027.
Odiaba a mi yo del pasado, ese que creyó que era buena idea prometerle a Seokjin que lo vería al día siguiente y le contaría lo que me sucedía. No porque no quisiera hacerlo... bueno, en realidad detestaba la idea de tener que hacerlo... pero de camino a su casa, me consoló la idea de que liberar la pesada carga en mi pecho era justo lo que necesitaba.
Entre él y yo no existían los secretos, sería absurdo querer conservar alguno bajo llave cuando Jin conocía la peor parte de mí y aún con ello, no tuvo reparos en aceptar la mierda que dejé sobre su hogar (hablo de mí, no de Minhee, por supuesto).
Esa mañana al despertar bajo la bruma y lo surreal que era tener el cuerpo desnudo de Jungkook descansando junto a mí, esta vez GRACIAS A SATÁN, bajo las sábanas, estiré mi mano para alcanzar el teléfono con la intención de llamarlo, pero para mi gran sorpresa, la batería había muerto con mis esperanzas de que Jin me pidiera cancelar nuestro compromiso por algo tan simple como el trabajo.
Dejé el móvil en el buró y al girarme hacia mi lado derecho, encontré a Jungkook durmiendo con la cara pegada a la almohada y la piel naciente que descendía por su nuca y desaparecía bajo la sábana a la altura de sus omoplatos. Estaba roncando, justo como en las últimas ocasiones que desperté a su lado. Sus ahora cortos mechones le caían sobre los ojos y contuve el extraño deseo de apartarlos, temí que despertara y fuera incapaz de mirar sus ojos sin que mis mejillas se calentaran en el acto, tal cual había sucedido la noche anterior.
A pesar de que contemplé huir a casa de Jin tan pronto mis pies tocaron la alfombra suave al pie de la cama, una parte de mí, la más cobarde de todas, quiso posponer el momento de encarar a mi amigo y decidí tomar una ducha mientras estiraba mis agarrotados y doloridos músculos de camino a su baño. El agua tibia no tardó en robarme un denso suspiro y mi mente se puso a trabajar como una máquina con horas de retraso en su producción.
¿Qué le diría a Seokjin?
La sonrisa de dientes pequeños de Jungkook con su piercing resplandeciendo como una estrella.
¿Jin me creería?
La calidez del aliento de Jungkook rozando mi oreja con un jadeo que me puso la piel chinita.
Minhee... concéntrate en Minhee.
¿Cómo poner en palabras lo que ni siquiera yo entendía?
Jungkook de nuevo y sus ojos de cachorro mirándome antes de caer dormido.
Jin... tú sabes que no soy un maricón.
Entonces Jungkook de nuevo.
Sacudí la cabeza desesperado y gruñí frustrado mientras me enjabonaba el cabello con furia, deseando tener un maldito botón para apagar mi mente de nuevo. Al salir del baño con la toalla enredada en mi parte inferior, me apresuré a tomar mis ropas regadas en el suelo con el mayor sigilo posible, pero un denso suspiro me hizo congelarme en el acto.
—¿Tengo que acostumbrarme a que siempre huyas tan pronto despiertas?
—Pensé que estabas dormido —dije, poniéndome de un salto mi ropa interior y cogiendo la playera enseguida.
—El ruido del agua me despertó.
—Oh —Tragué saliva, tentado a girarme y encontrar la imagen de un despeinado y somnoliento chico que me haría plantearme volver a la cama.
—¿No te quedas a desayunar?
—Le prometí a Jin que llegaría temprano hoy.
Me puse el pantalón con un par de saltos más y finalmente me giré hacia él con la toalla cubriendo mis cabellos húmedos. Jungkook se frotaba los ojos y bostezaba con un gesto relajado. Me pregunté qué tan cálido sería el espacio junto a él y cómo reaccionarían mis manos ahora frescas si se posaban en su piel resguardada por el calor de las sábanas, pero él encontró mi mirada y sonrió tan radiante como la luz colándose por la ventana.
—¿Qué pasa?
—Nada —respondí tajante, tomé mi teléfono del buró y me apresuré a la puerta antes de que su magnetismo me atrajera como un conejo a una trampa de filosos dientes.
—Intenta descansar hoy, ¿sí? Mañana te espera una pelea importante.
