5.7. Futuro
Título Alternativo: ¿Qué harás cuando salgas de la jaula?
[...]
Para la mañana siguiente Denki está advertido de la rutina y aunque al despertar le cuesta un momento ubicarse no salta en pánico como el día anterior. De forma distraída nota que su túnica exterior está doblada sobre el diván junto a la cama sobre la cual reposan sus adornos de pelo, pero el asunto vuela de su mente apenas le informan que el baño está listo.
El agua tiene la temperatura perfecta para aflojar sus músculos rígidos y el té de hierbas que le preparan matiza la irritación que siente en la garganta. La falta de tiempo le impide remojarse a gusto en el agua caliente, pero al menos consigue relajarse lo suficiente para recibir al maestro por tercera vez consecutiva.
En lugar de bajar al jardín –en las últimas dos caminatas dieron tantas vueltas ahí que la espalda de Denki aún sigue protestando–, se instalan en la terraza con un set de té –de hierbas y miel para su garganta– además de bocadillos ligeros para su estómago tenso.
Conforme avanza el día Denki comprende que esa evaluación se enfoca en teología pura, filosofía, razonamiento lógico, habilidades cognitivas, de debate, y reflexión; aunque eso no suaviza el espanto que supone tratar de interpretar el simbolismo de un poema que acaban de leer en voz alta. Le toma un rato entender que no hay respuestas correctas o absolutas, lo que el maestro quiere es oír su opinión, estudiar el alcance de su pensamiento crítico, y probar su habilidad de dialogo y de debate. Y si existe algo en lo que Denki nunca ha tenido problemas es en hablar, solo que en lugar de llenar el silencio con información intenta emitir opiniones concienzudas.
El intercambio es muy diferente al de los dos últimos días, es oír, responder, pensar. Un dialogo lleno de pausas y preguntas, sin exaltación o prisa. El cambio de ritmo ayuda con la irritación de su garganta, aunque Denki no se da cuenta de que no deja de susurrar respuestas en voz baja y congestionada.
Casi al final del día le toca hacer una demostración de sus habilidades de caligrafía. Denki experimenta un alivio sin precedentes al verlo leer con calma, asintiendo ante su trabajo, pero es un alivio de corta duración porque el hombre se endereza para mirarlo con una expresión agotada. Solo entonces le ofrece una opinión sobre su trabajo.
—Tenemos que corregir esa postura y su forma de sujetar el pincel, pero nunca, Alteza, nunca, saque la lengua mientras esté trabajando.
Denki está demasiado exhausto para espantarse, asiente y responde –su voz diminuta suena casi ahogada–.
—Espero que podamos omitir ese pequeño detalle en el reporte que le entregue a mi padre, maestro.
Se despiden en la puerta y Denki contiene las ganas de interrogarlo sobre su desempeño –ya no le queda voz–. Siendo que terminaron antes de que Denki despidiera a las sirvientas, son ellas quienes lo ayudan a prepararse para dormir y lo meten en la cama, y aunque tiene la firme intención de levantarse para esperar a Noche e interrogarlo, el sueño termina por vencerlo.
Su sorpresa es mayúscula cuando al día siguiente las sirvientas lo despiertan para informarle que debe alistarse para las visitas de ese día.
¿Más? Piensa Denki con fastidio incapaz de imaginarse que otra evaluación necesita hacer.
La respuesta lo asombra.
El invitado de ese día es una mujer mayor con un pelo negrísimo sujeto en un moño impecable. Como todas las mujeres en ese mundo usa maquillaje que le colorean las mejillas y que dotan a su cara cuadrada de una severidad inesperada. A Denki le basta mirarle los ojos para saber que no esta ahí para hacerle compañía, aunque le toma un poco más descubrir que la mujer planea poner a prueba su manejo de los protocolos de etiqueta –vergonzosos–, su conocimiento sobre la ceremonia de té –nulo–, sus modales –deficientes–, y sus pasos de baile.
