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5.4. Jaula


Título Alternativo: Una nueva jaula.

[...]

Denki esperaba el amanecer sentado en el diván junto a la ventana mientras Hono dormía cerca de sus pies tras haberse aburrido de mordisquear la borla con la que había estado jugando. Siendo que tomaba siestas por la tarde su horario de sueño se había visto completamente alterado así que no le resultaba extraño permanecer despierto para ver el cambio de colores en el cielo; era el único momento en el día en que no tenía que pensar, ('¿qué hacer?, ¿qué no hacer?'), lo cual resultaba todo un alivio pues resultaba extenuante dar vueltas sobre el mismo tema.

["¿Qué clase de libertad buscas?"]

Se obligó a no pensar en ello porque seguía sin tener una respuesta. En cambio, observó con muchísima atención la lenta transformación del cielo de un negro intenso a un azul oscuro, y de ahí al morado. Y mientras tanto pensaba en todo lo que había sucedido desde que la fiebre lo doblegara.

No tenía muchos recuerdos de su convalecencia, nada más que dolor y miseria. Creía haber soñado con su madre, con las luces del coche que lo habían matado, y con una voz desconocida que hacía preguntas en voz baja aunque era difícil de precisar. También recordaba a Katsuki, pero más como un sueño difuso que como un recuerdo especifico; así pues, el último recuerdo detallado que tenía en su mente era la noche en que su padre había entrado en su habitación a gritarle.

No un momento que quisiera recordar, pero era imposible no hacerlo.

Aunque era consciente de que no compartía lazos sanguíneos con el Emperador, la ira y el desprecio que este había escupido ese día resultaban difíciles de olvidar especialmente al considerar que su vida estaba atada a esa voluntad y su libertad le pertenecía enteramente. Las revelaciones de Noche sobre el conocimiento que el Emperador tenía sobre la droga en su té añadían una pizca de desesperación a toda la situación, no se trataba de que el Emperador confiara ciegamente en su guardia, sino que era él quien había dado la orden. Y con esa revelación en mano Denki había empezado a analizar cada encuentro que había tenido con su padre y con el guardia Noche.

["Si el Emperador te ordena esperar en esta habitación, tu obligación es esperar en esta habitación, ¿verdad?"]

Desde el principio Noche le había dejado en claro que lo único que podía hacer era obedecer al Emperador.

["—¿Por qué respondes mis preguntas con más preguntas?... —¿Y por qué no dejas tú de hacer preguntas?"]

Y en lugar de mostrar su actitud protocolaria Noche había pasado su primer interacción interrogándolo.

["Tienes su cara, pero no sus ojos. Tu nana afirmó que eran azules, el mismo azul que el Emperador. Y yo habría jurado que así era, pero obviamente me equivoque... Al Emperador no va a gustarle."]

Y vaya que no le había gustado. Apenas había visto su cara el Emperador se había puesto frenético. En cada una de sus interacciones su padre se había mostrado indiferente y apático, pero Denki recordaba cómo la cara de su padre se había transformado en una mueca de ira al verlo a la cara.

Realmente me detesta.

Algo que no dejaba de sacudir su atención era el hecho de que el guardia creía que revelar su sospecha del veneno en su té habría sido suficiente para poner al Emperador en una situación delicada, pero Denki se acordaba lo que había pasado en la novela.

El Fantasma de la novela había alzado la alarma por el envenenamiento del Príncipe y la respuesta del Emperador había sido ejecutarlo pese a las protestas de Eraser. Habían acusado injustamente a Fantasma para ocultar el hecho de que había sido el Médico Imperial Yakumo el responsable de haber pasado años drogando al hijo del Emperador. Eso también explicaba porque habían exiliado a Izuku. Izuku había intentado colarse en las dependencias del médico en su búsqueda de la verdad y la trampa había sido puesta para arrancarle su credibilidad, apartarlo de la investigación y asegurar la guerra. Una guerra que parecía estar destinada a suceder por mucho que Denki intentara evitarla.

Eso demostraba que había sido una decisión acertada el no hablar del veneno –la droga– con su tío o Neito, cualquiera de ellos habría ido inmediatamente con el Emperador y éste no habría perdido tiempo buscando a un responsable inocente. También explicaba porque en la novela Eraser moría tras informarle a Izuku de que había un traidor en la corte. Era probable que, sospechando de Noche, el líder del Clan cometiera el error de advertirle al Emperador solo para ser asesinado por ello.

["¿Quién soy yo para desafiar al corazón del Imperio?"]

