5.24. Resolución
Título Alternativo: Sobre el rencor y la venganza.
[...]
Denki guardó silencio, pero no hizo ademán alguno por apartarse. Se quedó ahí mirando a Noche con expresión pensativa y al final decidió que estaba listo para tener esa conversación.
—Lo que tu propones —dijo con voz suave reajustando su posición en los cojines del diván—, no es tan simple como matar a la bestia. Tú pretendes exterminarla junto a toda su descendencia.
—Es la única alternativa.
—Si hubiera otra–
—No la hay.
—Podría haberla —insistió Denki y su tono hizo a Noche rodar los ojos en exasperación—. Al final lo que quieres hacer es quitar a mi padre del poder, ¿no es así? Bien, podemos hacer eso. Puedo hablar con Mirio-
—No funcionará.
—Pese a lo que creas, Mirio y Neito no son como su padre.
—Pero lo aman, y en ese amor hay debilidad; mientras la bestia viva nunca perderá el poder que tiene sobre su descendencia.
Denki inclinó la cabeza y miró a Noche con el entrecejo fruncido.
—Dime la verdad, ¿quieres venganza o buscas justicia?
—Oh, pajarito, nunca tendrás justicia en los dominios de la bestia pues ella gobierna sin misericordia alguna.
—Lo sé, pero esa no fue mi pregunta, ¿verdad?
Noche sonrió; apoyó el antebrazo sobre el respaldo del diván y se inclinó hacia él sin dejar de mirarlo.
—La venganza te vuelve imprudente; y yo no soy imprudente, pajarito. Ahora dime tú, ¿te sientes tentado a exigir retribución? ¿el odio que sientes por tu padre te ha hecho considerar las alternativas?
Denki revivió cada uno de los enfrentamientos que había tenido con su padre, sus estallidos y su violencia y solo atinó a suspirar.
—Suficiente rencor hay en este lugar como para que añada el mío. No quiero..., estoy furioso y he jurado que le exigiré los tres regalos que me debe, pero no... no estoy seguro de que quiera verlo muerto. Solo quiero justicia.
—Es inútil hablar de justicia cuando el sistema no sirve.
—Tienes razón, no habrá justicia si mi padre sigue siendo Emperador, pero si Mirio-
—Tampoco habrá justicia entonces.
—Claro que la habrá.
La risa de Noche fue afilada y burlona.
—¿Qué justicia esperas obtener del Príncipe Heredero, pajarito? ¿Qué justicia existe para quienes han sufrido a manos de la bestia que lo gobierna todo? ¿Una disculpa será suficiente?
—No
—¿Un castigo entonces?
—Un juicio.
—¡Un juicio! De acuerdo, tengamos un juicio. Un juicio justo supongo.
—Sí, con un jurado que dictamine su responsabilidad y su castigo.
—Muy bien. Un juicio para la bestia, dueña y señora de todo lo que nos rodea. Un juicio para quien lo decide todo. Olvidemos por un momento todos los detalles que se ignoran en el idealismo, dime, ¿qué clase de castigo reciben los hombres poderosos? O mejor aún, ¿qué clase de castigo impartirán dos hijos a su propio padre?
Denki no supo que responder.
—¿Prisión? ¿Ejecución? ¿O un exilio temporal con dinero, sirvientes, y comodidades? ¿Cuál crees que sea la respuesta justa, pajarito? ¿Y cuál es la respuesta más probable?
—Lo importante es que el Emperador se retire.
—¿De verdad? ¿Crees que ese hombre renunciaría a su trono, a su corona, y a su poder sin pelear?
—El poder ya no estaría en sus manos.
—Pero sí en la de sus hijos, dos hijos que lo quieren y quienes sentirán lástima de su padre. Hay uno en particular que ofrecería su vida y su sangre por la complacencia de ese hombre. ¿Esa es la clase justicia que quieres?
Denki apartó los ojos para fijarlos en el borde curveado del diván pues no tenía una respuesta para esa pregunta.
—Así que la única solución es dejar que Shigaraki lo destruya todo.
—Solo si lo quieres, solo si decides no hacer nada.
Denki lo miró.
—¿Y qué puedo hacer yo?
—Eres un cebo precioso y encantador, pajarito, si conseguiste que el hijo de los Shigaraki aceptara la boda, conseguirás lo que quieras de él.
Denki no pudo evitar reírse.