¡Lo aprendí en una tarde! Piensa Denki ligeramente ofendido al ver la cara de reprobación de su acompañante, eso mientras lucha por acordarse de las enseñanzas de su tío Hizashi. El problema es que había aprendido a que lo llevaran en lugar de ser él quien guiara así que no dejaba de pisar a la instructora.
Hubo poca conversación, un detalle que agradecía porque seguía con la voz ronca, era más una lista de escenarios hipotéticos en los que debía desenvolverse. Apenas empezaron Denki se vio en aprietos, el primero consistía en asignar los asientos de sus invitados tan solo conociendo su posición y sus alianzas.
Por desgracia el resto tampoco fue mejor.
La gran diferencia entre la instructora y el maestro era que este último tenía una cara impasible y serena. Sin importar cuántas preguntas dejara sin contestar, o cuántas vueltas diera sobre un tema, el hombre mantenía la ecuanimidad lo que impedía que Denki se dejara llevar por el pánico. La mujer, en cambio, intentaba ocultar su desaprobación pero se le notaba en los ojos y en el fruncimiento de cejas. Denki ni siquiera pudo disfrutar de su comida porque ella no dejaba de fruncir el entrecejo al verlo picar su pescado como solía hacer en casa, solo fue hasta que terminaron que comprendió que esa había sido otra prueba para demostrar que sabía desenvolverse apropiadamente con algún invitado y había fallado.
Hacia media tarde, al despedirse, ella enlistó todos los detalles en los que debían trabajar.
—Hablaré con el Emperador, Alteza. Aún podemos hacer algo.
El comentario fue otro golpe a su moral. Decepcionado, con la garganta irritada, y el ánimo por los suelos, Denki se cambió de ropa y despidió a las sirvientas para después llevarse a Hono y a la zita –el instrumento que no había tocado en días– hasta su cama.
Acomodó las mantas y las almohadas en un semicírculo, como un nido tibio en el que pudiera pasar el resto de la tarde solo y enfurruñado. Con mucho cuidado fue tocando las cuerdas de la zita sin dejar de pensar.
Entre tantas tareas de supervivencia y objetivos para evitar el desastre nunca se había puesto a pensar en lo que necesitaba para ser un Príncipe. Tenía el título sí, la ropa también, posiblemente la cara, pero necesitaba modales, al menos el mínimo necesario para no resultar una vergüenza. Ahora que no tenía restricciones podía decir lo que quisiera, pero tampoco podía dejarse llevar.
Tal vez Katsuki nunca se hubiera tomado a mal que le hablara de forma tan brusca desde el primer momento en que se conocieran o que Inasa no se hubiera ofendido por la patada que le había dado, pero entendía que no podía estar pegándole a la gente que lo ofendía.
Eso lo hace mi padre.
Y él no quería ser como el Emperador.
No obstante, la zalamería tampoco ayudaba. La había intentado en el Juego de la Corte con los regalos, los cumplidos y la atención, pero solo un puñado de nobles había respondido. Se acordó entonces de la pobre opinión que la Familia Hado había tenido de él, y pese a su regalo ellos nunca le habían devuelto el favor.
No, la violencia no funcionaba y la desvergonzada adulación tampoco. Por eso necesitaba aprender a desenvolverse en la corte, modales, etiqueta, cualquier cosa que lo hicieran sentir un poco más seguro al tratar con la gente de clase alta. Quería deshacerse del pánico que suponía no saber cómo responder una invitación o un saludo, y también quería poder conversar con ellos sin miedo a ofenderlos. Hasta el momento cada vez que le había tocado sentarse en el comedor había tenido que cerrar la boca y no decir nada, pero en el futuro quería tener temas de conversación propios. No estaba seguro de que alguna vez fuera a sentir interés por la política, pero las cuestiones financieras, de historia, de artes o incluso las filosóficas podían ser interesantes.
La evaluación del maestro lo había hecho ver que sabía muchas cosas sobre ese mundo y sobre el Protagonista, pero no sobre el palacio y su gente. Hasta ese momento nunca se había detenido a considerar de dónde provenía el dinero de su familia, ni quienes lo administraban. Recordaba que Noche insistía en que el Emperador había dejado las arcas vacías, y aunque al principio había creído que era una exageración le bastaba recordar que su propio padre había ido endeudándose cada vez más porque en lugar de administrar su deuda y sus bienes los había dejado languidecer hasta que fue demasiado tarde.
