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Tercer mes.

Hoy era uno de esos días en que mi ánimo estaba un poco mejor, últimamente estaba rodeada de mis oppas y unnies. Sobre todo Yoongi Y JiMin, ellos venían siempre que podían con sus familias. Eso hacia las cosas más tranquilas, JeongSan se divertida junto al hijo de Yoongi y Mira y las gemelas de JiMin y Jara.

Ina y TaeHyung también estaban más presentes, la relación de este último con JungKook estaba muy inestable, tanto que peleaban demasiado y a veces sentía que yo era la culpable. Luego recuerdo que quien metió la pata en todo esto fue Jeon y se me pasa.

Veo a lo lejos como JeongSan juega feliz y sonriente con otros niños en los juegos de la plaza, su niñera lo acompaña mientras yo me encuentro sentada en una manta que coloque en el pasto frente a un enorme árbol, estaba fresquito pero el sol ayudaba a mantener cálido el ambiente.

Seguí inmersa en la lectura de mi libro llevándome una cereza a la boca. No quiero decirlo pero habían empezado los antojos y una de ellas eran las cerezas, tenía que tener si o si cerca de mi alcance aquella fruta, abastecerme de ellas en cualquier momento.

—¿Escuchaste la nueva noticia? JungKook oppa está saliendo con la modelo Park SongYoo, hasta dicen que viven juntos.

Escuchar aquello me tenso en mi lugar, tomé una bocanada de aire aún así intente ignorarlo.

—Si, lo vi, salió en todos lados, apenas se divorcio y ya corrió a los brazos de otra, siento lastima por su ex esposa.

Yo igual. Dos chicas adolescentes hablaban como si nada, aunque tampoco deberían tener consideración alguna ya que no sabían de mi presencia estaban al otro lado del árbol, por lo tanto la cercanía era escasa y podía escuchar perfectamente lo que decían.

—Tienen un hijo juntos —dijo una de ellas— ¿Crees que SongYoo esté en estado?

—Dios, espero que no, que lamentable y humillante sería para su ex mujer. Aunque por algo la habrá dejado, ¿no crees?

Aún sigo preguntándome cual es ese algo, aunque mucho no debo indagar cuando él está feliz en brazos de una mujer bellísima de largas piernas y cuerpo escultural. Aunque yo no debería sentirme tan mal, siempre he sido delgada con curvas en los lugares correctos, tanto a mí y a mi hermana la genética nos había ayudado mucho. Así que siempre sentía seguridad en mi misma.

Gané un poco más de cuerpo cuando fui madre, al punto de que a mi ex esposo le encantaba que tuviera más busto y trasero. Suena superficial pero me cambio por otra que tiene menos, pero aún así es de perfectas medidas.

No pude sentirme peor ante tal comparación y mi cabeza comenzó a rondar por caminos muy oscuros que querían nublar mi razón.

Ni bien levantamos todo volvimos a casa, le pedí a Noo-ri que se quedará un rato más a cargo de JeongSan mientras yo me encerraba en mi habitación, tomé la laptop sentándome en la mesa de vidrio que se encontraba en el balcón de mi habitación, una taza de té me acompañaba.

Comencé a teclear en el buscador evitando entrar en páginas de noticias o similares. No quiero encontrarme con cosas indeseadas. Me importaba una reverenda mierda sus vidas. En estos momentos, lo único que quería era buscar una solución a todo esto. Ya no soportaba más el dolor, la humillación y la incertidumbre.

No supe cuánto tiempo fue que estuve sumergida en mi mundo, que salí de ella cuando Ina irrumpió haciéndome sobresaltar en mi lugar causando que cierre la laptop rápidamente.

—¿Qué hacías unnie? No me digas —sonreía picara— veías fotos de hombres desnudos.

—Ina, ¡Dios, no! no seas grosera, me asustaste. Apareciste de repente.

