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Joel Armilli

El cielo pintado en tonos azulados y violetas transmitía una tranquilidad única a Uzi. El frío viento golpeando su rostro le recordaba los pequeños momentos de libertad, lejos de sus responsabilidades y de las expectativas que los medios tenían sobre ella y su amigo. Un rugido de motor rompió la calma, haciéndola voltear hacia atrás justo a tiempo para ver cómo una motocicleta amarilla la rebasaba. Sonriendo con emoción, aceleró su propia moto y en poco tiempo logró alcanzarla. Tras unos minutos, ambas motocicletas llegaron a una fogata donde se reunía un numeroso grupo de personas.

—¡Miren nada más quiénes llegaron! —gritó un hombre al notar las luces de las motos— ¡Es Darkwolf17 y J!

—¡Jódete! ¡Ese nombre lo inventé cuando estaba ebria! —protestó Uzi levantando el visor de su casco.

—Es una pena para ti, cuñadita. Ese nombre te seguirá hasta la tumba —respondió J con diversión mientras se quitaba su casco, dejando al descubierto una amplia sonrisa burlona.

—No ayudas, Jess.

—Para tu información, ni siquiera lo intentaba.

—Me tienes que estar jo...

—Bueno, chicas, estaciónense por ahí porque esta noche tenemos muchas apuestas —interrumpió el hombre que las había recibido, frenando la inminente discusión—. Y, como todavía es temprano, vengan a tomarse una cerveza.

Ambas siguieron al grupo, uniéndose al ambiente animado y lleno de risas. El líder de la reunión consultó su reloj y de inmediato llamó la atención de todos:

—Señores, ya son las 12. ¡Ya saben lo que eso significa... que empiecen las putas carreras! —gritó emocionado, recibiendo vítores y aplausos.

Uzi y J participaron en la primera competencia, con Uzi llevándose la victoria. Las carreras siguieron hasta bien entrada la madrugada, cuando finalmente, a las 2:00 AM, las dos chicas se dispusieron a marcharse. Pero un chico las detuvo.

—¡Oye! ¿No quieres competir conmigo? —exclamó entre la multitud.

—Lo siento, amigo, pero no —respondió J con frialdad.

—Oh, no, la pregunta no era para ti. Era para tu amiga —dijo señalando a Uzi, quien miró a su alrededor, desconcertada.

—¿Yo? —preguntó, incrédula.

—Sí, tú, bellissima [hermosa]. Eres la corredora más hábil que he visto hasta ahora —respondió con una sonrisa fascinada.

—Eh... supongo que gracias.

—Entonces, ¿Qué dices? ¿O tienes miedo?

—¿Miedo? ¿De ti? ¡Jajaja! No me hagas reír. En estas carreras, los riesgos son parte del juego.

—¿Cómo te llamas?

—Lo siento, pero no pienso decirte mi nombre. Confórmate con mi apodo.

—Pues mira, para que veas que aún existen los modales, me llamo Joel, pero dime J.

—¿J? —repitió Uzi confundida—. Lo siento, pero ese es el apodo de mi amiga. ¡Ya sé! Te llamaré J2.

—¿Eso es mejor?

—Tómalo o déjalo.

—Lo que tú digas, lindura. Entonces, ¿quieres competir contra mí o no?

—Claro que...

—¡No! Es decir, permítenos un segundo —interrumpió J apresuradamente, tomando a Uzi del brazo y alejándola unos metros para hablar en privado—. Uzi, ni se te ocurra aceptarlo. Ya es tarde y tenemos que ir al evento de caridad en la mañana.

—Pero él fue quien me retó, J —protestó la castaña haciendo un puchero.

—Hablo en serio, ya deberíamos irnos. Por favor, no quiero problemas.

Ante la súplica, Uzi suspiró y sonrió comprensiva. No quería complicarle la vida a su cuñada.

—Sube a tu moto. Yo te alcanzo en un segundo.

J asintió y se dirigió al vehículo mientras Uzi volvía a donde estaba Joel.

—Hey, lo siento, pero esa carrera tendrá que esperar —se excusó antes de correr hacia su moto.

El sonido de los motores encendiéndose resonó en el aire antes de que una nube de polvo cubriera su partida. Joel apenas alcanzó a ver cómo las luces rojas se hacían cada vez más pequeñas en el horizonte.

—Lo siento, amigo, pero te la ganaron —murmuró un hombre ebrio que apareció a su lado.

—¿Disculpa?

—Vi cómo mirabas a la castaña. Pero ella ya está comprometida.

—¿Cómo sabes eso?

—¿Has vivido bajo una roca? Es la hija de Khan Doorman.

—¿Y eso qué tiene de especial?

—¡Dios, muchacho! —rió el borracho mientras le daba un trago a su cerveza—. Khan es famoso por sus sistemas de seguridad.

—Oh, ya entiendo. Pero, ¿no les molesta convivir con alguien como ella? ya saben... Por lo que dices se nota que no es cualquier persona —

—Al principio era incómodo, pero ahora sabemos que es bastante amigable. Un consejo, chico: deja en paz a la castaña, está comprometida.

