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Extra 1.

Jeon JungKook.

Estaba peinando mis cabellos con algo de fuerza, mis ojos no se desprendían de la pantalla de la computadora frente a mí, mordía nervioso mi labio inferior cambiando el peso de mi cuerpo de mi pierna derecha por la izquierda. El hombre frente mío sentado en la silla lo noto al instante, pero obviamente, por su semblante neutro, que bien sabía mantener no lo noté ni su escudriñar a mi cuerpo.

—Podrías, por favor, calmarte Kook —volteó sobre la silla giratoria de cuero negro— todo saldrá bien.

Seguramente así sería pero no podía evitar sentirme nervioso ante lo que quería hacer.

Hace un mes me había reconciliado con Gia las cosas iban perfecto estaba disfrutando de mi familia. Mi pequeña Laís estaba transitando los seis meses siendo una hermosa y adorable niña quien me tenía loco del amor al igual que a JeongSan con quién peleabamos por su atención.

Había vuelto a estar cerca de mi mujer e hijos, estaba más libre ahora que las giras y presentaciones de mi disco solista habían acabado. Decidí tomarme un break sin fecha de caducidad para disfrutar de mi familia después de estar separado de ellos tanto tiempo.

Pero a pesar de todo lo bien que venían las cosas no podía evitar ponerme paranoico con lo que haría. Estaba expectante por una llamada importante por parte de Sun-Jae, mi asistente a quien le había conferido un par de tareas más que importantes y que eran de suma y extrema confidencialidad, tanto que el único que sabe sobre dichos planes es Yoongi hyung de quién he estado recibiendo ayuda.

Vuelve a girar sobre su silla colocando atención al trabajo de producción que hace sobre algunas canciones de ciertos artistas intentando ignorar mi nerviosismo. El chillar de mi móvil nos sobresalta a los dos, él gruñe en molestia y yo gimo de susto. Acercó el aparato a mi oreja atendiendo la llamada y alejándome un poco de mi compañero.

Kook, no te preocupes, todo está listo —comenta la voz alegre de la chica— la reserva en Rooftop está vigente por todo un día, la gente está en el proceso de ambientar el lugar, el chef tiene el menú requerido y el paquete ya debe estar —hace una pausa, supongo que mirando su reloj— en estos momentos… llegándole.

Finaliza con alegría, suspiró sintiendo la gota gorda recorrerme la nuca. Demasiada planificación que necesito que salga perfecto. Y aunque me asegure que todo está en marcha y bien, no puedo evitar cruzarme con mi genio e irritante personalidad dónde necesito analizar, organizar y asegurar con mis propios ojos absolutamente todo. Agradezco a mi asistente una vez más asignándole que siga pendiente de todo.

Volteó encontrándome con la mirada seria de hyung sobre mí.

—Quieres que te acompañe a supervisar todo —suena a pregunta, pero los dos sabemos que es más una afirmación concreta y certera. Asiento una vez dándole el paso a levantarse finalizando algunas cosas sobre el equipo y escritorio de trabajo.

Salimos del edificio en la camioneta de hyung dirigiendonos al hotel Rooftop Seúl dónde comenzaré a prepararme para dar marcha a mi plan.

💜💜💜

El timbre resuena en el ambiente pero eso no corta la amena situación que se lleva a cabo en la sala; la señora JiYoung ríe acompañada de su nuera sentada a su lado mientras miran divertidas como el señor Jeon juega con sus dos nietos. Un JeongSan de cinco años abraza el cuello de su abuelo mientras la niña esta en brazos del hombre y ríe por las caras graciosas que hacen estos dos.

—Señorita Gia —llama la señora que ayuda en la limpieza del hogar— ha llegado un paquete para usted —avisa señalándole la enorme caja blanca decorada con un moño de color blanco y un ramo enorme de rosas rojas.

Los rostros de las dos mujeres sentadas son todo un poema y como resortes salen corriendo ansiosas ante tremenda sorpresa, se detienen frente a la enorme caja compartiendo una mirada cómplice cuando la castaña decide comenzar a abrir la caja con cuidado y algo de temor.

Una vez la tapa es quitada se encuentra con una tarjeta de un papel fino dónde una letra en negro de hermosa caligrafía dibujaba unas cuantas palabras.

