chapter eleven. ruby
𝐇𝐀𝐏𝐏𝐈𝐍𝐄𝐒𝐒
⌇ ☾ ❪ chapter eleven ❫ ೋ
۫ ₊˚ ruby ˚₊ ۫ ۫
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¿Viva o muerta?
Gritos, escucho los gritos de Finnick a lo lejos, después de que el cañón suena y yo me encuentro encerrada en la oscuridad. De pronto los gritos se apagan y lo sustituye un chillido agudo que me hace saltar en una clase de camilla.
Me encuentro en una clase de transe, hay una luz blanca que me opaca la poca vista que empiezo a recuperar junto con la audición. Toda la sala está blanca y empiezo a ver personas vestidas con batas blancas que corren de un lado a otro. Me siento mareada, pero nada se compara con el dolor repentino en mi estómago.
—Gasas, necesito más gasas y pidan más sangre— ordena una voz masculina.
—¿Por qué sigue sangrando tanto?— escucho una voz femenina —Se supone que ya estaba muerta.
Aquello hace que levante la cabeza tan rápido como mi cuello me lo permite, exclamando: —¡¿Qué?!
Pero nadie responde, al menos no antes de que pueda desmayarme una vez más. Lo último que veo es sangre, muchísima y dolor.
« Lo recuerdo... lo recuerdo todo. Empezó la tarde que llegue con mi hoja de inscripción a la academia de los Juegos Anuales del Hambre. Mi padre me miró con decepción, no esperaba que yo hiciera eso.
—¿Cómo pudiste?— exclamo, apunto de romper los papeles en sus manos —¿Cómo pudiste hacer esto, Mayrin?
Abro la boca para hablar, pero el sonido es inexistente.
Mi padre echa al fuego los papeles y me da una mirada de advertencia, mientras con su dedo me señala.
—¿Por qué lo hiciste? ¿Lo hiciste por un berrinche, eh?— cuestiona.
—Eso no va a hacer nada— señalo el fuego —No puedo dejar la academia, tenía que ir de todos modos.
—¡Tienes catorce años!— grita, tomandome de los hombros.
—¡Y aún así puedo morir!— intento justificarme, aunque nada de eso tiene justificación —He estado en la cosecha tres veces y el próximo año también lo estaré, y el próximo, y el próximo a ese, hasta que cumpla dieciocho, solo intentaba estar preparada.
La decepción en mi padre es algo que tampoco podría borrar y lo sé en este momento, mi padre permanece de pie escéptico, tratando de averiguar la manera en la que yo miro la situación.
—¿Hasta cuándo estarás en la academia?— susurra, pero a pesar de ello lo escucho.
—Hasta que cumpla la mayoría de edad o... quizá antes— respondo —Si todo sale bien será hasta los dieciocho.
El fuego sigue crujiendo en el silencio que aborda la sala, mientras mi padre asiente en rendición.
Y después se esfuma. »
« El primer día en la academia fue más extraño de lo que creía, había más participantes de los que pensé, por lo que al ser la nueva fui presentada antes de empezar la primera parte del entrenamiento con espada que se dividía en tres: conoce la espalda (para saber sus puntos más fuertes y débiles), poses y práctica (para saber las técnicas en una pelea) y como no morir en el intento, que su nombre lo dice todo.
En la primera clase se requería dúos, por lo que me uní a la primera chica que me miró.
—Debes ser la nueva— menciona ella —¿Maria?
Fruncí mi ceño —Mayrin.
Asiente —Ah, claro, lo siento.
El profesor nos pide formar los dúos de combate, así que nos ponemos a cierta distancia, caminando en un círculo imaginario.
—¿Y tú eres…?
—Ruby— responde, atando su cabello teñido en gris —Es tu primer día, trataré de no hacerte mucho daño.
Entrecierro los ojos —¿Que eres? ¿Una super profesional?
Encogió sus hombros, con una sonrisa —No me gusta presumir mucho, pero se podría decir que si.
Bufé, aunque no esperaba que fuera real, resultó que si. Ruby se había inscrito en la academia antes de tiempo, esto para estar más que preparada, pedía muchísimas teselas todos los años, según me contó.
