Happy birthday, Tsumu
Cinco de octubre.
Día superhipermegaimportantisisisisimo.
Era el cumpleaños de los gemelos Miya. Veinticinco otoñitos cumplían ya. No primaveras porque no nacieron en primavera sino en otoño, por eso que cumplen otoños y...-
¡En fin!
Shouyo quería arreglar el desastre que ocurrió en su cumpleaños hacia unos meses atrás. Su hermoso rubio le había preparado una fiesta, decorando el apartamento tan bonito y él... Él prefirió irse con sus amigos del Karasuno.
¡Por eso iba a hacerle una fiesta al chico más maravilloso del mundo mundial!
Ya había hablado con Kita para que él se quedase con Osamu y ambos lo celebrasen como quisieran. Algo le decía que para el castaño seria un cumpleaños movidito. Él por su parte quería hacerle una gran fiesta a su propio gemelo. El problema era que después de haber decidido al fin mudarse juntos, el mayor pasaba todo su tiempo libre con él. A ver, que no le molestaba ya que eran días muy calurosos, pero ahora no podía hacer nada por culpa de eso.
Aunque también era su culpa.
El día anterior se había acordado de que cuando volviese a salir el sol, seria el cumpleaños de su chico. Su genial idea de hacerle un gran cumpleaños había sido desechada a la basura como una comida ya de días en la nevera y que se le empezaba a ver el moho.
No tenia pastel. No había invitados. No tenia comida para picar. No habían globos. Serpentinas. Las típica letras diciendo feliz cumpleaños.
No tenia nada y era un desastre. Y estaba apunto de tener un colapso mental.
Por eso había sacado su ultimo as de la manga y había decidido hacer una videollamada con las únicas personas que podían ayudarle. También la hacia porque había aprovechado que Atsumu había salido a hacer ejercicio y también había olvidado su propio cumpleaños. No lo culpaba. Él mismo había olvidado el suyo un par de veces. Sobretodo cuando estaba en Brasil.
—¡¿Qué puedo hacer?!- dijo desesperado.
—Es tu novio Shouyo, no el mio.- respondió con pereza Kenma.
—Tu estás casado, no cuenta.- contraatacó Oikawa con un bostezo.— ¿Es necesario hacer esto ahora? Chibi-chan, es de madrugada en Argentina tengo un partido mañana.
—Pero necesito ayuda...- hizo un puchero.
Sus amigos eran los únicos que podían ayudarle en estos momentos. Pero parecía que lo único que hacia era molestarlos con sus problemas de corazón.
—¿Y Kita-san? Él podría ayudarte.- propuso Akaashi.
—Está celebrando el cumpleaños de Osamu-san por su cuenta.
La cantarina risa de Oikawa se dejó oír desde el altavoz del teléfono.
—Seguro que está disfrutando su cumpleaños más que A-chan.
—No seas malo Oikawa.- reprendió Suga.
—¿Y si le compras una tarta?- la voz insegura de Yamaguchi se escuchó.— Yo le compré a Tsukki una porción de tarta y le puse una velita. No hicimos nada más.
—¿Estás seguro de eso Yamaguchi?- las cejas de Noya subieron y bajaron picaras.— Recuerdo verte un bonito chupetón en el cuello cuando nos vimos.
Las mejillas de Yamaguchi se sonrojaron y apartó los ojos de la pantalla y cubrió con sus manos las rosadas y pecosas mejillas.
—Quien te ha visto y quien te ve, pecas-chan.- cabeceó Oikawa.
—Tsumu se merece algo más que una porción de tarta con una vela.- rezongó.
—Pues haberte acordado de su cumpleaños.
—No eres el más indicado para hablar. Tampoco lo has felicitado.- intentó defender Kenma a Shouyo.
Oikawa se restregó la cara con ambas manos y soltó un suspiro pesado.— ¿Cuantas veces tengo que decir que en Argentina es de madrugada? Yo como buen amigo pensaba felicitarle cuando me despertase.
—Pues ya estás despierto.- volvió a atacar Kenma.
—Me habéis despertado...- dijo entre dientes.
—¿Y qué hacías antes con Kageyama?- intervino Akaashi.
Los ojos caramelo perdieron un poco su brillo y el pelinegro se arrepintió de hacer aquella pregunta.
