5.25. Necedad
Título Alternativo: Hay caminos imposibles que te llevaran a caminar en soledad.
[...]
La advertencia del Sistema sobre las leyes de permanencia quedó ahogada por el repentino rugido de sangre en sus oídos. Durante un momento todo lo que Denki hizo fue permanecer en la misma posición confiando que la tenue luz de las lámparas creara suficientes sombras para confundir al entrenado ojo de Noche ocultando así su desconcierto y pánico; cuando fue claro que el guardia seguía esperando una respuesta Denki se armó de valor para extender la mano y pedir el cepillo.
Noche le extendió el artículo en silencio y él empezó a desenredarse las puntas del pelo con una mano mientras la otra permanecía inmóvil en su regazo.
—¿No tenemos respuesta?
—No entiendo tu pregunta —respondió Denki con calma pese al desenfrenado latido de su corazón—. ¿Quién soy? El Tercer Príncipe. El tercer hijo del Emperador de Taiyou. ¿Quién más?
Hay una pausa en la que Noche inclina la cabeza como si tratara de descifrar un enigma y Denki hace un esfuerzo sobrehumano por mantener su mirada pese a que solo tiene ganas de correr y esconderse.
—No tienes los ojos de tu padre.
—Por lo que sé me parezco a mi madre.
—Ella tampoco tenía los ojos del sol.
—¿Y mis abuelos? ¿Mis tatarabuelos? ¿Conoces a todos mis antepasados?
—No es necesario, no eres como debías ser.
—Siempre dices eso, pero qué puede saberse de un niño enfermo que no veía a nadie.
—Lo sé todo, pajarito.
—¿Solo porque me viste nacer?
—Te vi nacer, sí, pero a los seis años es difícil mantener un recuerdo de alguien que no está ahí. Tenía cosas y obligaciones más inmediatas así que no volví a pensar en ti durante años, para entonces eras responsabilidad del difunto Yakumo y no negaré que sentí curiosidad por ese hijo a quien su padre despreciaba y que parecía despertar las simpatías de su médico. Creo que en ese tiempo me repetí la pregunta que me hice cuando te vi nacer. ¿Por qué él?
Denki respira en bocanadas controladas, pasando el cepillo sobre su pelo sin fuerza alguna.
—En ese momento tampoco fuiste mi prioridad. No. No cuando intentaba encontrar valor para hablar con Eraser. ¿Pensé en ti cuando él me decepcionó? No. No mientras lidiaba con tu padre y sus desplantes y su absoluta falta de decoro. Entonces murió tu nana y tu padre se puso frenético, así que te envíe fuera sin conocerte tan solo por el deleite de quitarle algo a esos dos hombres pretenciosos. Me habría olvidado de ti entonces, hasta que Ina me dijo lo que hacías.
—¿La pusiste ahí para vigilarme?
—Para no tenerla en el palacio en realidad, no quería que tu padre decidiera utilizarla para hacer lo que yo no había querido hacer.
—Y fui cruel con ella, ¿es eso?
—Sí, el Tercer Príncipe demostró ser digno hijo del Emperador.
—Entonces decidiste usarme... porque era bonito y porque hacía enfurecer a mi padre, ¿uhm? Es todo lo que sabes de mí. Eso y que estaba enfermo.
—Cuando decidí que te usaría le ordené a Ina que me contará todo lo que sabía de ti porque solo así estaría preparado para manejarte.
Denki ha dejado de cepillarse el pelo y solo mira a un punto en el suelo. Siente que no respira.
—Pase muchísimo tiempo aprendiendo sobre mi cebo, pajarito, sobre esa ave orgullosa y veleidosa a la que su padre despreciaba. Estaba preparado para todo..., pero no para ti.
Una ondulación en su periferia lo hace reaccionar y de pronto ve a Noche arrodillado frente a él a fin de poder mirarlo directamente a los ojos.
—Tú no eres esa avecilla, ¿verdad? Tendrás su cara, su belleza, pero él... él no te llega ni a los talones. Y ha sido asombroso debo aceptarlo, asombroso e incluso desconcertante ver cómo te las ingenias para romper cada certeza que tengo sobre ti y demostrar que vales muchísimo más que él; así que no, pajarito, no me digas que eres el hijo de tu padre porque ambos sabemos que no puede ser así. El hijo del Emperado no habría sonreído en el dolor.