Noche había sido inteligente y muy cuidadoso, si el Emperador era tan implacable como parecía ser cualquier atisbo de insurrección o duda lo habría condenado a una muerte inmediata. Viéndolo así era sorprendente imaginar que el guardia hubiera encontrado una oportunidad para cumplir su deseo.

["Voy a destruir el Imperio"]

¿Era posible?

Estaba meditando las posibilidades cuando la puerta más alejada del cuarto se abrió y Noche entró sin anunciar su presencia. Denki permaneció inmóvil, oculto entre las últimas sombras que cubrían la habitación, mientras veía al guardia detenerse al ver la cama vacía antes de escanear el cuarto hasta encontrarlo; entonces avanzó hacia él aunque se detuvo a mitad del camino y clavó sus ojos en Denki con la misma intensidad de siempre. La respuesta de Denki fue colocar los brazos sobre el respaldo del Diván y apoyar la cabeza sobre ellos para devolverle la mirada.

Nadie dijo nada.

A Denki le asombró que la presencia del guardia no sacudiera el miedo que le había tenido, ¿cuánto había cambiado desde esa noche de desgaste emocional tras el estallido de su padre?

—No soy un hombre que ruegue, pajarito —dijo Noche de pronto quebrando el silencio entre ellos—, y tú no eres la clase de persona que se quede en cama sin hacer nada, ¿me he equivocado?

Quiso decirle que sí pero solo para llevarle la contraria ahora que sabía que podía hacerlo sin el miedo de creer que le cortaría el cuello, pero también supo que eso habría sido tan solo un desquite infantil que no reportaría beneficio alguno porque con toda probabilidad Noche terminaría yéndose. Casi podía verlo cerrar tras de sí, podía oír el silencio que vendría después, y como no quería eso permaneció en la misma posición vagamente consciente que mientras lo hacía el cielo se convertía en una mezcolanza de tonos cálidos en el que empezaba a divisarse el gris y el morado en espirales cambiantes.

—¿Aún sigues esperando una señal, pajarito?

—Tal vez —respondió con sinceridad. Una señal o un indicio de hacia dónde debía avanzar o lo que debía hacer, pero no había nada. Lo único que tenía en ese momento eran verdades imposibles de ignorar que pugnaban por salir a la superficie, verdades que había descubierto la última noche antes de que la fiebre se abatiera sobre él sin piedad y que se sacudían sin cesar—. O tal vez —añadió tras una pausa—, tal vez no vea sentido en salir de esa cama, después de todo estoy seguro de que sigo castigado y de que mi padre preferiría verme muerto. ¿A qué clase de libertad puedo aspirar ahora?

Al final ese era la raíz del problema. ¿Cómo saber qué libertad era mejor cuando sobre su cuello pesaba una condena que seguía sin entender?

—Tu padre te ha querido muerto toda tu vida, pajarito, y nunca ha sido sutil al respecto, ¿qué diferencia hay ahora que lo sabes?

—No es algo que pueda ignorar.

—Pero siendo que has pasado toda tu vida encerrado —Denki parpadeó—, ¿por qué importa ahora?

—Porque antes tenía mi casa, podía ir al jardín, estudiar y leer. Antes tenía más que solo una cama.

Durante un momento Noche pareció sorprendido, un momento después sonrió como si la solución de todo fuera absurda. Le hizo una seña con la mano y se giró para dirigirse hacia las puertas dobles, las cuales procedió a abrir en un gesto esplendoroso. Al verlo Denki saltó del diván dejando Hono dormido para correr hacia las puertas abiertas, y para sorpresa suya lo que había al otro lado no era un pasillo como había creído sino otra habitación larga con una hilera de ventanas altísimas y una decoración más impresionante que su alcoba.

Descubrió entonces que a diferencia de su habitación anterior sus nueva recamara estaba conectada a otra sala alargada que bien podría tener el tamaño de un pequeño apartamento. En un extremo incluía una pequeña sección perfecta para sentarse a escribir, con una pequeña biblioteca y una mesita de trabajo, al otro extremo de la sala había una sección con divanes y una mesita alta que parecía servir como una sala para recibir invitados, en otro de los rincones había un buró sobre el que reposaba un pequeño instrumento musical, y en el centro de todo había una mesa cuadrada con una preciosa figurilla de cristal apuntando al cielo, cada sección se encontraba delimitada a la perfección por los muebles, las mamparas y las luces, pero la sección que llamó poderosamente su atención fue el atisbo de un pequeño balcón tras las ventanas. Era un lugar asombroso y extremadamente lujoso, y a Denki le sorprendió no haberse animado a espiar tras la puerta de hoja doble. Había estado demasiado deprimido para hacerlo.