—Sí —sonreí relajado y satisfecho, listo para marcharme de ahí.
—¿Tae?
Me detuve bajo la puerta y lo miré por encima del hombro.
—¿Sí?
—¿No me darás un beso de despedida?
Solté el aire de mis pulmones en una risa conmovida y divertida.
—No tienes tanta suerte.
Me marché de allí con la imagen de la última sonrisa de Jungkook grabada en mi memoria y decidí que correr a casa de Jin era lo mejor que podía hacer para mantener mi mente en blanco; por supuesto no funcionó, pero cansado de intentar darle forma a las ideas en mi cabeza, me dije que encontraría la forma de contárselo y que Jin entendería, él siempre lo hacía.
Al llegar a casa, entré de la misma forma en que pensaba abandonar la casa de Jungkook; como un criminal que no desea ser descubierto. Me sorprendió no encontrar el típico olor a café matutino ni ver a Jin sentado a la mesa con su computadora al frente. Ese podría ser mi día de suerte, uno donde el jefe molesto de mi amigo le pidiera acudir a la oficina y él me llamara apenado diciendo que tendríamos que dejarlo para después.
Me metí al baño y comencé a lavarme los dientes con la imagen de un chico con cabello húmedo y grandes ojeras juzgandome desde el espejo, pero tan pronto escupí la espuma y volví a enfocar mi vista en el espejo, pegué un brinco del susto al ver a Jin detrás de mí.
—¿Quieres matarme de un puto susto?
Jin estalló en risas y se recargó contra el marco de la puerta.
—Pensé que no estarías en casa.
—¿Por qué? —Parpadeó sin entender.
—Porque no te vi trabajando, pensé que irías a la oficina.
—Nah, pedí el día —Se encogió de hombros.
—Ah.
Maldita sea, pensé mientras me enjuagaba la boca y evitaba su escrutinio escabulléndome por el espacio libre de la puerta. Él me alcanzó en la cocina mientras buscaba una taza y encendía la cafetera.
—¿Y Minhee?
—No está.
Me giré a verlo como si él me hubiera hablado en alemán.
—¿Eh?
—No está —sonrió como si guardara una gran travesura dentro de esa gran bocota —. Namjoon la llevó a pasear al parque, dijo que también irían al cine más tarde.
Decir que me quedé perplejo era quedarme corto, pero Jin mutó su gesto a uno preocupado.
—Lo siento, pensé que no te importaría.
—No... no es eso pero —Me recargué contra la encimera mientras jugaba con mis mechones cada vez más secos —. ¿Minhee está bien con eso?
—¿Bromeas? A ella le encanta pasar tiempo con Nam. No es la primera vez que la lleva de paseo, suele hacerlo cuando estoy muy cansado o atareado.
—Oh.
Me quedé en silencio, apuñalado nuevamente por esa sensación de vacío y desconocimiento. Es decir, me alegraba que Minhee fuera tan querida por las personas que le rodeaban, justo como esa noche en que la vi cenar contenta junto a Nam. Él era un gran tipo y me agradaba, pero... ¿de qué tantas cosas me había estado perdiendo?.
—Puedo pedirle que regresen si quieres, es solo que... —Se mordió el labio en un gesto apenado que pocas veces le había visto —, pensé que, ya que me dijiste que querías hablar... que te sería más cómodo si ella no estuviera presente.
—No, está bien... es solo que... wow —solté el aire de golpe —, me tomó por sorpresa, eso es todo.
—Descuida, ella está en buenas manos —Me puso una mano en el hombro y apretó con un gesto comprensivo.
—Sí, lo sé —sonreí desarmado y le di la espalda para poner la cafetera —. Así que... Nam y tú... ¿van en serio?
—Eso creo —Lo sentí ponerse a mi lado y pronto su mano tocó la mía que batallaba por abrir la lata de café —. ¿Estás bien?
Asentí sin atreverme a mirarlo.
—Eso creo —Imité sus palabras y dejé mis manos descansar sobre la encimera, de pronto me había quedado con menos palabras de las que creía. No estaba ahí para hablar de él y Namjoon, pero quizá eso era lo más justo. ¿Qué tanto sabía de la vida de mi amigo? Odiaba darme cuenta de lo egoísta que había sido todo este tiempo —. Amm... ¿Quieres salir a desayunar?