—Ahora eres tú quien espera demasiado de mí.
—Conozco mis cartas y sus posibilidades.
—Tomura no-
—No es el hijo quien gobierna a la familia Shigaraki sino su padre, el cual es un hombre avaricioso que aprecia la inteligencia por encima de todo. Una vez que tengas al padre en la mano, el hijo hará lo que quieras.
—¿Esperas que sea su amigo y que solo por mí acepte no destruir el Imperio?
Noche sonrió y algo en ese gesto le hizo saber a Denki que estaba pasando un detalle importante por alto. Intentó considera todas las opciones, pero no atinó a imaginarse cuál era el secreto en todo el asunto. Al final se rindió:
—Si te lo pido por favor, ¿me explicarías el secreto en todo este asunto? —y no pudo evitar el puchero que mezclaba cansancio y duda.
Noche se quedó quieto –tan quieto que parecía una estatua– y su sonrisa se desvaneció mientras contemplaba a Denki con ojos claros. A Denki no le molesto esperar, estaba demasiado cansado y adolorido para insistir.
—Muy bien, pajarito, el secreto es simple. Los Shigaraki no son una familia conocida por malgastar su fortuna; sin embargo, han invertido muchísimo dinero y recursos en garantizar la boda con un Príncipe que conservará su título y posición en la corte. ¿No te has puesto a pensar qué es lo que Shigaraki quiere de ti?
—Ya lo dijiste, una posición y un título.
—Eso es lo que gana, pero Kotaro Shigaraki es una criatura peligrosa y ambiciosa. ¿Crees que se conformara solo con eso?
—Tal vez no, pero yo no tengo propiedades o dinero a mi nombre y apenas estoy familiarizándome con la corte, no es como si pudiera ayudarlo a incrementar su fortuna.
—Sigues sin entenderlo, ¿eh? Bien, te lo explicaré de otra forma. Por ley solo los Príncipes pueden aspirar a la corona del imperio; por ejemplo, cuando tu tío renunció a su título renunció a su vez a la posibilidad de reclamar el trono o de entregárselo a cualquiera de sus hijos.
Denki asintió como si lo entendiera.
—La línea de sucesión es inalterable, y eso ha creado guerras civiles y asesinatos a lo largo de la historia. La razón de que tu padre le otorgara el título de Príncipe solamente a tres de sus hijos pese a que no son los únicos es para evitar intrigas y alianzas que pongan en peligro el derecho sobre la corona.
—¿El derecho de Mirio?
—Siendo el Príncipe Heredero, Mirio es el primero en la línea de sucesión, pero si decidiera renunciar a su posición, la corona pasaría al Segundo Príncipe.
—Neito sería un buen Emperador.
—Entonces es una suerte que sobreviviera a ese incendio, ¿uhm? Por desgracia los accidentes abundan cuando los Shigaraki están cerca.
Denki parpadeó y Noche sonrió.
—Los Shigaraki no son una familia descuidada, pajarito, pero aparentemente cometieron un error que casi le cuesta la vida al Segundo Príncipe, curioso ¿no es así? Tan curioso como el hecho que el anciano Shigaraki espera destinarte a una vida cómoda como esposa común dándole poder a su hijo sobre todo lo que te corresponde.
Hubo una larga pausa en la que Denki lo miro como si no alcanzara a entender lo que se decía. Abrió la boca, la cerró y esperó.
—La familia Shigaraki participó en la desastrosa invasión del imperio; esa empresa fracaso, pero eso no significa que el patriarca de esa familia abandonara su deseo de apoderarse del trono.
—Espera, eso significa... —Denki sacudió la cabeza y no pudo continuar. La idea era absurda.
—Kotaro Shigaraki está listo para ejercer la paciencia, pajarito. Te casarás en su familia, conservando tu título y otorgándole a tu esposo poder sobre ti, y una vez que eso suceda solo habrá tres obstáculos que se interpongan entre Tomura Shigaraki y la corona del Imperio.
—¿Tres...? No estás hablando en serio.
—¿Tan difícil te resulta creer que la familia Shigaraki quiere convertirte en Emperador?
Denki sacudió la cabeza, un gesto que no pretendía ser la respuesta a la pregunta de Noche sino una reacción inconsciente que mezclaba incredulidad y negación ante el tema que discutían.