—Mi familia no tiene mucho— menciono, después de darme una buena paliza de manera figurativa.
Seguía en el suelo, la mirada sobre el techo alto y gris, mientras todos los demás seguían concentrados en su combate.
—Pudiste habérmelo dicho— le dije, con una sonrisa.
—Así habría tenido desventaja, es mejor no conocer a tu enemigo— rió un poco, extendiendo su mano hasta mi, para ayudarme a ponerme de pie.
—Creí que era al revés.
—Tal vez lo es— encogió sus hombros, con una leve sonrisa en sus labios.
Sacudí mi ropa cuando me puse de pie, agradeciéndole en voz baja. »
Mi cuerpo y mente saltan en destiempos, mis pulmones exigen aire y yo lo tomo, mis ojos exigen mirar algo y yo solo tengo una pared blanca frente a mi. Mi mano por inercia se desliza hasta mi estómago, sintiendo el dolor atacarme de golpe cuando entiendo que sigo viva.
Todo a mi alrededor es blanco, estoy sobre una camilla de hospital y puedo escuchar mis vitales regularse.
«de acuerdo» me digo a mi misma en la mente, porque no estoy segura de que pueda hablar «estoy viva, eso es obvio, ¿Pero donde estoy?».
La puerta se abre de manera repentina y en ella aparece una mujer de mayor estatura, tiene la mirada abajo y sostiene una charola con un plato hondo y un vaso de agua que trae hasta mi, lo deja sobre una mesa que coloca frente a mi. Es un Avox, gente del Capitolio que le cortan la lengua y prácticamente se vuelven esclavos.
Mis dedos se van a mi boca, buscando mi lengua y encontrándola donde siempre, suelto un suspiro de alivio instantáneo.
—¿E-Es…— me aclaro la garganta, ya que me sale un hilo de voz —... estoy en el… hm-m Cap-Capitolio?— pregunto al Avox.
Ella asiente con la cabeza levemente, así que el miedo regresa a mi alma. ¿Por qué estoy aquí?
—¿Sabes… q-quién me tra-trajo aquí?— añado.
El Avox niega, aunque no se si se niega a responder algo más o no lo sabe. Suspiro con pesadez, sintiendo el dolor inundar mi cuerpo otra vez. Formo una mueca, cubriendo mi rostro con ambas manos para tratar de despertar de esta maldita pesadilla, maldita, maldita pesadilla.
Mis manos empiezan a temblar, escucho la máquina de vitales ir más rápido conforme el pánico me invade y la puerta de abre otra vez, solo que está vez entran doctores, reconozco algunos, pero otros no, así que, luego de quedar inconciente otra vez, entiendo que este es mi final.
« —¿Que vas a hacer si quedas en los juegos?— la voz de ruby me preguntó, mientras comíamos helado frente al mar y el atardecer luego de un día largo de academia.
Tengo moretones en las rodillas, estás últimas dos semanas he estado tratando de acoplarme pero me parece algo difícil últimamente. Mi padre sigue sin hablarme y eso me hace sentir peor, mi abuela dice que le dé tiempo, que su hijo «Alastor» siempre ha sido muy orgulloso.
—No lo sé, supongo que aceptar mi destino— bromee un poco, haciendo que ella riera —¿Y tú?
Se acomoda en su lugar, suspirando y mirando el sol esconderse frente a nosotras. Es raro que el mar siempre ha reflejado el sol, por lo que prácticamente parece que el sol se esconde bajo el mar.
—Si entro y ganó— empieza —Creo que ayudaré a mi mamá con mis hermanos, luego, cuando sea mayor, compraré una casa para mí y los dejaré vivir en la aldea de los vencedores.
Sonreí —Parece un plan muy generoso, ruby.
—Lo sé, soy muy generosa— añade con orgullo.
—¿Y qué pasa si pierdes?— la miro una vez más, está vez con más seriedad que antes.
Ruby se encogió de hombros —Trataré de morir con dignidad. Chica, en un lugar así te puedes morir hasta de fiebre, ¿No?