Sabía que su trabajo nunca sería administrar el dinero del Imperio, pero le gustaba pensar que en el futuro podría hacer inversiones propias como las de Neito que compraba tiendas y tierras para después asignar administradores que las llevaran.
Sí, me gustaría algo así.
Y no pudo evitar imaginarse a sí mismo desenvolviéndose en la corte con propiedad sin tener que depender que su cara bonita lo salvara de los problemas. Al hacerlo se acordó de su sueño anterior, el de volver a su casa para convivir con sus sirvientes y su guardia, cumplir con los deseos del Sistema y retomar su simple rutina. Esa idea lo había ayudado a seguir adelante, pero tras meditarla con cuidado empezó a darse cuenta de que lo ingenua que era, básicamente consistía en volver a la jaula con gente que le servía.
["Fuiste cruel con ellos"]
Las palabras de Noche más que una revelación habían sido una llamada de atención. Denki se había enterado de los azotes y los castigos, bastaba ver la actitud de los sirvientes y de Fantasma en esos primeros días, y en respuesta él se había esforzado muchísimo por mostrarle a todos ellos que ese comportamiento no iba a repetirse. Sin embargo, eso no cambiaba el hecho de que Noche había tenido razón en un detalle:
["Todos ellos, Fantasma incluido, se quedaron porque ese era su trabajo, porque era su deber"]
Era una verdad innegable. Todos los sirvientes habían encontrado su cambio de personalidad desconcertante, pero se habían vuelto más amables y predispuestos, una reacción natural cuando pasas de un amo rígido a otro más suave. El afecto que ellos le habían ofrecido era el mismo afecto que cualquier sirviente podía darle, lealtad, servilismo, y muchísima buena voluntad. Se parecía a la atención que Saeko le brindaba o la gentileza de los guardias que lo saludaban cuando había visitado las barracas; una atención agradable que en ocasiones se sentía obligada. La idea de vivir en una casa con gente que lo cuidaba había sido suficiente al principio, pero no más.
["¿Qué clase de libertad buscas?"]
Se sacudió la pregunta porque no tenía respuesta pero al hacerlo otra ocupo su lugar.
["Dime, pajarito, ¿qué es lo que quieres?"]
Esa parecía más fácil de responder.
¿Qué quería de su vida? ¿qué hacía falta?
Y la respuesta fue más fácil. No quería estar solo. En el pasado su vida había estado llena de trabajo sin tiempo para dedicarle a sus amistades o relaciones. Al llegar a ese mundo se había jurado que iba a hacer todo lo posible por corregir sus errores pues era consciente de que esa oportunidad había sido única. Si moría sería el final, así pues, ¿qué hacer?
Sabía que eventualmente tendría una casa –no una jaula–, era la garantía del Sistema, así pues, eventualmente tendría un hogar con sirvientes y guardias, eso lo tendría –era probable que Fantasma estuviera ahí porque era su deber y Denki se negó a pensar en por qué eso lo entristecía–. Sí. Tendría un hogar. Ese había sido su sueño antes, pero... ¿era todo lo que quería? ¿Una casa con sirvientes que eran amables porque él era amable? ¿Quería repetir esos días de invierno donde todo lo que hacía era pasear por la casa buscando cosas para distraerse?
No.
Quería tener hobbies y ocupaciones, quería poder salir, pero más que nada. Más que todo eso. Quería rodearse de personas que no fueran guardias y sirvientes, personas que no estuvieran atadas a él por un salario o un juramento. En conclusión, quería afecto, compañía, dulzura y amor; pero como iba a casarse con un hombre que no lo soportaba era de suponer que las dos últimas estaban fuera de sus posibilidades así que tendría que conformarse con el resto. Afecto y compañía, amigos y familiares, gente con la que tomar el té y conversar.
Suena simple.
