Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¿Mas problemas?

—Estoy preocupada por N, hace dos semanas que no sabemos nada de él, J. —

—Lo mismo pasa con Uzi... Dios, desde que salió esa foto, todo se fue a la mierda. Tenemos suerte de que la policía dejó de molestarnos, pero ahora... No sé cómo esos dos van a reconciliarse —dijo Jessica, mirando a su hermana, quien solo agachó la mirada.

—Tengo una idea, pero no sé cómo resultará —propuso la castaña, al otro lado de la pantalla, con una enorme sonrisa.

—¿Cuál? —

—Yo iré a ver a nuestra cuñada y tú a N. Hablaremos con ellos e intentaremos que se reúnan para conversar. —

—¿Crees que sea una buena idea? —preguntó la rubia con incredulidad.

—Podría funcionar, hay que intentarlo. No me gusta que estén peleados, sé que mi hermano tiene una explicación para lo que pasó ese día. —

J hizo una mueca, no muy segura del plan, pero no había otra opción.

—Enviaré al chofer por ti. Por lo que sé, Cyn todavía está en clases, así que puedes decirle a su niñera que se encargue de ella. —

Después de coordinar, cortaron la videollamada. Tessa salió de su habitación y se dirigió a la sala de estar, donde su hermanita tomaba sus clases.

Bon travail, Cyn. Tu t'es beaucoup améliorée en mathématiques, je pense que nous pouvons commencer le prochain cours avec les sciences. [Buen trabajo, Cyn. Has mejorado mucho en matemáticas, creo que podemos empezar la próxima clase con ciencias] —dijo la maestra, revisando los resultados de la prueba, lo que hizo sonreír a la pequeña. Luego, acarició sus cabellos rubios con una expresión casi maternal.

Ne le dis pas à ta sœur, mais tu veux du chocolat ? [No le digas a tu hermana, pero ¿quieres un chocolate?] —

Cyn asintió entusiasmada, a lo que la mujer sacó una barra de chocolate de su bolso y se la dio. Tessa, divertida por la interacción, hizo un ruido con la garganta para captar su atención. Al verla, ambas se sonrojaron de inmediato.

Mlle Tessa... Je... Ce n'est pas ce qu'il paraît... [Señorita Tessa... Yo... No es lo que parece...] —murmuró apresurada. La suave risa de la castaña llenó la habitación, haciendo que el sonrojo de la mayor se acentuara aún más.

Ne t'inquiète pas, Maria, c'est juste un bonbon. J'espère que tu n'en donnes pas trop souvent. [Tranquila, María, es solo un dulce. Eso sí, espero que no le des muy seguido.] —dijo Tessa con una sonrisa. María solo asintió, mientras la niña miraba a su hermana con alegría.

Cyn, je dois sortir. Ne t'inquiète pas, j'ai appelé la baby-sitter. Maria, tu peux rester jusqu'à mon arrivée. [Cyn, debo salir. No te preocupes, llamé a la niñera, así que María puede quedarse hasta que regrese.]

Su teléfono vibró. Al ver la notificación, salió del departamento, no sin antes tomar su bolsa que estaba en la entrada. Al salir, un auto negro la esperaba. El chófer bajó y abrió la puerta; ella entró y esperó a que se pusieran en marcha.

Durante el trayecto, Tessa revisaba su celular. La foto seguía siendo viral y no pudo evitar mirar un comentario donde etiquetaban a Nori.

—Señorita, ¿a dónde vamos? —preguntó el chofer.

—A la residencia Doorman —respondió la castaña sin despegar la vista del teléfono. Leer lo que decían sobre Nori y su cuñada hizo que un profundo enojo se instalara en su pecho.

—Solo espero que ellos se reconcilien —comentó el chofer con tristeza.

Esas palabras captaron la atención de la menor, quien dejó su celular de lado.

—Yo también lo espero. Ambos son muy lindos juntos.

—Lo sé. Ante estos viejos ojos, son una de las pocas parejas que se merecen toda la felicidad del mundo. Eso me recuerda a una historia... —comentó el mayor de repente.

—¿Puede contarme? —preguntó Tessa con curiosidad. Sus ojos esmeralda brillaban de expectación, algo que el chofer notó por el espejo retrovisor. Sonrió con cariño, tenía ganas de compartir la historia, pero pensó que sería mejor dejarla para otra ocasión.

—Pienso que debería llevar algún postre. Ya sabe, algo dulce cura el corazón, señorita Tessa.