Durante largo rato nadie dijo nada, Denki permaneció quieto con el cepillo en mano sin dejar de pensar en el Sistema y sus condiciones hasta que tomó una decisión. Suspiró, retomó el cepillado y le sonrió con el mismo gesto que solía usar cuando quería disculparse.
—Todos podemos cambiar, es parte de nuestra naturaleza y en ocasiones una de nuestras mejores virtudes. Y tienes razón, yo mismo he cambiado a como era antes de lo que soy ahora. Hay muchas cosas que hubiera hecho diferente y tal vez de haberlas hecho no estaría en la situación en la que estoy. Eso me queda claro. Es natural arrepentirse de las cosas que hicimos y de las cosas que no hicimos, de lo que fuimos y de cómo actuamos en determinadas circunstancias, pero no tiene sentido vivir con arrepentimiento; o lo usas para ser una persona diferente o repites el mismo error una y otra vez en un círculo interminable. Yo... yo aprendí que no debo apartar a la gente, que debo disfrutar cada momento como si fuera el último, que cada decisión acarrea una consecuencia y que no debo confiar en que habrá un mañana para empezar a hacer lo que quiero hacer. Y lo que quiero hacer ahora es salir de aquí, sentarme en el jardín, y pensar en qué voy a exigirle a mi padre cuando menos lo espere —y al decirlo extendió el cepillo hacia Noche que lo sujetó sin dejar de mirarlo—. ¿Qué harás tú?
Esperó un momento después soltó el cepillo, apartó a Hono de su cuello para colocarlo sobre la ropa de cama y se levantó para ir directamente hacia la jofaina de agua fría que había quedado del día anterior cojeando con lentitud. Tenía toda la intención de alistarse para su día porque sabía que si se metía en la cama no saldría de ahí y la amenaza del Emperador de retenerlo todo un mes era suficiente para incentivarlo a seguir. Con muchísimo cuidado se inclinó sobre la jofaina y se lavó la cara usando una sola mano; fue así como notó la sangre seca que tenía en el borde del pelo y la zona sensible en torno a su pómulo izquierdo, la parte que había chocado con el suelo al caer.
Ignoró el dolor, el frío y la incomodidad y siguió lavándose con cuidado; por desgracia, el agua fría afinó sus sentidos azuzando el dolor y la idea de meterse en la cama a dormir destello una vez más como una salida fácil.
No voy a darle la satisfacción, se dijo pensando en la expresión vengativa del Emperador. El recuerdo avivó su ira y eso lo hizo seguir, metió la mano mojada entre el pelo para terminar de acomodarlo y después contempló con pena el espejo alto notando por fin el feo desgarrón que tenía en la parte baja de su túnica, en la manga de su brazo izquierdo y el revoltijo de tela que antes había sido un cinturón perfectamente acomodado. Tenía el aspecto de alguien que se ha arrastrado por el suelo.
Quítalo.
—Llamaré al médico.
—No —respondió Denki con más fuerza de la necesaria incapaz de controlarse—, solo quiero cambiarme.
—Entonces ordenaré un baño.
—¡No! —la idea de desvestirse por completo en ese momento era más de lo que podía soportar, sentía que su cuerpo era un moratón que latía—. Solo dame una túnica limpia.
Hubo una pausa y Denki mantuvo la vista en el espejo, memorizando sus ojos vidriosos, su cara ligeramente hinchada y su aspecto demacrado. Cuando Noche se acercó con una túnica limpia Denki dejo que lo ayudara a quitarse la que estaba rota quedándose solamente con la capa interior, gracias a las mangas amplias no tuvo problemas en sacar el brazo para meterlo en la nueva túnica ni en ajustar la prenda contra su cuerpo. Mantuvo ambos brazos apartados para que lo ayudaran con el cinturón.
—Tomar decisiones alentadas por la ira nunca resultan provechosas, pajarito.
["Los ojos brillantes de ira destellando como dos luces negras en ese rostro redondo"]
—Lo sé.
—Necesitas descansar.