—Wow, ¿por qué piensas que me interesa?

—Llámalo intuición —respondió antes de tambalearse hacia el resto del grupo.

Joel sonrió, una sonrisa felina llena de intenciones.

—Esta misión será interesante —murmuró para sí mismo.

—Cariño, ¿estás bien? —preguntó Nori, mirando a su hija con una ceja alzada.

—Claro que sí, mami. ¿Por qué lo dices? —respondió Uzi con una sonrisa nerviosa.

—Pues... tus zapatos están disparejos, estamos a 38°, y tú te has puesto un vestido de invierno —dijo, señalando con el dedo los lugares que mencionaba.

—Carajo... —murmuró Uzi, dándose cuenta de su error.

—Uzi Doorman, ¿has vuelto a las carreras clandestinas? —preguntó Nori con el ceño fruncido. La castaña suspiró pesadamente —Sabes lo que opino de eso, hija. No quiero que tengas un accidente.

—Mamá, sabes que tomo mis precauciones. Además, no fui sola.

—¿Jessica fue contigo? Dios mío, me lo esperaba de N, ¡pero de ella...!

—Nunca te dije que fue ella —replicó Uzi, cruzándose de brazos.

—¿Se fue de madrugada a su casa? —preguntó Nori, preocupada.

—Tranquila, ma. Pasó aquí la noche y al alba se fue. Según sé, N la cubrió para evitar que su padre la castigara.

—Menos mal. Pero deben tener cuidado al salir de noche; nunca saben quién podría verlas. Esta vez tuvieron suerte de que fui yo quien las descubrió —dijo con resignación mientras se masajeaba las sienes—. No vamos a discutir más. Ve al baño y lávate la cara con agua fría mientras traigo café.

Nori salió de la habitación, dejando a Uzi sola. La joven siguió la recomendación y se dirigió al baño.

—Mierda, las ojeras se me notan —murmuró al verse en el espejo. Abrió el grifo de agua fría, juntó sus manos para recoger un poco, y se empapó el rostro. El contacto con el agua la ayudó a despertar al instante.

Ya más alerta, salió del baño y volvió al clóset. Eligió un vestido de encaje morado, junto con unos tacones bajos en color beige. Después, fue a su tocador, donde abrió un alhajero lleno de joyería brillante. Seleccionó unos pendientes medianos de perlas que combinarían bien con su atuendo.

Quince minutos después, Nori regresó con una bandeja. Sobre ella descansaban una tetera, una taza, y un plato con pan tostado.

—Estás preciosa, Uz —comentó Nori mientras colocaba la bandeja en la pequeña mesita junto al tocador de su hija.

—Gracias. Oye, ¿crees que a N le guste? —preguntó Uzi con cierto nerviosismo.

—Claro que sí, ¿por qué lo preguntas?

—Por nada. Es solo que... si no voy presentable, su padre podría tomar represalias contra él —respondió mientras mordía una de las tostadas.

—Mmm... ¿no tendrá nada que ver con Lizzy?

—¿Qué? Claro que no, madre.

—Bueno, por cómo describes la relación que tienen, pensé que estabas celosa.

—¡No estoy celosa, madre! —exclamó con el rostro encendido de vergüenza—. ¿Y qué tendría de malo que tenga amigos? Las únicas personas con las que convive son conmigo y sus hermanas. Es reconfortante saber que puede contar con alguien más.

—Si tú lo dices... Pero dime, ¿Qué pasó con Lizzy?

—Ah, bueno... Fue mi culpa, creo —comenzó, tomando un sorbo del café—. Ese día que N vino por mí, fuimos a cenar a su casa porque tenían una visita. Resultó ser Lizzy, quien durante la cena criticó mis modales en la mesa. Yo, sin pensarlo mucho, respondí que los había aprendido de mi nana. Al parecer, Lizzy está pasando por problemas financieros y pensó que la mejor forma de conseguir un préstamo del padre de N era presentándose como una "alumna destacada". Pero no funcionó como esperaba porque hablé más de la cuenta.

—¿Y desde entonces?

—Desde entonces, N ha estado ayudándola a investigar porque parece que alguien está desviando las ganancias de sus negocios. Y bueno... aquí estamos —concluyó Uzi con un encogimiento de hombros mientras daba otro sorbo al café.

—Wow, pobre de ella. Solo espero que sus problemas se solucionen pronto.

—Sí, yo también lo espero, aunque... por algún motivo, tengo un mal presentimiento sobre ella.

—Ay, cariño, de seguro son exageraciones tuyas. Es decir, no creo que sea capaz de matar ni a una mosca.

—Puede que tengas razón. Tal vez sean solo cosas mías —respondió Uzi, más para sí misma que para su madre.

—No te carcomas la cabeza. Bueno, ya va siendo hora de que nos vayamos; recuerda que somos los anfitriones esta vez.