—¿Pero... y la historia? Yo quiero escucharla —protestó la chica con un puchero—. Jeff, dime, por favor —suplicó.

El chofer solo rió y se estacionó frente a una pastelería.

—Si mi memoria no falla, creo que un pastel de chocolate con fresas sería lo mejor para la joven Doorman —dijo mientras miraba a la castaña.

Tessa asintió y salió del coche.

—Espero que esos dos no encuentren más complicaciones —murmuró Jeff antes de suspirar.

—Jajajaja, no puedo creer que hicieras eso —dijo Uzi, sosteniéndose el estómago mientras miraba entre risas a J2, quien sonreía—. ¿Y después qué pasó?

—Pues... estuve con el cabello pintado de azul una temporada —murmuró con vergüenza.

La pelimorada solo negó con la cabeza, divertida. Ambos se quedaron en un silencio cómodo; las palabras no eran necesarias.

—Oye, bonita, ¿no quieres salir? —preguntó J2 de repente.

—Mmm... ¿a dónde? —

Uzi mostró duda en su mirada, y J2 sintió culpa por haber provocado tal reacción.

—Lo siento si te incomodé... —

—¿Qué? No digas eso —negó Uzi rápidamente—. Sé que solo intentas animarme y es tierno de tu parte, créeme. Pero temo que afuera haya reporteros... o que puedan seguirnos.

—Sé que tienes tus razones, pero no puedes pasarte toda la vida encerrada en tu casa. Y, por lo que me has contado, tus padres siguen con los preparativos para tu fiesta... algo que, si me preguntas, es sorprendente.

—No quería que su esfuerzo fuera en vano, así que les pedí que continuaran con la fiesta —murmuró Uzi—. Aunque todavía intento averiguar cuál será la temática...

—¿Temática? —preguntó J2 con curiosidad.

—Sí, el año pasado fue de zombis, fue bastante divertido.

—Nunca vi nada de eso en las noticias o en las revistas. Solo mencionaron cuántos años cumpliste y nada más —comentó J2, llevándose una mano al mentón mientras observaba a la chica.

—Oh, lo que pasa es que nunca hacemos mis cumpleaños públicos. Prefiero estar tranquila y rodeada de gente que me agrada, en lugar de desconocidos que solo esperan cualquier error para criticar —hizo un puchero que, a ojos de Joel, resultó adorable.

«Ojalá pudiera estar ahí», pensó resignado.

De pronto, Uzi desapareció momentáneamente de su campo de visión, dejando solo la parte inferior de su cuerpo a la vista. Cuando volvió, traía consigo un peluche de perrito—regalo de N—y lo abrazó con cariño.

«Maldito perro suertudo», pensó Joel con frustración.

—Entonces, ¿a dónde iríamos? ¿J2? —preguntó Uzi con preocupación al notar que él no respondía.

Joel salió de su ensoñación de golpe, con un sonrojo cubriendo sus mejillas.

—¡Yo! Bueno... es una sorpresa —dijo con nerviosismo, su voz delatando su inquietud.

Uzi lo encontró adorable; ver a un chico que a simple vista parecía del tipo "todas mías" comportarse de esa manera le resultaba curioso.

—Jejeje, ¿te parece bien en... media hora? Mis padres salieron, y siendo honesta, no quiero quedarme sola en casa.

—Bien, entonces iré a tu casa.

Joel tenía una enorme sonrisa, pero por los nervios colgó la videollamada sin siquiera despedirse, haciendo que Uzi riera enternecida.

Como no tenía idea de a dónde la llevaría J2, decidió vestirse con un pantalón tipo cuero y un corset morado, complementados con una chaqueta del mismo material y unos botines de plataforma.

«Me veo bonita», pensó al mirarse en el espejo de cuerpo completo. Inmediatamente negó con la cabeza y caminó hacia su tocador, tomando su cepillo para peinar sus cabellos cortos.

—¿Llevaré joyería? —preguntó al aire, deslizando los dedos sobre la superficie de su alhajero.

Al abrirlo, observó los distintos aretes, pulseras, cadenas y anillos que había recibido de sus padres y de Nicolás. Sus dedos se detuvieron sobre un par de aretes en forma de murciélago, regalo de su cumpleaños anterior. N los había creado específicamente para ella.