Tanta era su incertidumbre que olvidó por completo el estado de su brazo porque cuando intento alzarlo para enfatizar su negativa tuvo que encogerlo de vuelta emitiendo un gemido ahogado al notar el latigazo de dolor que lo sacudió desde el codo hasta casi el cerebro. Durante un momento todo lo que existió en su mundo fue la sábana blanca de dolor que lo cubrió todo hasta que fue capaz de abrir los ojos. Se obligó a respirar, sacudió la cabeza y se apretó el puente de la nariz con la mano buena.
—No te creo. No es posible —repitió lo mismo una y otra vez hasta que logró sujetar sus ideas desbocadas, solo entonces miró a Noche una vez más—. Tú dijiste que Shigaraki y mi padre se destruirían entre sí.
—Sí. Ese era el plan.
—¿Qué cambió?
Noche inclinó el rostro y lo miró con calma antes de decir en voz baja.
—Tú lo hiciste.
De haberse encontrado en condición de saltar, moverse y correr en círculos es posible que lo hubiera hecho, pero cuanto intento enderezarse el cuerpo entero protestó por lo que Denki tuvo que tragarse otro quejido mientras sus ojos iban de sus mano inmóvil –con sus dedos hinchados– a su ropa desarreglada y después a Noche que seguía mirándolo con la misma calma de siempre.
—Mi padre nunca lo permitirá.
—Los deseos de tu padre no son prioridad para la familia Shigaraki.
—Mirio. Neito.
Noche se limitó a mirarlo y Denki supo que esos eran dos de los obstáculos que Kotaro Shigaraki planeaba eliminar. Sintió que el pánico empezaba a burbujear dentro de él.
—No dejaré que mate a mis hermanos.
—Entonces haz algo —respondió Noche inclinándose más hacia el diván con la desenvoltura de aquel que no tiene miedo.
—¿Cómo qué?
—Reclama la corona para ti.
—Re-... ¡¿qué se supone que significa eso?!
—Significa que como Príncipe tienes derecho al trono y puedes exigir la destitución de tu padre si cuentas con tres cosas. Dinero —y al hacerlo alzó un dedo en el aire para enfatizar su punto—, contactos —otro dedo se unió al primero y un tercero lo siguió cuando añadió:— y un ejército.
—¡No tengo ninguno!
—Los Shigaraki te darán el primero y el último si los convences de seguirte, y tú eres mas que suficiente para encargarte del segundo.
—¡No voy a aliarme con la familia Shigaraki!
—Por supuesto que no, vas a utilizarlos. Nos desharemos de ellos en cuanto hayan sido útiles.
Denki abrió la boca, y como no encontró nada que decir volvió a cerrarla.
—No quiero ser Emperador.
Noche se encogió de hombros.
—Entonces deja que los Shigaraki se queden con el título y con el Imperio.
—¿Esas son las únicas opciones?
—Agradécele a tu padre por ellas.
—Si él supiera...
Pero Noche lo miro con burla y Denki supo la respuesta a la pregunta que no había formulado.
La boda es lo que me mantiene vivo.
Si la boda se cancelaba, era probable que el Emperador decidiera deshacerse de su hijo y Denki no estaba preparado para sobrevivir a otro de esos enfrenamientos.
<<¡Sistema!>>
<<El Sistema escucha, ¿cuál es el problema?>>
<<¿Has oído? Los Shigaraki amenazan el Imperio, ¿cómo vas a impedirlo?>>
<<Esto forma parte de tu trama y no involucra al Protagonista>>.
<<¿Cómo que no lo involucra?>>
<<Estamos en la Fase II, tus decisiones modelan tu destino y la libertad que tendrás en el futuro. Si aceptas la boda vivirás sin complicaciones en la casa Shigaraki mientras Tomura gobierna, hasta que el Protagonista vuelva para liberar al Imperio. Si decides reclamar la corona e iniciar una guerra civil para expulsar a tu padre, sumirás al Imperio en el caos de los Shigaraki hasta que el Protagonista vuelva para expulsarlos. Si decides informar al Emperador de los planes de la familia, él te enviará a un exilio en el que no volverás a ver a nadie y la historia continuará como si hubieses muerto. En cualquier caso, el Protagonista vuelve para poner orden y su historia se mantiene intacta.>>
<<Dijiste que tendría libertad>>
<<En todas las opciones ganas una forma de libertad>>
Recordó la voz del Emperador.