["Esta es la tumba de su madre"]
—Quiero salir —respondió Denki con necedad alisando arrugas inexistentes, después apretó el brazo contra el cuerpo y respiró lentamente. Se miró en el espejo una vez más y memorizó ese rostro cuyos ojos destellaban como monedas de oro en su rostro pálido—. Ahora vete, casi amanece y tienes cosas que hacer. Y un consejo, cuando hables con el Emperador no vuelvas a mencionarme. Al parecer no le ha gustado la sugerencia del maestro y creo que por eso se ha asegurado de que no estuvieras cerca mientras él venía a visitarme —se giró hacia el guardia para mirarlo—. ¿A dónde te envió?
Hubo una pausa en la que los ojos de Noche destellaron con algo que solo podía ser comprensión. Su respuesta fue un susurro sedoso que no dejaba traslucir emoción alguna.
—Hace unos días el Emperador recibió la noticia de que Lord Toyomitsu había adquirido una villa en las afueras de la ciudad y todo parece indicar que la familia tiene intenciones de pasar el invierno en ella, toda una novedad considerando que la familia de la difunta Emperatriz no suelen abandonar la Ciudad de Alerath para nada.
—¿A qué se debe el cambio?
—Es su respuesta después de recibir la nota que enviaste disculpándote por no poder visitarlos en invierno. En todo caso al ser familiares de la casa imperial, el Emperador me envió a mí y a un grupo de guardias a estudiar la propiedad y sus alrededores.
—Una tarea inusual.
—No necesariamente, existe cierto recelo entre el Emperador y la familia de la Emperatriz. Ellos nunca le perdonaron que se negara a enterrarla en la Ciudad de Alerath y el Emperador detesta la autoridad que los gemelos tienen sobre los príncipes. La idea de que estén aquí mientras él se marcha lo ha puesto de mal humor.
Denki sacudió la cabeza en un gesto de frustración, y provocó que su pelo suelto se deslizara por su cara; al apartarlo vio que Noche tenía la mano extendida con un broche en ella. Su respuesta fue darle la espalda para que se lo pusiera.
—No puedes negociar con la bestia, pajarito; tampoco exijas justicia de aquellos que la han protegido ni esperes que alguno de ellos te ayude a destronarla.
Apenas le pusieron el broche Denki se giró para mirar a Noche.
—Eso sería traición, ¿no? Conspirar para quitarle el trono al Emperador. Si mi padre sospecha-
—Te ejecutaría de inmediato junto a todos los que hubieran oído de tus planes.
Denki inclinó la cabeza.
—¿No tienes miedo de que él averigüe lo que quieres hacer?
—El camino que he elegido se dirige hacia el abismo, pajarito, y cuando lleguemos ahí solo habrá dos opciones: Conseguiré lo que quiero o terminaré muerto, ambas son alternativas preferibles a lo que tengo ahora.
En el exterior el cielo empezó a convertirse en un manto esponjoso de color negro ahumado anunciado la llegada del amanecer, mientras en el interior Denki cuadró los hombros, enderezó la postura y tomó una decisión.
—Creo entenderte ahora —murmuró al final—, más allá de todo lo que me has dicho creo saber lo que realmente buscas, y lo entiendo. No significa que apruebe tus métodos, pero lo entiendo. Aun así, lo intentaré a mi modo, no porque sea mejor o porque haya garantía de éxito, sino porque de esa forma sé que podré evitar los arrepentimientos y las dudas.
Noche extendió la mano y le acarició la barbilla, apenas un roce ligero que desapareció tan pronto como empezó.
—¿Quién eres?
—El Tercer Príncipe —respondió Denki con firmeza ofreciéndole una sonrisa sincera pese a que el dolor empezaba a resultar intolerable—, pero tú puedes llamarme Denki. Ahora vete, no te preocupes por mí.
Le palmeó el brazo en un gesto de despedida y se dio la vuelta ignorando el llamado del guardia.
Tengo que salir de aquí.
—Que tengas un buen día —añadió antes de alejarse cojeando—. Hono, vámonos.
Y la respuesta del kaji fue saltar de la cama donde se había quedado para correr detrás de él hasta treparse a las faldas de su túnica y de ahí hasta su hombro donde se balanceo precariamente antes de recuperar el equilibrio.
Denki se alejó del cuarto sin mirar atrás, abandonó el salón principal y salió al pasillo avanzando con pasos pequeños para que su cojera no fuera tan pronunciada.
Los guardias sombra que custodiaban la escalera estaban en su lugar como siempre, pero en lugar del saludo protocolario ambos se acercaron a él apenas repararon en su andar desigual.