Denki siguió a Noche sin dejar de observar los alrededores, entonces cruzaron la larga habitación hasta llegar al otro extremo donde el guardia abrió otra puerta de hoja doble revelando una pequeña y pulcra estancia en el que había una escalera a mano izquierda, y otra puerta igual a las anteriores que los condujo a un baño privado en cuyo centro se exhibía una bañera alargada que en ese momento estaba vacía. Sin embargo, lo que llamó su atención fue el cuadro que colgaba en la pared de esa pequeña estancia. Una pintura inmensa que exhibía a una mujer vestida con una túnica vaporosa en colores amarillos y rojos, sentada sobre un diván con las manos en el regazo. Llevaba el maravilloso pelo plateado en un complicado peinado alto con un adorno alto de joyas, y unos aretes a juego visibles en sus orejas descubiertas; pero lo más impresionante de la mujer –más que la ropa y las joyas– era su cara. Poseía una cara hermosísima, más pequeña que la de Denki y muchísimo más femenina, el retrato la mostraba con una expresión dura y ligeramente vacía.

No parecía feliz.

—Es el pabellón de la Emperatriz —dijo Noche deteniéndose junto a él para contemplar la pintura frente a ellos—. A diferencia de tus hermanos no tienes habitaciones propias en el tercer piso que es donde están las dependencias principales de tu padre, de tu tío, y el salón familiar. Cuando naciste tu padre te instaló en el primer piso, en el pabellón de los invitados, lo más lejos que podías estar para no llamar la atención. Después te enviamos fuera, y al volver te instaló en una habitación de invitados pues su intención había sido presentarte ante los Shigaraki y devolverte a tu casa hasta el día de tu boda.

—Pero ahora me ha quitado mi casa.

—Por supuesto, se ha enfadado porque te considera culpable de que el Príncipe Todoroki te pidiera en matrimonio. El Emperador quería celebrar tu boda este verano, entre más pronto mejor, una ceremonia privada que no llamara la atención pero la atención del Príncipe Todoroki, la atención que has levantado entre los nobles, tu fiebre, y el regreso del Príncipe Heredero ha causado que la discreción salga por la ventana.

—¿Mirio está aquí? —preguntó con sorpresa girándose hacia el guardia y el tono hizo que Noche lo mirara.

—¿Esperabas que te visitara, pajarito?

El tono del guardia parecía implicar que eso habría sido una rareza y Denki se acordó que la única razón de que Neito lo visitara tras el festival fue su interés por conseguir ganarse el favor de Eraser. Fuera de eso nadie más lo había visitado en su casa ni en el palacio.

Espera.

—Había una concubina que solía visitarme.

—Oh, sí, la segunda favorita. Parecía creer que si se ganaba tu favor conseguiría ganarse el corazón del Emperador, eso hasta que le tocó escuchar a tu padre quejarse de ti. Ahora dudo siquiera que te dirija la palabra.

No es una pérdida terrible.

—Así que... mi padre me ha metido en otro cajón para no verme. ¿Por qué no dejarme en mi habitación anterior?

—Difícil hacerlo tras los destrozos, además había que mantenerte bajo estricta vigilancia durante la fiebre.

—Pero después no.

—No, pero tu padre quiere evitar que sus otros hijos se pregunten por qué, si vives en el palacio, no tienes habitaciones en el mismo piso que ellos. Así evita tenerte a la vista, pero garantiza que tu familia no dude del afecto que debe tenerte.

—¿Todo eso te lo dice mi padre?

Noche se rio.

—El Emperador no discute cuestiones personales conmigo, pajarito, tienes que aprender a leer lo que se esconde detrás de sus órdenes.

Denki asintió. Era extraño darse cuenta del poder que su padre tenía para mantenerlo aislado de todos, y era triste que nadie lo pusiera en duda.

—Entonces esto —e hizo una seña que abarcaba toda la zona—, es ahora mi casa.

—Temporalmente, hasta la boda.

—Aún me falta un jardín.

Noche señaló la escalera. Curioso, Denki se acercó a ella y tras un momento de indecisión comenzó a bajar, indiferente al hecho de que solo llevaba puesta una bata blanca como única capa de ropa. Al final de la escalera había otra pequeña estancia con una sola puerta doble que al abrirse reveló un camino empedrado con un jardín grande que parecía descuidado.

Denki descendió a la pequeña plataforma que separaba el interior del palacio con el jardín, a un costado había un mueblecito con lo que parecía espacio para los zapatos y la alfombra daba a entender que era ahí donde uno se cambiaba los zapatos, pero considerado su situación Denki decidió que quería salir al jardín sin importarle que estuviera descalzo.