Asentí, porque es verdad, aunque no sucede mucho por aquí, hay partes, a las afueras del distrito donde las personas mueren por un simple resfriado, aunque son casos muy extraños.
Escuchamos un gruñido y mi mascota —un perro Golden retriver— vino corriendo hasta mi, montando sus patas a mi espalda como si quisiera empujarme, así que suelto una carcajada que se combina junto al chillido escandaloso de Ruby. «Bazar» se acerca a mi para olfatear mi rostro en busca de comida, hasta encontrar el cono de nieve que sostengo en mi mano.
—¡Bazar, no!— regañe, pero fue demasiado tarde. Bazar le dio una buena mordida a mi helado, tirando la mitad del cono a la arena —¡Perro malo!— me queje con lástima por ver a mi delicioso helado en el suelo.
Bazar se lamia los bigotes, así que fue imposible enojarme con el solo por eso. Suspire, acariciando sus orejas y besando su melena.
—Te odio— susurre bajito, sonriendo después. Mire a Ruby, quién había estado bastante callada hasta ahora —¿Ruby? ¿Todo en orden?
Ella asintió —Sí, es… eso— señalo a Bazar.
—¿Bazar? No te va a hacer nada, no muerde, solo se comerá tu comida, ¿Verdad, maldito?— tome el mentón del perro, quién ladro en mi cara, haciéndome reír.
—No soy muy fanática de los perros— admite, tratando de enderezarse en su lugar para actuar normal —Créeme, no nos llevamos muy bien desde que uno casi me mata.
Le mire con preocupación, luego dirigiendo la vista a Bazar. Palmee su estómago y automáticamente se recostó a mi otro lado, lejos de Ruby.
—Ya está— susurre feliz —No te hará nada, no se moverá a menos que yo vuelva a casa con él.
Ella asiente —Gracias, Mayrin. Sabes, solo aceptaré a tu cosa por ti.
Reí —¿Cosa?
—No me presiones para llamarlo perro— pide, haciéndome reír más. »
« Recuerdo haber caminado cientos y cientos de veces por la playa, mi momento favorito para hacerlo es durante la noche, cuando el aire es más fresco y la playa más silenciosa, cuando nadie más puede molestarme, ni siquiera mi cerebro. Me detengo en seco, una figura apareció cerca de mi camino, así que no pude sentirme atraída por la curiosidad.
La figura se gira a mi y veo que es Ruby, está descansando y me parece que ha tenido la misma idea que yo. Me acerco sin pensármelo dos veces, sentandome a su lado.
—¿Acaso soy la única que prefiere la playa de noche?— cuestiona.
La miro con obviedad, la mayoría de las personas están en sus casas cenando o durmiendo, así que posiblemente somos las únicas en la playa.
—¿Tengo que responder a eso?— me pregunté incrédula.
Ruby ríe, negando con la cabeza —No, no tienes que hacerlo.
—¿Por qué te gusta la noche en la playa?— pregunté con un tono curioso.
Ruby permaneció en silencio unos momentos, como si pensara en una buena respuesta épica o como si acomodara en orden sus pensamientos para responder.
—Supongo que… es la luna— señala, así que miro la luna —Me da tranquilidad porque solo está ahí sin hacer nada, sin hablar, sin juzgar. Las personas a veces te juzgan sin conocerte por quién eres realmente, se apegan a lo que se dice de ti... pero nunca a como realmente luces.
Mi ceño se aligera, la profundidad de sus palabras me han hecho sentir tan… extrañamente familiar, por alguna razón, aún cuando nunca he vivido algo como ello, ni mucho menos me he sentido así. Ruby permanece en silencio, baja la mirada para evitar llorar y yo entiendo lo serio de la situación.
—Lo siento— susurre, porque no se me ocurre otra cosa mejor que decir.
Ruby me mira, sus ojos lagrimean, pero a pesar de ello sonríe —¿Por qué?
Encogí mis hombros —No sé cómo se siente eso pero debe ser horrible sentirse así de juzgada.
—No te lo dije para que me tuvieras lástima— aclara, aún con su sonrisa.
