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XXXVI





La gran hija de Park Jimin había hecho presencia, Haneul la miraba seriamente, sin ninguna pizca de alegría en su rostro. Todo esto porque no estaba feliz que estuviera ahí, y no necesitaba mentir sobre que estaba emocionada por su llegada. Al parecer, Jimin lo había notado pues la miró mal y le susurró un "compórtate". ¿Como iba a decirle aquello como si se tratara de una niña de diez años? Su hija sólo tenía quince, le daba igual.

— ¿Ella quien es? — Preguntó Soyeon, la primogénita. Park sonrío con burla y miró a la chica. Haneul arqueó su ceja izquierda esperando la respuesta.

— Cariño, ella es mi esposa. Me alegra que por fin la conozcas — Dijo con falsa alegría, su hija sonrió emocionada por ello. Después de tanto tendría a alguien a quien llamarle mamá y que por ende, la tratara como una hija. Sintió la alegría por dentro de su ser,m.

— ¡Eso es increíble, papá! — Chilló de emoción, Haneul soltó un bufido y colocó sus ojos en blanco. La gran pregunta era: ¿por que le molestaba que estuviera con ellos? Soyeon era una niña de quince años, la cual era muy adorable y estaba al tanto de las cosas, Jimin la había mandado muy lejos por el hecho de que había muchas personas que podrían hacerle daño. Él sabía que tenía culpa, porque era un gran jefe que hacía cosas horribles. Aún recuerda aquella vez donde su mejor amigo, Yoongi, le pregunto del porque hacía tales cosas con niñas menores, tan solo debía pensar en que tenía una hija y no le gustaría para nada que pasara por ello. Por supuesto que no entendió, le dio igual sus palabras y siguió haciéndolo, hasta la fecha.

— Claro, lo es. Espero se lleven de maravilla... ¡oh! Tendrás un hermanito o bueno, posiblemente hermanita, aún no lo sabemos. ¿Una gran noticia, no crees? — La voz de Park salió tan delicada y dulce que Haneul quiso vomitar en ese preciso momento. Sabía lo que se venía: crear un nuevo Park Jimin para su hija. Uno el cual sea lindo, delicado y dulce con ella para que no sospechara de lo horrible que es su padre.

— Es maravilloso, siempre desee tenerlo. Estoy feliz papá de volverte a ver y que hayas reconstruido tu vida, se que mamá está feliz en algún lugar — Se lanzó a sus brazos, Kang prefirió no seguir viendo la escena y se dio la vuelta para salir del aeropuerto. Ella había cambiado, no era la misma chica de antes, llegaba a tener un temperamento muy frío, ni siquiera le importaba si hacía sufrir o no a las demás personas. Solo se preocupaba por ella. Es raro, si. Ya no le tenía temor a Jimin, es más, lo buscaba para enfrentarlo. Aprendió tantas cosas en dos años.

Defensa personal.

Boxeo.

Armas.

Ser una persona cruel.

Era lo que más destacaba por ahora, se encargaba de engañar a niñas o chicas para llevárselas a Park. Y lo demás, bueno, no hay necesidad de decirlo cuando es más que obvio de lo que hacen. Hanuel en estos momentos no podía hacer sus actividades cotidianas debido al embarazo. Si, después de dos años, volvió a quedar embarazada. Y eso, le alegraba por algunas razones.

— ¿Está molesta? — Preguntó Soyeon a su padre, él se encogió de hombros mientras caminaban algunos pasos atrás de la chica. Jimin la miró por algunos segundos, la admiro y se preguntó: ¿como podía verse tan preciosa aún de espaldas? Su cabello rubio se movía de un lugar a otro, portaba aquellos zapatos de tacón que tanto le gustaban y un vestido que él mismo le había obsequiado. Aún su estómago no crecía del todo, tan solo tenían días de haberse enterado que esperaba un bebé más. Esta vez, Jimin se sintió feliz.

— No lo creo, el embarazo suele colocarla de ese modo. No te preocupes — Le sonrió sincero, cabe resaltar que, Park era una persona totalmente diferente cuando se encontraba con su hija. Era como si lo convirtieran en el hombre de tus sueños, el cual siempre has esperado para casarte. Lastima que no sea así, para los ojos de su hija era ejemplar.

Haneul se adentró al asiento del copiloto sin mirar a sus acompañantes, posó su mirada en cualquier otro lugar. Decidió sacar un cigarillo de la guantera por que sentía esa necesidad de tenerlo entre sus labios.

— No puedes fumar, Haneul — La reprendió Jimin, la chica lo ignoro y prendió el cigarro. Lo llevo a sus gruesos y rojizos labios para darle una gran calada.

— Solo conduce — Habló cortante. Park soltó un suspiro y apretó el volante bajo sus manos, trataba de tranquilizarse por su hija. No dijo nada más y encendió el auto, Hanuel ni siquiera terminó el cigarillo y lo lanzó al asfalto.

— Bajen, iré a atender algunos negocios. Las veré en algunas horas — En cuanto habían llegado a casa, Jimin presionó el botón para abrir las puertas. Haneul no dudó dos veces en bajarse pero el hombro la detuvo tomándole la muñeca.

— ¿Que es lo que quieres? — Preguntó Haneul de mal humor, Jimin miró detrás de ella para verificar que su hija haya bajado del auto y si, fue así. Tendría mucha suerte de ahora en adelante.

— Más te vale cuidarla y tratarla bien. Ella comenzará a tratarte como su madre, trátala como tu hija.