—Bueno, perdón, te llamé cuando entre —tomó asiento en la silla frente a mi— pero no me hiciste caso —dejó caer su barbilla sobre la palma de su mano.

—Estaba viendo algunas cosas —fingí una sonrisa evitando mirarle a los ojos. Ella jugaba con sus manos nerviosa.

—No estabas viendo las noticias, ¿no? —preguntó sin mirarme.

—No, no te preocupes, es lo último que vería y lo sabes —tomé un sorbo de mi té, hago una mueca de asco, estaba helado.

—¿Cómo te sientes? —preguntó sonriendo tenue.

—Bien —mentí, ella no parecía convencida.

—¿Estás segura? —asentí— Pareces nerviosa unnie —tomó mi mano entre las suyas dándome un leve apretón— sabes que puedes decirme lo que sea yo estoy aquí.

Lo sé, ella me apoyo siempre, además de ser mi hermana menor, es mi mejor amiga, mi respaldo, la que me cuida y ayuda. Siempre hemos sido nosotras dos contra el mundo. Negué intentando sonreír conteniendo lágrimas y tomando sus manos entre las mías ahora.

No podía contarle por ahora, lo que tenía en mente. Uno, porque no estaba segura de lo que haría y dos, porque seguro me detendría.

Debía de hacer esto por mi misma.

🖤🖤🖤

Apreté el bolso entre mis manos, mis nervios estaban a punto de colapsar, sentía mis manos sudar resbalándose por la correa de mi bolso deportivo cuando las lleve allí para acomodarlo mejor sobre mi hombro derecho; algunas personas que pasaban por la acera me miraban mientras otros caminaban indiferentes ante mi apremiante terror. Nadie podría reconocerme de todos modos.

Estaba vestida casual, pero cómoda, lentes de sol y uno de los sombreros pescadores que Jeon me había regalado una vez a juego con el suyo. Nadie podría reconocerme de todas maneras, casi nadie sabía quién era yo, eso esperaba.

Para mí suerte, Ina se había llevado a JeongSan con ella, hoy saldrían de paseo junto a TaeHyung y la familia de este, los padres del chico adoraban a mi hijo al igual que adoraban a JungKook, tanto que para ellos fue triste nuestra separación y ni hablemos de la familia Jeon, quienes me llamaron mil veces para preguntarme cómo me encontraba o me sentía. Los señores Jeon aparte de ser los abuelos mas amorosos y atentos nos querían mucho mi hermana y a mi.

Lastima como terminó todo.

Entre al edificio de ladrillos con pasos dudosos, me detuve frente a la mesada de recepción donde una mujer mayor con uniforme color celeste atendía.

—Buenas días, ¿en qué puedo ayudarle?

—Ahm, buenos días, ehm, vengo por un turno que tengo programado para hoy —suspiré nerviosa— ya había hablado con la doctora ¿Choi?

—Si —sonrió, tomo una hoja de un montón y junto a una lapicera me los tendió sobre la mesa— llené este formulario y esperé unos minutos a que le llamen.

Tomé con manos temblorosas aquel papel observando muy por encima lo escrito allí, me moví yendo a sentarme a una fila de sillas dónde había otras mujeres esperando al igual que yo algo escondidas o simplemte absortas en su mundo.

Comencé a leer detenidamente todo mientras llenaba el formulario, esto era algo decisivo. Las palabras de aquellas chicas seguían rondando en mi cabeza. No solamente eso. Le mentí a Ina, no pude contenerme y en el momento de entrar de nuevo a internet, lamentablemente, me bombardearon las noticias y no pude evitar leerlas, verlas, como se deshacían en felicidad, abrazados, cariñosos. Me destrozó el alma.

Escuché luego de varios minutos como llamaban por mi apellido. Me levanté acomodando mi sombrero entrando a un consultorio extenso, ni bien entrabas un escritorio con dos sillas te recibía, más al fondo, había un mini quirófano improvisado, supongo que allí pasaría para lo que vine.