El silencio se hizo antes de que mi amigo estallara en risas y me obligara a mirarlo irritado.
—¿Qué?
—¿Desayunar? Es la una de la tarde, Taehyung.
—¿QUÉ? —repetí incrédulo, en mi cabeza no pasaban de las diez de la mañana.
—¿En dónde tienes esa cabeza eh? —Hundió su dedo índice en mi frente y sus ojos cercanos a los míos —, ¿Tanto golpe te dejó sin neuronas?
—Idiota —Aparté mi cabeza y cuando quise mirar el reloj en mi muñeca, me percaté de que no lo llevaba conmigo. Recordé entonces como un flashback borroso que lo había dejado en el lavabo de Jungkook al bañarme —. Bueno... ¿Qué quieres comer?
—Pensé en pedir pollo frito y unas cervezas, si es que esa alocada idea sigue en tu cabeza. Espero no te hayas arrepentido.
—Para nada.
—¡Bien! —Aplaudió al frente entusiasmado y casi eufórico —. Muero por escuchar lo que tienes para decirme.
Sonó como una amenaza porque justamente eso es lo que era.
Intenté evadir el tema mientras Jin ordenaba la comida por alguna app. Pensé invertir el tiempo de espera en pensar en cómo iniciar mi confesión, pero la comida no tardó en llegar más de media hora. Maldito servicio eficiente de mierda...
Para sorpresa de nadie, mi estómago protestó hambriento pero mi garganta se sentía como una puerta cerrada con una docena de candados y concreto para reforzar. Jin había destapado dos latas con cerveza de una marca que ya reconocía y el pollo frito despedía un aroma tentador al centro de la mesa de la sala; también había puesto música de fondo, una combinación extraña de música de rock y sonidos electrónicos que parecían alterar mis nervios cada vez que una canción nueva iniciaba.
Jin tomó la primera pieza de pollo y comenzó a mordisquearla con su mirada curiosa puesta en mí. Me sentía como un mono encerrado en una jaula con él como espectador esperando a que comenzara a bailar a cambio de una moneda. Agradecí el silencio, que no presionara para que escupiera lo primero que me viniera a la cabeza, y agradecí incluso más que la mordida que le di a mi pieza de pollo, cayera directo a mi estómago como una piedra y se quedara dentro. Para cuando pude terminarla y me sentí seguro de que no vomitaría, miré a Jin, quien continuaba observandome por el filo de la lata plateada.
—¿Está bueno?
Solté la pregunta estúpida número uno.
—Sí —Asintió para añadirle dramatismo a su gesto enigmático. No sabía si era curiosidad o preocupación el destello que resplandecía en sus ojos.
—Mañana tengo otra pelea.
—Lo sé. ¿Estás listo para ella?
—Siempre estoy listo —asentí con una sonrisa entre tensa y aliviada, pero el silencio no tardó en llegar —. Entonces... ¿Tú y Nam?
—Yo y Nam —Tensó una sonrisa y limpió su boca con la servilleta. Ese bastardo.
—¿Están bien?
—De maravilla —Asintió a ojos cerrados como un chiquillo presumiendo sus notas.
—Genial...
Jin comió otra pieza en silencio, el tiempo se me estaba agotando y lo sabía.
—¿Y tú?
Preguntó con cautela y dejé el resto de la pieza de pollo sobre el plato. Ojalá sincerarme con él fuera tan sencillo como partirle la cara a alguien.
—Bien... —Me relamí los labios con el sabor del aceite, miel y picante de la comida, miré la lata de cerveza como si una mano siniestra fuera a salir de allí tan pronto acercara mi boca, y como si se tratara de un apagador de luz, una idea se iluminó de pronto en mi cabeza —. Maldición, no sé cómo hacer esto pero...
—Tae, tanto misterio me hace creer que mataste a alguien. —Juntó las cejas al frente —. ¿Lo hiciste?
—¡No! —Solté de golpe —. No, no es eso, pero todo esto de Minhee y Nam y tú me hizo darme cuenta que tampoco he sabido mucho de ti en los últimos días así que... ¿te parece si me preguntas algo y yo te pregunto algo a ti?
