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🌷 o n l y

Cada persona en el mundo ha tenido una celebración el día de su nacimiento, por muy pequeña que fuera, la tenía, con emociones chocando entre sí para lograr una reacción en la persona. Incluso a quienes no les agrada la tradición ha sido un participante en alguna fiesta por accidente.

Por ejemplo JiMin, quién era un adolescente que vivió algunos de sus cumpleaños con sus padres, mayormente con el hospital al lado de sus doctores y enfermeros, los que estaban especializados en personas cómo él, amaba los cumpleaños y la felicidad que le traía esa fecha.

Sin embargo, desde hace ya dos años atrás sólo podía pensar en que el cumpleaños era su condena declarada, ya no más en pasteles; globos, mímicas, payasos. No, todo debido a una enfermedad que comenzó a desarrollarse cuando cruzaba sus ocho años, sus padres tomaron la tortuosa decisión de internarlo en uno de los hospitales de Busan lo suficientemente capacitado para tratar su ¹leucemia mieloide crónica.

En su mente se mantenían las esperanzas disfrazadas que le decían, mencionando el porcentaje de personas que lo superaban y vivían actualmente solo con el recuerdo, pero en el interior le molestaba que le dijeran eso, que mintieran sin descaro alguno, llenando su corazón de ilusiones de papel que eran fáciles de desechar.

No era necesario que las enfermeras o doctores le recordaran su lamentable destino, sus palabras lo lastimaban violentamente cada noche, esas noches en las que se escondía del tiempo debajo de su sábana implorando una pausa para poder ser feliz. JiMin estaba consciente de que debía aceptarlo, su cruel vida sería esparcida como el polvo que se quedaba en su mano, con la simple acción de suspirar terminaría.

Pero aún así ¿Cómo un joven de diecisiete actualmente, puede aceptar fácilmente su pase libre a la muerte? Sería difícil, él quería seguir, al menos estar en su casa, ver televisión, jugar videojuegos, salir a las calles y saber que su vida fue una de las mejores aprovechadas pero en cambio debía vivir en un hospital, durmiendo en una recámara blanca y no en la verde colorida que tenía, aquella que recordaba en los sueños de un niño de ocho años. A veces, muchas veces, creyó que era injusto.

La habitación que le habían dado era espaciosa, habían algunos muebles con juguetes de cuando estaba más pequeño y jugaba para matar tiempo y no aburrirse, su inocente imaginación lograba conectar a la realidad como la vez que el doctor lo encontraba en la alfombra del suelo acostado, diciendo que estaba muerto, que la nube roja lo había ahogado después de una ruda pelea.

¿Qué le esperaba su cumpleaños número dieciocho? Aún faltaba para que fuera un adulto por completo para que pudiera beber alcohol y ni siquiera llegaría, tampoco vería esas películas de terror o manejaría un auto.

La puerta silenciosamente fue abierta mostrando la cabeza de un pálido bajito con ojos pequeños, su voz suave y grave le llamó dulcemente ㅡHey JiMin, ¿Me acompañas al jardín?

Min YoonGi quién había conocido al castaño en su dorada infancia cuando tenía trece años. Min observaba una ardilla que comía nueces en una de las ramas que un viejo y grueso árbol poseía, cuando escuchó lo que parecían sollozos ahogados, detrás de aquél viejo árbol, un pequeño niño (que se encontraba bastante delgado, más que él) abrazaba sus delicadas piernas clavando sus uñas en ellas, estaba vestido por una pijama verde con decorados de pollitos amarillos y sus pantuflas blancas. Cautelosamente se había acercado hasta quedar de frente de cuclillas.

¿Por qué estás llorando?

Era conocido por ser una persona directa al formular sus palabras, por lo que esperaba siempre una respuesta de igual manera directa y específica, aunque ese día, solo obtuvo más lágrimas y balbuceos poco entendibles.

