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-extra-

Cosas extrañas conspiran cuando uno trata de engañar al destino – Rick Riordan

> IX <

Extracto: ----

Una escena perdida en los confines del tiempo.


No había sido un buen día- ninguno de los últimos siete en realidad.

Keigo había esperado forzar otra reunión con el Emperador tras soltarle sus acusaciones a su guardia personal sobre los fallidos y ciertamente patéticos intentos de paz. Pero no había funcionado, como tampoco había funcionado hablar con el administrador de la corte, el hermano del Emperador o incluso el Segundo Príncipe. Nadie parecía ser capaz de obligar al monarca a sentarse con ellos en la mesa de negociación a discutir sobre las condiciones de una tregua.

Intentaba no mostrarse frustrado frente a sus hombres porque ellos eran proclives a la indignación y el orgullo así que no le quedaba más que escaparse con Shouto a los jardines privados –o a cualquier rincón lejos de oídos indiscretos– para despotricar en voz alta sobre la soberbia del gobernante, la aparente indiferencia de todos sus consejeros, y el absurdo circo que se efectuaba ahí mientras las tensiones en la frontera crecían.

—No quieren la paz —gruñó en voz alta pasándose una mano por la cara con cansancio—. No quieren acabar con esto.

Shouto se limitaba a quedarse con él en silencio dejándolo desahogarse; sin embargo, últimamente parecía distraído, y en esa ocasión ni siquiera pareció darse cuenta del repentino silencio de Keigo. Al hacerlo se giró para mirarlo.

—En realidad han ofrecido un tratado, está en la mesa, solo tienes que firmarlo.

—Ese tratado es una bofetada a la cara y lo sabes. No vamos a darle parte de las tierras de Ame solo como compensación por ese estúpido conflicto en la frontera. Tu padre me mataría si lo hiciera.

—Podrías ofrecerle otra cosa.

—Podría hacerlo si tan solo se sentaran conmigo a negociarlo, pero además de las primeras reuniones no he vuelto a sentarme con el Emperador ni una sola tarde. Realmente no parece interesado en resolver esto, lo cual no me extraña siendo que fue el Segundo Príncipe quien organizó la reunión después de todo.

—¿Insistes en que el Emperador quiere la guerra?

—Todo parece indicarlo, ¿no lo crees? Solo mira su actitud y las decisiones que toma. La prueba final la tienes en la casa Shigaraki. Todos saben, incluso nosotros, que los Shigaraki tomaron un papel importante en la última guerra y los rumores aseguran que fueron los autores del atentado que mató a los padres del Emperador, permitir su presencia aquí es como escupirle a la tumba de todos los muertos de la casa imperial.

—Esos son rumores sin confirmar.

—Aún así, ¿no prestas atención a la actitud de los nobles cuando los Shigaraki se presentan?

—Cosa que no suelen hacerlo con frecuencia.

—No, hasta ellos saben mantenerse al margen, pero sus apariciones espontaneas parecen coincidir con-

—La presencia del Tercer Príncipe —repitió Shouto haciéndole el coro a Keigo.

—Exacto —continúo este—. Además, él mismo me lo confirmó.

—Pero tú mismo has dicho que no tiene sentido que casen a un Príncipe con una casa sin título alguno.

—En realidad no diría que van a casarlo, es más bien una venta obvia.

—¿Y nadie puede impedirlo?

—Los nobles tal vez se escandalicen, pero la decisión es del Emperador y si la casa Shigaraki ofrece un buen incentivo económico o militar, será imposible rechazarlo. Lo único que no puedo entender es qué gana la familia Shigaraki con este matrimonio.

—¿A un Príncipe?

Keigo se rio.

—No negaré que el Tercer Príncipe es un curiosidad extraordinaria pero Kotaro Shigaraki no es un hombre banal.

Shouto volvió a quedarse callado y Keigo lo dejo estar. Se sentía mejor después de haberse desahogado así que retomaron su paseo en silencio, tan solo disfrutando de la fresca mañana y al llegar al final del trayecto no pudo evitar preguntar.