"¿Quieres ser libre?"
Denki experimentó el irracional deseo de pegarle a alguien.
—No me gusta ninguna de esas opciones —dijo con furia casi rechinando los dientes y Noche sonrió.
—¿Qué harás al respecto?
Sacudió la cabeza incapaz de formular una idea. Lo único que quería era gritar. Gritar y correr. Ambas opciones resultaban imposibles en ese momento y lo único que pudo hacer fue extender la mano buena para aferrar el brazo de Noche que se apoyaba sobre el respaldo del diván, entonces lo miro con decisión.
—No —dijo y lo repitió con furia—. ¡No! No lo acepto. Estoy harto de que me digan lo que tengo que hacer. Harto. HARTO. Esta vez puedo elegir. Voy a elegir. Y elijo... elijo una tercera opción.
—No hay terceras opciones, pajarito —respondió Noche indiferente a las uñas que se clavaban en su antebrazo.
—Entonces construiré una —y mientras lo decía se dio cuenta de lo estúpido que sonaba, aun entonces decidió que prefería intentarlo—. Tengo que intentarlo.
Ante su expresión testaruda y necia, Noche se echó a reír con ese deleite inaudito que hacía a sus ojos brillar.
—Será un espectáculo interesante, pajarito.
No había burla en su voz, tan solo goce y expectación por lo que la ira de Denki se atenuó momentáneamente, permitiéndole respirar.
—¿Aún quieres destruir al Imperio?
—Quiero destruir a la bestia, aun si con ella cae todo lo que la rodea.
Denki lo medito cuidadosamente.
—¿Es todo lo quieres hacer? ¿Destruir?
En el silencio de Noche, Denki supo la respuesta y por alguna razón eso lo hizo suspirar de alivio. Con el alivio también llego el cansancio y por un momento tan solo deseó meterse en la cama a dormir.
—Vamos —dijo Noche tras leer su expresión porque se levantó con soltura y después lo alzó sin pedirle permiso. Denki no protestó.
Quien protestó fue Hono apenas abrieron la puerta pues empezó a corretear por la cama sin dejar de bufar. Solo cuando Denki fue depositado en el borde de la cama y Hono consiguió subirse a su brazo bueno para inspeccionarle la cara, los bufidos cesaron.
—Todo está bien —le dijo Denki frotándole la cabeza con el pulgar mientras la criatura seguía ronroneando contra su cuello como si eso pudiera ayudarle.
Con Noche encendiendo las lámparas de la habitación, Denki procedió a soltarse el pelo, solo entonces se percató que no traía la corona que Neito le había prestado ni los adornos que le habían puesto. La idea de ir a buscarlos resultaba horripilante considerando que debía bajar y subir por la escuela una vez más, por suerte Noche aceptó ir a buscarlos y eso le permitió a Denki procesar toda la situación.
Seguía sin creerlo, pero empezaba a entender por qué el Sistema le había impedido contradecir al Emperador al principio y por qué había sido importante ganarse el favor del anciano Shigaraki. También entendía que el Sistema, como siempre, manejaba las cosas a su modo.
Pero esta vez puedo decidir, puedo elegir, y no sé cómo, pero buscaré una opción.
Se frotó el puente de la nariz y al desentumir el cuello sus ojos aterrizaron por casualidad en la zita que mantenía junto a su cama pues le gustaba practicar por las noches para que sus dedos se memorizaran las cuerdas sin tener que verlas.
Seguía mirando el instrumento cuando Noche volvió con las piezas de su tocado que colocó en el buró junto a su cama.
—Gracias —dijo Denki girando los ojos hacia el guardia y cuando este lo miró añadió—. Por el maestro.
La respuesta de Noche fue encogerse de hombros.
—Lo único que hice fue ofrecerle la idea a tu padre en un momento en que estaba de buen humor.
—¿Por qué? —y al ver que el guardia ignoraba su pregunta Denki presionó. Tras una pausa Noche se giró para mirarlo de frente.
—¿Recuerdas cuándo hablamos por primera vez?
—Nunca podría olvidarlo.
—Nunca podrás olvidar al ave, eso lo sé, pero recuerdas lo que te dije.
—Recuerdo que no respondías mis preguntas... también recuerdo que hablamos de mi madre. Me dijiste que ella bailaba y que me parecía a ella. Dijiste que eso haría enfadar a mi padre.
—¿Algo más?