—¿Eso es lo que quieres? — Asentí avergonzado —. Bien, dispara.
Sonreí aliviado pero no menos nervioso. ¿Él daría en el clavo? de no ser así, tendría que sacarlo yo.
—Está bien —Tomé la lata, envalentonado por aquella tarde que Jungkook y yo hicimos lo mismo. Había sido más sencillo y creí que también lo sería ahora, así que choqué mi lata con la suya y di un pequeño trago amargo que contrastó al sabor que tenía la boca y me robó una mueca desagradable —. Ugh...
—¿Por qué estás bebiendo?
—Cierra la boca, no es tu turno de preguntar.
Jin soltó una risa y asintió.
—¿Qué tan enserio vas con Namjoon?
—Hmmm —Pareció meditarlo con sus mejillas llenas de cerveza —. No lo sé, lo suficiente para sentir que mis días son diferentes cuando él está a mi lado. Es atento, cariñoso y sabio. Me sorprende a veces quedándose a mi lado cuando me duermo en el sofá trabajando, con un masaje cuando me nota muy estresado aun si no le digo nada.
—¿Eso es todo? —Lo miré incrédulo.
—¿A qué te refieres?
—Me vas a decir que te gusta por atento y no porque es tu tipo de hombre.
—Estúpido —Volvió a reir con tanta soltura que mi pecho se sintió tibio —. Por supuesto que no, él es guapísimo y tiene más atributos de los que podría recordar. Pero no creo que quieras escuchar ese tipo de detalles ¿o sí?
—No por favor, no quiero perder el apetito —dije con una mueca de asco, aún si en el fondo me reclamaba lo injusto que fui todo este tiempo por no escuchar lo que él tenía que decirme. ¿Notaría Jin algo en mí si le dijera que no me importaría escuchar esos detalles escabrosos y poco discretos? —. Aunque...
—¿Aunque? —preguntó cuando el silencio se extendió.
—Nada —Negué acobardado y tomé otra pieza de pollo ahora que mi estómago se sentía cómodo con el bocado dentro —. Es tu turno.
—Hmmm —Entornó la mirada poco convencido con mi respuesta —. ¿En verdad estás bien con lo de Nam y Minhee? puedes decirmelo.
—Lo estoy. Minhee merece tener personas que la quieran, una infancia tranquila y rodeada de amor. —Dejé la pieza de pollo en la mesa y tragué el pedazo que aún rondaba en mi boca —. Si te soy honesto... Al principio sentí envidia, celos quizá... de no poder darle eso a mi hermana.
—No seas tonto, tu hermana te ama, eres su mundo.
—Ya lo sé, pero no estoy mucho aquí, sé que es porque busco algo mejor para ambos, pero ya me entiendes. Tú la ves todos los días, puede que Nam la vea más que yo. Están creando memorias juntos y estoy feliz por ella, agradecido contigo y con él, pero... siento que podría hacer un poco más.
—Lo harás —Lo miré, había una sonrisa estirando sus labios y un gesto cargado de amor y comprensión que me hizo asentir —. A su tiempo, cuando le partas la cara a todos en ese torneo, ganes mucho dinero y puedas darle lo que quieras. Y quién sabe, quizá puedas pagarme unas vacaciones lejos de aquí, me las merezco.
Reí divertido y conmovido en partes iguales, en ese momento me pareció una buena idea comerme el resto del pollo con mordidas grandes que hicieran desaparecer mis ganas de llorar. Por suerte funcionó.
—¿Y tú? ¿De verdad estás bien con que Minhee esté aquí? Quizá quieras salir más con Nam, tener tu libertad.
—No seas tonto, Tae. Minhee no es una cadena que me impida vivir o me mantenga atado a la rutina. —Dejó salir el aire lentamente —. Minhee y tú son de alguna extraña manera mi única familia. Sabes que no me llevo bien con mis padres y no sabía lo que era tener un hermano hasta que llegaste a mi vida. Así que... ¿ella es algo así como mi sobrina? —rió en voz baja antes de beber —. Me gusta pasar tiempo con ella, los tres juntos, tú, Namjoon. Antes de ti tenía una vida diferente, eso es cierto, pero no eran más que citas que no iban a ningún lado y un trabajo que a veces quiero botar. Ahora... ustedes son parte de mi mundo, de lo que puedo considerar mi hogar.