Los recuerdos de preparatoria venia a él como una película a su cabeza. Aunque no fueron nada oficial, ambos celebraban sus cumpleaños juntos. Él suyo en verano en pleno calor y el de él con frío al ser en invierno.
No hacia nada especial, pero Kageyama al ser su primer compañero aquellos cumpleaños eran inolvidables y especiales. La relación con Kageyama era bonita y fuerte hasta hace unos meses, más específicamente unos días después de su cumpleaños donde le confesaba que estaba enamorado de él desde la preparatoria y aún sabiendo que estaba en una relación estable y sin duda feliz con Atsumu, necesitaba decirle lo que sentía.
Recuerda haber llorado todo ese día entre los brazos de Atsumu después de la confesión del menor. Era su primer compañero, su mejor amigo... Y sentía que aquello había desestabilizado los lazos que los unía.
—No le des tantas vueltas, ¿quieres?- la voz de Oikawa le trajo de vuelta a la tierra.— Ponte una de sus camisas, la del equipo de los Black Jackals o la del equipo nacional, y haces un bonito lazo y te lo pones en la cabeza. No hay mejor regalo para A-chan que tu.
—¡Oh! ¡Pretendes que lo seduzca!- dijo con emoción Nishinoya.
—Eso no funcionará.- dijo esta vez seguro Kenma.—No caerá con un truco tan barato.
Intentaba asegurar que las ideas de Oikawa estaban mal.
—Mira, gatito... Puedo asegurar que si vuestro hombre, macho alfa pecho peludo, con la testosterona por la nubes os viese alguno con una de sus camisas puestas, se excitaran antes de un parpadeo.- aseguró serio.— Hasta el insípido de lentes-kun la tendría dura de ver a pecas-chan así.
Yamaguchi se volvió a sonrojar y quiso replicar que su Tsukki no era ninguno insípido.
A la hora del sexo era cuidadoso pero salvaje. Y que la camisa que decía Oikawa, funcionaba en todos los casos.
Pero prefería guardarse ese comentario para él.
—¡Shouyo, he vuelto!
La respiración del pelinaranja se atascó en su garganta y miró con miedo a los demás tras la pantalla. ¡No había podido hacer nada!
Escuchaba sus pasos cada vez más cerca, y cuando lo tuvo a la vista vio su piel perlada en sudor por el ejercicio y una bonita sonrisa mostrando sus dientes se dejó ver por sus labios.
Agh, mierda. Era tan sexy.
—Hola, cariño.- dijo el rubio besando sus labios y acariciando la pequeña nariz con la propia.
—Ugh, me dais diabetes.
Atsumu alzó una ceja y miró al teléfono de su chico viendo que no estaban solos y sonrió en dirección a Oikawa que era el que había hablado.
—Hola Tooru. ¿Acaso Hajime-kun no te presta suficiente atención?- dijo burlón.
—Pues ahora mismo no. El pacifico nos separa.- recordó.— Pero cuando lo vuelva a ver te aseguro que lo dejaré seco.
—Ya lo hiciste en las olimpiadas.- rió.— Casi no dejas que el partido termine para lanzarte a él.
—Hacia mucho que no lo veía.- refunfuñó.— Tengo necesidades A-chan.
—Que no estás solo Oikawa...- dijo sonrojado Suga.
—Oh, por favor. No te hagas el inocente. Como si no quisieras que Daichi te diese con la porra que tiene. Y aunque esté bien calladito, estoy seguro que Akaashi también es otro cuando Bokuto lo toma.
Ambos nombrados se sonrojaron hasta que de sus orejas podrían salir humo. Era tan real aquello como vergonzoso por partes iguales que preferían mantenerse callados.
—Haz lo que te dije.- apuntó su dedo a Shouyo.— Tengo sueño.
Sin decir más, la ventanita donde estaba Oikawa desapareció dejando a los otros cuatro aún en la videollamada.
Sin embargo, decidieron que era mejor dejar a la pareja sola y que Shouyo se las entendiese. Estaban seguros de que sabría como celebrar el cumpleaños del rubio.
Bloqueó su teléfono y lo dejó encima de la mesita de café que tenían en frente. Se recostó en el respaldo del sofá y sintió suaves caricias en su mejilla por parte de Atsumu. Sonrió y giró un poco su cara mirando al contrario, y besó sus dedos que habían quedado al lado de su boca.