—¿El Príncipe Bakugou vendrá hoy para el entrenamiento de mediodía?

—No, hoy no. Iremos al pueblo a visitar una botica.

—¿Por qué?

—Ah, Katsuki tiene preguntas sobre ciertos venenos.

—Nunca me habría imaginado que el Príncipe Bakugou tenía esa clase de interés.

—Prefiere los cuchillos sin duda, pero tras la muerte de su padre encontró interés por los venenos y las plantas.

—¿Y te ha pedido ayuda?

—No exactamente, tan solo... digamos que tenemos una curiosidad afín.

—mmm... se me olvida, ¿cómo es que el Príncipe Bakugou y tú terminaron siendo amigos?

—No somos amigos... no exactamente... estudiamos en la Academia, ya te lo he dicho.

—Creí que el único amigo, no, perdón, conocido que tenías de tus tiempos de estudiante era este muchacho, oh, se me olvida el nombre. ¿Iku?

—Izuku. Él es mi amigo. Katsuki es... un conocido.

—Con el que entrenas y sales al pueblo.

—Sí

Era divertido ver a Shouto responder con semejante seriedad mientras que él no dejaba de usar su tono más sugerente y juguetón. En eso se parecía a su padre aunque semejante declaración habría provocado que el hijo se ofendiera.

Hay demasiada historia ahí.

—Está bien, solo no olvides volver para el banquete de esta noche.

Shouto asintió antes de marcharse. Keigo se pasó el resto de la tarde con el Segundo Príncipe rodeado de un montón de nobles que prometían recuperar las rutas comerciales entre ambos reinos una vez que se firmara la tregua como si fuera él la única persona que decidía el asunto; sin embargo Keigo no se enfadaba porque al menos el Segundo Príncipe parecía esforzarse por retomar el tema y mantenerlo vivo.

Tras un breve paseo por la Ciudad Imperial Keigo volvió al palacio para cambiarse y arreglarse para la cena de esa noche. Shouto volvió con la expresión de alguien que se ha pasado el día discutiendo.

—¿Cómo ha ido?

—La gente necia debería tener una manija de volumen.

Keigo sonrió y no añadió nada más. El buen humor y la calma que había logrado colectar a lo largo del día se esfumó apenas vio a Kotaro Shigaraki sentado en la misma sección que él. Su presencia no había pasado desapercibida porque la tensión en la mesa crecía como una marejada viva. A tres lugares de él la Reina Mitsuki y su hijo discutían sin quitarle los ojos de encima.

—¿Cuánto quieres apostar a que veremos al Tercer Príncipe? —dijo Keigo en voz baja provocando que Shouto frunciera el entrecejo.

—¿Solo porque Shigaraki está sentado en la mesa?

Keigo no le respondió. El Emperador les dio la bienvenida, pronunció un discurso breve sobre unidad y paciencia, y después permitió que sus aliados más importantes lo imitaran. Tras eso el Emperador dio la orden y los sirvientes prepararon el banquete. Fue entonces que el Tercer Príncipe llegó sin anuncio ni fanfarria, pero habría sido imposible no reconocerlo.

Vestía con una túnica dorada ligeramente más extravagante de lo acostumbrado pero que cumplía su cometido porque hacia destacar la figura estatuaria del Príncipe, su tamaño y belleza. El color combinaba perfectamente con su pelo, el cual lucía suelo y brillante, como hebras de oro finas, y sin duda también hacían resaltar esos ojos imposibles con sus pestañas larguísimas y su forma almendrada. Y como si la visión del Príncipe no fuera lo suficientemente llamativa, el tocado de la cabeza se componía de detalles reflectantes que lanzaban destellos cada vez que el muchacho se movía, como una visión de oro y luz aún en la oscuridad. Llamarlo precioso no hacía justicia a su hermosura.