Ambas mujeres salieron de la mansión Doorman. Uzi aprovechó el viaje en auto para dormitar un poco mientras su madre repasaba algunos detalles en voz baja con el chofer.

Dos horas más tarde, llegaron a un gran edificio donde se llevaría a cabo la gala. Al salir del auto, una multitud de fotógrafos y periodistas las esperaban ansiosos, buscando obtener una entrevista o, al menos, una buena foto. Los destellos de las cámaras y el barullo de las preguntas llenaban el ambiente.

Con paso medido y escoltadas por el personal de seguridad, madre e hija lograron llegar al interior del edificio. Dentro, la atmósfera cambiaba drásticamente: risas, música y el eco de pasos resonaban en un ambiente sofisticado. Nori le dio un beso en la frente a su hija antes de reunirse con su esposo, que platicaba animadamente con unos invitados.

Uzi echó un vistazo alrededor. El ir y venir de personas con copas de champagne en las manos le resultaba monótono, pero decidió sumarse al flujo de la recepción. Algunas personas se acercaron a felicitarla por su compromiso; otras simplemente intentaron iniciar alguna charla trivial.

Casi hora y media después, la joven se encontraba sola. Su estómago reclamaba comida y, con alivio, se dirigió hacia la mesa de aperitivos. Escogió un pequeño trozo de pastel de zarzamora con queso y se llevó un bocado a la boca.

—«Mmm... qué delicia», —pensó al saborear el postre—. «Dios, espero que este evento termine pronto».

Estaba por dar otro mordisco cuando una voz familiar la sacó de sus pensamientos:

—Pero qué pequeño es el mundo. Mira que encontrarte aquí.

Sorprendida, Uzi giró a su izquierda y, para su incredulidad, reconoció al mismo hombre de hacía unas horas.

—¿J2? —preguntó, insegura.

—Claro que sí, cuore [corazón]. Oh, ¿es que acaso ya me has olvidado tan rápido? —respondió él con una falsa expresión de dolor fingido.

—Jajaja, muy chistoso. Claro que no olvidaría a un pelinegro con aires de superioridad —dijo ella, divertida.

Él frunció el ceño, aparentando incredulidad, lo que provocó que Uzi rompiera en risas al ver su reacción.

—Jajaja, jajaja. Lo siento, lo siento. Fue inevitable no reírme de la cara que pusiste —dijo ella, aún entre risas.

—Tranquila. Es bueno buscar algo de diversión en estas fiestas tan aburridas —respondió él con una media sonrisa—. Por cierto, ¿la carrera sigue en pie?

—Por supuesto que sí. Solo espero que estés listo para perder —contestó con confianza.

—Oh, bambola [muñeca], yo nunca pierdo —replicó él, desafiándola.

—¡No soy una muñeca! —espetó ella, frunciendo el ceño.

—Para mí lo eres —respondió con una sonrisa sutil.

Ambos comenzaron a hablar sobre sus gustos, hobbies y algunas series que estaban viendo. A pesar de que los temas eran banales, los murmullos a su alrededor no tardaron en surgir.

"¿Será su amante?", "¿Es algún familiar suyo?", "Parece que está mostrando su verdadera cara", "¿Qué pensará su prometido de este comportamiento tan inapropiado?", "Una joven decente no platicaría tan a gusto con otro hombre estando comprometida", "¿No es el nieto de Riccardo De Luca?", "No digas tonterías. Todos en esa familia son rubios, y él tiene el cabello negro", "Pero se parece a él cuando era joven".

Las palabras llenas de prejuicios se susurraban entre los presentes, y Uzi no tardó en sentirse incómoda. Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras captaba la mirada inquisitiva de algunos invitados.

—«Qué frío hace», —pensó Uzi mientras se arrebujaba en sí misma.

—Ya no tuve oportunidad de preguntarte... ¿Quién es tu familia? —preguntó la castaña con tono casual.

—Es una historia un tanto divertida, pero... —

—¡Aquí estás, Uz! —la interrumpió N, quien apareció súbitamente, envolviendo la cintura de la castaña con su brazo, acercándola a él con confianza. —Creí que estabas sola.

—Nicolás, él es... —

—Mi nombre es Joel Armilli. Un gusto conocerte, Nicolás, —se presentó Joel, con una sonrisa suave, pero sus ojos destilaban cierta picardía.

—El gusto es mío, Joel, —respondió N, con una expresión afable mientras tendía la mano.

Joel aceptó el apretón y ambos lo llevaron al extremo, con un apretón firme que ninguno parecía dispuesto a ceder primero. Cuando finalmente soltaron, Nicolás mantuvo su sonrisa, aunque internamente hervía de una mezcla de molestia y celos. Su brazo alrededor de Uzi se tensó ligeramente, gesto que la joven notó de inmediato. Disimuladamente, Uzi pellizcó el dorso de su mano para que se calmara. Comprendiendo el mensaje, N subió su mano a su hombro, intentando parecer más relajado.

—Bueno... ¿Quieren algo de beber? —propuso Uzi, intentando aligerar el ambiente tenso.