Su rostro se ensombreció y, para empeorar las cosas, su mente reprodujo como una película aquel día en que se besó con el albino. Sintió las lágrimas acumularse en la comisura de sus ojos. Inmediatamente sacudió la cabeza; no quería pensar en eso ni arruinar su salida con J2.

—Tranquila, Uzi, es solo una salida con un amigo... pero... ¿por qué siento que es algo más? —se preguntó con incertidumbre.

Faltando poco para la hora acordada, un suave golpeteo en la puerta llamó su atención.

—Señorita Doorman, la buscan —informó una sirvienta.

Uzi apagó su computadora y tomó su cartera. Al bajar las escaleras, se encontró con un pelinegro sosteniendo un ramo de flores. Su corazón latió más rápido, presa de los nervios.

—No tenías por qué —dijo, señalando el ramo.

—Sería grosero venir sin un presente —respondió él, ofreciéndoselo.

Ella lo aceptó gustosa, dejando que el perfume de las flores acariciara su nariz. Al observarlo con más detalle, un sonrojo cubrió sus mejillas. Era una hermosa combinación de rosas blancas y rosadas, tulipanes, peonías, jazmines, hortensias y margaritas, cada una con un significado especial.

—Son hermosas —contestó con una sonrisa—. ¿Pueden ponerlas en agua, por favor? —pidió a la sirvienta, quien tomó el ramo con una ligera reverencia.

—Saldré con mi amigo, así que si mis padres preguntan por mí, díganles que no estoy en casa, por favor —ordenó.

La servidumbre no dijo nada, pero al despedir a la pareja, se miraron entre ellos con preocupación.

—Díganme que tienen algo —suspiró con cansancio un oficial, mirando a sus compañeros.

Estos negaron con la cabeza. Llevaban tres semanas buscando una pista que los llevara a los responsables del secuestro de dos oficiales, pero era como si el mismo destino quisiera interponerse.

—Lo mejor sería dividir el trabajo: que un equipo siga con la investigación del secuestro y el otro con el tema de los Elliot —propuso alguien.

—¿No sería mejor darlos por muertos? —sugirió otro oficial.

El resto del equipo quedó en silencio. Solo el sonido de los teléfonos, los murmullos de personas ajenas a la conversación y el eco de los pasos rompían la tensión que se había formado.

—Hemos investigado durante días. Los únicos indicios de que seguían con vida fueron unas fotografías y una carta, pero ya no hemos recibido nada... A estas alturas, hay que temer lo peor —añadió el mismo oficial.

Los presentes se miraron entre sí. No querían aceptar esa posibilidad, pero... ¿y si era verdad?

—¿No se supone que la carta decía explícitamente que dejáramos el tema de los Elliot en paz? ¿O es que quieres que corramos peligro? —cuestionó alguien al líder.

—Ellos mismos lo dijeron: solo a la familia... Nunca mencionaron a externos —respondió este.

—¿Qué estás sugiriendo? —preguntó otro, con cautela.

—Traigan a las sobrinas de James Elliot y asegúrense de que lleguen a salvo. —

—Señorita Jessica, no creo que sea buena idea —jadeó una sirvienta mientras intentaba detenerla.

Todos los empleados de la casa habían recibido órdenes estrictas de que NADIE debía irrumpir, pero la rubia no hizo caso. Estaba decidida a enfrentar a su hermano.

Llegó a su habitación y primero tocó, esperando una respuesta. Al no obtener ninguna, abrió la puerta y un fuerte olor a licor llegó a su nariz, haciéndola fruncir el ceño por instinto.

La habitación era un desastre. En el suelo había botellas de licor, algunas vacías y otras a medio llenar. La alfombra estaba manchada y entre el desorden se podían ver colillas de cigarro. En medio de todo, su hermano yacía acostado en la cama. Al acercarse, lo encontró abrazando un marco de fotografía donde aparecían él y la castaña riendo. Jessica lo observó con pena, notando las profundas ojeras en su rostro.

Lo movió ligeramente, pero solo recibió un gruñido de inconformidad.

«Primero debo limpiar este desastre» —pensó la rubia.

Al salir de la habitación, vio a la misma sirvienta que antes intentó detenerla. Ahora, la mujer traía consigo suministros de limpieza. Jessica alzó una ceja, algo confundida.

—La ama de llaves me pidió que le trajera esto —explicó la sirvienta, mostrando los materiales. Luego hizo una leve reverencia y se marchó.