Los murmullos sacudieron la mesa. Keigo fue uno de los pocos que prestó atención a la persona que iba con él y no pudo evitar fruncir el entrecejo. Cuando miró hacia Kotaro Shigaraki tuvo oportunidad de ver el intercambio entre padre e hijo, una mirada y un asentimiento, aparentemente inofensivos pero que hizo a Kotaro sonreír victorioso.

Keigo no pudo evitar preguntarse cuántos de los invitados habían notado el intercambio, cuántos de ellos se preguntarían por el acompañante del Príncipe, cuántos de ellos encontrarían inusual la atención que recibía de la familia Shigaraki.

—Maravilloso —dijo el Príncipe con su voz sedosa haciendo que la mesa entera contuviera el aliento—, me alegra oír que el sentimiento es mutuo.

Todos vieron al joven Shigaraki salir tras despedirse del Emperador con un saludo seco y protocolario. Nadie se atrevió a levantar la mano para hacer preguntas, nadie se movió, se concentraron en sus cenas sin dejar de murmurar.

Keigo los imitó dejando que su mente divagara. Al reunir información sobre la familia imperial ninguno de sus informes había hecho referencia al Tercer Príncipe, apenas se mencionaba como el hijo enfermo recluido lejos de la atención pública. En su último informe, el que recibió justo antes de salir del palacio Todoroki, se decía que el Príncipe había asistido al Festival de ese año, un pequeño detalle que había sido ignorado entre sus informes militares; al llegar al palacio del Emperador había descubierto que los nobles hablaban del Tercer Príncipe como una curiosidad de la que no sabían nada, e incluso los chismes de los jóvenes que lo habían visto en los comedores secundarios se parecían más a relatos románticos de una belleza sin precedentes que a una verdad útil y creíble.

El Príncipe no había hecho una aparición pública durante esas primeras semanas mientras los nobles renovaban sus contratos mercantiles y el Emperador resolvía disputas y desacuerdos entre su gente. A diferencia de su tío no se había presentado como juez en las actividades de arquería, caligrafía o danza y tampoco había acompañado a su hermano a las reuniones sociales que congregaban a todos los jóvenes de alta cuna. No había hecho acto de presencia en la ceremonia de inauguración y tampoco había estado en el comité de bienvenida que recibió a las comitivas extranjeras. Todo parecía indicar que realmente no formaba parte de la corte.

Eso hasta que de la noche a la mañana el muchacho se había materializado en un almuerzo cualquiera como una visión deslumbrante de un campo de verde que hacía pensar en la primavera. Su primera aparición y había sido para acompañar a los invitados de la casa Shigaraki a la cacería organizada por la familia Hado.

Los rumores habían empezado entonces, alentados sin duda por el hecho de que la familia Hado buscaba un consorte para su hija así que era lógico que la gente pensara que el Príncipe había salido de su reclusión a fin de establecer un contrato matrimonial con la muchacha; sin embargo, Keigo había leído el informe sobre Hizashi Kaminari, el hermano del Emperador, cruzando el estrecho para visitar las tierras Shigaraki –una curiosidad alarmante, dado el poder militar de la familia–. En su momento los informantes y consejeros del Rey Todoroki habían sugerido que ante la inminente guerra era posible que el Imperio tuviera intención de reclutar aliados para luchar y se había barajeado la posibilidad de un matrimonio arreglado entre alguna de las familias nobles y los Shigaraki a fin de contar con su apoyo.

A nadie se le había pasado por la cabeza que el Emperador estuviera dispuesto a casar a uno de sus hijos con otro hombre. A nadie más que a Keigo que había llegado a esa conclusión al tropezarse con una conversación entre Hakamata y Hizashi que se referían a una decisión precipitada y absurda de la que este último había empezado a arrepentirse.