—Claro que sí, Uz, —respondió Joel, sin apartar la mirada de N, quien tampoco la desviaba.

—Enseguida vuelvo, —dijo Uzi, apartándose del agarre de N y desapareciendo entre la multitud.

Cuando ella se fue, una palpable incomodidad llenó el espacio entre los dos hombres. Algunos invitados cercanos, curiosos, fingían no prestar atención, pero sus miradas furtivas dejaban en claro que no querían perderse nada de lo que pudiera ocurrir.

—Veo que tú y Uz son muy buenos amigos, —comentó N con tono tranquilo, aunque su postura denotaba cierta rigidez.

—Claro que sí. Apenas nos conocimos, pero ella es encantadora, ¿no crees? Muy divertida y algo tímida, —respondió Joel, midiendo sus palabras y observando la reacción de su interlocutor.

—Divertida, sí. Tiene muchas cualidades que la hacen... —N hizo una pausa breve y añadió con intención— especial.

—¿Especial? Diría que es única, adorable, hermosa y, quizá, sorprendentemente directa, ¿no? —Joel enumeró esas cualidades con un dejo de provocación en su voz. Al terminar, añadió en tono burlón—. Pareces algo tenso, compañero. Como si quisieras clavarme una daga en la yugular.

Joel hizo el gesto de cortar su cuello con una mano, lo que provocó un tic involuntario en el ojo de N.

—Estoy perfectamente bien. Gracias por tu preocupación. —respondió N, apretando los dientes mientras sus manos se cerraban en puños —Bueno, me gustaría pedirte un favor, compañero, —dijo el albino, inclinándose ligeramente hacia él.

—Dilo —contestó el pelinegro, sin ocultar su malestar.

—Mantén tu distancia. No quiero que surjan rumores desagradables sobre mi amiga, —le espetó, con una sonrisa cortés que no lograba ocultar la amenaza implícita.

—¿Distancia? ¿No crees que eso es algo que ella debería pedirme? —replicó Joel, levantando una ceja.

—Conozco a Uzi lo suficiente para saber que jamás te diría algo así. Es demasiado amable. Por eso, como su prometido, es mi deber protegerla de cualquier posible peligro, —advirtió N, sin apartar la mirada.

Joel rio suavemente y lo miró con descaro. —Compañero, vaya sorpresa verte tan... ¿posesivo? Me pregunto si a la dulce Uzi le gustaría saber que su prometido puede ser tan controlador.

—Ella es lo más importante para mí. Considera esto tu única advertencia, —gruñó N.

—¿Y si no quiero? —Joel se inclinó hacia él, con su sonrisa burlona todavía en sus labios, lo que hizo que N apretara aún más los puños.

—Eres un... —N comenzó a responder, pero fue interrumpido por la llegada de Uzi.

—¡N! Ya casi comienza la subasta. Debemos ir al escenario, —anunció la castaña, algo apurada, ajena a la tensión.

—Claro, Uz. Joel, nuestra charla ha sido de lo más interesante, pero MI prometida y yo tenemos que retirarnos, —respondió N con énfasis en la palabra "mi". Sin esperar respuesta, tomó a Uzi de la mano y la guió lejos de allí.

Uzi quedó desconcertada por la acción de N. Normalmente, él solía ser amable con las personas, incluso las que recién conocía. Al voltear para despedirse de Joel, este levantó la mano para saludarla, y ella, de manera instintiva, respondió al gesto. N, al notar esto, no dudó en abrazarla por los hombros, aumentando su ritmo mientras la llevaba al escenario.

—¿Estás bien? —preguntó Uzi, entre molesta y confusa por su comportamiento.

N no respondió y siguió caminando hasta llegar al escenario, donde los padres de Uzi los estaban esperando.

—¡Llegaron a tiempo! —exclamó Khan con alegría. Sin embargo, su sonrisa se desvaneció ligeramente al notar la tensión entre su hija y su prometido. —¿Están bien?

—Sí, papá, todo está bien. ¿Qué debo hacer? —preguntó Uzi con un suspiro, intentando desviar la conversación.

—Darás el discurso de apertura. Luego te quedas hasta que termine la subasta, o hasta que tu madre se aburra, —dijo Khan con humor, mirando a su esposa, quien le lanzó una mirada de advertencia.

—Jódete —murmuró Nori, divertida pero con un leve rubor en sus mejillas.

Uzi sonrió al presenciar esa interacción, aunque su preocupación por N persistía. Lo vio tomar asiento cerca de la tarima y aceptar una copa de champán de un camarero. Sabía que cuando él estaba enojado solía recurrir al alcohol, no para embriagarse, pero sí lo suficiente como para que sus emociones se intensificaran.

—¿N, estás bien? Me preocupa que empieces a beber, —dijo ella, sentándose a su lado.

El albino no respondió. Uzi suspiró, resignada.

—Esta noche me quedaré con mis padres, —informó antes de levantarse y dirigirse a la tarima para dar su discurso.

