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A estas alturas, probablemente nadie querría toparse con Jungwon, más que nada por el humor que tenía.

—¡Maldita sea! ¿Por qué me está sucediendo esto justo hoy? —murmuró, sintiendo la frustración y enojo invadir por completo su cuerpo.

Se dejó caer en una de las sillas del comedor, recargó sus codos en la mesa y empezó a acariciar sus sienes mientras veía detenidamente los distintos platos de comida que habían sobre esta junto con una pequeña nota.

Aquel desayuno lo había ingerido tal vez unas cinco veces, al igual que ya conocía el contenido de la nota al derecho y al revés.


¡Buenos días, Wonie! ¡Feliz cumpleaños! aquí tu hyung favorito reportándose en papel. Ya sabes que los demás son muy flojos como para escribirte una nota, y aunque lo intentaran, de todas formas no les saldrían tan lindas y brillantes como las mías, ¿cierto? >•<

Lamentamos haberte despertado con una alarma programada con una canción de cumpleaños en lugar de despertarte nosotros mismos ㅠㅠ, tuvimos que salir antes pero tranquilo, nos veremos en la empresa y, quien sabe, puede que te lo recompensemos de una gran manera.

Preparé el desayuno especialmente para ti, así que más te vale comerlo todo porque tuve que enfrentarme a Jake hyung y Niki en una pelea mortal para evitar que se lo comieran.

¡Disfruta de tu comida, Jungwonie! y nuevamente, feliz cumpleaños.

Te quiere muchísimo, tu hyung favorito, el más hermoso y adorable, Kim Sunoo.


Pero aún así adoraba leerla porque a pesar de no decir demasiado, el saber que fue escrita por su amado hyung lo hacía sentir un poco más tranquilo.

Aunque ahora lo que más necesitaba era estar en los brazos del pelinegro. Quería contarle lo que estaba sucediendo para poder obtener su ayuda y así romper de una buena vez el bucle temporal que se había formado de un día para otro.

Y justo en el día de su cumpleaños.

Tal cual como en su película favorita, "Happy Death Day".







Les contaré un poco lo que ha estado pasando:

Jungwon ha repetido la misma rutina matutina, y el mismo día, por casi dos semanas enteras. Lo único que llegaba a cambiar era el cómo se desarrollaba el día, pues hacía distintas cosas para no ponerse más nervioso.

Pero aquello no importaba, porque hiciera lo que hiciera, el día siempre tenía el mismo desenlace y regresaba de nuevo a la mañana del nueve de febrero.

Alguien llegaba para asesinarlo.

Y claro que parecía todo perfectamente planeado. Jungwon había llegado a la conclusión de que ese hombre con máscara de payaso quería darle un "regalo" inolvidable en su día especial.

Parecía querer traer su película favorita a la realidad y usarla en su contra.

Más de una vez intentó enfrentarlo, pero no siempre se trataba del cuchillo, ya que se las ingeniaba para hacerle daño de alguna u otra forma.


El primer día, lo atacó con un cuchillo cuando pasó por un solitario callejón —el cual agarraba como atajo para llegar al departamento más rápido—, luego de cenar con sus cinco hyungs en un lindo restaurante.


El segundo día pensó que sólo era un deja vu, pero prefirió no arriesgarse y al final de la cena, cuando cada quien tomó su camino, decidió regresar en el auto junto con su amigo Heeseung. Vaya sorpresa se llevó al ver que los frenos fallaron por completo en un semáforo, y a causa de eso, un enorme camión terminó por arrastrar y estrellar el auto, no sin antes ver de reojo en una esquina al hombre enmascarado con el pastel en manos.


Al despertar un tercer día, estaba más que aterrorizado pero también muy enojado. ¿Tanto odio le tenía aquel hombre que le importó poco que su amigo igual muriera? definitivamente desde ese momento, no quiso quedarse de brazos cruzados.

Y sabía que en este punto, debía sospechar de absolutamente todos. Incluso de sus propios amigos y conocidos.


Hubo un cuarto, un quinto, un sexto, un séptimo, un octavo, un noveno, e incluso un décimo día más donde intentó averiguar de quién se trataba, sin importarle las maneras en las que debía morir.