Keigo había sopesado muchas teorías, todas ellas extraordinarias pero dentro del terreno de lo posible. Al día siguiente, durante el baile, había tenido oportunidad de conocer y charlar finalmente con el Tercer Príncipe, el cual había demostrado ser encantador y elocuente. Enterarse que este príncipe conocía la verdadera identidad de "Sho" había sido una revelación alarmante porque demostraba que pese a su discreción y aparente invisibilidad el muchacho contaba con su propia pila de secretos lista para incomodar a la gente. Y cuando Keigo había insinuado un tratado con la casa Shigaraki, el Príncipe había dejado en claro que ese convenio existía y que no era solamente una idea ilusoria en su mente. Esa misma noche había hablado con Shouto sobre el asunto mientras el Tercer Príncipe volvía a ser el centro de los murmullos por bailar con el Patriarca de los Shigaraki.

La certeza de que el Imperio Taiyou se preparaba para la guerra empezó a cristalizar en su mente.

Así, aunque el Segundo Príncipe, el Hermano del Emperador, incluso el Tercer Príncipe, le aseguraban que estaban listos para sentarse a discutir la paz, Keigo sospechaba que las intenciones del Emperador eran diferentes de la de su familia. Sin embargo, el Tercer Príncipe había señalado un hecho que nadie más se había atrevido a mencionar y que bien podía explicar por qué el Emperador se mostraba tan reacio a discutir los términos de la tregua con él: "Usted necesita el apoyo de alguien de la casa real para legitimar su propuesta".

Keigo estaba seguro que el Tercer Príncipe intentaba formalizar un acuerdo matrimonial entre ambos reinos a fin de acabar con las disensiones políticas, pero Shouto insistía que no era así lo cual era extraño porque Shouto solo había conversado con el Príncipe una sola vez. Más extraño aún era que, tras haber dejado en claro que no tenía intenciones de revelar su título desde que se ofreciera a acompañarlo, Shouto terminara preguntándole si su padre se opondría a un matrimonio para acabar con ese asunto.

—Creí que no estaba en tus planes casarte. Rechazaste el matrimonio con la chica Shiozaki.

Shouto no había querido discutir el tema y había insistido en su pregunta.

—La verdad no lo sé —había dicho Keigo y eso había sido todo porque no estaba muy seguro de que Enji Todoroki se tomara a bien que su hijo más prometedor terminara uniéndose en un matrimonio arreglado en el que nunca podría engendrar hijos legítimos.

Keigo volvió a la realidad cuando los sirvientes empezaron a recoger los platos de la cena, el suyo casi lleno. Se tomó un momento para apreciar al grupo de músicos que se iba instalando en el jardín antes de que su periferia captara el movimiento de luz creado por el Príncipe al levantarse. Lo vio avanzar por un lado de la mesa para arrodillarse ante el primer grupo de invitados a saludar, sonreír y charlar con esa gracia que parecía sobrenatural. De ahí pasó con el siguiente grupo y siguió mientras su padre bebía y el resto de su familia charlaba en susurros bajos.

Keigo no fue el único que siguió los movimientos del Príncipe con atención pues poseía elegancia y dulzura, y la risa que se dejaba oír brevemente era sin duda cautivadora.

No me creo que vayan a casarlo con Tomura Shigaraki.

—Supongo que es inevitable.

—¿De qué hablas? —preguntó Shouto en voz baja y Keigo sacudió la cabeza.

—Nada, pensaba en voz alta.

—Sobre qué.

—Creo que el compromiso está por concluirse.

—¿Cómo lo sabes?

—¿No viste la cara del padre? ¿No has visto que se fue apenas terminó la cena? Seguramente quiere interrogar a su hijo con calma.

—Pero el hijo no quiere casarse.

—¿Como lo sabes? En todo caso no importa, ¿te ha parecido que el intercambio de hace rato era entre dos personas que no quieren casarse? No lo creo. Es tan solo cuestión de tiempo antes de que ese asunto se confirme.

Se apartó de la mesa y sacudió la cabeza comprendiendo que volvería a casa con las manos vacías.

—Nos vamos mañana.

—¿Qué?

—Es hora de volver a casa para hablar con tu padre sobre este asunto y tal vez empezar a prepararnos para la guerra.

—Dijiste que harías todo lo posible por impedirla.

—Y eso he hecho pero no puedes tener paz cuando una de las partes se niega a cooperar.