—«Genial, ahora Uzi está enfadada conmigo» —pensó sin dejar de mirar a la castaña, quien lucía una sonrisa al terminar su discurso. El público la felicitó con aplausos mientras ella daba la palabra a su suegro. Caminó unos pasos hasta ubicarse junto a su madre, quien estaba parada al lado de una mesa cubierta por un mantel blanco.

Un camarero pasó a su lado ofreciendo ron, y N, sin dudarlo, tomó dos vasos. Bebiéndose uno al instante, pensó, avergonzado: —«Ese vestido resalta mucho su trasero... Carajo, el alcohol está empezando a hacer efecto.»

J, quien andaba buscando un lugar para sentarse, vio el asiento vacío junto a su hermano y se dejó caer allí con una sonrisa.

—¿Tengo algo en el rostro? —murmuró N con evidente disgusto.

—Sí, una horrible mueca de enojo. Deja de beber que la gente está hablando. Ven, acompáñame al baño. —Sin esperar respuesta, lo tomó del brazo y lo arrastró hasta allí. N entró, y, para su fortuna, no había nadie.

Se acercó al lavabo, abrió el grifo y dejó que el agua corriera mientras se mojaba la cara. El espejo frente a él reflejaba su imagen cansada. Su instinto le decía que la nueva "amistad" de Uzi era peligrosa, pero ¿Cómo decirle algo si ella parecía tan cómoda con él?

—«A gusto mis huevos, ese tipo no me agrada.» —Pensó con el ceño fruncido antes de añadir—: «Carajo... debo dejar de ver esas series de J.»

—¡Hermano! ¡¿Ya terminaste?! —gritó J desde afuera, preocupada por la tardanza. A los segundos, N salió del baño con el cabello húmedo y el rostro un poco enrojecido.

—Sí, ya estoy mejor.

—Vamos afuera entonces. —Ella lo tomó de nuevo del brazo, y ambos salieron a escondidas del edificio. Al no ver reporteros cerca, se subieron al auto que los había llevado al evento. Para su suerte, el chofer no estaba presente.

—¿Qué pasó, hermano? —preguntó J con preocupación.

N permaneció callado durante cinco minutos. J suspiró; sabía que su hermano podía ser un cabeza dura.

—Estaba enojado con Uzi... No, más bien con un conocido suyo.

—¿Un amigo? ¿No crees que estás exagerando un poco?

—Eso mismo pensé, pero hay algo que no me gusta de él. Mis instintos me dicen que es peligroso y que debo proteger a Uzi.

—¿Es guapo? —

—¿Qué mierda? ¡J, esto es serio!

—Lo que pregunté también es serio.

—Supongo que sí lo es... Pero no tanto. A leguas se nota que cambia de novias como de ropa interior. Además, está más delgado que una escoba, parece un poste de teléfono andante, ¡y esa estúpida sonrisa de superioridad que tiene! —gruñó N, desviando la mirada hacia la ventana de su lado. La rubia lo observaba con humor; la escena era evidente: celos.

—«Eres tan pendejo que no te das cuenta de que estás celoso.» —Pensó con una sonrisa divertida —Hermano, no sé qué opinar. Estoy de acuerdo en que quieras cuidar de Uzi, pero... ¿Qué tal si tu "instinto" se equivoca y solo estás, no sé... ¿Celoso?

N la miró sorprendido.

—No digas tonterías, J. Uzi es como una hermana; no podría estar celoso. Eso sería... raro.

—¿Raro? Porque como describiste al amigo de Uzi, no parece que lo veas como simple amistad... —sonrió la rubia mientras le daba una palmadita en el hombro.

—¡Es solo preocupación, carajo! —gritó, sobresaltando a la rubia—. Lo siento, Jess, no quería gritarte.

—Lo mejor que puedes hacer en estos casos es calmarte y hablar con tu prometida, exprésale lo que sentiste cuando la viste hablar con él.

—Hoy va a dormir en la casa de sus padres.

—Bueno... Vas a tener más horas para pensar en esta situación y encontrar una solución, aunque conociéndote, optarás por otras medidas.

—Sabes cómo funcionan estos círculos, es comer o ser comido, hermana.

—Lo sé. Y algo que podríamos agradecer a nuestro padre es el saber cómo desenvolvernos en este mundo —dijo seriamente, a lo que J solo asintió, de acuerdo a sus palabras—. Cambiando de tema, Tessa y Cyn vienen de visita.

—¿En serio? ¿Cuándo te avisaron?

—Esta mañana, antes de que llegaras a casa.

—¿Qué haremos con nuestro padre?

—Pues... no vino porque está preparándose para irse fuera del país, dijo explícitamente que prefiere estar en otro sitio que convivir con ellas.

—Como siempre, escapando de sus responsabilidades, el hijo de perra —murmuró con ironía, cruzándose de brazos—. Por cierto, ¿Qué onda con Lizzy?

—Está teniendo problemas financieros, al parecer alguien está desviando sus ingresos a una cuenta en el extranjero. Estamos investigando los hechos, por ahora ella decidió que lo mejor era cerrar su academia hasta que se resuelva el problema.