—Estoy bien —respondió apenas los escuchó preguntar—. Vuelvan a su puesto.
Los ignoró –sus preguntas y sus ofrecimientos de ayuda– mientras aferraba el barandal con la mano derecha para ir bajando las escaleras un pasito a la vez, deteniéndose a cada rato para respirar y limpiar con su manga el sudor que sentía acumularse en su frente. El dolor parecía haber despertado por fin y se acuciaba cada vez que se movía, era especialmente insoportable en la espalda y el hombro, pero Denki lo mantuvo a raya a base de ira y resolución. También con un poquito de miedo porque no planeaba permitir que lo encerraran de nuevo.
Al fondo de las escaleras se permitió descansar, apoyándose contra el barandal para mantener la vertical. Miró en dirección de la entrada y por primera vez la distancia lo dejo sin aliento.
["Te quedaras ahí durante un mes sin visita alguna porque el derecho de salir es un privilegio que no mereces"]
Vamos, Denki, apretó los dientes y siguió. Vamos.
Había algo casi frenético en su deseo de salir y Denki tardo un momento en comprender que en realidad lo que buscaba era alejarse de esa habitación y de lo que sucediera ahí. De lo que representaba. De la misma forma que había exigido cambiarse la ropa aunque le resultaba insoportable la idea de desnudarse. Lo que solo podía significar que su mente había dejado por fin la turbia neblina del dolor para balancearse al borde de la histeria.
No pudo evitar pensar en todas las amenazas del Emperador, en su inevitable boda con los Shigaraki, y en todas las implicaciones. No pudo evitar sentirse ligeramente estúpido al recordar lo seguro que había sonado frente a Noche al decir que encontraría una forma de solucionarlo todo.
El desprecio hacia su propia ingenuidad lo puso de mal humor y combinado con la ira que sentía al recordar lo ocurrido esa noche lo hizo sentir aún peor.
Eres un estúpido.
Se repitió ese y otros improperios solo porque así conseguía enfadarse consigo mismo, cosa que le daba fuerzas para seguir avanzando. Rechazó la ayuda que le ofrecieron tanto el guardia del pasillo con el que se cruzó y los guardias que custodiaban la puerta del palacio, solo entonces se percató que uno de los guardias de la escalera lo había seguido a una distancia prudencial pese a que Denki se lo había prohibido. En lugar de sentir alivio notó una extraña y súbita irritación contra todos ellos.
—¡No! —ordenó al oír que los guardias insistían en llamar a un médico—, estoy bien. Vuelvan a sus obligaciones.
Y los dejo sin esperar respuesta avanzando con resolución hacia el exterior, a medio camino se acordó que tenía clase de equitación con Mirio y que debía cancelarla. La idea lo lleno de agonía.
Estaba pensando en como lidiar con eso cuando oyó su nombre, y al alzar el rostro vio que Mirio se acercaba; al verlo, el estómago de Denki se revolvió con fuerza por lo que se vio en la necesidad de apretar los dientes para mantener la compostura.
En cuanto su hermano le puso los ojos encima su postura relajada se desvaneció, un instante después lo tenía enfrente mirándolo con algo que solo podía ser consternación.
—¿Qué ha pasado?
—Nada.
Mirio se crispó al oír el tono acerado y fue tal su sorpresa que durante un momento no supo que decir.
—¿Nada? —repitió en cuanto consiguió reaccionar—. Denki, estás sangrando.
Fue inconsciente el llevarse una mano a la cabeza donde descubrió que volvía a tener un rastro de sangre seca en el borde del pelo. La frotó con ira ignorando a sus espectadores.
—Denki-
—No es nada —lo cortó sin mirarlo.
—Denki-
—¡¿Qué?!
—¿Qué ha pasado?
Miró a su hermano a los ojos y no pudo resistirse.
—Tu padre me empujó por las escaleras.
No hubo reacción, ni siquiera un cambió de expresión.
—Denki, por favor, tan solo dime la verdad.
Hubo algo, una especie de contracción dentro de él que amenazó con bloquear por completo su garganta, como si el dolor en su cuerpo estuviera haciendo eco dentro de él. Se obligó a respirar.
—No pasó nada —repitió en el tono más calmado que pudo reunir—, cometí el error de bajar a prisa y a oscuras. Me caí en las escaleras que bajan al jardín. Eso fue todo.