Investigó de cerca a algunos conocidos de los que sospechaba, pues a pesar de no ser mala persona con nadie, estaba consciente de lo que se podría llamar envidia. Aunque tampoco entendía qué le envidiaban si no tenía una vida de lujo.

También, por más que le doliera el pecho al desconfiar tanto de ellos, vigiló de cerca a cada uno de sus amigos, a excepción de Heeseung, claro está.

Pero ninguno de ellos había sido.

Luego de la cena, Sunoo había ido al centro comercial a comprarle un regalo, y Jungwon no pudo evitar observarlo todo el tiempo como un tonto enamorado. Bueno, eso hasta que mientras lo veía desde el segundo piso, el hombre enmascarado llegó repentinamente a empujarlo, aprovechando que estaba casi con medio cuerpo fuera del barandal de seguridad.

Por otro lado, descubrió que Niki se dirigió a un lugar donde se llevaba a cabo un concurso de baile, y antes de que pudiera saltar de la emoción cuando el mayor ganó el primer lugar, sintió un objeto afilado rasgar su garganta.

Vamos, ¡incluso descubrió sin querer que Jake y Sunghoon estaban saliendo a escondidas! sólo estaba vigilando a Sunghoon y terminó por ahorrarle el trabajo de vigilar también al australiano.

Casi lo descubrían pues estaba a sólo unos metros de distancia pero, por suerte o por desgracia, llegó el hombre enmascarado a golpearle la cabeza con un bate de béisbol.







Y así es como llegamos a la actualidad. Era la decimotercera vez  que se repite el nueve de febrero, y Jungwon estaba llegando a su límite.

Se sentía demasiado débil, de repente le daban pequeños temblores en el cuerpo y dolorosas punzadas en la cabeza.

Cualquier doctor diría que él ya debería estar muerto por las múltiples lesiones que sufrió a lo largo de esas dos semanas. Y es por eso mismo que no recurrió a un hospital.

¿Recuerdan la escena donde la chica tenía que quedarse internada en el hospital? bueno, pues Jungwon la recordaba perfectamente y no pensaba exponerse de esa manera al asesino.

Debía intentarlo una vez más. Apenas había iniciado el día, pero esta vez tenía algo en mente.

Terminó el desayuno que le había dejado su hyung, corrió hacia su habitación para arreglarse, y sólo bastaron unos minutos para que ya se encontrara de camino a la empresa.

Pasó exactamente lo mismo pero, lo había vivido tantas veces que algunas cosas pudieron cambiar. Antes chocaba malhumorado con un estudiante de secundaria que parecía llegar tarde a clases y corría a toda velocidad, pero ahora cuando lo vió gritó cosas como "¡Fighting!" "¡Sigue corriendo, vamos, ya casi llegas!" "¡Recuerda estudiar mucho!", sacándole tiernas risitas al chico, quien se volteó unos segundos para darle las gracias y desearle un buen día.

Luego, vio a la pareja que recién se estaba mudando al vecindario bajando algunas cajas del camión de mudanza, pero en lugar de pasar de largo, se acercó a ellos y los saludó respetuosamente. Ayudó —principalmente a la mujer— a cargar las cajas y en un corto tiempo, el camión se encontraba completamente vacío. Por más que la pareja quiso compensarle con algo, él les dijo que lo había hecho con mucho gusto y no era necesario.

Al final, pudo seguir su camino más que contento, pues seguramente esa sería la última vez que repetiría el mismo día y había hecho las cosas bien.







Mientras caminaba por los pasillos de la empresa, sonreía dulcemente y daba pequeñas reverencias en forma de agradecimiento hacia las personas que pasaban también por ahí y le felicitaban por su cumpleaños.

Cuando ingresó a la sala de prácticas, rodó los ojos divertido al recordar por qué no estaba ninguno de sus amigos en ese lugar. Probablemente estarían en otra habitación preparando el pastel, así que decidió empezar a practicar en lo que esperaba la "sorpresa".