—Como siempre, tu buen corazón te meterá en problemas un día de estos. ¿Uzi te ha dicho algo con respecto de este asunto?

—No me ha dicho nada. ¿A ti te ha comentado algo? ¿Lizzy la ha estado molestando?

—Claro que no, solo que pensé que sabría de este problema que la rubia tiene. Tal vez con sus conocimientos puedas buscar el origen de la desviación, sabes que es bastante buena siendo detective —sugirió, —«Aunque su diario no dice lo mismo,» —pensó divertida, recordando cómo leyó sin querer aquel cuaderno.

—No quería molestarla con algo tan banal como esto, pero estamos teniendo algunos problemas. Así que lo consultaré con ella después. Gracias por escucharme, hermana.

—De nada, abuelito.

—Sabes que no son canas —comentó molesto, viendo cómo su hermana le daba una sonrisa divertida.

—Ya lo sé, pero es divertido molestarte y decir que ya tienes 60 años.

—Serás una cabrona, J —contestó con gracia. Los dos estuvieron una hora hablando de otros temas sin importancia, disfrutando del tiempo juntos, hasta que el teléfono de la mujer sonó.

—Es hora de volver, no falta mucho para que termine el evento —dijo, mirando a su hermano.

Salieron rápidamente del coche, dirigiéndose a la entrada del edificio. Los invitados seguían absortos en la subasta y no se percataron de su ausencia. Se posicionaron al lado de la mesa de bocadillos justo a tiempo, ya que Nori se acercó al podio para dar unas palabras de agradecimiento por la participación y dar por concluido el evento. Se unieron al coro de aplausos que resonó por la sala.

N le dio un apretón en el hombro a su hermana, recibiendo de esta un asentimiento de cabeza. Caminaba en dirección al escenario. Algunos invitados lo miraban y susurraban, lo cual lo extrañó. Al estar a unos pasos de su destino, vio cómo ese tal Joel conversaba con Nori y Uzi, sacándoles risas, lo que hizo que el enojo volviera a tomar fuerza en él.

—Jajaja, ¿en serio hiciste eso? —preguntó Uzi con una sonrisa, incapaz de contener la risa.

—Para mi desgracia, sí, señora Doorman. Aunque, para ser justos, era un niño bastante travieso —respondió Joel con un tono amable y relajado.

—Qué locura, esa anécdota... Algo similar le pasó a N cuando... —empezó Nori, mientras buscaba la mirada de su hija.

—¿Podemos irnos, Zi? —interrumpió N con voz suave, inclinando un poco la cabeza y poniendo su mejor expresión de "cachorro indefenso".

Uzi lo miró con escepticismo, sabiendo perfectamente que estaba actuando, pero decidió seguirle el juego por cortesía.

—Lo siento, todavía no... Oh, N, ¿te sientes bien? —preguntó, fingiendo preocupación para mantener la compostura frente a Joel y su madre.

—Me duele la cabeza... y estoy empezando a marearme un poco —dijo N, con un ligero suspiro dramático que habría sido convincente si no lo conociera tan bien.

—Mamá, ¿puedes despedirnos de mi padre? Tengo que volver a casa con mi prometido —comentó Uzi, mientras deslizaba una mano hasta la espalda de N, dándole suaves caricias como si realmente estuviera preocupada—. Joel, fue un gusto hablar contigo, tenemos que reunirnos otro día para continuar esta conversación.

—No te preocupes, amor, yo me encargo —respondió Nori, observando a su hija y su prometido con una mirada cargada de curiosidad y un dejo de diversión.

Joel, sin querer quedarse atrás, intervino de inmediato.

—Tranquilos, ¿y si yo los llevo? —sugirió con una sonrisa amplia, aparentemente ignorando las tensiones en el ambiente.

—Gracias, pero no. Mi chófer nos está esperando afuera —respondió N mirando molesto al pelinegro.

—Gracias por tu ayuda, pero N tiene razón, ya tenemos a alguien que nos lleve —añadió Uzi, tomando el brazo del albino, quien no pudo despedirse de su suegra.

La castaña estaba enojada. No entendía el comportamiento de su amigo. Al salir del edificio, notaron que el auto que los llevaría a casa había llegado. Uzi soltó bruscamente el brazo de N y, sin esperarlo, bajó rápidamente las escaleras, siendo la primera en entrar al auto. Cerró la puerta con fuerza, evitando que él subiera con ella, una acción que no pasó desapercibida para algunos curiosos. Resignado y todavía molesto, N se subió al asiento del copiloto, entendiendo que ella necesitaba espacio para calmarse.

Las casi cuatro horas de viaje fueron incómodas para todos, especialmente para el chófer, que a través del retrovisor podía sentir la mirada fulminante de la castaña clavada en N.

—«Velaré por usted, señor N» —pensó el conductor. Para fortuna de los dos hombres, la mansión ya estaba a la vista. El mayor aceleró un poco, deseando escapar de ese ambiente sofocante.