“Querida Seo Gia, se requiere de su excelsa y divina presencia en la azotea del Rooftop Seúl, está noche, en el horario de las 20:30 hrs.

Como único requisito se le otorga este pequeño presente que solo aumentara su eterna y refulgente belleza, dándole a las estrellas y la misma luna, la opacidad ante su presencia.

Te espero. Siempre tuyo.

J.JK. "


Volvió la mirada a las personas que la miraban atónitos y expectantes aún estática por tal sorpresa, vió como la señora JiYoung se adelantaba para deshacer dentro la caja la envoltura dónde se encontraba el dichoso presente mencionado en la tarjeta, desenfundó a la vista de todos un vestido elegante y romántico por el tejido y los discretos volantes que adornaban el cuello y las mangas, era de lunares como pequeñas notas irregulares, la falda de vuelo no muy ancha ni ceñida siendo perfecta para darle un ligero movimiento, un corte justo entre el tobillo y rodilla y en la cintura un fino cinto de satén color negro terminando.

Los ojos de Gia no podían contener las lágrimas de la emoción arrastrando con ella a la señora JiYoung.

—Querida, porqué no ayudas a Gia a qué se preparé —sugirió jovial el señor Jeon mientras llevaba a sus nietos a seguir jugando.

Las dos mujeres más que contentas y eufóricas pusieron manos a la obra para poder llegar a la hora predispuesta por el pelinegro.

💜💜💜

Suspiré mirándome una última vez en el espejo de cuerpo entero del baño de aquella habitación de hotel que había alquilado. Por esta noche y hasta mañana será nuestra al igual que la terraza donde estaba todo preparado y listo.

Salí a la sala donde Yoongi se encontraba dormitando sentado en el sillón de brazos cruzados, lo he tenido de un lado a otro y no se ha quejado. Me acercó hasta donde está y depósito un beso en su frente despertándolo, su semblante en una mueca de disgusto. No le ha gustado y eso me divierte. Me alejó a punto de salir tomando en el camino un par de cosas cruciales para la noche, pero un minuto antes me detiene.

—Kook, buena suerte mocoso. Se feliz. —deja escapar una pequeña sonrisa por la comisura de sus labios finos y sé que lo dice de corazón. Él es el más alegre con todo esto. Cree en nosotros y nuestro amor.

Salgo a pasos apresurados llamando el ascensor, miró mi reloj de muñeca, son las ocho menos veinte, falta poco, media hora, un poco más y ella estará aquí, todo fue sorpresivo que no sé cómo lo tomara, tampoco he recibido mensajes suyos en todo el día, solo uno de mi padre diciéndome que estaba arreglándose junto a mi madre, aunque ella no necesitaba más era hermosa como sea.

Una vez llegó al último piso, la azotea —estamos en un piso treinta— me deslumbró ante mi fantástica idea. Una cosa es tenerla en mente otra es hacerla realidad.

La iluminación consta de guirnaldas en forma de foquitos de luz en tonos amarillos de ellas caen enredaderas que en realidad son flores de cerezo, más al fondo hay una mesa redonda con mantel negro y lazos dorados, las vajillas son blancas, las copas de cristal, el plato prinpical en un pequeño atril esperando por ser deleitado, también hay velas dentro de pequeños frasquitos en forma de burbuja, las dos sillas con la misma vestimenta que la mesa.

Hay más velas desperdigadas por ahí, pero estás están dentro de improvisadas farolas estratégicamente colocadas en el suelo para darle un ambiente intimo en colores sepia. Espero realmente le guste porque estoy que me cago del nerviosismo y miedo. Me siento, me paro, camino sintiendo la brisa de la noche primaveral de Seúl, revisó si está todo perfecto.

Y cuando pienso que algo falta escuchó mi móvil vibrar, lo saco del bolsillo de mi pantalón negro de vestir entrando en pánico al leer el mensaje.

Ella está subiendo. Dios. JungKook, cálmate, no hay porque entrar en pánico. Es solo una cena.

Tragó saliva observando todo como si buscará fallas parandome frente a la mesa, las puertas se abren y de ellas sale la mujer de la cual siempre he estado perdido, la que me encanta y fascina, la que amo, lastimé y fallé, la que me ha dado mis dos razones de existir, la que ha estado conmigo en todo momento.

