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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟑- 𝐋𝐮𝐳 𝐧𝐚𝐜𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 (𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞-𝟏)

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Las islas del sur.
Varios años atras.

Era su cumpleaños número 8. Pero como siempre nadie lo habia recordado y para su desgracia su hermano Lars, la única persona que al menos no lo ignoraba se encontraba en uno de sus largos viajes.  Asi que con gesto arrogante alzó el arco de madera que su hermano le había obsequiado en su cumpleaños del año pasado, respiró profundo liberando tensión  y apuntó hasta un inocente ciervo sin dejarse distraer por el ambiente. Su pulso estaba firme, fuerte, tal y como tenía que ser.
Debía admitir que su fuerte era el arte de la espada, sin embargo en ese momento no podía quedar mal ante sus odiosos hermanos Jurgen, Franz y Arne, quienes expectantes y con desagrado como el mas joven de sus hermanos daba sin problema a todos y cada uno de los puntos.

«Si tan solo su padre me mirara en ese momento»

—¡No eres tan bueno idiota! —Arne lo empujó.

—Sigues siendo un enclenque —Se burló Jurgen.

—Puedo darle a cualquier punto.

—Tengo una idea —habló Franz subiendo a su caballo y pidiendo que lo esperarán. No paso mucho tiempo para que llegara con un pequeño niño, delgado y de tez muy pálida. —Es un pequeño ladrón, lo encontraron ayer intentado etrar al palacio para robar comida, al parecer no era la primera vez —De un fuerte empujón arrojó al niño frente a sus hermanos. —Se me ocurre que puede ser tu proximo objetivo Hansi.

—¿Que?

—Hazlo hermano, demuestra que eres un verdadero hombre y castiga a este maldito ladrón —Entre risillas soltaron al niño quien asustado lloraba y suplicaba que no lo lastimarán. —Corre pequeña basura, corre y diviertenos —Los ojos de Franz ya no eran verdes, básicamente se habían tornado rojo como el fuego del infierno.

Asustado, el pequeño niño emprendio la huida, pero no pasó tanto tiempo hasta que cayó al suelo.

En su  carcaj había solamente una flecha y entonces vigorosamente la lanzó al viento, hubo un largo zumbido sobre la cuerda tensa. El mas pequeño de los príncipes había lanzado su única flecha, sin embargo y como si de un iman se tratara esta se estampó a los pies de su hermano Franz y no en el niño. Ese había sido su objetivo desde el principio.

—¡¿Que haces bastardo?! —Gritó Jurgen super enojado y no por Franz. Jurgen verdaderamente quería ver a su hermano lastimando al inocente niño.

Hans orgulloso lo ignoró, dirigiéndose hasta aquel indefenso. El cielo despejado daba una escena preciosa, acompañado del sonido de las aves del bosque que creaba un ambiente igual de colorido.
Amable el príncipe ofreció su mano.  Más su momento de felicidad duró poco, gracias a que sintió algo estampar contra su rostro, haciendolo expulsar un quejido de dolor. Lentamente abrió los ojos y lo primero que vio fue a Franz sobre el.

—De verdad te mereces una paliza. —dijo Arne y sin mas los tres chicos mayores se acercaron para golpearlo sin remordimiento, acabando con el indefenso principe en el suelo.

—Majestad —Habló el niño que esperó a que los demás príncipes se marcharan. —Usted, me defendió y... —Unas cuantas lágrimas mas  resbalaron por su mejilla. —Soy un cobarde, debí ayudarlo, debí recibir la paliza por usted pero, yo... tenía mucho miedo.

—No te preocupes —sonrió el pelirojo. —recibo palizas por nada, esta tampoco  va a ser la última —sonrió de nuevo pero más ampliamente y de manera valiente. Hans no retrocedio, habia recibido cada golpe sin quejarse. —solo respóndeme ¿Enserio eres un ladrón?

El niño lo miró con sus enormes ojos azules llenos de lágrimas —¡Lo siento —se arrodilló —No quería hacerlo pero tenía habre —confesó con vergüenza. 