—No, lo entiendo, no te tengo lástima— añadí rápidamente —Pero espero que sepas que jamás te juzgaría por cómo eres, incluso si los demás crean chismes de ti.
Permanece con su mirada en mi, noto un rastro de asombro en su expresión y presiento que nunca nadie le ha dicho algo como eso.
—Eres una buena persona, Maria.
Reí —Mayrin.
Ella ríe ante mi correción —Mayrin, lo siento, eres una buena persona y amiga, Mayrin, espero que alguien te lo haya dicho antes.
Encogí mis hombros, sonriéndole lo más que puedo —Tu también eres grandiosa.
Peino su cabello gris hacia atrás —Sí, lo sé, soy asombrosa.
Reí, rodando los ojos —Lo supuse, egocéntrica— susurre bajito.
Escuché que Ruby soltó una grave carcajada ante mi comentario, otro que me hizo verla entre divertida y asombrada por su repentino ataque de risa.
—Lo soy— dice a duras penas, mientras llora y ríe —Sí que lo soy.
—Ah, no tienes idea de cuánto me alegra que te des cuenta por fin de ello.
Ríe un poco más —Está bien, está bien, estamos de acuerdo en eso, pero no significa que no pueda ser más divertida que tú.
Asentí —No pienso discutir eso, nos queríamos toda la noche hablando aquí.
Me doy cuenta que, Ruby solo es una chica muy diferente a mi y no me refiero a solo físicamente, ella es más reservada, muy grande mentalmente para su edad, definitivamente, yo a mis catorce años lo único que pienso es en el desayuno y en esperar a que amanezca para poder ir al mar y nadar mientras todos están dormidos. Ruby piensa en el futuro, ella tiene quince y en definitiva no piensa en si desayunar waffles o pescado por quinta vez en la semana, ella piensa en lo que hará por su familia, en lo que hará para que todo salga bien.
Yo supongo que todo saldrá bien y me lanzó al mar. »
Salto de la cama una segunda vez, siento una corriente eléctrica en todo mi cuerpo, miles de doctores pasan de un lado a otro con máquinas que conectaron a mi pecho y que ahora están quitando, como si su trabajo estuviera hecho.
Un médico da instrucciones, pero mis oídos apenas están recuperando su función como para saber qué es lo que está diciendo. Todos los médicos desaparecen, la misma Avox aparece frente a mi para cubrirme el pecho cuando todos los médicos se están yendo y entonces la reconozco. Apenas noto su cabello gris desgastado y atado en una coleta alta, es de mi edad… es ella.
—Ruby— susurre a duras penas debido al shock.
Su ceño se aligera, apesar de todo el maquillaje blanco y dorado la reconozco y veo el pánico en sus ojos al escuchar que digo su nombre.
Mira a su alrededor, como si vigilará que nadie más nos viera conviviendo y, cuando se asegura que todos los médicos se han ido, me mira en total pánico, lo cual solo me confirma mi teoría. Se me hace pedazos el corazón con la idea de que terminará aquí por mis acciones, así que mis ojos amenazan con llorar y ella niega, señalando mi pecho.
—Lo siento— apenas digo, no puedo evitar sollozar —Ruby, cuánto lo siento.
Sus manos, a pesar de ser más delgada, siguen siendo fuertes y me sostienen por los hombros con fuerza, negando con la cabeza una y otra vez, haciendo que su cabello gris se mueva.
—¿Fue…— aclaro mi garganta, me duele de tan solo pensarlo —... mi culpa?
Ella niega, niega una y otra vez con la cabeza, señalandose a si misma, pero no lo entiendo.
—¿Qué hiciste?— susurré.
Ella toma aire, cambiando su expresión como si recordara todo en su cabeza. No puede decirlo, obviamente y me siento bastante decepcionada, porque tenía tantas preguntas para ella ahora mismo. La última vez que la vi fue en la academia, cuando recogía algunas de mis cosas al volver de esa aterradora arena, lo último que recuerdo es su sonrisa diciendo «todo estará bien, eres una vencedora, deberíamos celebrar ahora que eres libre de hacerlo» y… ahora esto.
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