Aunque se llevó una verdadera sorpresa al ver entrar a su hyung buscando algo en el suelo justo una hora después de que él llegara. No recordaba que aquello hubiera pasado anteriormente, y aunque era muy extraño, debía aprovechar la oportunidad.

—¡Sunoo hyung! ¿Qué buscas? —preguntó burlón.

El pelinegro dio un pequeño respingo por el susto y lo fulminó con la mirada.

—¿Desde hace cuánto estás ahí? me espantaste, no te vi.

—He estado aquí desde hace rato, me ofende que no notaras mi presencia, ¡soy tu dongsaeng favorito!

Sunoo rió enternecido por el puchero que el contrario había formado con sus labios, se acercó hacia él y dejó un besito en su mejilla, haciendo que las mejillas del castaño se sonrojaran levemente.

—Claro que lo eres, lo siento, estaba distraído buscando mi mochila. Creo que volví a perderla y ahí tenía algo importante —suspiró pesadamente.

—Tranquilo, hyung, puedo ayudarte a encontrarla pero antes necesito tu ayuda urgentemente.

—¿Estás bien? ¿Te sucedió algo? —frunció su ceño. La preocupación era muy notoria en sus facciones.

—Ven, siéntate un momento —ambos caminaron hacia una de las esquinas de la habitación y se sentaron cómodamente en el suelo. Jungwon observó por unos segundos a su mayor antes de hablar—. Bien, primero que nada, quiero que me prometas que intentarás creerme, ¿si? —quedaron en silencio por un momento antes de que Sunoo asintiera. —Está bien... mira, no quiero dar tantas vueltas al asunto porque falta muy poco para que pase. En resumen, llevo casi dos semanas viviendo este mismo día y siempre termina igual: un hombre enmascarado asesinándome a sangre fría.

El rostro del pelinegro repentinamente se deformó en una mueca. Si, no esperaba que le creyera a la primera.

—Jungwon, ¿cuántas veces has visto esa película? parece que enloqueciste.

El castaño comenzó a relatarle todo lo que había estado pasando e incluso le dio algunas pruebas de que lo que decía era más que real, como el hecho de que sabía perfectamente lo que decía su nota, que sabía de la sorpresa del pastel y la cena, y que sabía del regalo que le compraría.

Nadie le hubiera creído con tan pocas pruebas, pero era Sunoo, su querido y lindo hyung. Él jamás dudaría de su palabra, mucho menos al ver la expresión asustada y la voz temblorosa del menor.

—Entonces, ¿me estás diciendo que ese tipo vendrá dentro de unos minutos? —Jungwon asintió varias veces. —No te preocupes, terminaremos con esto, pero esta vez no lo harás solo porque estaré para ayudarte y protegerte, ¿está bien?

Una diminuta sonrisa se asomó por los labios del menor y asintió nuevamente, un poco más tranquilo.

—Muchas gracias, hyung, eres el mejor —sin previo aviso, se lanzó hacia el mayor para abrazarlo por el cuello, gesto que fue correspondido casi de inmediato, pues sintió unas manos rodear tímidamente su cintura.

—No debes agradecerme, sabes que nunca dejaría que te hicieran daño. Te quiero, Wonie.

—También te quiero, hyung.

Y fue en aquel lugar donde Sunoo le prometió a Jungwon que si lograban sobrevivir esa noche, lo invitaría a salir, pero no como simples amigos, sino como algo más que eso.







Luego de que los chicos llegaran a la sala de prácticas con un pequeño pastel repleto de lindas decoraciones que ellos mismos colocaron, hicieron un círculo en el centro del lugar para poder saborearlo y de paso platicar un rato.

A Jungwon le hubiera gustado disfrutar más el momento, pero sabía que no podía bajar la guardia porque faltaba poco para que el hombre apareciera. Así que, en cuanto le dijeron que tenían una sorpresa más —que sabía que se trataba de la cena—, les pidió que se adelantaran, ya que debía hacer algo antes.

Y una vez que confirmó que todos se fueron, cerró con llave la puerta.

Caminó lentamente hacia una de las esquinas, y se acostó en el suelo, cubriendo por último sus ojos con uno de sus brazos.