—Buenas tardes, soy la doctora Choi —se presentó con una reverencia leve pidiéndome que me sentará, obedecí suspirando, estaba muy nerviosa— bien, ya han hablado con usted por teléfono sobre las indicaciones, ¿verdad? —asentí— bien, ¿hay alguien acompañándola?

—Si —titubee— esta afuera esperándome —mentira.

—Bien, ya la vamos a preparar para la intervención.

Esto estaba por ocurrir ahora mismo, no podía retractarme. Me dejó sola, una enfermera entró en su lugar con una bandeja llena de cosas, me pidió amablemente que me desvistiera y me tendió una bata especial. Abrí mi bolso para comenzar a guardar mis cosas allí, en eso mi móvil llamo mi atención.

El fondo de pantalla de bloqueo era la misma foto donde los tres posábamos felices en el puente morado, no se porque no la había quitado, con tantas cosas se me había olvidado. Comencé a abrir las notificaciones de los mensajes. Leer los mensajes de aliento y demás de parte de los chicos hizo que el nudo en mi garganta se intensificará. Hasta los niños de SeokJin y Serena me mandaban lindos mensajes pues rondaban entre los diez y trece años. Ina mandándome fotos de mi niño sonriendo junto a su tío y el perrito de este, Yeontan.

El rostro de mi bebé tan feliz, el fruto de un gran amor al igual que este bebé que llevaba en el vientre y al cual quería abortar en estos momentos.

¡Dios mío!

Salí corriendo despavorida del consultorio antes de siquiera seguir con esto, escuché a la enfermera gritar mi nombre, sentía las miradas de las demás personas al pasar, pero poco me importaba, no me cabe en la cabeza en que carajos estaba pensando. ¡Por Dios! Sentí temblar completa dejándome caer al suelo sobre mis rodillas cuando salí del edificio y doble encontrándome con un callejón angosto al costado de aquella clínica clandestina.

Sentí unas manos posarse sobre mis hombros causando que levantará la mirada asustada, solté un sollozo desconsolado al encontrarme con sus ojos llenos de lágrimas.

—Eres una estúpida, ¿qué ibas hacer? ¡Dime! —se notaba muy enojada, aún así la calidez de sus manos sobre mis hombros decían otra cosa.

—Lo... siento —chillé con la voz totalmente quebrada por el llanto. Ina me acorraló entre sus brazos de forma intensa contra su pecho como a un bebé, como si fuera a perderme, como yo siento que lo estoy. Llore desconsolada mientras nos mecíamos lentamente.

Cuando me calme lo suficiente como para levantarme y caminar, nos dirigimos de nuevo hasta el interior de la clínica, había olvidado mi bolso dentro, Ina fue por ella, ni siquiera dudo en entrar, sin dar explicaciones, tomo el bolso para luego dirigirnos hasta una camioneta beige que se me hizo muy conocida, me detuve estática muerta del miedo volteando a verle.

—No te preocupes, Tae me la presto, le dije que andabas en algo raro y que iba a seguirte —eso no me calmo— tranquila unnie, él no me pidió explicaciones, cree que es resultado de la separación.

Asentí. Me ayudó a subir al asiento del copiloto ayudándome a colocarme el cinturón de seguridad, dejo mi bolso en los asientos traseros, para voltear y subir al asiento del conductor, se veía chiquita delante de tremenda máquina. Reí un poco, me causaba ternura verla tan empoderada.

—Me alegra que te rías ahora porque tú y yo tendremos una seria conversación, Seo Gia —la miré con ojos desbordados por la forma tan tosca e irrespetuosa al dirigirse a mi— ay por favor —rodó los ojos poniendo la llave en el contacto— no me vengas con las formalidades, está vez hablaremos seriamente.

Me acurruque en el asiento de cuero tan cómodo que me quedé dormida mientras Ina manejaba a quien sabe dónde.

Queriendo perderme un rato en el letargo para no pensar en el mar de emociones que acababa de pasar.

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