— No tengo tiempo para cuidar a otra niñata, Jimin. Suficiente tengo con nuestra hija — Soltó una risita por lo bajo, Park la tomó de las mejillas con fuerza, la miró con furia y le susurró:

— Ya te lo advertí tantas veces, esa niña que ves allá, es lo más importante para mí. Mucho más que tú y nuestra hija, Hanuel. Grábatelo en tu linda cabeza ¿o el tinte ya te afecto? — Sonrió con malicia, la chica empujó a Park con fuerza y bajo del auto. No le tenía temor, no iba a hacer lo que él dijera, ya tenía todo en mente. Aquellas palabras fueron el límite, su preciosa hija tendría que soportar a Haneul.

La chica entró a la casa en cuanto dos de los trabajadores de Jimin, abrieron la gran puerta. Detrás de ella, la seguía Soyeon, un poco tímida y asustada con ver a los hombres que portaban armas. Haneul solicitó a su hija quien se encontraba en la planta de arriba.

— Haneul, oh... ¿puedo llamarte así? — Preguntó, la mencionada arqueó su ceja izquierda mirándola con superioridad pero finalmente asintió — Sucede que, bueno, ¿por qué hay tantos hombres con armas y así? Me dan temor — Susurró. Haneul la observo por largos segundos, era tan parecida a Jimin, parecía la réplica solo que en mujer... y pequeña.

— No lo sé, tú padre suele tener mucha seguridad — Respondió, empezaba a hacerlo de mala gana o tan cortante. Soyeon se hacía la idea de qué tal vez era por su embarazo, así que la entendía. La niñera se hizo presente con la pequeña en sus brazos.

— Mama — Exclamó con emoción abriendo sus brazos, Haneul la tomó y le sonrió con sinceridad. No iba a mentir que su hija también es preciosa, tenía una mezcla entre ella y Jimin, lo cual era maravilloso.

— Oh, ella es tan linda. Tiene mucho parecido a papá — Soyeon sonrió y tomó la mano de la menor de los Park, Haneul la ignoro y prosiguió a depositarla en el suelo. La niñera la observaba para que no hiciera travesuras o tomara algo peligroso.

— Si, demasiado. Bueno, la habitación está arriba. Búscala tú porque no tengo tiempo, oh, y espero te comportes aquí porque no voy a tolerarte. Tú misma te encargarás de hacer tu comida, lavar tu ropa y todo lo demás. Porque las sirvientas solo están para mí y Jimin. Anda, vete. No quiero verte — Le señaló con su cabeza la planta de arriba,  Soyeon borró cualquier rastro de su sonrisa en el rostro, de sintió mal por sus palabras. Arrastró sus maletas como pudo hasta su nueva habitación, juraba que le había tomado por lo menos veinte minutos para ello.

¿Como se supone que tendría que hacerse de comer? No sabía hacerlo, no tenía conocimiento sobre ello. Creo que lo mejor sería que pidiera un poco de dinero a su padre. Se preguntó una y mil veces si Haneul es mala en realidad o solo es un momento corto. Soltó un suspiro de alivio en cuanto llegó, sus brazos dolían demasiado. Tendría que decirle a Jimin en cuanto llegara.

Permaneció dentro por muchas horas, tuvo el tiempo para desempacar y guardar sus pertenencias. Salió de la habitación hasta que escuchó el auto de su padre, estaba emocionada porque sabía que ahora podría pasar más tiempo junto a él, además, podría comer delicioso.

Al bajar, se percató que su padre tenía en sus brazos a la pequeña, sonreía muy en grande y la besaba por todo su rostro. Soyeon sonrió, alegraba eso, no había pizca de envidia o celos.

— ¡Papá! — Exclamó bajando las escaleras rápidamente, Haneul colocó los ojos en blanco al verla y cruzó sus brazos.

— Hey, cariño. ¿Todo bien? ¿Has estado conversando con Haneul? — La abrazo con el brazo desocupado mientras que con el otro sostenía a Hana, la pequeña.

— Eh, bueno, no he comido nada porque Haneul me dijo que ninguna sirvientes estaría para mí. Tendría que hacerme mi propia comida y no tengo conocimiento — Realizó una mueca con sus labios, Haneul la miró con furia pero esta fue remplazada por un rostro triste.

— ¿Es cierto eso, Haneul? — Preguntó Jimin con voz dura. Era hora de la actuación, pensó la chica.

— Amor, no. ¿Como podría hacer eso? Solo le dije que podría decirle a cualquiera de las sirvientas. Soyeon no coloques palabras en mi boca que nunca he dicho — Se acercó a Park para besar sus labios al mismo tiempo que acariciaba su pecho, tratando de hacerlo entender que ella no tenía la culpa. Soyeon estaba que echaba fuego, no podía creerlo.

— Hablaremos de esto más tarde, Soyeon. Vamos a la cocina — Dijo en tono autoritario, Haneul le sonrió con malicia, dejándome en claro quien había ganado y que siempre será así. La adolescente se sintió decepcionada por su padre, le había creído más a ella.

Soyeon y la pequeña de la familia se adelantaron mientras que Haneul pasaba sus brazos por el cuello de Jimin.

— Debes educarla bien, me ha acusado de algo que no he hecho. Esto podría traer problemas, amor — Acercó sus labios para unirlos y así crear un beso lento y duradero. Park acariciaba la cintura de la chica pero luego recordó al bebé que habitaba en su vientre y transportó sus manos hasta el lugar.

Haneul empezaba a jugar sucio, demasiado. Y le gustaba.

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