Pensó en Shouto, Katsuki e Izuku, pero supo que el destino de esos tres era el de sacudir el mundo así que era probable que solo lo visitaran ocasionalmente. Pensó en Eijirou y lo descarto pues aún si el guardia se había mostrado muy directo al principio al final había vuelto a tratarlo con la misma formalidad de todos. Pensó en Inasa y la idea lo hizo sonreír porque sí, el gigante era ruidoso y divertido, no podía negar que sus cumplidos lo habían escandalizado y deleitado, pues era un hombre guapo, el único que había mostrado un interés constante por él aun si solo era por su apariencia. Sí, se dijo Denki, me gustaría volver a verlo. Finalmente pensó en su familia y se acordó del Sistema.
<Convivir en familia>
Es imposible convivir con una persona que no te soporta, pensó, pero entonces se dio cuenta que el objetivo no hablaba de su padre y sintió su corazón acelerarse cuando miró el objetivo desde otra perspectiva. Pensó en sus hermanos y en su tío, en los hermanos de su madre. Quería conocerlos y que ellos lo conocieran, quería aprender su comida favorita y sus hobbies y cualquier tontería que quisieran compartir. Quería discutir con Neito y ver a Mirio y por supuesto quería volver a ver a su tío Taehiro. Ellos eran su familia.
La voz del Sistema volvió a él.
["tienes libre albedrio para abordar cada subtrama como mejor te parezca"]
La idea lo hizo sonreír.
El Sistema no le había ofrecido puntos de referencia, lo que avivaba la sensación de estar en un prado inmenso sin noción alguna de hacia dónde dirigirse, pero este también le había dicho que el objetivo era vivir. Y tras haberse quedado sin nadie Denki supo que su vida iba a incluir a sus hermanos y a sus tíos. Notando el corazón más ligero abrió su pantalla para estudiar el resto de las Subtramas.
<Conocer a la corte>
Ya la conocí, pensó, aunque de inmediato se acordó de las conversaciones que había tenido con Noche y supo que sí, que debía aprender modales y etiqueta para tratar con ellos, especialmente si era cierto que los Shigaraki guardaban ambiciones en la corte. Decidió entonces sería un esposo independiente con influencia y opiniones propias.
Habrá que estudiar. Y la idea en lugar de deprimirlo lo animó. Estaba tan emocionado que no podía parar.
<Estudiar su historia>
No tuvo que pensarlo siquiera. Por supuesto que quería estudiar más sobre el Clan, todo lo que existiera, quería aprender todo lo que hubiera del grupo que había educado a Shinsou, Aizawa, Sombra, y Noche.
Al pensar en el guardia no pudo evitar fruncir el entrecejo porque él tenía su propia subtrama.
<Buscar la respuesta>
El Sistema había dicho que toda la situación involucraba la continuidad del Imperio y la guerra. Y si había algo que Denki tenía claro era que quería minimizar las complicaciones de cualquier conflicto bélico además de evitar sufrimientos innecesarios; aun si el Protagonista estaba destinado a terminar con el problema, no había necesidad de permitir que la situación se tornara excesivamente complicada. Vagamente se preguntó si existía la posibilidad de que existiera alguna alternativa para cumplir el deseo de Noche.
—¿Sigues despierto, pajarito?
Piensa en él y velo aparecer.
Denki alzó los ojos para mirar al guardia que esperaba con las manos en la espalda a los pies de la cama. Llevaba el pelo negro recogido en la coleta tirante de siempre, una túnica impecable y el aspecto inescrutable de aquellos que guardan sus emociones bajo candado. A Denki le extrañó verlo sin su sonrisa.
Durante un instante tuvo la tentación de preguntarle por qué no lo había visitado, pero logró suprimir la pregunta y en su lugar suspiró, encogiendo las piernas hasta sentarse en la posición de loto.
—¿Qué tal lo hice?
Noche frunció el entrecejo al oír el ronquido que era su voz. El guardia rodeó la cama para sentarse en el borde derecho doblando una pierna para subirla al colchón, Hono le siseó como siempre y después se deslizo entre las mantas hasta subirse al regazo de Denki, cada vez que lo hacía Noche lo ignoraba, cosa que también hizo en esa ocasión mientras desenvolvía un pequeño paquete que había cargado en la pechera de su uniforme.