El cielo se había convertido en un manto de grises y azules, y como al sol todavía le faltaba horas para calentar el mundo, la brisa que golpeó a Denki fue fría. Se abrazó a si mismo notando que la seda se pegaba contra su cuerpo, pero más que molestarlo la sensación le fascinó así que cerró los ojos y aspiró con ansia el aire frío que trajo consigo el sutil aroma a pasto. Había extrañado la frescura del exterior.

Oyó a Noche detenerse junto a él.

—Era el jardín privado de tu madre, el Emperador ordenó cerrar todos los accesos, hay una puerta al otro lado por la que pueden acceder los sirvientes para el mantenimiento, pero solo entran aquellos que cuentan con permiso así que puedes venir aquí cada vez que quieras.

Denki estudió el jardín y a lo lejos divisó una estructura de madera vencida que le recordó a una pajarera, entonces pensó en los pájaros de su madre e inevitablemente en su primer encuentro con Noche.

["Cuando tu madre murió, el Emperador mandó a guardar todas sus cosas. Todo lo que le recordaba a ella lo apartó de su vista. Incluidos los pájaros."

"¿La quería tanto?"

Tampoco hubo respuesta entonces.]

—¿La quería? —preguntó casi sin darse cuenta. Y una vez más Noche no le contestó—, ¿no lo sabes?

—Sé lo que las concubinas murmuran cuando creen que nadie más las oye, sé lo que la gente piensa del amor que tu padre le tenía, sé lo que los nobles susurran sobre el control que ella tenía sobre él, sé lo que tus hermanos creen saber. Rumores y teorías, simplemente eso. Sin embargo, hay hechos innegables. El Emperador construyó un bebedero para mostrarle su afecto y después lo llenó con sus pájaros favoritos, sé que organizó una boda esplendorosa para ella, y sé que organizó el pabellón para que ella tuviera privacidad. También sé... —hizo una pausa y Denki lo miró

—¿Qué?

—Sé que ella anhelaba morir para escapar de él.

—¿Cómo lo sabes?

—¿Ya no lo recuerdas?

[Estuve ahí cuando exhalaste tu primer respiro. Estuve ahí cuando tu padre me ordenó llevarte al pozo y tirarte en él]

Denki se giró para mirarlo de frente.

—Me he pasado los últimos días pensando en todo lo que me has dicho. Todo. Y creo que ahora entiendo lo que dijiste ese día. El primero. Dijiste, ¿no entiendes que la jaula los mantiene vivos? Hablabas de mí, ¿verdad? Esta es mi jaula y no puedo salir. Si me voy la fiebre me matará, ¿era así?

Noche se limitó a mirarlo sin decir nada y Denki sacudió la cabeza.

—Pero también recuerdo lo que me dijiste la noche en que mi padre me dio un puñetazo. Dijiste que me casaría y que no iría a ningún lado, así pues, nunca abandonare la jaula.

—Esa fue la condición que tu padre puso para aceptar la ayuda de los Shigaraki.

Denki pensó en el Sistema. [...involucra a la familia Shigaraki y sus ambiciones en la corte]

—Pero los Shigaraki tiene otros plantes.

—¿Qué te hace creer eso?

Denki no dijo nada y se limitó a mirarlo; tras un momento la apacibilidad de Noche se quebró, apoyó una mano en su cintura y la otra en su frente. La irritación se dibujaba en su rostro con claridad.

—Los Shigaraki son aliados peligrosos y por desgracia tu padre no sabe cómo lidiar con ellos. Les ha quitado la correa sin medir las consecuencias, sin mencionar que les ha prometido demasiado.

—¿Cómo qué? —Noche apartó la mano de su cara para mirarlo—. ¿Cómo qué? —insistió él y al ver que Noche no dejaba de mirarlo Denki lo entendió, después de todo el Sistema le había prometido libertad cualquier que fuera caso—. Soy yo, ¿cierto? La idea era casarme y devolverme a mi casa, pero ahora no. Ahora los Shigaraki me quieren. Y mi padre les ha dicho que sí.

Noche permaneció en silencio.

—Bien, no importa, si significa que podré salir de aquí me iré. Mi suegro al menos tiene un poco de sentido común.

—No, pajarito, no lo entiendes.

—¿Entender qué?

—No puedes irte.

—Si mi padre ha aceptado intercambiarme como un objeto no veo cómo puedes impedirlo.

—Sigues sin entenderlo, tu padre nunca te dejará ir. Nunca fue su intención renunciar a ti, tan solo eras el cebo, y él fue bastante claro al decir que no iba a soltarte.

—Pero ahora lo ha hecho para conseguir lo que quiere.