—Lo siento —Me mordí el labio con fuerza —. Nunca quise traer problemas a tu puerta.
—Lo sé, sé que eres muy estupido e imprudente a veces, pero no eres una mala persona. Y confío plenamente en que encontrarás la salida.
Asentí con el calor ascendiendo a mis mejillas, consciente más que nunca de que Jin era uno de los pilares de mi pequeño y roto mundo. Él no me lo decía a menudo, quizá y era la primera vez que lo ponía en palabras de esa manera, pero yo sabía que el tenerme en su casa a mi y a Minhee, era la mayor prueba de amor en este maldito mundo.
—Gracias.
—Por nada, tonto —Me golpeó levemente con su pie por debajo de la mesa —. Ahora dime, ¿a qué se debe este cambio? No es que extrañe a tu lado borde, evasivo, imprudente y bocón —Me interrumpió con su palma al frente cuando protesté por los singulares adjetivos a mi persona —, pero quiero saber qué es lo que te tiene así; abierto, expresivo, vulnerable... —Bebió con mi mirada puesta en él, con el miedo y la esperanza hecha una bola que me obstruía la garganta —. ¿Es miedo? ¿las cosas están peor de lo que creo?
—¿Me creerías si te digo que no lo sé? —Solté un suspiro cargado de frustración —. No quiero ocultarte nada, en realidad no creo que lo haga. Sabes todo lo que ha sucedido, pero quizá haya olvidado mencionarte que hablé con Jay hace poco, a veces no comprendo todo lo que tiene para decirme, ese maldito tuerto parece divertirse a mi costa, incluso sé que Jungkook y Namjoon me ocultan cosas, pero si algo tengo seguro es que haré hasta lo imposible porque ese matón de Yoongi nos deje en paz.
—¿Namjoon te oculta algo?
Oh, no... Parpadeé, consciente de su gesto de pronto demasiado serio.
—Sí, pero no es... no creo que sea algo que tenga que preocuparte. Son cosas del pasado, cosas que yo quiero saber. Por favor no se lo digas, yo lo puedo resolver.
—No entiendo por dónde quieres ir.
—Jin, olvida lo que dije, ¿sí?
—No quiero. No puedes venir aquí y soltar algo que me deja peor y pretender que me quede como si nada.
—Está bien, está bien, es justo —Me froté el rostro con frustración contenida —, solo... ¿prometes no decirle nada mientras tanto? No creo que sea importante...
—No puede no ser importante si te tiene así.
—Jin, por favor...
Me miró poco convencido, casi molesto, pero después de unos segundos asintió.
—Namjoon, Jay y el padre de Jungkook se conocían, creo incluso que eran amigos. Jungkook me contó que Yoongi asesinó a su padre, que él solía pelear en nombre de Yoongi pero cuando le pidió que perdiera una pelea, bueno, él la ganó. Así, justo como yo... pero él no corrió con tanta suerte.
Lo observé, Jin estaba perplejo y sus dedos tensos presionaban la lata de cerveza.
—Algo sucedió, no sé qué, pero Namjoon y Jungkook no parecen llevarse bien con Jay, es decir, si él mató a su padre, ¿por qué estaría del lado de ese mafioso? He querido preguntárselo pero él es muy evasivo con el tema. Jin...
Se puso de pie y lo observé caminar de un lado a otro frente a mí, ¿en qué momento había vuelto a meter la pata?
—Jin.
—¿Me estás diciendo que esto va más allá del dinero? Te lo dije, Tae, ¡maldita sea te lo dije!
—Ya lo sé, pero no tienes que preocuparte por mi, reuniré el dinero
—¿Y luego qué? ¿Puedes garantizar que ese matón te dejará vivir?
Quise repetir como una máquina que no tenía nada de qué preocuparse. Que primero mataría a Yoongi antes de que él se atreviera a ponerles un dedo encima. ¿Pero qué tan cierto era eso? No le tenía miedo a la muerte, pero sí que temía por Minhee, por él. Y Jin estaba asustado, lo pude ver en sus pupilas temblorosas y manos apretando el respaldo de la silla.