Sólo esperaba que el plan de Sunoo funcionara.

Pasaron unos largos minutos, donde lo único que existía en aquel lugar era un silencio sepulcral.

Hasta que... escuchó el 'click' de la cerradura, para después sentir cómo la puerta era abierta.

Estaba ahí, justo a tiempo.

Lograba escuchar sus lentas pisadas, las cuales cada vez se volvían más cercanas.

Pero de repente, se escuchó un grito de dolor retumbar en esas cuatro paredes.

Rápidamente, quitó su brazo para poder observar a su alrededor. Temía que el plan hubiera fallado.

—Maldito imbecil, ¿quién te crees para venir a lastimar a mi Jungwonie?

Si, había funcionado. El asesino estaba tan concentrado en Jungwon que olvidó por completo cuidar sus espaldas. Sunoo fingió irse, pero en realidad siempre estuvo dentro del edificio, vigilando desde un rincón oscuro la puerta para poder atacar al hombre con un bate de béisbol que sinceramente el menor no sabía de dónde sacó.

Ahora estaba sobre la espalda del enmascarado, el cual se retorcía en demasía, creyendo que así podría librarse.

El castaño abrió sus ojos sorprendido, ¿ni siquiera se desmayó con el golpe tan fuerte que Sunoo le dio en la cabeza? vaya, comenzaba a sospechar de si realmente se trataba de un ser humano.

—Veamos quién eres, cobarde —el pelinegro logró quitar de una vez por todas la máscara de payaso, dejando así al descubierto el rostro del asesino—. ¡¿Park Jongseong?!

—¿Jay hyung? —murmuró temeroso, acercándose poco a poco hacia ambos mayores. —N-no creí que tú-

—¿Que fuera a matarte? claro, debiste verlo venir, a final de cuentas, fuiste tú el que me robó la oportunidad de debutar en el nuevo grupo —soltó un quejido cuando el pelinegro jaló un poco más el brazo que estaba detrás de su espalda. A ese paso terminaría con un brazo dislocado, pero no le importaba, lo único que quería era venganza—. ¡Eres una verdadera mierda! sabías cuánto deseaba estar en el grupo y tú decidiste aparecerte para terminar llamando la atención de los jueces.

—Jay hyung-

—Acepta la realidad, Park, Jungwon no manipuló la decisión del jurado, ¡él logró quedar en el grupo por su propio esfuerzo! pudiste haberlo dejado por la paz y seguir esforzándote, todos sabemos que la vida de un aprendiz es muy dura pero, ahora por tus impulsos estupidos de venganza quedarás encerrado en una celda, sin tener la más mínima oportunidad de debutar —intervino un furioso Sunoo.

—¡Él no tuvo que quedar en primer lugar, mucho menos ser el líder! llevo más años preparándome y ese lugar lo merezco, así que creí que si desaparecía a este idiota, me darían el puesto que me corresponde. De todas formas, aún no revelan a los integrantes al público, todavía tengo tiempo —gruñó al sentir nuevamente un jalón brusco en su brazo.

—Cierra la boca, el tiempo se terminó. Te pudrirás en la cárcel, eso es lo que realmente mereces —escupió el pelinegro.

—Eso es lo que creen —sonrió.

De la nada, todas las luces del edificio se apagaron. Había ocurrido un apagón.

—Feliz cumpleaños, Jungwonie~

Fue algo que duró sólo unos segundos, pero en ese corto periodo de tiempo, Jungwon escuchó otro grito de dolor. Y cuando regresó la luz, vio solo a su mayor sosteniendo su brazo entre quejidos. Al parecer, Jay aprovechó la falta de iluminación para soltarse, obtener su cuchillo y herir a Sunoo para luego fugarse.

—Carajo, hyung —corrió hasta quedar a su lado—. Debemos ir al hospital, ahora mismo.

El asesino había escapado y Sunoo estaba herido, así que no, definitivamente aquel infierno que atormentaba a Jungwon aún no terminaba.




ya sé, ya sé, un final algo chafa. intentaré mejorarlo luego. TT

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