Jessica suavizó su expresión, tomó una bolsa de basura y regresó al cuarto. Comenzó a recoger los desperdicios, abrió las cortinas —excepto las que daban directamente hacia su hermano para que pudiera seguir durmiendo cómodamente— y, tras media hora de trabajo, la habitación lucía mucho más presentable.

—Nicolás, hermano, despierta —susurró J, sacudiéndolo otra vez.

El albino solo se volteó hacia el otro lado, dándole la espalda. La rubia gruñó, molesta, tomó una almohada que no estaba siendo usada y la estrelló contra su hermano.

—¡Levántate, pedazo de burro! —gritó.

Nicolás saltó de la cama, enojado, y miró a su hermana con el ceño fruncido.

—¡¿Qué te pasa, J?! —

—Date un baño, apestas a alcohol.

—No quiero, déjame solo —murmuró, volviendo a acostarse.

«Perdón por esto» —pensó la rubia antes de tomarlo del tobillo y jalarlo con fuerza. Como N no puso resistencia, terminó cayendo al suelo con un golpe seco, llevándose la mano a la nariz con una mueca de dolor.

—No fue una sugerencia, es una orden. Vas a bañarte y luego hablamos —demandó Jessica, cruzándose de brazos.

Nicolás, resignado, se levantó y obedeció, entrando al baño sin ganas. Mientras tanto, J fue al clóset para buscar ropa limpia y un cambio de sábanas. Le tomó unos diez minutos terminar. Sabiendo que su hermano tardaría un poco más, salió rumbo a la cocina para ordenar a la servidumbre que prepararan algo de comida.

Veinte minutos después, Nicolás salió de la ducha. En su cama encontró un conjunto de pijama, consistente en un pantalón y una camisa. Sin rechistar, se los puso.

—Joven Elliot, la señorita Jessica lo espera en el comedor —escuchó una voz al otro lado de la puerta.

—¡Voy en un momento! —respondió.

La sirvienta, satisfecha con la respuesta, se retiró sin decir nada más y caminó de regreso al comedor.

Los dos hermanos estaban sentados frente a frente, cada uno con su respectivo plato de comida. Sin embargo, Nicolás solo jugaba con la comida y Jessica no había probado bocado.

—¿Qué pasó exactamente, hermano? —preguntó la rubia.

Nicolás tardó un momento en responder, sorprendido por la pregunta. Jessica, sabiendo que había tocado un tema delicado, decidió esperar a que él estuviera listo para hablar.

Sin embargo, N solo continuó jugando con la comida durante cinco minutos más antes de suspirar profundamente y dejar los cubiertos de lado.

—Fui a la reunión que tenía programada ese día. Al llegar, me encontré con... una conocida, y bueno, al entrar vi que el señor Mouhtg miraba a esta conocida de manera inapropiada, así que intervine. Después de que terminó la junta, la vi pálida, y me ofrecí a dejarla en su casa. Ella negó mi ayuda, pero insistí... creo que un camarógrafo nos vio y dio aviso, porque al estar cerca de su casa, el auto se detuvo abruptamente y ella cayó encima mío en esa posición. Yo entré en pánico, le pedí al chófer que nos llevara a la mansión. Cuando llegamos, pedí que el doctor la revisara y yo me encerré en mi oficina. Intenté llamar a Uzi, pero su papá me dijo que ambos necesitábamos estar separados... hasta que nos calmáramos. Desde entonces, no he tenido contacto con ella —dijo con voz suave, cada palabra más difícil de entender. El dolor en su garganta era palpable, mientras las lágrimas caían por sus ojos.

Jessica también sintió el dolor de su hermano a través de su voz, y se acercó para abrazarlo. Nicolás correspondió al abrazo, pues sentía que lo necesitaba.

—¿Esa conocida es Lizzy, no? —preguntó en un susurro. Su hermano asintió. —Al menos tenemos ventaja de que los medios no sepan que era tu exnovia.

Nicolás se apartó abruptamente del abrazo, desconcertado por las palabras de su hermana. La miró, esperando que sus oídos hubieran fallado.

—Hermanito, no tienes que fingir demencia —dijo Jessica con una sonrisa traviesa.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó, horrorizado. Para su sorpresa, la risa de su hermana lo desconcertó aún más.

—La próxima vez que quieras meter tu pene en un agujero, asegúrate de que la biblioteca esté vacía, y más aún si sabes que una fiesta se está llevando a cabo —burló, viendo la reacción del albino, quien se sonrojó al instante. —Dejando de lado ese dato, ¿La trajiste a la mansión?