YoonGi visitaba ese hospital por las consultas que su abuela se tenía que hacer cada cierto tiempo, en la mayoría de esas visitas, siempre encontraba al pequeño castaño llorando en alguna parte del hospital en el área infantil, o como en este momento, sin expresión alguna en su rostro decaído y pálido.

ㅡHoy no tengo ganas hyungㅡ mencionó sin ánimo alguno, con su vista clavada en un punto inexistente del suelo. Habían pasado cuatro años desde que se habían conocido, convertido en amigos y cómplices, YoonGi se había propuesto que intentaría darle sonrisas al de rostro gris y emociones azules.

ㅡPero... plantaron nuevas rosas, me tomé el atrevimiento de cortar una... ¡No le digas a Hyuna!ㅡ el menor sonrió de lado, negando ㅡPuedo quedarme aquí entonces, mientras estemos juntos, cualquier lugar está bienㅡ alza los hombros entrando por completo a la habitación.

JiMin sabía que lo que su hyung buscaba era animarlo, sacarlo de esa pequeña burbujita que había creado para alejarse y si no podía sacarlo, entraba a ella.

ㅡYoonGi hyung, ven, por favor...ㅡ llamó la tímida y melancólica voz del castaño. 

Acercándose al menor, se sentó al frente, ambos sobre la camilla con sábanas de un tono amarillo pastel, el color que suplantaba la felicidad.

 ㅡDentro de dos días es mi cumpleaños número dieciocho ¿verdad?ㅡ el pálido asiente, intentando que el nudo de su garganta no lo ahogara ㅡTú... sabes perfectamente el miedo que tengo en este momentoㅡ tragó en seco, apretando la sabana con sus pequeñas manos delgadas ㅡNo me siento listo, ni siquiera me siento capaz de aceptarlo, y odio eso. Se supone que debía asimilarlo cuanto antesㅡ el mayor tomó sus manos, acariciadoras con sus pulgares, en un intento de calmarlo, demostrando en silencio que estaba junto a él, en todo momento hasta en el más oscuro ㅡTu presencia y compañía ha hecho de mi estadía en este lugar algo más cómodo, y no sé como agradecerte todas las veces que inconscientemente me hiciste reír, seguro hubiera muerto de tristeza y no de... ¡Ni siquiera sé lo que tengo! Nunca me lo dijeron después de todoㅡ ríe con ironía ㅡHyung ¿p-podríamos celebrar mi cumpleaños el día de mañana? Doce de octubre, podemos mentirle al tiempo, sólo ésta vez.

Sus pequeñas manitos temblaban, aunque no quisiera, sus ojos comenzaban a arder, no quería llorar como cuando era un niño, pero era inevitable.

Todo era inevitable al querer retrasar su muerte, porque el tiempo, ese sujeto era justamente cruel con el dolor, pateándolo o palmeando su espalda, a su lado el destino lo lamentaba, pero ya estaba escrito en su libro de vida que la de JiMin sería corta.

Los brazos del mayor lo cubrieron, sintiéndose tan pequeño nuevamente, como cuando eran niños y YoonGi siempre lo abrazaba y protegía de sus pensamientos.

Su corazón agradecía tanto su presencia, el sentimiento que tenía hacía YoonGi era tan inocente como el retoño de un diente de león y verdadero como el arcoíris que salía después de una tormenta, cada vez que habían abrazos, le encantaba recostar su cabeza en el pecho contrario para oír sus latidos, recordando extrañamente su casa. ¿Cómo estaría su casa después de siete años? ¿Su cuarto seguiría teniendo esos estampados de aves?

Pero, estaba bien, parte de él lo estaba porque YoonGi era su lugar seguro, su lugar en el cielo.

