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Capítulo 2 .- El resto

—Está listo, creo que me ha quedado perfecto. Bien, entonces es hora de comenzar, además ya tengo el nombre perfecto para ti, con esa melena negra.

—¿Comenzar, comenzar qué? Detente por favor, te daré lo que quieras pero déjame ir... —comencé a suplicar, el dolor me había enloquecido lo suficiente como para olvidar mis primeras intenciones.

En lugar de volver a golpearme, ella soltó una carcajada tan horrible que sirvió en igual medida para silenciarme. Dejó el muñeco recostado frente a mí y se movió para tomar otro de los que estaban en la mesa.

Por el rabillo del ojo me di cuenta que uno de los chicos se movía, el de la celda a mi derecha se había puesto de pie, lo más aterrador eran los taches que comenzaba aún dentro de los ojos y continuaban en una mancha negra hasta la ceja y el pómulo.

Ese mismo chico gruñó de pronto mientras se sujetaba el estómago y caía al piso, al darme la vuelta vi que la chica había clavado la punta negra en el muñeco que había tomado, justo en el centro.

∼Mwen pran doulè ou pou benefis mwen∼

Volvió a murmurar mientras dejaba el muñeco junto a una de las velas negras, la que estaba justo en la misma dirección que la celda del chico.

Tomó entonces otro muñeco, este tenía el cabello castaño claro y parecía ser el más sucio de todos, ella lo estrujó con fuerza entre sus manos y el grito, o más bien el quejido de respuesta que me llegó de la jaula a mi lado izquierdo, fue en realidad bastante bajo mientras la bruja clavaba una y otra vez el pico negro en su cabeza. Su risa volvía a fluir de manera siniestra.

A todo esto el lugar comenzaba a llenarse con el humo de tantas velas, aún así podía ver las celdas restantes. Siguió otro muñeco de pelo negro y el chico al que había visto antes se movió, en lugar de mirar o suplicar a la bruja, éste permaneció con la vista clavada en mí hasta que la bruja lo hizo revolverse, sujetando su pierna.

Al siguiente chico no pude verlo pues quedaba exactamente detrás de mí, pero su gruñido de fue de enojo primero para transformarse por el dolor después.

Con el último muñeco, de cabello rubio, se levantó a mi izquierda un muchacho joven y de cabello igual de claro, esta vez pude ver la mirada que le dedicaba a la bruja era suplicante.

—Toma lo que necesites de mí, Sosyé. —lo escuché murmurar a pesar del vidrio que permanecía intacto entre sus barrotes, a diferencia del resto de jaulas.

Pero de poco sirvieron sus palabras, la bruja lo clavó igual que al resto antes de dejarlo en su respectiva vela. Con cada uno había recitado el mismo murmullo en aquel dialecto incomprensible, pero para esta última ocasión me pareció poder entender lo que decía.

∼Yo tomo tu dolor para mi beneficio.∼

Ya no podía ver tan bien en medio del humo, además de que me comenzaba a sentir muy mareado. Sacudí la cabeza un par de veces intentando despejarla, pero eso solo ocasionó que la habitación pareciera moverse a mi alrededor.

Gemí con cierta desesperación, si en mis cinco sentidos no podía liberarme, entrando en ese estado de ofuscación no tendría esperanza alguna.

∼Ahora te reclamo, bajo el nombre Lyon Nwa, como mi instrumento ante los espíritus. A partir de ahora no eres más que mi valiente Lyon y como tal deberás entregarme todo tu ser.∼

A pesar de que hablaba en aquel idioma maldito pude entender bien sus palabras. Se había parado justo frente a mí, con mi muñeco en la mano izquierda utilizó la derecha para sujetarme del pecho.

∼Y este cuerpo no será más que una extensión de mi poder.∼

De pronto me dio un fuerte jalón con lo que al fin quedé libre, de pie... o al menos esa fue mi primera sensación, pero en cuanto me di la vuelta me vi a mi mismo aún sentado en la silla.

Era como verme en un espejo, mi piel blanquecina manchada por la sangre que aún caía por mi pecho, alrededor de mi cuello la marca entre roja y morada de donde me había intentado asfixiar.

Por un momento temía estar muerto pero al parecer mi cuerpo seguía respirando, incluso tenía la cabeza levantada, volteando hacia el muñeco que Sosyé sostenía frente a él. Tenía los ojos abiertos pero, en lugar del círculo café usual, tenía una gran equis como las de los otros chicos.

Sentí entonces un nuevo jalón, ahora tanto mi cuerpo como el muñeco me veían con sus terroríficos taches/ojos, y algo me estaba jalando hacia el propio muñeco. Por unos momentos dejé que la inercia me moviera, más curioso que asustado por la misma, por toda la situación en general, pero en cuanto "toqué" aquel instrumento horrible una sensación de vacío me paralizó.