—Oh, Denki —Mirio hizo ademán de querer tocarlo, pero cuando Denki se encogió en sí mismo apartó las manos—. Vamos, te llevare de vuelta.
—No. No quiero volver a mi cuarto.
—Denki, no puedes salir.
—Puedo y lo haré.
—¡Denki!
—¡He dicho que no!
Su estallido coincidió, por desgracia, con la llegada de Tamaki y Shinsou, que se acercaron de inmediato al oír la conmoción. Denki experimentó el súbito deseo de ser invisible.
—Tamaki ve por el médico.
—A su orden, Alteza.
—No quiero un médico —intervino Denki ignorando la expresión consternada de su propio guardia.
—¿No quieres-?
—He dicho no. No quiero ver a un médico.
—Denki-
—¿Qué es tan difícil de entender? No quiero un medico y no quiero ir a mi cuarto.
Ante su necedad, Mirio perdió la paciencia.
—¿Y a dónde pretendes ir en este estado?
Denki no respondió, no tenía una respuesta a esa pregunta, no había salido con un destino en mente tan solo se había dejado llevar por el ansia de alejarse de ese cuarto miserable.
—Alteza —respondió una tercera voz en el tono suave que se usa cuando se quiere calmar a un animalillo que sufre.
Al ver la expresión confundida e impotente de su guardia, Denki experimentó la misma contracción que antes, solo que en esa ocasión le resultó imposible tragarse el nudo que sentía en la garganta.
—¿No quiere descansar dentro del palacio?
Denki sacudió la cabeza, una negativa firme y clara.
—De acuerdo, ¿qué opina de sentarse en la terraza? Con bocadillos y muchos cojines.
La respuesta de Denki fue un asentimiento corto y decidido, y cuando Shinsou extendió la mano con la palma extendía hacia arriba, Denki apoyó la suya encima para usar el brazo de Shinsou como apoyo a fin de quitarle peso a su tobillo malo. Avanzaron despacito, más despacito de lo que Denki había esperado, con Shinsou dando un paso antes de detenerse para sostener el peso del Príncipe cuando este avanzaba.
Denki se concentró en avanzar, en mirar el suelo, en mover ambas piernas sin pensar en nada más.
[...]
NA/
Sé que están enojados con Mirio, pero que él no reaccionara tan solo significa que esa idea es tan absurda que no entra en sus posibilidades. Desde su punto de vista, lo que ve es a su hermano enfadado, comportandose de forma necia y empeñandose en imposibles. Oír la acusación contra el Emperador es tan solo Denki siendo necio, pero eventualmente le tocará averiguar que esa opción no es tan descabellada como se espera.
Ahora, me gustaría hacer una pequeña nota sobre Noche preguntando sobre la identidad del Príncipe. Creo que es natural que las personas que más cerca estuvieron del Príncipe (sus sirvientes y su guardia) duden sobre todos los cambios que este ha tenido a lo largo de todos esos meses. La diferencia es como lo abordan y eso depende de sus personalidades. Los sirvientes lo ven con alegría, su señor se ha vuelto generoso y simpatico, eso facilita su vida y no hay motivo para buscarle explicación. Su guardia, sin embargo, podría hacerse preguntas. Y es aquí donde vemos de nuevo la diferencia entre Fantasma y Noche.
Fantasma pasó muchos meses preguntandose cuándo el Príncipe volvería a sus viejas costumbres, y cuando entendió que eso no pasaría le juró lealtad de nuevo y lo puso en su pedestal. A sus ojos no tiene sentido hacer preguntas porque "Lo que fuera ya no es". En cambio Noche es una persona que busca los motivos ocultos tras cada palabra que oye y le resulta inevitable querer saber más sobre el cambio de este Príncipe, que se lo pregunte directamente a la cara solo demuestra una vez más su manía por desenmarañar secretos. El de Denki sin embargo se quedará sin respuesta, y tendrá que contentarse con la explicación que él le ha dado.
Además, Denki es ahora el Tercer Príncipe y aferrarse al pasado no le hará nada bien considerando todas las cosas que tiene pendientes. En fin, gracias por su apoyo, ya estoy recuperada de mi gripa y en agradecimiento les traigo los dos capítulos.
Espero verlos pronto y nos leemos. ¡Saludos!
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