—¿Qué te dijo Tooru que hicieras?
Shouyo se mordió el labio inferior y miró directo a los ojos avellana que no se apartaban de él.
—¿Por qué no te das una ducha primero? Cuando salgas, prometo decirte.
—Está bien...- aceptó a regaña dientes.
Vio al mayor dirigirse hacia el baño y suspiró intentando tranquilizarse.
Caminó hacia la habitación que ambos compartían y empezó a rebuscar en la parte del armario que le pertenecía al rubio en busca de una de sus camisas como le dijo el castaño. ¿Cual debería de escoger entre las dos de su chico?
Podría coger la de los Black Jackals. El negro siempre le gustó y le recuerda a su época en el Karasuno. Pero Atsumu siempre le veía con aquella camiseta y tal vez no le impresionaría. Quizás debería de coger la nacional. El rojo quedaba muy bien con su blanca piel y no la usaban mucho. La última vez que usaron la equipación nacional fueron en las olimpiadas hace un par de meses atrás.
De solo recordar el como pertenecía a un equipo tan importante, le hacia latir el corazón de forma rápida.
Volvió a doblar la camisa del equipo nacional y se decantó por la de los Black Jackals. Aquella camiseta roja era demasiado importante tanto para él como para Atsumu; como para estarla usando para algo indecoroso como lo era excitar al mayor.
Se quitó sus propias ropas dejándolas perfectamente dobladas y quedando únicamente en sus bóxer negros; y se colocó la camisa que le quedaba un poco grande. Puede que haya crecido un poco desde la preparatoria hasta alcanzar su buen metro setenta y dos, pero Atsumu seguía siendo más alto que él.
Rebuscó en busca de algo para hacerse un lazo hasta que encontró una bufanda que le había regalado hacía una navidad atrás. La cogió entre sus manos y aspiró el rico aroma del rubio que desprendía la prenda. Puede que hacía varios meses que no era tocada esa bufada, pero seguía teniendo la esencia de él al tenerla en su lado del armario donde toda su ropa se guardaba.
Se la enredó en la cabeza e hizo el mejor lazo que sus manos le permitieron. Se miró en el espejo que tenía frente a la cama y asintió satisfecho de su trabajo. Caminó con rapidez a la cama escuchando como el agua de la ducha dejaba de escucharse y se arrodilló en todo el centro de la cama. Sus piernas estaban medio abiertas y sus manos estaban apoyadas al frente. Dejó al descubierto uno de sus hombros y se subió un poco más de lo que ya estaba la camisa dejando más piel de sus piernas al descubierto.
Vio como la puerta de su habitación era abierta y Atsumu para de andar. Le miró de manera inocente e intentó sonreír fallando en el intento por lo nervioso que estaba. Notó como tragó saliva al ver como su manzana de Adán se movió; y apretaba con fuerza el manillar de la puerta.
—Shouyo... ¿Qué?
Rió nervioso. Su voz ya se escuchaba ronca.
—¿Feliz cumpleaños?
Después de eso, todo pasó muy rápido.
Estaba acostado en la cama con Atsumu encima exquisitamente desnudo y gloriosamente duro. Solo por tener su camiseta puesta.
—¿Esto fue idea de Tooru?- preguntó mientras repartía húmedos besos por el cuello del pelinaranja.
—No sabía que hacer por tu cumpleaños...- suspiró encantado.— Y me sugirió esto.
—Es ideal cariño.- empezó a meter sus manos por debajo de la camisa.
—¿Te gusta tu regalo?- jaló de sus rubios mechones al sentir una suave mordida en uno de sus pezones.
—Me encanta. Asegúrate de regalarme lo mismo todos los años.
—Lo tendré en cuenta.
Puede que no era la fiesta que Shouyo había pensado hacerle a Atsumu, pero le bastaba verle feliz. Y si él mismo era la felicidad del contrario se aseguraría de que así fuese hasta el último de sus días.
Bueno... Este OS va dedicado a los gemelos Miya ya que hoy es su cumpleaños. Aunque aquí me estoy centrando solo en Atsumu.
Quizás las edades de no estén relacionadas con el momento en que jugaron en las olimpiadas, pero tendría que cambiar las edades que puse en el OS que hice por el cumpleaños de Shouyo, así que ignorenlo pls.
Espero que le haya gustado.
Nos leemos.
~Zeni13~
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