—Comételo —dijo el guardia tendiéndole un trozo de masilla de color café claro—. Sostenlo en la boca hasta que se derrita, ayudará con la garganta.
Denki tomó la pasta suavecita y se la metió a la boca. No la mordió ni la chupó, la sujeto contra el paladar notando de inmediato el sabor a miel y salvia, aunque también un ligero toquecito de regaliz.
—En cuanto a tu pregunta —dijo Noche envolviendo el paquete de vuelta con el resto de la masa para después colocarlo sobre la mesita junto a la cama—, lo has hecho estupendamente, pajarito. Has vuelto a lucirte.
Denki frunció el entrecejo y se negó a creerle, no después de esos días llenos de momentos aterradores y de pánico insoportable. Al ver su expresión Noche sonrió, apoyó una mano sobre el colchón y se recargó sobre ella sin dejar de mirarlo.
—Nadie espera que seas una enciclopedia, pajarito. De hecho, el maestro quedo sorprendido al ver tu conocimiento en geografía y cultura, pero no, a él no le interesaba averiguar si conocías el nombre de todos los Emperadores de esta Dinastía, su trabajo era averiguar la clase de educación que habías llevado y tu capacidad para elaborar juicios y opiniones sobre cuestiones simples. Tras discutirlo con el Emperador recibirás su visita tres veces a la semana para instruirte sobre finanzas y política, y cualquier otro detalle que considere apropiado, pero no temas las clases empezaran hasta que hayas recuperado tu voz.
Denki hizo un ademán de tomar una taza imaginaria con los dedos y beber.
—Esa ha sido idea de Kotaro Shigaraki. Es su forma de sugerir el papel que desea para ti. Ella vendrá a verte seis días a la semana, tres días para instruirte en la etiqueta de la corte y tres días para prepararte en la administración del hogar.
Denki alzó las cejas notando que la masa en su boca había empezado a deshacerse lentamente y la sustancia viscosa y fría iba calentando su garganta irritada. Se sentía bien.
—Nadie espera que manejes personalmente una casa, pajarito, para eso tienes mayordomos, administradores, y tesoreros, pero es importante que sepas la clase de trabajo que hace cada uno. De todos modos las clases solo duraran hasta que inicien los preparativos de la boda.
Denki alzó las manos y la barbilla en el gesto universal de '¿cuándo?'
—Si bien el deseo del Emperador era el de casarte antes de que acabara el verano, tras todo lo acontecido los planes han tenido que posponerse. La fecha tentativa será durante la próxima primavera, cuando la corte vuelva del Palacio de Jade.
¿Por qué?
—Los nobles son animales con el olfato muy fino, pajarito, y tan desconfiados como un conejo que detecta el cambio del viento. Si antes consideraron rarísimo y altamente perturbador que te aparecieras para acompañar a los Shigaraki, ahora encuentran sospechosa la repentina generosidad de la familia.
¿Qué?
—Verás, tras el ataque en la Ciudad, Kotaro Shigaraki declaró una alianza con el Imperio. Ha dicho que proporcionará armas y soldados a cambio de ciertos beneficios mercantiles. También proporcionará dinero en forma de un préstamo con intereses, unos intereses muy abusivos si necesitas saberlo. Nadie ha mencionado una boda, aunque el compromiso sigue existiendo, lo que pasa es que ahora los nobles sospechan y el asunto se ha convertido en un rumor escandaloso.
¿Y?
—¿No lo ves, pajarito? Un Príncipe es un Príncipe. Y ahora que el hijo de los Todoroki ha abierto la puerta, hay jóvenes ambiciosos tanteando el terreno para desposarte. Muchas de estas familias piensan a largo plazo. Habrá algunos que quieran casarse en tu casa para después promover a un hermano o a un sobrino, o incluso a uno de sus bastardos, como tu heredero. Algunos querrán los títulos y beneficios que supone casarse en la realeza. Algunos estarán esperando fortalecer las alianzas y abrir las posibilidades de ascender en la lista para considerar futuros matrimonios arreglados para esas familias. Te has convertido en una pieza interesante. La lista de los candidatos ha duplicado su número.