—No podemos irnos.

—¿Por qué no? El Emperador no ha mostrado señales de cambiar de opinión y mi responsabilidad es informar a tu padre sobre este asunto con la familia Shigaraki. Además, tú fuiste el primero en decir que quería irse.

Y era cierto, tras descubrir que su amigo Izuku no estaba en el palacio Shouto había anunciado que se marcharía hasta una semana atrás cuando dejo de mencionar el tema por completo. A Keigo le sorprendía la repentina seriedad que veía en él.

—Por supuesto —dijo Shouto de pronto, como si una idea hubiera llegado a él—, lo mejor es que vuelvas a casa para discutir el asunto con mi padre.

—Querrás decir "volvamos".

—No, yo me quedo.

—No puedes quedarte, no hay razón para que te quedes.

—Estoy de visita.

—Si estalla la guerra pasarás de invitado a enemigo en cuestión de segundos.

—Estaré bien.

—No, Sho, lo siento, pero todos nos vamos.

—Tengo una idea, necesito que arregles una reunión con el Emperador

—¿Para qué?

—Tu solo hazlo.

Discutieron en voz baja con Shouto insistiendo en el tema y Keigo exigiendo una respuesta.

—Escucha —dijo el Príncipe cuando se cansó de discutir—, tú has dicho que tal vez Denki tuviera razón–

—¿Denki?

—Tal vez sea cierto que nuestra propuesta de paz necesite un miembro de la casa real que la respalde.

—¿Estás sugiriendo lo que creo que estás sugiriendo?

—Es la única forma de saber si el Emperador realmente está buscando terminar con este asunto. Le daremos algo que no podrá rechazar, y si lo hace entonces tendremos nuestra respuesta.

—¿Y realmente estás dispuesto a ofrecerte como parte de la negociación?

—Si eso evita la guerra, no importa.

Keigo lo miro sin parpadear, su única respuesta fue un murmullo confuso. —Tengo que consultarlo con tu padre.

—Perfecto, puedes volver a preguntarle mientras yo te espero aquí.

—No. No puedo dejarte.

—Me quedaré con el resto de nuestro grupo mientras tú vas y hablas de este asunto con mi padre.

—¿De dónde viene está decisión?

—Tú eres el que lleva días hablando de ofrecerles un matrimonio.

—No sabía que me estabas escuchando. Tu padre me matará si llego a decirle que casé a su hijo con un chico.

—Ve y discútelo con él, no importa, solo recuerda que hacer la propuesta no es lo mismo que garantizarla. Digamos que estamos ganando tiempo, ¿de acuerdo? Veamos hacia donde avanzan las aguas.

—¿Por qué siento que hay algo que no me estás diciendo?

—Porque eres un hombre desconfiado, ahora haz lo que te he dicho.

Como a Keigo le resultaba imposible desobedecer una orden directa de uno de los Príncipes de su reino, se levantó y avanzo hacia la familia imperial.

—Majestad, le solicito una audiencia con urgencia a fin de discutir la tregua.

—Es tarde —interrumpió Hakamata, el administrado del Emperador—, Su Majestad los recibirá mañana.

—Mañana no estaré aquí, Majestad —respondió Keigo provocando que Hizashi y Neito lo miraran con sorpresa—, lamento muchísimo interrumpir su descanso, pero he recibido órdenes de la familia real que requieren mi atención y me gustaría discutir con usted las consecuencias que esto trae consigo.

Fue ver la cara del Emperador para saber que había elegido un mal momento para presentarse ante él.

—De acuerdo —dijo el hombre con su voz monocorde. El verlo avanzar por el jardín con paso inestable le confirmó lo mismo que había supuesto al ver los ojos inyectados de sangre y la cara pastosa.

Maldita sea, Shouto me ha sorprendido tanto con su petición que no me he detenido a pensar sobre esto.

Era demasiado tarde para retractarse. Tomó aire y se preparó, aún recordaba los gritos ebrios que lo habían despertado la noche del baile y la conmoción que había seguido después. Dudaba que eso fuera a repetirse pero era mejor vigilar su tono a fin de no causar problemas.