Tragó duro porque se que esto que estoy haciendo está bien, solo espero salir vivo de esto sino que ella sea mi salvación. Su rostro de fascinación me hace sonreír, no se esperaba nada de esto. La miro de pies a cabeza con aquel vestido que le obsequie, es como un ángel caído del cielo, mi ángel.

—Hola.

—Hola —nos miramos fijamente por un minuto, ella vuelve a mirar a su alrededor fascinada— ¿Qué es todo esto?

—¿Te gusta? —preguntó con miedo en el interior, pero mostrándome seguro por fuera.

Ella asiente sonriendo, la tomó de la mano acercándola a mí para estrecharla en mis brazos, olfateando un poco de su perfume que me vuelve loco, sintiendo el calor de su cuerpo junto al mío. Y se que ella hace lo mismo conmigo. Nos separamos, le ayudó a sentarse dirigiéndome luego a mi puesto.

—Señorita Seo, está noche el menú nos presenta la primera vez que la invite a comer.

Gia frunce el ceño intentando no reír, porque ya sabe de qué se trata. Con un movimiento teatral de mano levanto la tapa dejando ver la enorme pizza de muzzarella como parte de nuestra cena y ella estalla en carcajadas que me hacen reír también.

La primera vez que la invite a salir fue a comer pizza en la sala de ensayos de Big Hit, apenas llevábamos un mes juntos como pareja y por el asedio de los paparazzi no podíamos salir a un restaurante sin que alguien estuviera sobre nosotros. Fue algo simple, pero significativo para los dos en aquella noche.

Comimos en silencio hablando de los niños, de lo hermoso que estaba la noche, de como arreglé este lugar, de ella, de mí, de nosotros. Para cuándo nos dimos cuenta se hacían las once de la noche, pero esto recién empezaba.

—Señorita Seo, quisiera que me conceda esta pieza, por favor —me levanté tendiéndole mi mano, me miró extrañada— oh, me olvidaba —con un chasquido de dedos la música empezó a sonar en todo el ambiente.

Ella sonrió divertida negando con la cabeza, se levantó colocando su mano sobre la mía.

—Veo que tienes todo calculado —dice, asiento muy seguro, caminó con ella de la mano hasta el centro del lugar, me detengo volteando a verle, haciendo que de una vuelta antes de acercarla a mi cuerpo, uno de mis brazos rodea su cintura, la libre está con nuestras manos entrelazadas pegadas a mi pecho, no dejo de observarla y sé que la pongo nerviosa.

Me río cuando posa su mejilla sobre mi hombro, recuesto la mía sobre su frente y lentamente nos movemos al compás de la canción disfrutando la noche. Solo nosotros dos. Suspira, besó su mejilla y ella se aleja un poco para mirarme.

—¿Estás seguro de que realmente quieres esto?

Sé que tiene miedo por todo lo que ha pasado, pero le demostraré que solo quiero estar a su lado.

—Como nunca antes. Estoy totalmente seguro.

En silencio vuelve apoyar su mejilla en mi pecho al igual que sus manos, yo solo la aprieto más a mi cuerpo, mis manos entrelazadas en su espalda repartiendo suaves caricias meciéndonos con la melodía y el mundo alrededor nuestro no existe.

La próxima canción hace que nos movamos más, reímos por lo tonto que nos vemos, le doy un par de volteretas disfrutando de su risa y en cuanto me doy cuenta estoy arrodillado frente a ella, su rostro blanquecino comienza atravesar por emociones que van del horror al asombro cuando se detiene y me ve.

—Cariño, ¿quieres casarte conmigo?

Ella se tapa la boca con una mano totalmente sorprendida, sus ojos se llenan de lágrimas y cuando creo que me levantaré a consolarla ella sacude su cabeza asintiendo frenética dejándome ver una sonrisa brillante cuando se descubre entrelazando sus manos sobre su pecho.

Y lo sé, ya no hay dudas, ni temor, estaré toda mi vida al lado de la mujer que amo, de la madre de mis hijos, mi compañera. El amor de mi vida.

Fijamos que eso no son auriculares y nos está pidiendo matrimonio. ¿Que dicen?

El primer extra. Espero les haya gustado y disfrutado. Falta el próximo y último. Aunque no quiero que termine esta historia.
Gracias por darle una oportunidad.

Cuidense mucho! Tomen mucha agüita.
Besos 💜

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