—Bajo aquí —dijo Uzi. Sin esperar a que el coche redujera la velocidad, abrió la puerta. Alarmado, el chófer frenó en seco para evitar un accidente. N se sobresaltó al verla bajar tan de golpe. La castaña, sin mostrar miedo, se quitó los tacones y comenzó a caminar descalza hacia la entrada principal.

N también se bajó, corriendo detrás de ella para quedar a su altura.

—Uz, hablemos —suplicó.

Uzi lo ignoró y abrió la puerta de la mansión, cerrándola bruscamente en la cara del albino, quien dejó escapar un quejido al sentir el golpe en la nariz. N abrió la puerta nuevamente mientras se sobaba con frustración.

—Lo siento, no quería causar problemas... —dijo con pesar.

—¿Qué rayos te pasó? ¿Por qué te comportaste así? —preguntó Uzi, deteniéndose al pie de las escaleras para enfrentarlo de frente.

—Yo... no sé.

—¿No sabes? ¿O no quieres saberlo? —replicó, con dureza.

—Es... complicado —admitió avergonzado.

Uzi lo observó fijamente, con una mezcla de decepción y rabia. Sin decir más, subió las escaleras. Segundos después, N escuchó un portazo que resonó por toda la casa.

—«Jess me va a matar... Creo que tengo whisky en mi oficina» —pensó frustrado mientras se dirigía a su despacho.

El cuarto estaba impecable, salvo por el escritorio, que estaba cubierto con un desorden de papeles relacionados con la empresa. Suspirando con pesadez, N se acercó al minibar, tomó una botella de whisky y se sirvió un vaso, dejando que el líquido quemara su garganta mientras buscaba algo de calma.

—Mañana mi teléfono no va a dejar de sonar... Puedo imaginar los malditos titulares ahora —masculló.

De pronto, recordó las palabras de J. —¿Será verdad lo que dijo? ¿Celoso? Es imposible... Bueno, tal vez... —murmuró, jalándose un poco el cabello en señal de frustración.

—Claro, como si fuera normal pensar cosas obscenas de alguien a quien consideras tu hermana —dijo con sarcasmo, mirando la botella a medio terminar.

En cuestión de horas, el whisky se acabó. Luego abrió una botella de ron, y finalmente una de vino. Para entonces, su rostro estaba enrojecido por el alcohol, y una sonrisa boba adornaba su rostro mientras veía videos de perros y gatos graciosos en su computadora.

—Qué tierno se ve con ese sombrero... Aunque no es tan tierno como Uzi —exclamó con una voz cargada de embriaguez, dándole otro trago a su copa.

—Me pregunto cómo se vería con orejas de gato... Seguro me maldice o golpea antes de que pueda tomarle una foto —murmuró con torpeza, riéndose de su propia ocurrencia.

De repente, el video terminó, y lo siguiente que resonó por el cuarto fue una melodía clásica de los años 80. Intrigado, ladeó la cabeza y prestó atención a la pantalla.

"Move to the city with me
I don't wanna be alone
(Don't wanna be alone)
You're too pretty for meBaby,
I know (it's true), yeah"

"You look better when you first wake up
Than anybody else I've fucked
Baby, I got good luck with you
I didn't know we'd get so far
And it's only the start
Baby, you got me worried (ayy)"

—Me parece tierna cuando recién despierta... y también me preocupo por ella —murmuró, recordando el día en que lo encontró mientras hablaba con Lizzy—. Ahora que lo pienso... ¿Debería regalarle más pijamas de ese tipo?... ¡Carajo, Nicolas, no seas un maldito pervertido! —

"Your love is scaring me
No one has ever cared for me
As much as you do
Ooh, yeah, I need you here, oh
Your love is scaring me
No one has ever cared for me
As much as you do
Ooh, yeah, I need you here"

—Me asusta el hecho de no poder protegerla. Sé que es fuerte, pero también sé que, bajo esa personalidad ruda, hay una niña que desea ser cuidada y amada —pensó mientras la canción sonaba de fondo—. Aunque también me aterra que mis sentimientos no sean los mismos que tenga Uzi... Jajaja, ¿Quién hubiera pensado que una canción estaría más consciente de mis sentimientos que yo mismo? —murmuró, observando la pantalla de la computadora y poniendo especial atención al coro de la canción.

"Your love is scaring me
No one has ever cared for me
As much as you do
Ooh, yeah, I need you here, oh
Your love is scaring me
No one has ever cared for me
As much as you do
Ooh, yeah, I need you here"

—¿Me aterra el amor o me aterra el hecho de salir lastimado? —
A su mente llegaron momentos en los que ambos eran los protagonistas: la primera vez que la conoció, las veces que jugaron juntos, cuando ella lloró en sus brazos y, a su vez, él en los de ella. Recordó también aquella discusión que tuvieron por "ese" día y las noches de cine compartidas. Eran recuerdos hermosos que apreciaba con el alma. Sin embargo, mientras reflexionaba, se dio cuenta de algo: las palabras de su hermana Jessica eran ciertas. Él sentía celos.

