Harmageddon - única parte
Hubo una vez un ángel que volaba por los grandes cielos, pero no era cualquier ángel; era Zadkiel uno de los 7 arcángeles del apocalipsis. Había sido enviado a observar a los humanos. Observar si ellos merecían el castigo que dios estaba por enviarles. Zadkiel creía o quería creer que ellos tenían salvación así que rogó a Dios porque les diera una segunda oportunidad. Dios los amaba, eran su creación, sus hijos. Cuando los creó, Él enseñó a cada ángel a amarlos también; así que aceptó el trato que Zadkiel había propuesto.
"Debes observarlos por una semana", aunque Él sabía que ya era demasiado tarde. Una semana era todo lo que tenían. Una semana de la cual colgaban su vida... o su muerte. Puesto que Dios tenía que librar otra batalla: los demonios.
El mal le había declarado la guerra a Dios y se vengaba con sus hijos.
Los humanos.
Dios sabía que ellos habían contaminado e infectado a sus hijos hasta convertirlos en monstruos. En lo que hoy eran; también sabía que ya no había esperanza, pero él había enseñado a cada ángel, arcángel y serafín a amarlos; quería que Zadkiel se diera cuenta por sí mismo y fuera él quien tomara la última decisión.
Cuando Zadkiel bajó, observó una aldea no muy lejos de donde se encontraba, y decidió que sería ahí donde haría su tarea. Decidió transformarse en un adolescente de no más de 20 años.
Al llegar Zadkiel se dio cuenta que las personas iban todas apresuradas, así que decidió seguirlas. Entre más se iba acercando al lugar al que todos los habitantes iban presurosos, pudo divisar una choza más grande a las demás que había visto, así que supuso que debía pertenecer al jefe de la aldea. Al ya estar a pocos metros de la gran choza, observó que las personas se ubicaban en un medio circulo alrededor de un joven de cabello castaño; junto a él estaba una joven de cabello rojo con una corona de flores alrededor de su cabeza y aunque a lado de ellos había dos ancianos, él no podía apartar la mirada de aquella chica. No tenía palabras para describirla. No sabía qué eran esos sentimientos que él estaba sintiendo en ese momento, se sentía desconcertado. Desde su creación, Dios le había enseñado a amar a sus hijos y él lo había hecho; pero en ese momento él se cuestionó que era realmente "amar", sin embargo no era eso lo que le tenía consternado; era esa mirada en la chica.
Estaba triste.
Cualquier ser viviente lo sabría con sólo mirarle a los ojos y verla. Realmente verla. No solo pararse e ir aplaudiendo y sonriendo como si ella estuviese feliz -pensó él.
De pronto alguien se le paró enfrente impidiendo seguir mirando a la chica y se dio cuenta que estaba tan distraído que había llegado al centro de alrededor de aquellas personas.
–¿Quién eres tú?-le preguntó el chico que hace unos momentos estaba al lado de la muchacha- ¿Es que acaso no sabes que estas tierras pertenecen a nuestra aldea?
Y...o- tartamudeó Zadkiel –Mi aldea fue atacada y destruida y quería saber si ustedes podrían ayudarme ya que no conozco a nadie.
–¿Qué sucede?-preguntó el anciano jefe de la aldea acercándose a ellos.
Zadkiel contó la historia sobre cómo su aldea fue atacada y había sido un superviviente. El anciano jefe, conmovido por Zadkiel, decidió alojarlo en una de sus chozas y lo invitó a la fiesta que se estaba celebrando... ¡El gran compromiso de su hija Abishag!
Zadkiel, agradecido con el anciano, se quedó a celebrar la fiesta. Así quizás podría terminar su tarea antes de que los días concedidos terminaran. Todos los habitantes de la fiesta eran buenas personas y lo trataron con amabilidad, excepto Issac el prometido de Abishag. Él le veía con ojos de odio y desprecio, pero no le importaba, era verdad que como toda regla hay una excepción y algunos humanos serían así como Issac; también creía en la posibilidad de que algún demonio le aconsejara ser así. Por lo regular cuando alguien está siendo dañado por alguno de ellos tienen ese aire a putrefacción (los humanos no pueden sentirlo) pero él era un arcángel y sabía todo sobre ellos.
Al finalizar la fiesta Zadkiel se acercó a hablar con Abishag; ella había estado toda la fiesta sentada atrás de la choza con sus ojos viendo hacia la nada.
Zadkiel se preguntaba qué era lo que estaba pasando en ese momento por la mente de la muchacha. Intentando descifrarla. Era algo cómico ya que él tenía ese don de saber lo que otras personas pensaban o sentían con solo verles. Así como supo que por la mente de Issac solo había odio y rencor y se preguntaba ¿Por qué? ¿Cómo es que un hombre puede sentir tanto odio siendo solo un humano? Además él no sabía por qué motivo Issac lo miraba de esa forma si no tenía ni un día que había permanecido allí ni sabía quién era realmente Zadkiel.