En la sala de reuniones se acomodaron en torno a la mesa cuadrada con el Emperador a la cabeza y sus consejeros alrededor de él mientras Keigo y Shouto se alineaban en el otro extremo. Trajeron té a fin de que el Emperador se despejara así que mientras él bebía, Hizashi y Neito conversaban con Keigo sobre la cena y otras naderías y cuando finalmente el hombre estuvo listo para escucharlo él no perdió tiempo en abordar el asunto que le interesaba.

—Me disculpo una vez más por esto, Majestad, pero he de volver a mis habitaciones para preparar mis cosas y salir temprano de vuelta a mi hogar.

—¡Pero las negociaciones no han terminado! —protestó el Segundo Príncipe con violencia y ante un gesto de su padre se disculpó por su tono y retrocedió.

—Por supuesto que no, Alteza, por eso mismo me gustaría presentarles a mi reemplazo —se apartó para que Shouto tomara su lugar y lo presentó extendiendo un brazo hacia él—. Shouto Todoroki. Cuarto Príncipe del Reino de Ame. Graduado de la Academia y tercero en su clase.

La respuesta que recibió fue un silencio absoluto que combinaba perfectamente con la expresión asombrada de Hizashi, Neito y el Emperador. Como siempre el guardia Noche volvía a demostrar por que el Clan Sombra hacia gala de estar compuesto de hombres de piedra.

—Lamentamos muchísimo haber mantenido esto en secreto, Majestad, pero los enemigos de la casa Todoroki tienen ojos en todas partes y el Príncipe prefiere una vida cómoda lejos de las atenciones de la corte. Sin embargo, dadas las dificultades que esta tregua está enfrentando el Príncipe Shouto ha decidido tomar control de las negociaciones mientras un servidor vuelve a casa para informar al Rey Todoroki de nuestros... progresos.

—Pierda cuidado, oficial Takami —dijo Hizashi—, el Príncipe Shouto será tratado con la cortesía que merece mientras las negociaciones sigan en curso.

—Nuestras condiciones están en la mesa —interrumpió el Emperador con firmeza—, no habrá más discusión sobre ese asunto. Creí haber sido claro.

—En ese caso, Majestad —dijo Shouto—, me permito ofrecerle una alternativa.

—¿Cuál podría ser?

—Además de los tratados comerciales que el oficial Takami ha detallado, y la compensación monetaria por el ataque no provocado contra una de sus escuadras, estamos dispuestos a celebrar un matrimonio que cimente las paz entre nosotros. Eso incluye el pago de una dote.

—Tengo entendido que la Princesa Fuyumi está comprometida —respondió Hizashi.

—No es a mi hermana a quien consideramos para este matrimonio, sino a este Príncipe.

—En ese caso la hija de los Hado sería la única opción que podríamos ofrecerte —murmuró Hizashi.

—No —respondió Shouto sin perder la compostura mientras Keigo empezaba a preguntarse cómo iba a explicarle la situación a Enji—. Pero aceptaré casarme con el Tercer Príncipe.

La sorpresa por la identidad del Príncipe Shouto fue apenas un sobresalto comparado con la sorpresa generada tras la declaración, incluso la inexpresiva cara de Noche se resquebrajó un segundo antes de recomponerse. Keigo empezó a tomar consciencia de lo que Shouto estaba haciendo.

—¡No! —dijo una voz y fue curioso que el primero en reaccionar fuera el Segundo Príncipe—. Mi hermano no es un bien intercambiable. Ciertamente no va a casarse con... con —siguió repitiendo la palabra mientras hacía un gesto hacia Shouto. Era como si no quisiera ofenderlo pero dejando en claro que no lo aprobaba.

Violentado por la reacción Keigo decidió intervenir.

—A mi parecer el Príncipe Shouto es un mejor candidato que Tomura Shigaraki.

