01| Nesta y sus esqueletos
Primero de septiembre. Como amaba ese día.
Alene despertó esa mañana tan feliz que su corazón podría haber explotado. Se bañó, le dió de comer a sus arañas, desayunó y se sentó afuera del estudio de su padre, esperando que la llevara a la estación de una vez por todas.
Para Alene, cursar tercer año sería lo mejor que le pasaría en la vida. ¡Finalmente tendría Cuidado de Criaturas Mágicas! Llevaba esperando ese momento desde que puso un pie en el castillo y el maravilloso día había llegado. Esperar tres años había valido la pena.
Su baúl estaba listo y tal parece que Nesta también. Ahora sólo le tocaba esperar a su padre.
Esperar y esperar.
Cuando escuchó pasos viniendo desde la sala se puso de pie, arregló su vestido y se mantuvo en una postura recta. Ese verano su madre la había enviado un mes completo a Francia con su tía Evelyna, una señora de unos 60 años quien odiaba a los niños, para aprender a comportarse como una refinada y aristócrata mujercita. Claramente no la había pasado muy bien, pero tenía que actuar tal como su tía le había enseñado si no quería verle la cara nunca más.
—Buen día madre—le dijo cuando la vió pasar.
Darleen la ignoró y entró, sin tocar, al estudio de su padre. Unos segundos pasaron hasta que se desató el caos. Los gritos comenzaron y la joven estaba segura de que había escuchado cristales quebrándose.
Nesta salió de la habitación con la cara roja y la respiración casi pausada. Apoyó su espalda en la pared y se dejó caer al frío suelo donde su hermana había estado sentada hace unos minutos. Alene se acomodó a su lado y la agarró de la mano.
—¿Qué pasó ahí?—preguntó aún oyendo algunos gritos en el fondo, mayormente de su madre.
Nesta respiró y tragó saliva—Le estaba contando a papá sobre Lucas.
Oh si, Lucas. El novio de Nesta. El novio hijo de muggles de Nesta.
—Y madre nos ha oído.
Oh no, eso era mucho peor. Su padre no tendría problema con el enamoramiento de su primogénita, es mas, lo aceptaría y la apoyaría. Su madre por otro lado...¡Esa mujer estaba loca por la pureza de sangre! Haría lo que fuese por mantenerla en su familia.
—¿Y ahora que está pasando?
—Está discutiendo con papá por haberme alentado a invitarlo a casa para navidad...imagínate cuando se entere...
Alene no sabía de lo que su hermana estaba hablando. ¿De que más se tenía que enterar? Obviamente no sería tan terrible como aquella noticia, a menos...
Nesta llevó ambas manos a su estómago, acariciando lo suavemente dejándole saber a Alene cual era el siguiente problema.
—¿Estás...embarazada?—preguntó.
Nesta asintió—Y me voy a fugar—susurró—Me voy a escapar del tren de camino a Hogwarts y Lucas me estará esperando—lo último lo dijo con una gran sonrisa en su cara, demostrando lo feliz que se sentía en ese momento.
Alene no tenía palabras. ¡Su hermana estaba esperando un hijo de un hijo de muggles! Pero eso no era lo que más le preocupaba. Nesta iba a dejarla sola y probablemente no la volvería a ver en mucho tiempo, cuando su madre ya no tomara decisiones por ella. Alene lo sabía, estaba pensando muy egoístamente, pero le aterraba estar sin su hermana. Podría decirle a todo el mundo que la odiaba y que no se llevaban del todo bien, pero su hermana era su adoración. La cuidaba y la cubría cada vez que cometía los más grandes errores. Era su cómplice. ¿Cómo le haría para dejarla ir?
Por su mente pasó una idea de la que no estaba muy orgullosa. Si le contaba a su madre el plan de Nesta no lo podría llevar a cabo y así no se marcharía dejándola atrás. Pero no se perdonaría jamás que por su culpa su hermana se volviese la mujer más infeliz del último siglo.
—Si es lo que tú deseas...supongo que mantendré la boca cerrada.
Nesta la abrazó, agradeciéndole.
—¿Te das cuenta que ahora tienes dos esqueletos humanos en tu interior?—le dijo Alene aún cuando la abrazaba.
Nesta soltó una pequeña risa y con ambas manos tomó la cara de su hermana—Te amo.
—Yo también te amo.
Se escuchó un fuerte ruido y ambas jóvenes se pusieron de pie instantáneamente. Nesta arregló su capa y Alene se colocó el pelo detrás de las orejas, intentando verse un poco más presentables. Su madre salió del estudio con la cara furiosa y con un gesto las obligó a que la siguieran. Ambas jóvenes lo hicieron sin rechistar. Darleen Kane daba mucho miedo.
—¿Papá no vendrá?—se atrevió a preguntar Alene cuando vio cómo los elfos domésticos traían su baúl.
Darleen le dió una mirada furiosa—Tu estúpido padre ha perdido la maldita cabeza. Se quedará en casa y rezaré para que se le baje la fiebre y deje de alucinar de una maldita vez.
Su madre las llevó hasta la estación King Cross y les advirtió miles de cosas. El mismo discurso de todos los años. Compórtense, sean unas señoritas, tengan buenas calificaciones, no se junten con sangres sucias, en fin.
—Nesta. Ya le he enviado una carta al profesor Snape, tu jefe de casa. Quedas totalmente prohibida de juntarte con ese muchacho, esa relación está oficialmente terminada. Si no haces lo establecido habrá consecuencias severas a tu rebelión.
Nesta asintió, haciendo caso omiso a las advertencias. Ambas jóvenes se despidieron de su madre con un asentimiento de cabeza y se subieron a la locomotora. Se abrazaron y se separaron, siendo está la última vez que se verían por un largo tiempo.
Alene buscó por la mitad de la locomotora por su amiga y luego de un largo tiempo la encontró sola en un compartimiento leyendo un libro.
—Dime que esta vez no trajiste a ninguna de tus arañas—le pidió la rubia.
—No Daphne, no traje ninguna.
Otro rubio entró al compartimiento y apenas vió a las chicas rodó los ojos lo cual Alene respondió.
—No, no hemos visto a tus matones Malfoy—le dijo antes de que le preguntara nada.
—Venía a avisarte que tú inteligentísima hermana se ha fugado. Avísale a tu madre—se dió la vuelta y desapareció de su vista.
Alene suspiró, no era un buen comienzo de año.
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