—Solo te pido que confíes en mí, como siempre lo has hecho. ¿Puedes?
—Tae.
—¿Puedes? —imploré desesperado.
Me dolió que apartara la mirada mientras asentía lentamente con su cabeza, que sus dedos ahora blancos presionaran con más fuerza la madera, que su manzana de adán bajara con un duro trago de saliva. Y yo, como el idiota que claramente era, acorralado como un maldito perro y comportandome como un ingenuo que le pide al cielo que llueva chocolate, decidí soltar lo siguiente como si nada.
—¡Besé a un chico!
Jin permaneció en silencio, sus dedos poco a poco se aflojaron sobre la madera y para cuando alzó el rostro, su maldito gesto cargado de sorpresa e incredulidad, me hicieron desear lanzarle la lata directo a su nariz.
—¿Que tú qué?
—Besé a un chico.
—Si lo que quieres es distraerme de la bomba que acabas de soltar sobre mí, podrías inventarte algo mejor.
Fruncí el ceño molesto, deseé gritarle que no era una broma, pero hasta yo era consciente de lo irreal que sonaba, de lo vergonzoso que era y de lo idiota que me sentía por soltarlo así. Además, por alguna maldita razón sin fundamentos, me molestaba que creyera que yo era capaz de inventar algo así.
—Espera... —abrió la boca y la cerró varias veces, mirándome con sus ojos cada vez más grandes —, es... ¿ES EN SERIO?
Asentí, no porque no quisiera hablar, es que mi garganta estaba cerrada y aterrada de lo que vendría. Jin se sentó de inmediato sobre la silla y me miró fijamente mientras bebía un largo trago de cerveza, quizá esperando por algo de mi parte, algo que no llegó.
—¿Es mi turno?
—No lo sé —murmuré, consciente de la bomba que estaba a punto de caer.
—Al diablo, es mi turno —El muy maldito se relamió los labios antes de preguntar —: ¿Cómo se llama ese chico?
Y allí estaba, el momento que había temido tanto como ese instante en que decidí mirar a la cara a Jungkook y confesarle que me gustaba. Sí, era real, pero hasta ese momento las cosas habían quedado entre los dos, en mi mente encerradas como una pelota que golpea de aquí allá intentando salir. ¿Era demasiado tarde para acobardarse?
Por supuesto que lo era.
—Jun-jungkook —Solté con un hilo grave de voz.
Creí que él no me escucharía, que me obligaría a repetirlo como un sádico ordenándome que lo gritara una y otra vez para poder reírse en mi cara.
Pero en su lugar dijo:
—¡No puede ser! Ahora le debo un millón de wones a Nam —cantureeó con una nota amarga a los cuatro vientos y yo me quedé perplejo, sin comprender por qué yo parecía más sorprendido que él.
—¿Qué? —lo miré boquiabierto.
—¡Que le debo dinero a Nam por tu culpa! —me gritoneó antes de que algo imaginario pareciera golpearlo, ojalá hubiera sido mi puño, pues él de pronto me miró divertido —Ah, lo siento... —puso sus manos al frente como una plegaria —, es que aposté con Namjoon sobre esto.
Sé que debería estar molesto, gritando, aventando las sillas, pero me quedé frío.
—¡No me mires así! —se rió descontrolado —, no quise apostar en contra tuya, es solo que Namjoon me dijo hace tiempo que entre tú y Jungkook había tanta tensión que no dudaba que un día de estos terminarían besándose. ¡Le dije que era absurdo! que él no te conocía y que tu eras un homofobico de mierda, lo siento —sonrió apenado —, a veces se me pega tu lenguaje, sabes que no es personal. Pero en fin, le dije que no era posible, que él no te conocía, pero Namjoon era tan insistente y parecía tan seguro de sí mismo. Aseguró que Jungkook era diferente cuando estaba contigo, que incluso le había suplicado que le dejara entrenarte. ¿Cómo es eso posible? —Imitó terriblemente el tono de voz de Namjoon, Jin hablaba tan rápido y tan emocionado que me costaba seguirle el ritmo —, así que para cerrar el tema le dije que jamás pasaría y podría apostar por ti, él me tomó la palabra, ¿lo puedes creer? dije, "que idiota, dinero gratis para mi". ¡Pero ahora! —Alzó las manos al cielo y las agitó como un desquiciado —. Por dios, Tae, ¿qué demonios?
