03
[...]
—Uh, ¿señor Jeon?
Taehyung asomó la cabeza por la puerta de la oficina. El joven magnate rara vez pisaba el edificio, eso le habían dicho, pero cada vez era más frecuente el verlo allí. Lo encontró en su escritorio, mirando con ojos idos hacia la ventana y el paisaje nublado que esta mostraba.
—Hana me pidió que le trajera esto —prosiguió con incomodidad al no obtener respuesta. Meneó el vaso de café frente a él, el cual en una primera instancia se había negado a llevar porque no pretendía cruzar palabras con el hombre que, indirecta o directamente, lo había "traicionado".
Porque sí, el interés de Taehyung por Jungkook era real. No obstante, al menos en un principio, su sentido común seguía vigente y funcionando e interponerse en lo que ahora sabía que era un matrimonio no le hacía tanta gracia. Hana —en especial ella— y Jungkook merecían ser felices y un capricho no tenía por qué destruir todo aquello.
—Déjalo ahí —musitó el pelinegro sin mirarlo siquiera. Su expresión sombría y el profundo ceño fruncido delataban que algo estaba mal y, por curioso, Taehyung preguntó:
—¿Todo en orden?
Jungkook le miró, casi con desprecio. Lo hizo retroceder inconscientemente; esa no era la mirada que Taehyung encontraba fascinante. Era una horrorosa segunda faceta del menor y eso lo asustó un poco.
—¿Qué puedes saber tú? —escupió este con molestia. Se levantó de la silla, apoyando las manos en el escritorio; Taehyung sintió las suyas temblar un poco del café y cayó en sus dedos—. Si te digo que nada está en orden, ¿qué podrías hacer?
El castaño suspiró mientras dejaba el vaso con la humeante droga en el escritorio.
—Nada —respondió alzándose de hombros. Por un momento olvidó que eran jefe y empleado; vio en Jungkook a un verdadero dongsaeng—. Pero tú podrías desahogarte y eso está bien para mí. ¿Lo está para ti?
Jungkook bufó con frustración mientras se dejaba caer la silla nuevamente. Para sorpresa de los dos, casi a regañadientes, el pelinegro soltó todo lo que se había estado guardando en la semana. Comenzó con su terrible día y terminó con al clímax de sus preocupaciones, que se resumían a un negocio que no estaba yendo bien en Hong Kong; se quejó como un niño pequeño lo haría con su madre y no dejó de despotricar en contra de todo lo habido y por haber hasta que se quedó sin aire.
Taehyung le escuchó todo el tiempo, sentado en la silla frente a él con la barbilla en su mano; de vez en cuando asentía o negaba, aunque en realidad no entendiera mucho de lo que pasaba allí. Lo cierto era que Jungkook estaba desesperado y su único mecanismo de defensa era la agresividad. De allí su genio.
—Y eso me enoja —puntuó como queja final—. Soy joven, no estúpido. Pude con una empresa caída, así que también podré llevarla más alto. ¿Por qué ese imbécil no confía en mí?
Lo miró, casi esperando una respuesta. Sin embargo Taehyung solo pudo ladear la cabeza, curioso.
—¿Cómo es Hong Kong? —preguntó con voz suave—. ¿Es bonito?
Jungkook se mostró sorprendido unos segundos. Acababa de hablar, al menos por doce minutos, acerca de sus negocios, economía, contratos, mercancías y empresas, pero el castaño solo atinaba a preguntar aquello. Su mirada soñadora y alegre estaba fija en él; casi podía ver el arcoíris en su mente y las ovejas pastando.
—Uh, sí, es... Lindo... Lleno, pero lindo.
Taehyung suspiró con un puchero.
—A mí realmente me gustaría ir. Tengo que conformarme con las fotos de Google —bromeó, aunque Jungkook no se rio y eso lo hizo carraspear—. Ah, lo siento, sí, ¿decías?
El menor estaba anonadado. Realmente era la primera vez que algo así le pasaba. Cuando hablaba de sus logros, progresos o retrocesos, normalmente lo hacía con gente experimentada que le daría dificultosos consejos para sobrellevarlo. A las personas con las que se codeaba en realidad solo les importaba el dinero y sus soluciones recaían en mantener este a flote. Sin embargo, el castaño estaba involucrando sentimientos —no suyos, pero sentimientos al fin. Sencillamente impresionante.
—Lo siento, lo siento —balbuceó Taehyung—. ¡No pienses que no te estaba prestando atención! Es solo que... Tenía curiosidad y... Ah, Dios, olvídalo. Lo siento, me iré. Adiós, lo siento.
Jungkook sostuvo su brazo, estirándose por encima del escritorio con aterradora velocidad. Sus dedos presionaron con más fuerza de la necesaria la muñeca del mayor y este solo le miraba asustado, esperando un regaño o algo peor.
—Taehyung —pronunció con cuidado. Su voz había bajado una octava y miraba con ojos luminosos a su empleado. Este tragó saliva.
—¿Sí?
—Eres lindo, lindo de verdad.
Su pulso disparándose y el mareo que lo golpeó fue lo único que Taehyung necesitó para sacudirse su agarre con afán y salir corriendo fuera de la oficina. Conociendo la presencia de Hana y la que esta significaba en la vida del pelinegro, una parte de él seguía sin querer entrometerse allí. Sin embargo, ¿cómo podía si Jungkook no dejaba de darle esas difusas señales?