—Recuerdo... recuerdo que hablamos de los pájaros. Recuerdo que te reíste cuando te dije que no iban en las jaulas.
—Sí, porque aun en tu indignación no pudiste explicar exactamente por qué no. Tampoco tuviste una respuesta a mi pregunta: Si tiene comida, agua y un espacio seguro, ¿qué más cuidado necesitan?
—Te dije que mi madre-
—No me importa la opinión de tu madre, aquí se hace la voluntad del Emperador. Mi pregunta no fue quién tiene razón, la pregunta era: ¿Qué más necesitan?
Tras meditarlo un momento la respuesta parecía simple.
—Volar. Salir.
—¿Y si no pueden hacerlo? ¿Si nacieron en la jaula y todo lo que conocen es la jaula? ¿Qué pasa si tienen las alas rotas? ¿Qué pasa si la jaula impide que les hagan daño? ¿Qué sucede si al abrir la puerta no saben qué hacer? —Denki no tuvo respuesta y Noche se limitó a sonreír—. Dijiste. "Son aves, está en su naturaleza sobrevivir". Otro juicio crédulo, lleno de una fe que no piensa en las circunstancias. ¿Es así? ¿Todas las criaturas enjauladas sobreviven al salir? Tal vez sí. Tal vez no. No lo sabes hasta que no abres la puerta, pero mientras esperan, ¿qué más necesitan? —entonces señaló hacia la pila de libros junto a la cual descansaba la zita—. Principalmente instrucción y preparación, pero también música o incluso juegos. Pequeños placeres que hagan el encierro menos negro —volvió a encogerse de hombros antes de alejarse para buscar la ropa de cama de Denki.
Denki se acordó de su casa diminuta –su primer jaula– y de todos sus intentos por distraerse mientras se recuperaba, de no haber sido por Shinsou su encierro habría sido terrible. Al pensar en el guardia la imagen de un Fantasma inmóvil y rígido en la esquina de una habitación oscura se materializó sin esfuerzo.
Tarde muchísimo en conseguir que dejara de comportarse como un soldadito de plomo, aunque a veces cuando se quedaba quieto me hacía pensar en la imagen de un mueble.
Al mismo tiempo se dio cuenta que esa imagen se parecía demasiado a la de Sombra parada junto a una puerta sin moverse mientras Neito bebía el té con él en el interior.
["No le hables con familiaridad"]
También vio a Trueno siguiendo en silencio a su tío Hizashi sin que este se detuviera para mirarla. Y entonces vio a Noche con su actitud protocolaria esperando tras su padre.
["Y nosotros seremos libres"]
Se imaginó sirviendo de por vida, sin opciones o alternativas, en silencio y sin afecto. Susceptibles a la ira, o al maltrato.
["¿Y si no pueden hacerlo? ¿Si nacieron en la jaula y todo lo que conocen es la jaula? ¿Qué pasa si tienen las alas rotas? ¿Qué pasa si la jaula impide que les hagan daño? ¿Qué sucede si al abrir la puerta no saben qué hacer?"]
Y no pudo evitar pensar en Shinsou y su actitud de esa mañana. ¿Eran todos así?
Pensó en el Sistema y en sus objetivos, en Noche y su sugerencia.
Vivir.
Disfrutar.
¿Y no era eso vivir?
Disfrutar de los pequeños momentos que te sostenían durante las etapas difíciles.
["Pequeños placeres que hagan el encierro menos negro"]
—¿De qué placeres disfrutas tú? —preguntó en voz alta y eso hizo a Noche detenerse y mirar.
—De los eventos inesperados —respondió con una sonrisa afilada acercándose de vuelta entonces se detuvo y lo meditó un momento—, y de la música si decides tocar para mí.
Denki sonrió, un gesto dulce y lleno de pena sin dejar de pensar en el Clan y en todo lo que no había visto. En todo lo que se ocultaba detrás.
—De acuerdo —dijo al final sin perder la sonrisa—. Puedo hacer eso.
Noche guardó silencio sin apartar los ojos de él, entonces depositó sobre la cama la ropa limpia y después se enderezó con muchísima calma fijando una vez más sus ojos en la expresión compasiva que había en el rostro de Denki.
—En momentos como este, pajarito, no puedo evitar preguntarme '¿quién eres?'
[...]
Nota: Doble actualización nos vemos en el que sigue.
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