"Your love is therapy
No drug can give me clarity
As much as you do (as you do, baby)
Ooh, yeah, I need you here (I need you here)
Your love is scaring me (no one)
No one has ever cared for me (ooh, baby)
As much as you doOooh (hey, yeah), yeah, I need you here (oh-oh, oh-oh)"

—No podía estar más de acuerdo, ¿pero ahora qué hago? No he tenido otra relación "formal" desde Lizzy, sin mencionar esas salidas con mi padre... ¡Mierda, soy un desastre! Ok, respira, Nicolás, creo que lo primero sería dormir un poco. Diablos, mañana tendré una resaca que me matará. —N apagó su computadora y, tambaleándose, se dirigió hacia la puerta con el propósito de irse a su cuarto a bañarse y dormir.

—¡Nicolás! —gritó V, golpeando la puerta del cuarto de su hermano—. ¡Más vale que no estés cogiendo con alguna de las putas de papá!

Desde adentro se escucharon varios ruidos antes de que la puerta se abriera bruscamente.

—¿Pero qué mierda, Vanessa? ¡Deja de gritar en mi casa! —reclamó el albino desde la puerta. V hizo una mueca de asco al oler el alcohol que emanaba de él.

—Primero que nada: YO puedo gritar todo lo que quiera, ya que tu "prometida" no está. Así que no te preocupes de que sepa que estás con otras mujeres. En segundo lugar: son casi las 4 de la tarde, y en tercero: o venía yo o nuestro padre —dijo enojada, mostrando una sonrisa burlona al ver que su hermano no reaccionaba—. Estás hecho un puto asco y hueles a alcohol. ¿Bebiste? Sabes que odio eso. Ok, ve a bañarte mientras yo elijo ropa para ti.

N hizo lo que su hermana le ordenó, de mala gana. Tardó unos 30 minutos en salir. En su cama encontró unos pantalones grises holgados y una camisa de tirantes. Se los puso y bajó a la cocina donde lo esperaba la rubia. Al sentarse, una sirvienta le dejó frente un plato con tostadas, huevos revueltos y una taza de café.

—¿Qué pasó? —preguntó ella.

—Papá está escupiendo fuego a diestra y siniestra. El berrinche de los dos está en las noticias y la maldita gente está hablando de eso.

—... —N no dijo nada, ya estaba acostumbrado.

—¿No vas a decir nada? Es de esperar con el comportamiento de ambos, ¿sabes? Me lo esperaba de Uzi, pero de ti... Papá quiere verte más tarde, pero en este estado es mejor que vayas mañana a su oficina. ¿Es tan difícil comportarte como el hombre que se supone que debes ser? Lo único que tienes que hacer es mantener a raya a esa pequeña estúpida que te consiguieron como prometida.

—No le digas así. Te pido respeto hacia ella —respondió con voz calmada, tratando de no perder los estribos.

—Tienes razón. Esa palabra le queda corta —dijo con dulzura mientras batía las pestañas—. ¡El único estúpido eres tú, y la perra esa tiene que mantenerse a raya y no causar problemas!

—Te recuerdo que ella es más poderosa que nosotros, así que respétala y discúlpate por lo que dijiste, Vanessa.

—La respetaré cuando... —El sonido de un golpe cortó sus palabras. Un tenso silencio se apoderó de la cocina. La rubia se quedó petrificada, llevando una mano a su mejilla, que ardía por la bofetada. Después de unos segundos, el miedo se transformó en puro enojo—. ¿En serio vas a defender a esa perra? —gritó antes de salir corriendo de la cocina, dejándolo solo.

Nicolas temblaba ligeramente. Estaba asustado, sorprendido, enojado y arrepentido. Jamás pensó golpear a una de sus hermanas. Volvió a su cuarto, irritado por la discusión y las palabras de su hermana: "El berrinche de los dos está en las noticias, y la gente está hablando..." Lo recordó mientras tomaba su teléfono que descansaba en la cama. Se sentó y buscó en Google los detalles del evento de la noche anterior. Inmediatamente, aparecieron múltiples artículos:

"¿Problemas en el matrimonio?" "¿Uzi Doorman siendo infiel?" "¿Evento de gala: fachada para conocer hombres?" "Nicolas Elliot y sus problemas con el alcohol."

Los títulos no tenían piedad.

—Papá esta vez me matará, no si yo lo hago primero —murmuró, considerando la última idea, pero rápidamente la desechó—. Deja de decir estupideces... —se regañó a sí mismo, y luego se acostó en su gran cama, dejando que Morfeo lo arrullara.

Capitulo 5 corregido y mucho mejor redactato, espero que les guste mucho está nueva versión de la historia.

Kiara145uwu, King--Kazma, Nana_Gacha5, Solecitomedusa11, The_Walking_Pendejo.

En mi opinión esta canción representa bien al N.

https://youtu.be/vxrJNGS0qHY

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