«¡No! No quiero entrar allí, no quiero perderme allí» grité, aunque dado que no tenía cuerpo que emitiera sonido no hubo tal. Por el contrario sí podía escuchar la risa de la bruja, como si se diera cuenta de mi batalla.

No había otro lugar al cual ir, lo mejor que se me ocurrió era volver al lugar donde había iniciado: debía volver a entrar en mi propio cuerpo, era la solución más segura que se me ocurría.

Me di la vuelta, alejándome del muñeco infernal aunque a cada momento la fuerza con la que me atraía era más intensa. Me sujeté con fuerza a las cuerdas que sostenían mi cuerpo, intentando impulsarme con ellas.

Los ojos del muñeco seguían fijos en mí, al igual que las equis que ahora tomaban el lugar de los ojos de mi cuerpo. Sin saber muy bien qué hacer me arrojé contra él, sintiendo un mareo como cuando te levantas muy rápido mi vista completamente nublada por cuadritos de colores.

De nuevo podía sentir el dolor del pecho, de los amarres que me sostenían, lo cual quería decir para mi fortuna que de nuevo era yo mismo. Mi vista se fue aclarando poco a poco, no bien mi mente, como si el humo que llenaba la habitación también hubiera entrado en mi cerebro.

La bruja se acercó a mí, riendo macabramente mientras desataba las cuerdas gruesas que me detenían. Era libre, pero en realidad no quería moverme, quería permanecer inmóvil mientras me recuperaba de toda aquellas horrible experiencia, quería solo cerrar los ojos y dormir.

Entonces a bruja colocó mi pequeño muñeco frente a mí y movió la mano, por lo que pareció que el muñeco se levantaba.

Siguiendo su ejemplo me puse de pie, permaneciendo inmóvil frente a ella aunque le sacaba por lo menos una cabeza de altura no quería hacer más que permanecer así mientras ella se daba la vuelta y colocaba cuidadosamente el muñeco recargado en la única vela apagada, de manera que quedó también parado. Encendió la vela con un pequeño fósforo y me pareció sentir la tibieza de la vela, mis ganas de dormir aumentaron con ella.

—Muy bien mi bello Lyon, ahora nos aseguraremos de que no escapes... aunque dudo que quieras irte sin un pedacito de tu alma, nunca se es demasiado precavido ¿cierto?

Volvió a la mesa donde habían estado los otros muñecos antes de volver a mi lado con el pico negro y varios pequeños círculos de metal como si fueran piercings para la nariz aunque un poco más grandes que ellos.

Aún estaba demasiado ofuscado como para tener miedo y huir, aunque la vista del arma no prometía nada bueno seguía sin querer moverme; ni siquiera cuando ella me tomó del brazo para levantarlo y acercar peligrosamente la punta afilada a mi piel hasta traspasarla.

Comparado con lo que había tenido que pasar hasta ese momento, ese dolor fue más bien curioso, impersonal y molesto más que realmente hiriente. No me moví mientras ella continuaba, sacando su punta negra y poniendo en la herida uno de los aros de metal, hizo lo mismo en la parte alta del brazo, casi en el hombro y luego lo mismo del otro lado; la sentí hacer lo mismo en mis piernas y en mi espalda, incluso clavó uno en la parte derecha de mi abdomen.

Al terminar dio dos vueltas a mi alrededor, como si estuviera apreciando su trabajo, al detenerse frente a mí me quitó el cabello del rostro y acarició mi mejilla.

—Vaya, en verdad he conseguido un buen espécimen, espero que no me decepciones mi bello Lyon. —Aún su caricia se sentía ajena.

La bruja rio mientras se inclinaba a tomar mi muñeco del suelo.

∼swiv mwen ∼susurró a la cabeza de tela, "sígueme" entendí.

E hice lo que ordenaba, la seguí hasta la celda vacía, una vez dentro ella comenzó a enganchar los mismos listones negros que sostenían a algunos de sus otros prisioneros. Ni siquiera eso terminó de molestarme, por el contrario al ver el enorme sillón que dominaba la celda lo que quería era descansar..

—Está listo —dio un tironcito a uno de los cordones como para comprobar sus palabras—, ahora puedes descansar, por el momento hemos terminado, pero esto es solo el comienzo.

Movió el muñeco hacia atrás, imité el movimiento y pronto me encontré cómodamente recostado en el sillón, al fin. Ella salió de la celda cerrándola escrupulosamente pero ya no me importaba, ahora que podía descansar sólo cerré los ojos y recargue la cabeza en el respaldo.

A través de los párpados me di cuenta que la luz se iba apagando, el suspiro que me salió llevaba consigo todo el cansancio que entonces sentía.

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