—No sabía a dónde más ir... simplemente no podía traerla a la casa que comparto con Uzi, así que... —respondió N, avergonzado.

—La mansión fue la opción más viable. Bueno, es grandioso que pensaras en Uzi incluso en una situación así, pero... ¿Hasta cuándo planean hablarse? Ya llevan dos semanas así —comentó Jessica, preocupada. Nicolás solo apartó la mirada.

—He querido hablar con ella, pero no sé si quiera escucharme —murmuró, con un tono de inseguridad.

—Solo hay una manera de saberlo —dijo, pasando su teléfono a su hermano. Nicolás lo tomó con manos temblorosas, mordiéndose el labio inferior. Exhaló una bocanada de aire y abrió el icono de contactos. Buscó su número, lo marcó y esperó en la línea, pero nadie contestó. Eso lo desanimó. Jessica vio su reacción y se preocupó un poco. «Tal vez esté hablando con Tessa» pensó, observando la expresión de su hermano.

—¿Estás seguro de esto, Joel? —preguntó Uzi, mirando a su amigo con preocupación.

—Es la primera vez que te escucho decir mi nombre. ¿Por qué preguntas eso? —dijo él con humor, pero cuando Uzi señaló la costosa botella de vino que el camarero había traído minutos atrás, Joel añadió, sonriendo, —Si es por la bebida, no te preocupes.

—No solo es la bebida, es que no quiero que te metas en problemas con tu familia por traerme a un lugar así —respondió ella, señalando la habitación en la que se encontraban. El lugar era de un color rojo vino, con muebles de madera oscura. La mesa estaba perfectamente ordenada en el centro del cuarto, y en medio de esta había un hermoso ramo de Eléboro negro. En el techo colgaba una lámpara de araña de estilo gótico. Aunque estaba acostumbrada a lugares costosos debido a su posición social, no quería que su amigo se metiera en problemas por ella. Joel solo rió ante su preocupación.

—¿Qué chiste conté? —preguntó con sarcasmo mientras se cruzaba de brazos. Uzi lo miró entre divertida y tierna.

—Ellos me debían un favor, así que esta es su forma de pago, cariño —respondió con una sonrisa en su rostro.

—Vaya forma de pago. Solo espero no meterte en problemas, eso es todo —dijo Uzi, aunque algo en su mente le decía que no estaba recibiendo toda la verdad.

«Aunque si lo pienso bien, creo que no me está diciendo la verdad» pensó, notando que desde que llegaron, todos los empleados del restaurante se comportaban de manera extraña. Además, todo el establecimiento estaba vacío; solo ellos dos estaban comiendo.

—Tranquila, eso sería lo último que haría —declaró Joel, antes de darle un sorbo a la copa con el líquido embriagante, acción que Uzi imitó.

—Mmm, este vino está delicioso —murmuró complacida, observando el líquido que aún quedaba en su copa. Joel sintió su pecho llenarse de orgullo, una enorme satisfacción al ver la sonrisa de su acompañante.

—¿Puedo verlo? —preguntó ella, con curiosidad.

—¿Qué? —preguntó, saliendo de su ensoñación, sintiendo sus mejillas ligeramente calientes, pues malinterpretó lo que acababa de escuchar.

—Dije que si podía verlo —repitió él, señalando el anillo que lucía con orgullo en su mano. Al principio iba a declinar, pero al ver la expresión curiosa en el rostro de la pelimorada, que le pareció tierna, decidió quitárselo y entregárselo.

Uzi miró con detalle el anillo, que tenía la forma de una serpiente de color negro con ojos rojos. La pieza era sutilmente pesada.

—¿Puedo probarlo? —preguntó, mirando a Joel, quien asintió. Con alegría, Uzi se lo puso en el dedo anular. Para sorpresa de J2, el anillo le quedaba grande, haciendo que Uzi frunciera el ceño y formara un pequeño puchero con sus labios.

—Jejeje, me queda grande —comentó con gracia, devolviendo el anillo a su dueño.

«Aunque ese símbolo lo he visto en algún lado...» pensó la mujer.

—Era de esperar, eres bastante pequeña —comentó él con una sonrisa.

—¡Hey, no soy pequeña! —gritó, con aparente enojo.

—Eres pequeña, admítelo. A duras penas llegas a mi pecho, Uzi, y eso es lo que te hace adorable —dijo él, sus palabras hicieron que Uzi se sintiera ligeramente nerviosa.