Algo en mi mente se apagó, me sentía mareado y juraría que una parte de mi espíritu se evaporó como esas caricaturas donde el alma del personaje se eleva por los cielos. Es decir, ¿Dónde estaba la risa? ¿la burla? ¿Por qué Jin parecía más consternado por el dinero? De todos los escenarios posibles, ese jamás pasó por mi cabeza.
—Por dios, Tae, dime algo. —me miró preocupado y agitó su mano frente a mis ojos —.¿Estás bien? ¡Lo siento! de verdad no quise apostar, no debí decir eso.
—Jin —dije y él se cayó al instante —. ¿No estás sorprendido?
—¿Yo? —Ladeó su cabeza y me miró curioso hasta que algo pareció encenderse en su cabeza —- ¿Por el beso? ¡Por supuesto que lo estoy! pero quiero saber qué pasó. ¿Él te besó? ESPERA ¿Tú lo besaste! —Aplaudió de nuevo con una sonrisa que amenazaba con rasgar sus mejillas —, ¡Quiero saberlo!
Tomé la lata de cerveza y le di un par de tragos largos, el sabor amargo había desaparecido, era como beber agua mientras observaba a mi amigo esperar ansioso con sus ojos puestos en mí. Era vergonzoso aceptarlo, pero me había quedado en blanco.
Pensándolo detenidamente, ¿qué tan extraño era que mi amigo actuara tan diferente a como yo esperaba? Me había aceptado como era, le dio un hogar a mi hermana y a mí, incluso no pareció intimidado cuando le dije que tenía a un mafioso detrás de mí hasta ese momento en que sintió una amenaza real sobre nosotros, sin embargo, en el pasado, había mantenido el control de la situación y me obligó a mantener los pies en la tierra.
"No habrá otra oportunidad"
Quizá había sido demasiado duro con el juicio sobre mi amigo. Tan duro como fui conmigo mismo al culparme por sentir lo que sentía por Jungkook. Una vaga súplica por retomar el control de la situación me indicó que podría esquivar la pregunta unos minutos más y decirle que era mi turno de preguntar, pero esa piedra obstruyendo mi garganta, esa roca enorme en mi pecho que dolía cada día al despertar, suplicaba por ser libertada con una arcada violenta. Era la oportunidad que necesitaba.
—Él me pidió que lo besara, así que lo besé —Apreté los dientes y cerré mis ojos, inevitablemente evocando ese momento en el comedor el gimnasio, sus manos acunando mis mejillas, su boca furiosa contra la mía en un beso voraz que me robó un escalofrío —, era un juego, yo quería saber algo y fue mi precio a pagar.
—¿Te obligó a hacerlo? —Negué de inmediato, resistiendome a encontrar en su mirada una preocupación injustificada —. ¿Tae?
—No... es decir, no quería hacerlo pero no me obligó, yo fui hasta él. Me sentía molesto, también inquieto, todo es impredecible cuando se trata de él es... es como una tormenta, un huracán que me arrastra y deja un desastre en mi interior. Quería saber algo, nada es gratis, pero de no haberlo querido... de no haber estado dispuesto a hacerlo... habría encontrado la manera de sacarle la respuesta —Suspiré, como si una parte de esa piedra se estuviera haciendo pedazos en mi interior y escapara en forma de humo por mi garganta —, lo sé porque tan pronto lo besé todo explotó, porque debí haberme apartado después de un simple roce... porque ambos no dejamos llevar y me sentí sediento, sentí que era lo correcto, sentí... me sentí como si fuera lo único que deseé todo este tiempo. Jin —lo miré al fin, él permanecía quieto, expectante —. ¿Qué es lo que sientes al besar a Nam?
—Todo.
Sonreí con amargura y una risa se ahogó en mi garganta, consciente de que había adivinado su respuesta antes de que la dijera.
—Todo... —repetí y me froté el rostro son tortuosa lentitud —, todo...
—Tae.