No
—Por supuesto que sí. Y es la razón de que tanto tu padre como Shigaraki hayan decidido dejar que las aguas se calmen. Lo importante ahora es mantener un perfil bajo, hacer que todos se olviden de la propuesta matrimonial del Príncipe Todoroki antes de que los Shigaraki formalicen la suya. Sus intenciones son perdonar la deuda del Imperio a cambio de que te cases con su hijo. Una idea mucho más creíble que el intento de tu padre por hacerle creer a todos que te habías encaprichado con su hijo. Tu padre ha tenido que aceptarlo.
¿Furioso?
—Claro que lo está. Ha estado furioso desde que Shigaraki insistió en una boda real que mantenga tu título; ahora está furioso de esperar hasta el siguiente año para casarte, furioso de que el asunto tenga que ser público, furioso ante la perspectiva de dar explicaciones, furioso ante el alboroto que has causado, furioso de tener que oír preguntas por ti. Por eso mando a llamar al maestro, pajarito. Quería encontrar excusas para demostrar que no tenías tiempo para salir a reunirte con gente pues ibas a estar ocupado con tus estudios, pero no. Resulta que el hijo abandonado no es tan idiota como él ha creído. Y como tienes gente preguntando por ti e invitaciones esperando, la cuestión sigue sin resolverse.
Denki suspiró, después se tragó el resto la sustancia pegajosa que tenía en la boca notando el intenso sabor a regaliz en el paladar. Notaba la garganta caliente y picante, pero no le dolía; como tenía sueño no pudo evitar frotarse los ojos mientras apartaba la zita que aún tenía en el regazo. Aún cargaba la extenuación de los últimos días así que se acomodó en la cama para dormir, pero entonces miró a Noche buscando alguna forma de preguntar si habría más exámenes.
—¿Mañana? —dijo con su voz ronca.
—Mañana habrá una sorpresa —respondió el guardia antes de levantarse y apagar la lámpara que había junto a la cama—. Buenas noches, pajarito.
Denki emitió un sonido bajo que sonaba como 'hn', después de eso se durmió, y por cuarto día consecutivo no logró despertarse al amanecer para ver al guardia, en cambio fue Saeko quien entró en su habitación –una vez más– para informarle que volvía a tener visitas.
¡¡Noche dijo que no habría más exámenes!!
¿O no?
Denki se arrastró fuera de la cama detestando las alteraciones en su rutina. Le gustaba recibir visitas pero el súbito cambio en el ritmo de su día, la tensión, la ansiedad, y el estrés eran terribles en su cuerpo dada su condición. Quería descansar, quería un momento para hacer algo que le gustara.
AH
Su visitante era una mujer bajita y regordeta con el pelo de un color gris oscuro. Su maquillaje remarcado le daba a su cara un aspecto llamativo y ligeramente estrafalario, pero tenía una mirada dulce y amable. Denki le ofreció una reverencia cansada.
—Me han informado de la condición de su garganta, Alteza, no se preocupe, no tendremos que charlar. Solo necesita asentir si entiende mis indicaciones o sacudir la cabeza si no e intentaré repetir la instrucción. ¿Está claro?
Denki asintió. La maestra se arrodillo en la mesa que tenían más cerca y de algún lado extrajo un zita impresionante, ligeramente más grande que el de Denki y con un paisaje lleno de bambús.
—¿Empezamos, Alteza?
A Denki se le olvidó de un plumazo su hartazgo y cansancio. Por fin algo que realmente quería.
[...]
NA/
Y por fin tenemos más o menos una idea de lo que Denki quiere, no solo es comodidad, es tener amigos y familia. Además siendo un Príncipe puede tener poder e influencias si sabe jugar sus cartas. Veremos como le va con eso.
Entonces, nos vemos en dos semanas!!!( O antes en el discord )
Saludos
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