—cállate, nunca mas —Se movió con dolor.

—¿Qué?

—No volverás a tener hambre nunca más. Te lo prometo —Sonrió genuinamente.

Ese día sus hermanos le habían propinado la peor de las golpizas de su vida,aún asi Hans no había olvidado su promesa. Esteban y su madre  no habían pasado hambre nunca más (Su madre fue mucho mas feliz)  y no solo eso, el joven príncipe lo convirtio en uno de sus mas cercanos amigos, su compañia cuando su madre falleció, al único que podía llamar hermano y por su parta Esteban se prometió nunca abandonar a su amigo.
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—Yo recibiré todas esas palizas por ti...

Pensativo el ahora guardia real miraba de lejos a su gran amigo. Hans sonreía mientras conversaba con la princesa Miranda. Recordó entonces las palabras de la princesa Anna y el tereible acontecimiento que había presenciado meses atras en esa cañana del bosque. ¿que ocurria? Su amigo jamás se había comportado de esa manera.  «Hans»  ¿Cuanto habia pasado? Ahora la princesa estaba por volver a casa. ¿Como podia actuar como si nada? y de nuevo el recuerdo del Hans del pasado lo abordó, justo el día de la boda de Bet.

—Ya no hay nada más.

—No digas eso.

—esta vez me quitaron todo Esteban, no creo poder más...

—Hans, yo daría cualquier cosa para que esto fuera diferente. Róbate a Bet, yo te cubro.

—¿Que?

—Si huyan al bosque y así después yo...

—No digas tonterías —Sonrió el príncipe —No puedo hacer algo que seguramente ella no quiere, cuando acceda al trono todo va a ser diferente ¿No es así?

—Hans

—Bet solo sufriría a mi lado, ahora solo me quedas tú, no me olvidaré de ti cuando acceda al trono —Sollozó poniendo resistencia al dolor.

—Yo seré tu guardia personal, recibiré todas las palizas por ti, tú vas a ser a ser un gran rey, el mejor rey.

Nunaca se había sentido tanta nostalgia. Nisiquiera cuando su amigo se marchó por primera vez,  Pero esa mañana especialmente sintió mas que nunca que todo aquello que Hans había sido había muerto para siempre y solo quedaba el cascaron del buen hombre.

—Es muy temprano —sintió su helada presencia cerca suyo —¿Todavía no se acostumbra a Arendelle Esteban?

—majestad —Hizo una adecuada reverencia, notando el extraordinario parecido de la reina con la mujer de la cabaña.  —En realida no estaba a gusto en la cama, estoy acostumbrado a despertar desde muy temprano —respondió con una calida sonrisa.

—Bueno, creo que es difícil acostumbrarse al aire helado de las mañanas de Arendelle, quizas un chocolate caliente haga su estancia mas familiar.

—Todo aqui es perfecto majestad, incluso sin el chocolate.

Elsa sonrió un poco y luego notó como Esteban miraba a Miranda y Hans sonreír
—Es casi como si lo conociera.

—¿Disculpe?

—A usted, Hans siempre hablaba de usted y de el duque Thomas, agradece que siempre esta a su lado.

—Siempre voy a estar a su servicio y ahora también estaré al suyo mi reina.

—Gracias Esteban.

Al notar la presencia de la reina, Hans corrió a su lado, con un extraño cariño acaricio el rostro de Elsa y luego como si fuera lo mas común del mundo le beso la frente para después abrazarla, notando este que algo en la reina había cambiado puesto que ante su contacto su piel se volvió un poco mas calida.

—No me quiero ir tia Elsa —la pequeña Miranda lloraba desconsolada aferrada a la falda de su tía.

—Miranda —Los ojos de Elsa se llenaron de lagrimas.

—No te preocupes, podras volver muy pronto. Lo prometeo —Sonrió amable el rey, quien la tomó eb sus brazos.

—Tía Elsa —lloraba la pequeña, mientras Hans la abrazaba.

—Tranquila y observa —con su magia Elsa formó  una esfera de Hielo y dentro de este estaba un modelo a escala de Arendelle.
—Así tendras un pedazo de Arendelle contigo siempre —Sonrió mientras acunaba la carita de la niña.

A Esteban le parecía increíble la manera de ser del rey. Le impresionaba más su actitud que la muestra de poder de la reina. Tanto que había dudado en si quedarse a su lado o no.

—¡Oye Esteban! ¿Te gustaria que trajeran algo de las Islas del Sur?

—¿Como?

—Ya sabes, para que te sientas más en casa...

Hans había sido tan malvado, cruel y despiadado con las personas en la cabaña, sin embargo con su esposa era amable y tan suave como un niño pequeño. Sobre sus pupilas, se dilata un sueño, recobrando vida, como lienzo quieto.

Luego de la partida de Miranda, en Arendelle solo hubo tranquilidad. Todo fue perfecto y sin imprevistos. 

Asi, durante tres largos años...

Tres años desde que Elsa reveló sus poderes y, se había establecido en su posición de monarca reinante de Arendelle junto a su esposo.

Años en los que la reina aprendio a controlar sus poderes casi al 100%. Y el reino creció lleno de alegria y suma abundancia. Elsa junto a su esposo, siendo amada y respetada. 

Todo como debe ser.

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Como cada mes Elsa se dedicaba a visitar los lugares mas recónditos en su querido reino. Llevando viveres a los lugares mas menos afortunados de Arendelle. Como siempre la reina mostraba demasiada preocupación e interes por todos los de su reino.

Y como siempre todo el mundo se reunió a recibir las cosas que su reina en persona llevaba para ayudar, siempre resguardada por la guardia real.
 
Estaban apunto de ir casa cuando su siempre traviesa sobrina se desvío hasta una pequeña plaza.

—¡Miranda te he dicho mil veces que no puedes desviarte de la ruta! —Elsa reprendió a la todavía niña —Nos meterás en problemas traviesa.

—Tía solo quiero ver esa fuente, tiene tantos colores —sonrio la niña de ahora 8 años mientras señalaba la hermosa fuente adornada en cientos de brillantes cristales y en el centro de esta la figura de una mujer.
Era hermoso y en realidad jamás se había prestado el tiempo para conocer mas sobre esos pequeños detalles de su reino.
—¡Vamos, tia Elsa! —Miranda jaló su mano hasta guiarla hasta donde una pequeña multitud permanecía junta y una anciana mujer contaba una historia sobre aquella fuente.

—La historia relata que un anciano y acaudalado matrimonio de la nobleza que no había tenido hijos y a los que se atribuía gran caridad hacia los demás, solicitó un milagro a los espiritus de la naturaleza —la mujer extendía con emoción los brazos —Se dice entonces que después de tantos rezos, ella se manifestó —Señaló la misteriosa figura  —Ese poderoso ser les indicó que, allá donde señalara, se le construyese un monumento y ella les daría lo que mas desearan. Es por eso que esta hermosa fuente existe, cualquier perosna que pide un deseao aqui, es bendecido —Sonrió una vez mas. —Se cuenta que incluso el rey y la reina acudieron en busca de una bendición.

Extrañada Elsa dio unos pasos al frente, pues ella jamás había escuchado sobre ese lugar, o alguna petición que hayan tenido sus padres. —Esa mujer — preguntó la curiosa mujer a un niño que miraba igual de curioso.

—Es Madre. Ella lo sabe todo, Dicen que puede leer él futuro con solo mirar tus ojos —aseguró el pequeño con emoción. Incrédula Elsa se acercó, recordando a sus amados padres. Algo abrumada  recordó sus últimas palabras para ellos «¿Tienen que viajar»

—Tia, vamos a otro lugar —Suplicó la niña. —Esto me da miedo —Eso sacó del trance a la reina, que con una sonrisa solo asintió callada y dispuesta a marcharse sin una respuesta.

Pero entonces unas manos la detuvieron, poniendo alarta a los guardias que la resguardaban.  —¡Tu! —la anciana miró a la reina de arriba abajo —vienes de la luz, de un milagro y ahora veo oscuridad creciendo en ti, una oscuridad plagada de desgracia.

Una corriente recorrió el cuerpo de la reina paralizandola por completo.

Molesto Esteban se interpuso
—No crea en esas cosas magestad. solo trata de asustar a las personas —dijo Esteban obligando a la anciana a que soltara a la reina, luego intentaron seguir su camino, hasta que de nuevo su voz los detuvo.

—No importa lo hagas, la obscuridad de tu magia, siempre te consumirá tienes que pagar reina Elsa —Molesto Esteban casi mató a la extraña mujer con la mirada luego alejó a la reina y a la princesa del lugar.

—¿No creerá en esas cosas, o si magestad?

—No, pero su extraña mirada me intimido un poco, fue horrible, sentí un poco de miedo —Contestó Elsa un poco agitada.

—Mi reina yo soy solo un soldado, sin embargo puedo notar la charlatanería en las palabras de esa mujer, asi que por favor olvídela, no deje que la altere. Ella intentó envenenar su paz con miedo, no la deje, el miedo se mete en el alma de cualquiera que lidia con él.

—Esteban

—Confíe en mi —de manera delicada acercó el caballo de la reina —esa mujer ya ha contaminado su paz. Sáquelo de su corazón. No lleve el miedo al palacio con usted.

—Tienes razón

mas tranquila la rubia sonrió dulcemente intentado hacer caso al consejo de Esteban.
Estaba apunto de subir al caballo cundo un terrible mareo casi la hizo caer. —¡Majestad! —Todos corrieron a auxiliarla de inmediato.

—No se preocupen estoy bien —sonrió amable y mostrando un semblante bastante pálido.

—ha sido la tercera vez esta mañana, Creo que debería descansar.

—S...si también, lo creo —sin mas imprevistos volvieron al palacio.

Ya mas tarde, Elsa reposaba leyendo un libro al calor de la chimenea. Se sentía mucho mejor y era muy reconfortante sentir en su regazo la cabeza de Miranda. No dejaba de pensar en aquella mujer y sus palabras.Tratando de convencerse de que no era verdad nada de lo dicho anteriormente.

De la nada la puerta se abrio dejando ver el rostro de su esposo. —¿Elsa?

—¡Volviste! —le sonrió

Apresurado el pelirojo se acercó a ella y la besó en la frente. —¡Te extrañe mucho!

—Igual yo —Besó la frente de su amado, Hans se acomodó a un lado de la reina y con extremo cariño acarició la cabeza de su sobrina.

—Esta muy dormida —Susurró feliz.

—Como un oso invernando —Imitó la suave voz. La niña estaba tan dormida que incluso en sueños masticaba y mumuraba cientos de cosas que obviamente hicieron reir a la pareja. Asi que con tranquilidad la llevaron a su habitación. Luego simplemente volvieron. —¿como te fue?

—Estuvo bien. En realidad el derrumbe en Fiore no fue muy grave. ¿Como te fue a ti? Esteban me contó que no te sentiste bien en todo el día.

—no es nada importante —Vaciló un poco — Solo estoy muy cansada, le pedí a todos que guardaran el secreto menos un Esteban —con una mueca la chica desvío la mirada. —No queria ser el motivo de tu preocupación.

—Quizas solo debas comer algo. vamos a cenar, seguro te caera bien una sopa caliente —después de mucho insistir logró que la reina lo acompañara al comedor.

Amablemente le acercó una silla

—De verdad no tengo hambre Hans.

—Vamos solo cena conmigo.

—No gracias por ahora no tengor
Apetito.

Sin embargo rendirse era una palabra que no existía en el vocabulario del rey, así que como era de esperarse y después de algunos minutos Elsa aceptó cenar.
Gerda sirvió rápidamente los platos, en espera a que la reina al fin comiera, pero Elsa ni siquiera miraba la comida, fingía comer y jugaba con la cuchara como una niña.

—¿no comerás nada? La sopa esta deliciosa es de hongos y Gerda se esforzó mucho.

—estoy cansada.

—No has comido nada y no te veo un buen color, estás muy pálida —decidido tomó un poco de su comida y sonrojado le indico que comiera la sopa que había en la cuchara.

—Hans, eso no es necesario

—No me dejes con la sopa, muero de pena mi lady.

—Hans —Sonrojada la reina bebió la sopa.
Elsa se sentia muy feliz, al ver como su esposo se preocupaba por ella.

—Déjame limpiarte —con la servilleta y delicadamente limpió los rosados labios.
—No dejaré que te saltes las comidas, estos últimos días no te veo bien, no quiero que te enfermes —terminando la frase se acerco a ella y la beso —te amo Elsa —la reina no pudo evitar llorar, en ese momento no quería que la soltara.

—Hace tanto que no te tengo y te necesitó.

—el reino es importante también.

—tú eres más importante —le besó la frente, las mejillas y las heladas manos, beso tras beso, crecio el deseo. Esa noche dormirían juntos después de 3 mese de estar lejos.
Sin perder el tiempo llegaron a la habitación Real.

—Te extrañe mucho, perdón por no traer un obsequio.

—Esta bien —colocó las manos sobre su cálido rostro —tu regreso es el regalo perfecto —sonrió dulcemente, luego
camino hasta la ventana, afuera la luna se veía hermosa. El pelirojo lentamente se acercó abrazándola por detrás

besarlo fue inevitable, ese hombre provocaba cientos de emociones inexplicables en su cuerpo y sobre todo en su corazón.

—Elsa, te amo tanto. Yo haría cualquier cosa por ti —el corazón de la joven mujer latía tras cada palabra pronunciada, tras caricia, tras cada gesto de su esposo.

Esa sección era él amor que sentía por él...

De nuevo se besaron, sin embargo se separaron un poco pues ella no dejaba de pensar en su bebé. se sentía culpable por no decirle la verdad a Hans, pero simplemente no encontraba las palabras para confesarlo.

Lo supo casi de inmediato, los mareos y malestares eran algo de lo que ya había leído, no era tonta, tenía más de 3 meses en cinta. La cuestión era que no sabia como decirle a su esposo.

—Espera Hans —detuvo sus besos.

Suplicante el hombre junto ambas frentes
—Por favor ya no lo soportó, te necesito —tocándola de esa manera ella se volvía débil, así que se dejo llevar por  los ardientes, pero delicados besos.

La ropa comenzó a caer.

por un momento Elsa cerró los ojos dejándose llevar por las suaves caricias que el rey depositaba en su rostro, como siempre delineando sus labios con las yemas de los dedos

—Jamás me cansare de decirte lo perfecta que eres —ese hombre adormecía todos sus sentidos

—Se gentil —en esos momentos tenía que ser cuidadosa para que no se diera cuenta de su estado...

El pelirojo se poso sobre ella y una vez mas se besaron.
De verdad había pasado un largo tiempo sin hacer él amor y al parecer lo necesitaba mas que nunca, Hans era tan gentil y tranquilo como siempre. Entrelazaron sus manos antes de que ambos llegáran juntos al final...

—Elsa, no soporto estar lejos de ti.

—¿De verdad? —no podía dejar de mirar sus ojos verdes, se recostó a su lado sin desenlazar sus manos y se lamentó en silencio.

—¿qué pasa? —preguntó tras depositar un beso en el hombro de la rubia.

—No, no es nada —Sonrió falsamente.

Era oficial, tenia miedo de contarle a su esposo la verdad. Tenía miedo a que su hijo, naciera igual que ella y que Hans tuviera que pasar por todo el sufrimiento que sus padres, tenía miedo a perder la felicidad que tanto había tardado en llegar, así que solo decidio callar, solo por un tiempo mas, solamente hasta encontrar las palabras adecuadas.
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CONTINUARÁ...

Hola capítulo 13 listo

Espero les haya gustado...

Sin mas me despido. Gracias por leer y perdón por las faltas de ortografía, si les gustó no olviden votar o comentar como siempre su opinión es importante.❤❤

Editado.

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