Zadkiel estaba tan abstraído en sus pensamientos que no se dio cuenta que Abishag ya se había ido; así que decidió ir a buscarla.
La aldea era de un clima seco y no había muchos árboles así que pudo encontrarla fácilmente.
Cuando llegó junto a ella, Abishag se lanzó a los brazos de Zadkiel; al principio no sabía qué hacer, pero después al verla derramar lágrimas de sus ojos la abrazó.
No era cualquier abrazo.
Zadkiel sentía muchas cosas dentro de si mismo; el doble de las que había sentido cuando la miró por primera vez. Lo extraño era que él jamás había sentido nada igual.
Había recibido y dado abrazos pero ninguno como el que estaba dando. Era como si dos piezas que fueron hechas para estar juntas pero por causas del destino se hallaban separadas y al fin se hubiesen encontrado y pegado.
Zadkiel estaba asustado. No sabía si estaba permitido lo que estaba sintiendo. Dios era bueno y bondadoso y aunque les había enseñado a amar a los humanos no sabía si era esta clase de "amor" la que él les había enseñado.
Aunque él sabía que esto era diferente y que posiblemente Dios no lo perdonara.
–¿Estás bien?- preguntó Zadkiel mirándola con ternura- ¿Puedo hacer algo por ti?- preguntó de nuevo ya que no había respondido la primer pregunta.
Abishag solo le miró y sonrió.
Cuando la miró por primera vez había cuestionado cómo un humano podía sentir tanta tristeza y se preguntaba si era posible eso o tal vez se había equivocado y había malinterpretado su mirada.
En este momento su mirada era indescifrable, pero sabía que no era de tristeza. Quizás ternura- pensó él.
Y en cuanto a su sonrisa, no sabía por qué, pero le parecía la sonrisa más hermosa que jamás había visto. Eso era raro, ya que él había estado con Dios y conocía su sonrisa, esa sonrisa que Dios le daba cuando demostraba su afecto, amor y cariño hacía ellos.
Zadkiel quería levantarse a primera hora e irle a dar nuevamente las gracias al jefe de la aldea, pero al salir se encontró con Abishag y está le pidió que fueran a dar un paseo. No se podía negar, no con ella. Así que aceptó y Abishag le fue enseñando cada una de las cosas que había en su aldea. Cada vez que describía alguna cosa lo decía con tanto amor que ya empezaba a amar ese lugar.
Fueron pasando los días y Abishag y él se hicieron muy buenos amigos lo que hizo que Issac se pusiera celoso de Zadkiel.
Issac al no poder controlar sus celos y aconsejado por "Amón", un demonio, decidió acabar con la vida de Abishag
Zadkiel buscaba a la joven. Al no encontrarla en la aldea, salió a recorrer los alrededores.
Cuando la encontró, Abishag estaba tirada en el suelo y junto a ella un enorme charco de sangre. Al verla herida Zadkiel se alteró, no sabía qué hacer.
Ella tenía los ojos cerrados. Temió lo peor.
El ángel corrió a abrazarla y empezó a decirle frases bonitas al oído, pero ella no respondía.
No sabía qué más hacer así que le dijo la frase que había escuchado ya de muchos humanos, pero que sin embargo él no sabía cómo y cuándo utilizarla. No hasta ahora.
Acercándose cuidadosamente para no lastimarla aún más de lo que ya estaba susurró a su oído la frase "Te amo".
Ella abrió los ojos y sonrió. Él pensó que había funcionado, pero al segundo los volvió a cerrar. Zadkiel rogó a su dios porque Abishag estuviese viva.
Pero no fue así. Ella estaba muerta y con ella toda la esperanza que algún día hubo para la humanidad.
Zadkiel dejó a Abishag cuidadosamente en el suelo. De sus ojos brotaron lágrimas. Él que jamás había llorado. Toda su vida había sido amor, felicidad y alegría, jamás había sentido esa presión en el pecho cuando sabes que tu corazón está roto en mil pedazos; jamás pensó decir eso, "roto en mil pedazos". Pero era la verdad. En el cielo todos eran hermanos y aunque los otros arcángeles le habían advertido de los humanos él no lo creía.
No hasta hoy.
Siempre había sabido que Dios había creado al hombre a su imagen y semejanza. Él conocía a Dios y sabía que era bondad, amor y que había amado y aún amaba a sus hijos, pero debía reconocer que lo que estaba por ocurrir era lo justo.
Zadkiel beso la frente de Abishag y subió al cielo pues él ya había tomado su decisión.
Los seis ángeles tocaron sus trompetas.
Zadkiel el séptimo ángel con lágrimas en los ojos tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo que decían: "Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos".
Hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.
Mientras Dios y los demás ángeles se preparaban para el ARMAGEDDON.
FIN
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