—Está mal, Tae, esto está mal...
[...]
—Está bien.
Taehyung dio un paso atrás, sintiendo más que una puñalada en el estómago. La respuesta de Jungkook le había robado el habla.
—¿Q-Qué? —balbuceó incrédulo. Acababa de decirle que quería dejar eso que tenían, quizá esperando por una negativa, algo que le dijera que el pelinegro sí estaba interesado en él fuera de lo sexual. Sin embargo, allí estaba Jungkook, mirándole desde su escritorio con doloroso desdén.
—Que está bien. ¿No quieres seguir acostándote conmigo? Está bien —repitió él—. Esto no es una obligación y te pago por las fotos que tomas, no por gemir para mí.
Decepción, frustración, tristeza y arrepentimiento. Eso era lo que sentía Taehyung mientras veía lo único que lo unía a Jungkook a un nivel personal yéndose a la basura. Una parte de él quería tomar sus palabras y retractarse; la otra no lo haría incluso si le ponían una pistola en la frente.
—No obstante —dijo Jungkook. Se levantó de la silla detrás del escritorio y rodeó este a la vez que ladeaba una sonrisa; sus pasos eran lentos mientras se acercaba al castaño, el cual estaba petrificado en su lugar—, déjame decirte algo.
—¿Qué... cosa? —murmuró Taehyung sintiendo su voz fallar cuando el menor estuvo a menos de un metro de distancia.
Jungkook tomó su barbilla con delicadeza y la levantó, examinándolo en silencio; sus ojos recorrieron cada centímetro de su cara con detalle, como si estuviera grabándoselo a fuego vivo en su memoria. Con el pulgar acarició su labio y sonrió.
—Volverás —No era una pregunta; era una afirmación—. Volverás a mí y mis sábanas estarán esperándote.
—N-No es así —declaró Taehyung, pero cerró los ojos muy a su pesar. El cosquilleo en su labio allí donde el pelinegro acariciaba se reflejaba en su estómago, como una prueba clara de su debilidad por él. Aun con los ojos cerrados sintió la nariz de Jungkook rozar la suya y tuvo problemas para mantenerse en pie al saberle tan cerca.
—Volverás —repitió el pelinegro; sonaba tan seguro de sus palabras que Taehyung se sintió humillado. Su mano rodeó su cintura, acercándolo hasta pegar sus cuerpos. Cuando habló, lo hizo sobre sus labios—: Porque nadie te hace sentir como yo, porque nadie de toca como yo. Te diviertes conmigo, te gusta estar conmigo... —Soltó una corta risa, haciéndolo estremecerse. El sonido susurrante de su voz y los obvios factores de la situación lo tenían pululando entre el mundo real y su imaginación—. Vete. Busca a alguien más, revuélcate en sus sábanas si gustas... Pero sabes que no hay nadie como yo. Así que vas a volver a mí, Kim Taehyung. Te lo aseguro.
Le soltó repentinamente, casi haciéndolo caer de bruces; Taehyung se sonrojó al darse cuenta que esperaba un beso que sellara esas palabras. Se sentía tan cómodo en sus brazos que por poco olvidó qué demonios estaban discutiendo.
—Qué arrogante de tu parte, Jeon Jungkook —musitó con falsa altanería. Su corazón dolía y el brillo de sus ojos de debía a las lágrimas del inminente llanto, pero no lo haría frente a él. No iba a darle ese gusto—. Eres... Eres despreciable.
Jungkook se giró hacia la ventana sin prestarle mayor atención a sus palabras.
—Insúltame si quieres también —dijo—. Pero te lo digo, vas a volver... Y te estaré esperando con una sonrisa triunfal en la cara.
Taehyung no necesitó permiso para salir. Dio media vuelta mientras tragaba el nudo en su garganta y abrió la puerta de un tirón, encontrándose con la mano estirada de Hana, quien al parecer estaba por entrar. Ella le miró sorprendida y confundida, pero el castaño no tenía tiempo —ni ganas— para explicaciones. Le pasó por un lado y entró al ascensor, aprovechando el momento en el que se cerraron las puertas para soltar un triste suspiro.
No voy a volver, Jungkook. Me estás destruyendo y no se siente bien; duele aquí, en mi corazón. Por eso te lo prometo; a ti y a mí.
Ustedes saben lo que yo sé, ¿verdad? :'') Ay, Tae *suspiro* 😪
¿Notan el contraste pasado-presente? ¿Odian a Kookie? :v (el gIFFF SDKJCNDJHFD)
Creo que, ya que esta será una historia corta, tendré que concederles el honor de que haya Taegi (y como spoiler les diré que, por consecuente, habrá Yoonmin) (Pero ya saben mi política; me gusta centrarme MUCHO MÁS en el ship principal) 🤗Sin pelear o me molesto y omma Soojae sabe cómo molestarse. 👿
Ya leyeron su porno del día? No? Vayan a leer Heartbreak Hotel, una OS que subí hoy xd Que viva el auto spam. 😂👉👌 👀
¡Sonrían! 😁💓
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