—Lo que ha hecho ha sido condenarte a muerte.

Denki sintió que el corazón le subía a la garganta. Porque si me voy la fiebre me matará. Se obligó a respirar mientras presionaba los dedos contra sus brazos. No podré ir a ningún lado mientras no sepa cómo tratar esa droga.

—No temas, pajarito, no es mi intención dejarte en manos de los Shigaraki.

Al alzar los ojos descubrió que Noche había cubierto la distancia que los separaba y lo miraba con una sonrisa calmada.

—Nunca podría dejar que tomaran lo que me pertenece.

—No soy tuyo —respondió Denki de forma automática—. No soy de nadie.

—¿No? —preguntó Noche en voz baja mientras el viento volvía a soplar haciendo que el pelo de Denki se alborotara— ¿No quieres pertenecer a una sola persona y ofrecerle todo a cambio de lo mismo? —y mientras lo decía deslizaba los dedos sobre las hebras rubias que le enmarcaban la cara. Denki sintió cosquillas al notar los dedos rozar la curvatura de su oreja pero no hizo ademán de apartarse.

—¿Eso es lo que ofreces?

—Solo a quienes lo merecen.

Los ojos de Denki cayeron sobre la boca de Noche y no pudo evitar pensar en el beso, en ese breve momento en el que no tenía que pensar y solo sentir. En la dulce certeza de que por un momento no estaba solo.

[Este es Su juego y él quiere que lo juegues]

—Tú solo quieres exhibirme —replico en voz baja sin moverse, tan quieto como el ave que Noche decía que era.

—¿Por qué está mal querer que el mundo te contemple y te desee? ¿Por qué no sentir placer ante la idea de verte agitar las alas para deslumbrarlos a todos? —el sonido reverbero en la piel de Denki dada la cercanía del guardia, y le resultaba imposible ignorar el rugido de sangre en sus oídos—. El crimen aquí es meterte en una caja, ¿uhm?

Cerró los ojos al notar el soplo de aliento tibio contra su sien mientras el toque fantasmal de esos dedos contra su oreja y cuello lo hacía estremecer. Aspiró con lentitud y de alguna forma pudo sentir el aroma a jabón del guardia en la punta de la lengua.

—No hay nada de malo en enorgullecerse de aquello que se quiere, pajarito.

—Tú no me quieres, no puedes quererme.

—¿No? ¿Uhm? ¿Estás seguro de eso?

—Sí —fue un suspiro más que una respuesta, un suspiro larguísimo que lo dejo sin aire.

—mmm —el ronroneó reverberó contra su mejilla y Denki notó la anticipación creciendo dentro de él—. Un beso no es suficiente entonces, ¿dos lo serán? ¿tres?

—No lo hagas —dijo Denki aferrándose los brazos con desesperación aún sin abrir los ojos. De haber tenido las manos libres las habría sentido temblar, de la misma forma que parecía temblarle el corazón.

—¿Por qué? Me besaste de vuelta.

—Yo... —dejo la palabra en el aire sin saber que decir, pero no hubo necesidad porque Noche parecía adivinar lo que se había quedado en el aire. Siempre parecía saber.

—No está mal querer cariño cuando te sientes solo, pajarito.

Notó la caricia fantasmal de un aliento tibia contra el borde de su boca y supo que Noche iba a besarlo y que él iba a dejarlo. Supo que no iba a importarle.

—Dime, pajarito, —el ronroneo sedoso contra sus labios—, ¿qué es lo que quieres?

Las uñas de Denki se enterraron en su piel mientras su corazón se retorcía dentro de él. Era una pregunta imposible así que sin pensar soltó lo primero que se le vino a la cabeza. 

—Un baño.

Abrió los ojos de golpe al oír su respuesta y fue testigo de la expresión sorprendida en el rostro de Noche, una expresión tan inusual que resultaba curiosa. Un latido después Noche se echó a reír con deleite apartándose de él en su ataque incontrolable. Denki no pudo evitar sonreír aunque seguía notando el pulso de su corazón acelerado contra la garganta.

Y en un momento de iluminación empezó a darse cuenta lo mucho que anhelaba que alguien lo quisiera.

[...]

N/A

Se nos acaba el mes, diablos, pero aprovechó para contarles que después de un comentario en Twitter decidí hacer un discord para Hanami. Un lugar para poner en orden el material extra, y los lectores puedan compartir imagenes que les recuerden a la historia además de convivir con otros lectores. Independientemente de si se unen o no nos veremos por aquí. Gracias por sus comentarios que me alegran la semana, nos veremos en la que sigue. 

Si necesitas el link de discord mandame un mensaje.

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