🌷


El doce de octubre ellos dos celebraron el cumpleaños del castaño solos, sin familiares, enfermeras, doctores o conocidos. No querían gente hipócrita y miradas que sólo esperaban unas horas para desocupar su habitación, es más, siquiera lo mencionaron pero lograron planearlo en unas horas, sin demasiadas cosas, una torta hecha por la abuela Min, una pulsera hecha a mano por YoonGi y ellos dos conformaban la dichosa bienvenida en la cafetería clausurada.

Aquél día JiMin quería guardarlo en sus más preciados y últimos recuerdos, guardarlos hasta su siguiente vida, hasta que la oscuridad lo atrapara por completo, por lo que con algo de vergüenza y curiosidad le pidió a su mayor que amara su cuerpo, ajeno a los sentimientos que florecían como rosas carmesí en su interior.

YoonGi se había tatuado los besos del menor en su alma, había saboreado su labios robando mil palabras, amando su piel como la joya más frágil que pudiera existir, sus manos habían marcado profundamente su corazón, guardando sólo para él las melodías que soltaba su boca que conformaban una sinfonía, su preciosa voz sería la canción que YoonGi siempre reproducirá en su mente.

ㅡ¿Te digo un secreto?ㅡ preguntó JiMin, su cabeza recostada contra el pecho desnudo del pálido.

ㅡAmo los secretosㅡ responde con sus labios pegados a su frente, disfrutando de su momento.

ㅡDe acuerdo, este debes guardarlo muy, pero muy bien en tu corazón, me dolerá si lo olvidasㅡ acortando la distancia, besó los belfos del pálido, en un casto beso tímido, aún después de amarse a las sombras de la ventana como una última travesura ㅡTe amo, YoonGi hyung. Gracias por hacer este un feliz cumpleaños.

El rojo de sus delgadas mejillas, la brillante sonrisa que el logró construir y sus ojitos formando una línea, esa imagen de Park, esa era él, un ser valiente lleno de fuerza hasta el último segundo pese a que siempre se tropezara, besó sus labios por última vez hasta que su aliento se agotara, el choque de todas esas emociones y el flote de sentimientos iban a causarle un inmenso dolor inevitable.

Esa tarde durmió con JiMin hasta que los enfermeros llegaron para prepáralo, pasaría unos días en una habitación alejada donde sus padres lo acompañarían, luego, lentamente lo dejarían ir, aunque pareciera que dormía cómodo después de siete años, la realidad, la injusta realidad era otra, tan similar, tan instantánea como lo era la muerte.


🌷


Con una sonrisa, elevó su mirada al cielo, preguntándole a las nubes de si su amado JiMin estaba jugando entre ellas sin lastimarse, si sus alas eran tan hermosas como su sonrisa y si era así, que volara alto sin miedo a caer porque no lo haría.

Dejando un ramo de rosas rojas dentro de la vitrina, limpió la foto de ambos, dejando una rosa blanca en medio de todas ellas; como aquella rosa que cultivaron el trece de octubre a las nueve de la mañana, una hora antes del fallecimiento de Park JiMin, que había cumplido finalmente sus dieciocho años en compañía de sus padres. YoonGi no quiso verlo en ese estado para no tener a ese JiMin en sus últimos recuerdos, quería recordarlo como el chico al que amó con pasión el doce de octubre a la luz de la luna.

ㅡNos vemos en mis sueños, JiMin.






¹. Es un cáncer que comienza dentro de la médula ósea. Este es el tejido blando en el interior de los huesos que ayuda a formar todas las células sanguíneas. La LMC ocasiona un crecimiento incontrolable de células inmaduras y maduras que forman un cierto tipo de glóbulos blancos llamados células mieloides. Las células enfermas se acumulan en la médula ósea y en la sangre. La tasa de sobrevivencia a 5 años indica el porcentaje de personas que vive al menos 5 años una vez detectado el cáncer.

historia escrita sin razón aparente

disculpa de antemano por cualquier error de ortografía o dedo


-escrita 29/nov/2019
-editada 31/marzo/2021

-republicada 15/junio/2022

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