—¿Hmm? —Me sentí desnudo bajo su mirada, quizá lo estaba aunque no fuera físicamente.
—¿Te gusta?
—No lo entiendo... Jin —Solté desesperado, con ganas de llorar. Él pareció notarlo pues el sonido de su silla al recorrerse y el siguiente, cuando tiró de otra silla y se sentó a mi lado, resonaron en mi oído como un trueno. Él tomó mi mano y me dedicó una sonrisa comprensiva —, no me gustan los hombres, nunca... yo no soy...
—Lo sé, lo sé —murmuró y besó el dorso de mi mano con dulzura —, que te guste un hombre, no quiere decir que te gusten todos los hombres. Sólo él.
Asentí, incapaz de ceder más a ese escudo desgastado y a punto de hacerse añicos.
—¿Jungkook lo sabe?
—Sí, bueno —sonreí sin poder evitarlo —Él me lo dijo primero.
—Dios —soltó como un quejido ahogado y me abrazó tan fuerte que no pude evitar reír conmovido y avergonzado —, nunca creí vivir para ver esto.
—Jin —dije, con mi rostro hundido en su cuello y sus manos acariciándome la espalda. Él respondió con un gruñido —, también tuve sexo con él.
Se quedó quieto, terrible e inquietantemente quieto. Creí que reiría a carcajadas, que me diría que era mentira. Sin embargo, se apartó tan de golpe que casi se cae de la silla cuando se puso de pie y me apuntó con su dedo juicioso.
—¡Hijo de puta! ¡Hijo de la gran puta! —Me miró eufórico —. ¿Cuánto tiempo planeabas guardar en tu asqueroso ser esta valiosa información?
Comencé a reír y seguí riendo hasta que lloré y mi pecho se sintió ligero, tan ligero que el aire se sintió limpio y amable por primera vez en los últimos meses. Jin también rió, Jin también lloró hasta que me sentí un estupido por temer a su reacción, por creer que mi mejor y único amigo me juzgaría como tantas veces injustamente yo lo juzgué.
Se encaminó entonces al refrigerador para sacar dos latas de cerveza más y cuando me giré hacia él y lo encaré con sus manos llenas, dije:
—Jin... en realidad tuvimos sexo toda la noche.
—¡Maldito infeliz!
Me gritoneó de nuevo y yo volví a reír sin parar.
Esa tarde me hizo confesar con lujo de detalles lo que pasó entre Jungkook y yo durante las últimas semanas. Nuestro primer beso, la vergonzosa escena de mis shorts mojados, nuestras riñas y lo bien que se había sentido dormir junto a él. Creí que mi cuerpo se consumiría por combustión espontánea mientras le contaba y él me contaba más sobre su relación con Namjoon, detalles explícitos y nada solicitados por mí, incluidos.
Para cuando la noche cayó y Namjoon tocó la puerta de la mano de Minhee, ella me abrazó con tanta fuerza que creí que mi pequeña sabía exactamente lo mucho que necesitaba de ese simple y enorme gesto. Cenamos el pollo restante y la nueva dotación que Namjoon trajo consigo. Las horas de la noche se consumieron contándonos su día y para cuando regresé a la sala con Jin y Namjoon, después de haber acostado a mi hermana en su habitación, Namjoon me miraba tan enternecido y divertido, que no hizo falta que me confesara que Jin había aceptado su derrota en la apuesta.
Volví a la cama más tarde con Minhee y revisé el teléfono que había dejado cargando durante la cena, tenía un mensaje de Jungkook con una foto de mi reloj colgado en su muñeca izquierda y una sonrisa radiante en su rostro con un mensaje que decía:
«¿Te gusta mi nuevo reloj?»
Me sentí afortunado de que la poca luz me impidiera ver mi reflejo en la pantalla con una gran sonrisa de idiota en el rostro mientras respondía un vergonzoso:
«Te queda bien, nos vemos mañana.»
Y así, con un todavía más penoso «Ya te extraño» en pantalla que no tuve el valor de responder, me quedé profundamente dormido.
.
.
¡Se logró! Este capítulo me tuvo un poco atorada por razones diversas, así que agradezco la paciencia 💜 El final de esta historia ya nos está pisando los talones, ¿están listos? 🫶
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