—¿De qué estás hablando? —dijo el Segundo Príncipe con una expresión horrorizada. La expresión de alguien que oye algo inaudito.

—Neito, fuera —ordeno el Emperador, había perdido el aire adormilado y aunque seguía teniendo los ojos rojos se notaba su atención.

—Padre, no, ¿qué significa eso?

—Hizashi, llévatelo.

Y el hermano obedeció, tomó al Segundo Príncipe del brazo y lo arrastro fuera del salón mientras discutían.

—Shouto, sal —murmuró Keigo

—Me quedo.

—Sal —repitió Keigo inclinándose hacia él a fin de que nadie más los escuchara—, es mejor si te quedas al margen, especialmente si tus intenciones de casarte son reales porque es probable que lo haga enfadar.

—¿Por qué tendrías que hacerlo?

—Porque tengo que convencerlo de que considere tu absurda propuesta.

Shouto apretó los labios, asintió y terminó saliendo.

—¿Un Matrimonio con los Shigaraki? —preguntó el Emperador tras un momento—. ¿Quién te ha dicho eso?

—Hay rumores. Rumores que dicen que el Príncipe salió de su reclusión para casarse con la hija de los Hado, pero lo único que todos ven es al Tercer Príncipe haciéndole compañía a la familia Shigaraki. Sin mencionar que Lord Hizashi fue en persona a visitarlos.

—A fin de establecer la paz —intervino Noche con calma.

—Como sea, la gente no quiere a los Shigaraki, pero es claro que aprecian al Príncipe.

—Ni siquiera lo conocen —respondió el Emperador con enfado.

—Y sin embargo es de lo único que hablan.

El Emperador le discutió la afirmación y Keigo se dio a la tarea de repetir todo lo que había oído sobre el Príncipe durante la última semana.

—Dos, tres apariciones, y de alguna forma todos parecen girar a su alrededor —añadió al final—. Dudo que la corte de nobles acepte el matrimonio sin protestar.

—No es decisión de ellos.

—Tiene razón, Majestad. Es decisión del Príncipe y el Príncipe no quiere casarse con Tomura Shigaraki.

—El Tercer Príncipe tampoco querrá casarse con un Príncipe de Ame.

—Me temo que en eso se equivoca, Majestad.

—¿Eso te dijo él?

—No necesita hacerlo, sus acciones hablan solas. Fue el Príncipe quien se acercó a Shouto en primer lugar. Fue el Príncipe quien le dijo que sabía quién era. Fue el Príncipe quien habló conmigo preguntándome qué se requería para garantizar la paz. Y fue el Príncipe quien sugirió que Shouto tomara control de las negociaciones. A mi entender el Príncipe está listo para hacer lo que haga en falta para solventar las diferencias que existen entre nosotros.

—Ya veo —respondió el Emperador con una expresión plana, desprovisto de la emoción anterior.

—Majestad, mi intención no es importunarlo, le reiteró mi intención de marcharme mañana mismo a fin de no crear tensiones que dificulten la tregua. Sé que el Príncipe Shouto es un hombre capaz que sabrá ofrecerle las garantías necesarias para terminar con este asunto, ¿puedo tener su palabra de que al menos considerará esta situación?

—Por supuesto

Ligeramente sorprendido por la repentina pasibilidad del Emperador, Keigo parpadeó.

—¡Oh!, uh, gracias por su benevolencia.

—Puedes retirarte.

Keigo se despidió, ofreció una reverencia y salió esquivando a Lord Hizashi que volvía a entrar mientras el Segundo Príncipe se alejaba de ahí a toda velocidad.

Y Shouto no estaba por ninguna parte.

Bendito Dios del Aire, ¿por qué tengo la sensación de que acabo de equivocarme? Enji me matará cuando se lo cuente.

[...]


Notas: En defensa de Keigo él no dijo nada que no fuera verdad.

Uf, este fue un capítulo largo pero no quería dividirlo en dos porque no habría tenido sentido. En fin, buen fin de semana chicxs, me temo que no sabremos que pasó hasta la siguiente. Saludos. 

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