—Cambiando de tema, ¿Qué piedras tiene el anillo? —preguntó ella, mirando el anillo con curiosidad. La fascinación era evidente en su voz y en su rostro. Si bien sabía sobre piedras preciosas, su conocimiento no era tan vasto como el de su prometido.

«De seguro a N le hubiera interesado el anillo» pensó con amargura, el dolor de lo ocurrido días atrás seguía en su corazón. Joel notó el cambio de humor de su acompañante, lo que le causó enojo.

—Es de ónix negro y ágata roja... Es un regalo de un familiar que, a pesar de mi origen, me apreció mucho, y como última voluntad, me dio su anillo —dijo, su voz denotaba tristeza, lo que hizo que Uzi se sintiera mal por haberle recordado un momento tan doloroso.

«Lo siento, Uz, pero hay cosas que es mejor tener escondidas» pensó, aunque luego se sintió culpable al ver la expresión preocupada en el rostro de ella.

—Lo siento mucho, no quería... —comenzó a decir Uzi, pero él la interrumpió.

—No te disculpes, linda. Sé que no era tu intención —respondió él, intentando calmarla.

—Sabes algo, me parece haber visto ese mismo símbolo en algún lado —comentó ella, mirando el anillo con más detenimiento.

Joel se tensó un poco, su mirada se volvió seria ante las palabras de la chica.

—¿Dónde viste ese símbolo? Según mi familiar, este anillo es único —preguntó, con un tono que dejaba claro que no deseaba hablar más del tema.

—Fue hace años, cuando era una niña. Recuerdo que ese día el señor Elliot vino a mi casa con unos hombres a limpiar algo. Según mis memorias, el anillo estaba dentro de una caja que es propiedad de la familia de mi prometido, pero fue la única vez que lo vi —dijo ella, con una ligera incertidumbre. Joel mantuvo una expresión seria mientras la escuchaba. —Es todo raro, sabes... Aunque, bueno, no dudo que mi memoria me falle —añadió, un poco más insegura.

—Tienes razón, a veces nuestra memoria nos juega en contra —respondió él, pensativo.

«Pero si lo que dijo Uzi es cierto, entonces hemos encontrado nuestra reliquia familiar» pensó.

—Bueno, dejemos de hablar de temas tristes, lindura, y mejor disfrutemos de nuestra compañía —sugirió, buscando cambiar el ambiente.

Mandona 😠

Ya estoy por llegar a la casa de Uzi.

Mando el mensaje y guardo el teléfono, cuando las puertas que protegían la mansión Doorman se abrieron. El auto recorrió el camino de concreto que daba a la casa, y después de unos minutos, ya estaba frente a la ama de llaves y unas sirvientas que me dieron la bienvenida.

—¿Señorita Tessa? ¿Qué la trae por aquí? —preguntó la mujer mayor, haciendo una leve reverencia, que las demás sirvientas imitaron.

—Vine a ver a Uzi, sé que estos días ha estado mal —respondí sonriendo, mostrando la caja con el pastel que compré antes de llegar.

—Lo sentimos, pero la joven Doorman no está en casa.

—¿Qué? Mmm, ¿No sabe si tardará mucho en llegar? —pregunto, con la ligera esperanza de poder verla.

—Bueno... la verdad no sabría qué decirle, pero si quiere, puede dejar el pastel para evitar que regrese con él. Y cuando la señorita llegue, le aviso que vino a visitarla.

—Sí, sería lo más prudente —dejo la caja en manos de una empleada. Regreso al auto triste, el chofer la miró esperando en silencio la siguiente orden.

—Volvamos a mi departamento —dijo, y el conductor arrancó el auto. Mientras se alejaban de la propiedad, decidió avisarle a J sobre lo ocurrido.

Mandona 😠

Jess, Uzi no está en casa. Pregunté si volvería pronto, pero no me dieron respuesta 🥺

Dios lo siento si tarde en publicar el capítulo ya saben escuela, responsabilidades de vida adulta y por qué se me fue la luz. Espero que disfruten este capítulo 😃

Posdata 1: les sugiero que investiguen los significados de las flores que describí que le dio J2.

Capitulo dedicado a: Emi_68181, DesignacionExilon, Kiara145uwu, King--Kazma, Nana_Gacha5,Solecitomedusa11,The_Walking_Pendejo

Este es el Eléboro negro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro