy cariñosos conmigo presente.
—Jimin-ah, ¿dónde está Taehyung? —preguntó entonces Hana, tratando de fingir un entusiasmo que ya no sentía. Le dolía cuando Jungkook se portaba ajeno a ella y se encerraba. Lo mínimo que pedía, por el jodido anillo en su dedo, era un poco de confianza. Esa mañana el pelinegro apenas y le había hablado.
—Tae está por llegar. De todas formas, no lo necesitamos hoy aquí —respondió su hermano de forma automática, sin despegar la mirada de la carpeta que ojeaba—. Hoy vendrá este nuevo modelo del que te hablé, Jeon.
—No me siento con ganas de calificar a ningún hombre hoy.
Jimin rodó los ojos antes de mirar a su odioso cuñado. Sí, de hecho ese día estaba más irritable de lo normal; podía ver la tensión en sus hombros y la forma ansiosa en la que miraba hacia todos lados, buscando entre la gente de la habitación a alguien.
—No es calificar —replicó con un suspiro—. Te dije que voy a contratarlo; nada más mira sus fotos, es muy bueno. Su nombre es Min Yoongi.
Como un robot, Jungkook tomó la carpeta que el mayor le tendía y se la dio a Hana, delegándola tácitamente al papel de una secretaria.
—Pues está bonito —musitó ella con una pequeña sonrisa, con ganas de molestar a su adorado esposo. No obstante, Jungkook estuvo lejos de escucharla o siquiera de prestarle atención; su mirada estaba fija en la puerta, por donde ahora ingresaba el castaño de sonrisa cuadrada. Quiso creer que fue solo su imaginación, pero cuando Taehyung miró hacia donde estaban ellos su sonrisa tambaleó un poco y eso hasta Jimin lo notó.
—¿Todo en orden, TaeTae? —preguntó su amigo con genuina preocupación. Después de la décimo quinta llamada el día anterior, se había dado cuenta de que Taehyung sencillamente no iba a contestar. Pasó toda la noche preguntándose qué demonios podría haber ocurrido con él luego de esa extensa charla con Jeon y su apatía hacia su cuñado aumentó, solo por mera sospecha.
—Jiminie, Hana, Señor Jeon —saludó Taehyung con una pequeña venia—. Sí, estoy bien. Pensé que podría llegar más temprano, pero me quedé dormido.
—Ow, Tae, ¡no debiste venir! —exclamó Hana con un puchero al ver sus ojeras—. Se te ve bastante cansado. ¿Dormiste bien?
—¿Disculpa? —Jungkook alzó una ceja—. Es su trabajo; claro que debe venir. Su día libre es el viernes.
—Quisiera preguntar por qué conoces esa información —murmuró Jimin rodando los ojos—, pero diré que eres un jefe entregado a sus trabajadores y estás al tanto de los movimientos dentro de su empresa... Ah, no es cierto, eso me corresponde a mí y por ende no deberías hablar al respecto. Sh.
Taehyung compartió una larga mirada con Jungkook. Bueno, si tuviera que responder eso en voz alta seguramente estaría avergonzado. Su día libre era el viernes porque coincidía con el de Jeon y solían pasarlo en uno de sus apartamentos para... hablar... en privado, claro. No es como si follaran cual conejos. Ya no más.
—Llevo siete minutos escuchándoles pelear —Alguien dijo junto a ellos—. Me gustaría pensar que la empresa a la que pretendo entrar no tiene problemas directivos. Sería un desastre.
Los tres respingaron ante la nueva presencia; Taehyung alzó las cejas con sorpresa al reconocer la voz y se giró incrédulo, para encontrarse, efectivamente, al chico del día anterior.
—Todo está en orden —Jimin sonrió—. Te estábamos esperando, Yoongi.
—Yoongi... —pronunció Taehyung de forma inconsciente, llamando la atención del susodicho, quien le miró con una ceja arriba.
—¿Pasa algo, niño lindo? —preguntó con burla—. Te dije que nos veríamos. ¿Estás sorprendido?
Algo asustado, pensó después de darle cortas vueltas al asunto. Maldito acosador.
—Para nada —Sonrió de forma arrogante, echando su cabello hacia atrás con los dedos aunque los otros tres les observan confundidos por la interacción—. Muéstranos lo que tienes, Yoongi.
Yoongi rio un poco mientras le veía alejarse, quizá para dejar sus cosas y sacar la cámara del estuche de su cuello. Sin embargo, dicho gesto desapareció cuando se dio cuenta de que el otro pelinegro le observaba sin gracia, casi con desprecio, aunque ni siquiera se conocían. Una corta presentación por parte de Jimin y ahora sabía que su nombre era Jeon Jungkook. No sabe qué pasa, ni por qué le mira tan mal, pero... Le divierte.
Casi pongo el separador equivocado :v 😂
Actualizanding tarde porque ajá 🤗
Yoongi vino para hacer desmadre, no hay otra razón de su existencia aquí 😎
¡No olviden sonreír! 😁💓
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro