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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟕- 𝐏𝐫𝐨𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐨𝐟𝐢𝐜𝐢𝐚𝐥.


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Esa noche había sido el comienzo de una serie de apasionadas aventuras. Y se notaba, pues después de ese encuentro espléndido los momentos con ella eran más intensos, espectaculares ,apasionados , llenos de atracción y adrenalina...

Mas no era eso lo que definía la relación clandestina y muy poco moral que sostenían.

—¿y por que es tan urgente esa reunión?—Preguntó ella mientras ambos pasaban tiempo juntos leyendo en la biblioteca del palacio.

—Bueno, creo que debo hacer algo de verdad importante— se rascó la cabeza mientras dejaba a un lado su libro. (Ellos todavía no definían que clase de relación estaban sosteniendo. El no perdería el tiempo y dentro de poco pediría formalizar, pero para eso debía convocar una reunión con su hermano Caleb o seguro harían todo por echárselo a perder.)

—Cuando actúas tan misterioso me asusta.

—No tienes porque. En realidad quien debería estar asustado soy yo.— intrigada Elsa alzó una ceja esperando mas de lo que el príncipe quería decir. —Creo que después de tantos encuentros especiales entre nosotros, lo mas correcto es que, tu y yo…

—¿Reina Elsa?— un leve toque en la puerta los había interrumpido.

—¿Si?— respondió ella con una suave y amable voz.

—Disculpe la intromisión, pero se solicita su presencia en la sala principal del palacio.

—¿Mi presencia?— confundida miró a Hans y este lucía igual de intrigado que ella. Juntos caminaron hasta la entrada, donde una sorpresa los esperaba.

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—¡Buenas tardes reina Elsa!— el hombre frente a ella hizo una reverencia muy elegante: Sus ojos eran verdes, su cabello largo y castaño amarrado en una cola de caballo. Elsa jamás en su vida lo había visto, sin embargo había un aire muy familiar en el. —alteza, déjeme presentarme: mi nombre es Lars Westergaad. Soy el tercero de los príncipes de las islas del sur. Lamento mucho presentarme de esta manera, pero estoy aquí única y exclusivamente para llevar a mi hermano menor, el príncipe Hans a casa.

Tanto Hans como Elsa se miraron entre si, estaban algo confundidos. Entonces el muchacho al fin reaccionó. —¡Pero Lars!— Trató de interrumpir, sin embargo el príncipe mayor no dejó que objetara nada.

—El príncipe Hans ha estado casi un año fuera de casa. No habíamos tenido ninguna clase de noticia y es por esto que nuestro amado padre está preocupado.

—¿Nuestro padre?¿Preocupado?— repitió incrédulo Hans

—¿Hans?— Elsa tomó su mano y lo miró detenidamente. el joven estaba algo serio y pensativo. Aquellas palabras de verdad habían tomado mucha importancia. Saber que su padre se preocupaba lo llenaba de una extraña alegría.

—Estoy bien, tranquila— sonrió el, tratando de disimular lo pensativo que estaba.

—Reina Elsa, ¿Podría permitirme hablar a solas con mi hermano un momento?.

—Por su puesto— Amablemente Elsa, se dirigió a la salida. Con delicadeza cerró la puerta brindándole así a los hermanos un momento de privacidad.

—Hermano— Lars lo abrazó con ferviente cariño.

Hans se sintió inmensamente feliz, pero lo ocultó   —¿Lars, por que estás aquí?— preguntó en un tono de reclamo.

—Nuestro padre de verdad está preocupado por ti.

—No comprendo. El jamás ha mostrado interés en mi. ¿Por que te mandó a buscarme?. — Lars se acercó un poco a su pequeño hermano.

—Has estado tanto tiempo en Arendelle que no sabes todo lo que a ocurrido en casa. Rudi y Runo al fin aparecieron, después de tantos años de no saber nada de ellos.

—¿De verdad? ¿Donde estuvieron todo este tiempo?. ¿Se encuentran bien?.

—Si, están bien. Estaban en Corona, encerrados en prisión. Ese par de idiotas se habían cambiado el nombre a los hermanos Stabbington y casi son ejecutados por tratar de robar la corona de la princesa perdida.— se veiá el fastidio con el que contaba el relato. —Ellos son la verdadera vergüenza de la familia Westergaad.— Lars observó a su hermano menor quien apenas y cambió de expresión. —Los rumores de tu valentía al tratar con la Reina Elsa se han expandido por todo el reino. Tus valientes acciones y tu ayuda a Arendelle han enorgullecido a nuestro padre. El se siente bastante satisfecho y a conseguido un muy buen arreglo matrimonial para ti. Muchas nobles están interesados en el hombre que ayudó a terminar el invierno eterno.

—Lars, yo no quiero casarme con ninguna noble del reino.— comenzó a reír con tranquilidad. —En realidad no pienso volver jamás a Las Islas del Sur.

—¡Pero, Hans! Estas demasiado lejos de casa. Eres al único de la familia que de verdad aprecio. Hermano, Helga, los niños y yo no te queremos lejos de nuestra vida.

—Tampoco los quiero lejos— El príncipe se dejó abrazar por su hermano mayor. Sin saber que Elsa estaba escuchando la conversación. Espiar no era algo que fuera con su personalidad, pero algo en su interior le había impedido detenerse.
—Helga, los niños y tu son importantes para mi, pero. Elsa, ella…

—Hans, te conozco, tienes cientos de mujeres. La reina Elsa puede quedar como una más de tus conquistas. Lady Diana la duquesa de Dinnora es igual de hermosa que ella y su unión nos dejará vernos mas seguido.

La reina no podía seguir escuchando mas. Sin que ellos se dieran cuenta se retiró con un terrible nudo en el estómago...

—¿Qué pasa Lars? ¿Olvidaste el objetivo que me trajo a Arendelle en primer lugar? Diana no me interesa en absoluto. En cambio Elsa, ella es todo lo que necesito: Es culta, elegante, amable e inocente. Además ella es una Reina. Con ella a mi lado lograría ser Rey absoluto.

—Ya veo, así que es ese el motivo— miró entonces hacía el ventanal del lugar.
—Tienes razón. Tu has logrado eso que de verdad deseabas.

—Todo gracias a ti.

—No digas eso.— colocó las manos sobre sus hombros. —Es tu voluntad y tu valor lo que han guiado tu camino. Pequeño hermano— sonrió con un gusto inmenso reflejado en su rostro. —pero y cuéntame ¿Es verdad todo lo que se dice del poder de la reina? ¿Ella está cooperando contigo?

—Fue muy difícil, ella es una mujer poderosa. Pero a pesar de eso, creo que tengo grandes habilidades hermano. Elsa es toda mía. Su amor y toda ella me pertenece, incluido su corazón y dentro de poco también su reino— habló con orgullo.

—Admito que es muy hermosa. Mucho mas de lo que representaba aquel retrato. Me enorgulleces Hans y seguramente nuestro padre sentirá lo mismo. Aunque de verdad deberías al menos pedirle su bendición y preséntale a tu querida reina.

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Sin embargo algo extraño le ocurría a Elsa. Pues repentinamente había cambiado de actitud con el príncipe. A tal grado que no dejaba que este siquiera se acercara a ella y lo rechazara en diversas ocasiones, negándose a interactuar con Lars. Todos en el castillo percibían el extraño comportamiento, incluso la servidumbre y el antes mencionado príncipe.
Elsa había retrocedido su avance, ella había dejado de salir de la habitación y de nuevo estaba recluida.
—¿Donde esta Elsa, no nos acompañará a cenar?.

—Su alteza la reina se encuentra indispuesta esta noche otra vez— informo Kai.

—Tampoco quiso salir almorzar, ni a comer, no la he visto en todo. El día— alarmado el príncipe se levantó de su lugar y con un rostro decidido caminó hasta los aposentos de la reina. —¡Elsa, Elsa soy Hans abre!— exigió tocando de manera fuerte.

—Ahora no me siento bien, por favor ve a cenar con tu hermano. Yo descansaré.

—No me iré de aquí si antes no te veo.

—¡Hans solo vete!— dijo ella alzando mas su tono de voz.

—No me iré si no abres.

—Quiero estar sola, déjame en paz.

—¿A caso debo tirar la puerta para verte? Si eso quieres lo haré.

Ella no abrió, así que el príncipe cumplió y de un muy fuerte golpe abrió la puerta.
La reina dio un salto hacia atrás al escuchar el estruendoso golpe, visualizando sus extraños ojos verdes y como si sintiera miedo bajó la mirada. —Creí haberle dicho que no me molestara majestad, ahora usted debe pedir que reparen la puerta— Elsa ni siquiera lo miró al decir aquellas palabras.
Sin apartar la mirada de ella, el gallardo príncipe se dispuso a cerrar la ya muy dañada puerta y una vez que finalizo se acercó a la hermosa reina quien apenas lo miraba.

—Elsa, solo quiero hablar contigo. Y espero me escuches— se podía ver como la rubia se ponía a la defensiva tras cada paso que el principe daba.

—No se acerque mas majestad, desde ahí puedo escucharlo perfectamente, así que hable que solo tiene unos minutos.

—¿Que pasa contigo? ¿Por qué me hablas de esa forma tan formal?— preguntó confundido.

—Solo dígame. ¿Qué quiere hablar conmigo príncipe Hans?— dijo ella en un tono bastante seco y carente de amor.

—Elsa.

—Hable pronto Hans, que no es correcto que permanezcamos juntos y a solas en esta habitación, la gente puede mal interpretar y por si no lo notó yo soy una reina y mas importante una dama respetable. Yo no soy una mas de sus tantas conquistas, así que diga lo que tenga que decir y retírese.

—De acuerdo, ¿Esa es la razón por la que te comportas así? ¿Me consideras un patan? ¿Un vulgar infiel? Quiero dejarle claro que yo solo tengo ojos solo para una mujer y eres tu mi Reina— la miró directamente a los ojos.

—No se que intenta demostrar, pero si usted desea conocer a todas las doncellas del reino adelante, es usted un príncipe libre— sus pequeñas manos permanecían juntas sobre su pecho, mientras lo miraba de mala gana y la temperatura de la habitación descendía considerablemente. —Si es todo, le ruego se retire o me veré obligada a utilizar mis poderes.

—Elsa, escúchame— se acercó un poco a ella.

—¡Basta Hans!— rápidamente limpió las pequeñas lágrimas que empezaron a asomarse en sus cristalinos ojos.

—No estoy mintiendo, te amo. Te amo toda y sobre todas las cosas. Soy tu esclavo, no puedo resistirme a ninguno de tus encantos.

—¡No siga con esto, no soporto a la gente mentirosa!— gritó mas molesta y tras un pisotón se formó una ligera capa de hielo, haciendo que el príncipe se alejara un poco de la molesta mujer. —No crea que con palabras bonitas me hará cambiar de humor. Lo escuché todo, se que dentro de muy poco se largará junto a su hermano Lars y volverá a su hogar en Las Islas del Sur. Seguro su padre le consiguió a una princesa con la que se casará, tendrán una enorme y normal familia con la que será muy feliz.—  Hans no pudo responder nada, su hermano Lars había conseguido convencer a su padre para que al igual que a sus hermanos, el tuviera la oportunidad de conseguir a una buena esposa mas cerca de casa. Lo que no sabía era como Elsa había obtenido tal información. —si no sale usted, saldré yo— pasó a lado de el para salir de la habitación. Sin embargo rápidamente la sujetó del brazo y la detuvo. Pero ella respondió con una bofetada para alejarlo. —¡Suélteme Hans!— sollozó tratando de congelar la mano que la sostenía. —¡Entienda maldita sea!. ¡No puede tocarme si yo no lo deseo!.

—¿Quieres tan siquiera verme a los ojos y evitar golpearme o congelarme cada que puedes? ¿No han sido suficiente las veces que te declare mi amor? ¿Acaso aquellas noches en que dormíamos juntos no significaron nada? ¿las veces que lloramos juntos la ausencia de Anna? ¿lo olvidaras por una estupidez? ¡Que te quede claro mujer, yo estoy perdidamente enamorado de ti.— sin mirarle la reina mantuvo la vista agachada y tras un sollozante gemido dejó de luchar para soltarse, pero el simplemente la soltó.
—¿Y que si es así? También tomó en cuenta aquellos momentos entre nosotros pero que esperaba los celos al saber que una mujer normal estará con usted me matan. Yo no soy una mujer normal, no soy la mujer que te puede entregar su calidez fácilmente— le habló apuntó de llorar, pero como la reina fuerte que era aguantó el dolor y se soltó de golpe de aquel agarré. —No quiero que te sientas obligada por mi.

—¿Es todo?.

—Elsa.

—De que me sirve saber que me ama y sus sentimientos, si se marchará y todo se volverá nada. No puedo ser egoísta y pedirle que se quede, pero tampoco deseo sufrir mas. Así que abandone Arendelle lo mas pronto posible. ¡Lárguese!

—¡Cuando lo hicimos por primera vez!…

Sonrojada le dio un pequeño empujón para intentar silenciarlo —¡Cállese! ¿No conoce el pudor? Alguien puede oírlo.

—No me importa, que se enteren que te hice mía. Y no una, muchas veces y que ni la mujer mas bella podrá quitarme de tu lado, eso si existiera una mas hermosa que tu. La primera vez que te hice mía, decidí entregarme a ti en cuerpo y alma. No es algo que otra persona, Ni el reino mas grande y prospero puedan quebrantar así de fácil. No me iré de tu lado, no me quiero ir de tu lado— la tomó del mentón y levantó su rostro. —Sé que intentas no llorar y esta bien, no me gusta verte derramar lágrimas, solo quiero verte sonreír, eso te prometí ¿recuerdas?— se acercó a sus labios, consiguiendo el objetivo de besarla y apaciguar sus malas emociones.

La reina desea darle otro golpe y apartarse de su contacto, pero sus palabras la convencieron y aquel beso había logrado sacarla de si. Lo que provocó que siguiera su ritmo hasta el punto de quedarse sin aire y verlo a los ojos. Logrando percatarse de aquella mirada sincera y llena de amor que no hacía mas que reflejar ese deseo que también la invadía a ella.
—Hans.

—Majestad— Continuó besando sus labios, tan dulces como un malvavisco, y suaves como el mismo. —Jamás me cansaré de el sabor de tus labios, son perfectos Elsa—Involuntariamente la cargó sobre sus brazos y la llevo hasta la cama, sin parar dándose besos acelerados y lentos, jugando con sus labios que poco a poco ganaban terreno en sus cuerpos, llegando al cuello, orejas e incluso las manos que por ratos acariciaban lo prohibido. —Te amo.— Como si de una muñeca se tratará la reina dejo que aquel hombre que le robaba suspiros siempre, hiciera todo con ella. Aunque claro lo disfrutaba y con suma torpeza trataba de hacerlo sentir bien. Pero el le ganaba por mucho.

—Hans— Decía su nombre entre jadeos, mientras sentía como sus manos recorrían debajo de su abultado vestido, además de los besos en el cuello que la hacían suspirar incontables veces.
El buscaba desesperadamente sentir sus pechos, sentir sus labios, sentirla toda. No le bastaba con solo eso, el escuchar sus jadeos mientras repetía su nombre encendía más y más su cuerpo, que estaba buscando mas calor. Ningún maldito reino podría sustituir jamas el placer de provocarle intenso calor a ese perfecto y helado cuerpo. Sin darse cuenta ya se había quitado la camisa, y en otro movimiento retiró algunas prendas de ella. Se dispuso a besar su cuello bajando lentamente hasta sus pechos, acariciando sus pezones con los dedos, sintiendo la dureza de estos, por consiguiente comenzó a lamerlos también. Desprendían un sabor dulce y femenino.
Elsa permanecía inmóvil, con los ojos cerrados y cubriéndose la boca para que el no escuchara sus gemidos. Pero este se acercó a su oído y le susurró —Déjame escuchar tu voz— ella obedeció y comenzó a soltar pequeños y adorables gemidos, que reflejan placer, excitación y deseo. Gritaba su nombre incontables veces, mientras lo tomaba del cabello, para pagarlo más a ella…

El hecho de saber que la hacia sentir tan bien y escuchar esos lascivos sonidos lo dejaban mal.  La rubia movió un poco sus piernas, sintiendo fuertes punzadas en la zona baja así como una inminente corriente eléctrica que recorría su cuerpo.
—¡Ah, Hans, por favor!— Trataba de hablar pero le era verdaderamente imposible, sus gemidos le ganaban y aumentaron aún más, gracias a que su mano bajó a la parte mas íntima que poseía haciendo presión en varias ocasiones.

—¿Te gusta?.

—Si— Con solo mirarla a los ojos el príncipe se dio cuenta de lo que ella quería lo sabía; deseaba ser penetrada lentamente, nunca antes la había visto así.

—Nunca eres tan impaciente—Susurró.

—Te necesito más que nunca— podía sentir sus delicados dedos recorriendo su espalda.
Bajó de nuevo hasta su entrepierna, acariciando el suave camino para luego meter sutilmente la mano por debajo de la última pieza de ropa interior. Estaba empapada, sabía que no resistiría mucho, al igual que el, pues lo había excitado tanto que le dolía usar pantalones. Sin pensarlo dos veces se los quito. Se colocó encima de la delgada dama y con ambas manos comenzó a bajar la poca ropa que le queda, todo hasta dejarla desnuda totalmente.

—Mi reina, hoy quiero intentar algo, por favor confíe en mi— solo alcanzó a ver su mirada extasiada y algo confundida. Prosiguió a acariciar los labios de su vagina, lentamente. Ella daba pequeños saltos con cada contacto que hacían los dedos con su zona mas sensible, poco a poco se fue acercando a su clítoris, el cual comenzó a estimular con la yema de los dedos, ella se movía más aun. De verdad deseaba seguir experimentando con su cuerpo. Introdujo los dedos índice y medio en su vagina, sintiendo el calor de esta, además de estar muy húmedo, demasiado húmedo. Era una sensación nueva y que peligrosamente se podía volver adictiva. Elsa lanzaba gemidos un poco mas subidos de tono, no podía mas cerro los ojos por un momento su respiración se entrecorto y gimió. Los movimientos en su intimidad y pechos eran tan perfectos que la estaban enloqueciendo…

—¡No puedo mas, Hans hazlo ya!— Al mirar sus ojos comprobó, que el también estaba explotando por el deseo de tenerla. Así que la sujetó por las caderas preparando ambos cuerpos. Podía sentir como el calor en su interior crecía mas y mas, llegando al punto de no poderse controlar.

—Lo haré ahora— habló con firmeza el príncipe.
Su deseo por Elsa era mas fuerte que su obscuro objetivo de conseguirlo todo: un reino, poder, fortuna y la aprobación de su padre. ¿De verdad una simple mujer y su dulce ser lo estaban desviando de volver realidad su objetivo principal? La amaba, la amaba mas que a nada y no podía imaginar un mundo sin ella y su aroma, su calor, su suave persona amable pero e impredecible. Justo en ese momento fusionó su cuerpo con el de ella.
Hans Westergaad destacado por ser siempre el mas inquieto de sus 13 hermanos.

Apresurado había dejado los movimientos suaves atrás y había pasado a embestir con rudeza. La rubia quería ahogar sus gemidos para que nadie los escuchara, pero simplemente se volvió imposible. El placer que ese hombre le causaba la estaba enloqueciendo mas y mas.
—¡Elsa!— las lágrimas se hicieron presentes en sus ojos.

—¿Que pasa?— colocó la mano sobre su mejilla y limpio el resto de las lágrimas.

—De verdad te amo. Lo hago.

—También te amo, eres el único fragmento de calidez en mi vida. No me abandones. Te lo suplico.

—Nunca te dejaré mi lady— Disfrutando al fin de esa anhelada sensación, continuó con su acto de amor.

Con cada segundo juntos, sus cuerpos se volvían más calientes y los gemidos se convertían en gritos de placer. Haciendo que la habitación se llenará de ellos…
Hans suspiraba pesadamente, tratando de mantener un ritmo normal en su respiración y no gemir como perro en celo. Las manecillas del reloj marcaban que había pasado ya un tiempo determinado y ahora se podría apreciar perfectamente la lujuria en los ojos de aquel joven, quien ahora no paraba de gemir el nombre de su amada y podía ver directamente el rostro de la bella rubia, podía besarla y seguir dejando marcas en sus hombros al igual que su cuello y espalda. Cada quejido y gemido hacía que se excitara más y más queriendo penetrarla con más pasión.
Aprisiono los brazos de Elsa con sólo una mano, imponiendo fuerza y recorriendo el cuello de esta con su lengua, sus caderas deseaban moverse sobre ella y así lo hizo. Con su mano libre elevó las caderas de la fémina para tenerla más de cerca y crear nuevamente movimientos que invitan a cierta actividad. —Elsa, estoy por llegar a mi limite— Sin detenerse tomó las caderas de su pareja y la movió para poder hacer mejor su embestida final, con pasión y amor, dando a entender cuánto deseaba a la joven. —¡Voy a hacerlo! ¡LO HARÉ!

—¡Espera, Hans!— Ignorando a su amada no se detuvo y soltó su semilla en el interior de ella. No le importaba embarazarla y que no estuvieran ni cazados, eso sería un gran escándalo. Pero pensar en un hijo suyo lo llenaba de orgullo.

Los delicados brazos de la reina lo rodeaban con fuerza, cansado cayó sobre su cuerpo jadeando y empapado en sudor. —Ven aquí— Elsa dio un suspiro y se recostó a su lado igual de agotada. El chico se acercó para darle un suave y cálido beso, para culminar con aquel acto romántico pero desenfrenado. —Elsa.

—Hans.

—Eres todo lo que necesito— con fuerza la abrazó y besó su frente. —por favor, ya me dejaste hacerte mía. Ahora déjame convertirte en mi esposa, convierte en mi mujer Para siempre. Solo así podremos estar juntos para siempre.
Con lagrimas en los ojos ella asintió. Las cosas no le podrían haber salido mejor.

CONTINUARÁ…
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Hola este es el capítulo numero 7 esperando que les gusté mucho.

Bueno.

Sin mas me despido. Gracias por leer y perdón por las faltas de ortografía, si les gustó no olviden votar o comentar. Como siempre su opinión es importante❤❤

EDITADO



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