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5.22. Miseria

Nota: El capítulo 22 del primer arco se titula justamente: Lanueva y disfuncional familia de Denki. Y justamente pensé en cuán acorde era ese título alternativo para este capítulo y el que sigue. Por ahora los dejo: 

-

Título Alternativo: Presionar a un hombre voluble es llamar a la tragedia.

[...]

El Emperador movió la mano y señaló un lugar en el suelo frente a él. La orden era clara pero al recordar su último encuentro Denki decidió rodear la mesa a fin de mantener el mueble entre ellos, de esa forma tenía la salida a mano izquierda y podía ver la puerta cerrada de su habitación tras el hombro del Emperador. Se apretó las manos obligándose a respirar con calma, y recordó que había enfrentado al Emperador en su último encuentro.

Puedo hacer esto. Lo hice antes, puedo hacerlo ahora.

No tenía sentido ceder. No perdió tiempo en hacer más preguntas y fue directamente al grano.

—He hablado con la familia Torikin.

No le ofreció detalles ni un recuento minucioso de la conversación con el tercer hijo, se limitó a decirle que el asunto estaba solucionado y que no habría más inconvenientes. Era una pequeña mentira considerando que aún faltaba hablar con Neito y que el asunto dependía de la satisfacción del joven Torikin, pero Denki confiaba en poder arreglarlo sin tener que involucrar al monarca.

—No habrá más problemas —repitió en varias ocasiones en una especie de balbuceo nacido de la ansiedad. Hablo más de lo necesario aunque el Emperador no se molestó en interrumpirlo; lo miraba fríamente con una expresión indescifrable. Finalmente, después de repetir lo mismo una y otra vez, Denki se obligó a cerrar la boca y el silencio se expandió por toda la habitación hasta enfriar el aire por completo.

Denki se estremeció al percatarse que la copa del Emperador yacía vacía en la mesita de junto y que este seguía sin moverse de su lugar como si alguien lo hubiera congelado en el tiempo –a saber cuánto tiempo llevaba esperado ahí–. La figura inmóvil del Emperador lo puso nervioso. No pudo evitar mirar hacia la puerta para asegurarse que conocía el camino más rápido para llegar a ella.

—Yo-

—He tenido una interesante conversación con mis hijos esta noche.

Denki parpadeó porque no se esperaba el cambio de tema y no lograba entender por qué eso era de su incumbencia. La confusión fue reemplazada por incertidumbre al ver que el Emperador se desplazaba por la habitación hasta llegar a la puerta. Lo vio sacar con toda torpeza una llave de algún bolsillo secreto para después meterla en la cerradura y girarla.

—El malentendido está solucionado —repitió Denki notando que el corazón empezaba a latirle en los oídos al ver a la llave desaparecer de la misma forma en que había llegado—. Me he disculpado con la familia Torikin y-

—No me interesa la familia Torikin —lo interrumpió el Emperador con una calma inesperada. Una calma que tan solo avivó la sensación de incertidumbre en el príncipe—, nunca me ha interesado la familia Torikin.

—Mi error–

—Pude haberlo solucionado sin tu ayuda.

Denki volvió a parpadear y por su mente pasaron todos esos momentos de pánico y arrepentimiento causados por la ira del Emperador ante el precipitado regalo que había hecho sin consultarle a nadie. Solo que ahora no había ira, tan solo esa calma fría que empezaba a darle acidez estomacal.

—Neito dijo-

—Mi hijo piensa lo que yo quiero que piense, ¿aún no lo entiendes?

Denki se pellizco los dedos helados incapaz de entender qué estaba pasando; aun sin los gritos entendía que el Emperador estaba furioso.

—Aun así —dijo luchando por recuperar la compostura—, he enmendado mi error-

—¡He dicho que no me importa!

¿Y qué estás haciendo aquí? Fue la pregunta que Denki no formuló en voz alta aunque el Emperador pareció leerla en su cara porque bajo la barbilla para mirarlo con el ceño fruncido. Tenía los ojos empañados y las mejillas regordetas de un color rojizo señal de que había bebido, y aun así seguía sin ponerse a gritar.

—Creí que te había puestos suficientes actividades para no tener que lidiar contigo otra vez. Creí que te mantendrías fuera de mi vista hasta la boda, pero aparentemente no importa porque siempre encontrarás una forma de arruinar mi día.

Denki no entendía cómo podía ser eso posible siendo que no había visto al Emperador a solas desde que discutieran sobre el regalo a los Torikin; además, en las contadas cenas que solían tener todos juntos era extraño que el monarca le dirigiera la palabra. Resultaba francamente imposible que hubiera cometido otro error sin darse cuenta.

—No sé-

—Has disgustado a mis hijos.

—Y por qué eso es culpa mía —dijo y tarde se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta.

La expresión –y el tono– enfurecieron al Emperador, que se movió hacia él con intenciones claras. Denki reaccionó a tiempo y se movió hacia atrás –lejos del hombre y de la puerta– a fin de poner otro mueble entre ellos.

Respira, se dijo Denki y estaba luchando por obedecer su propia orden cuando oyó al Emperador mascullar:

—¿Quién te lo dijo?

—Decirme qué —exclamó él con impaciencia porque le estaba costando seguir la conversación.

—¿Quién te habló del vergonzoso secreto de mi hermano?

Fue el turno de Denki para fruncir el entrecejo.

—¿Vergonzoso? —murmuro con voz incrédula

—¿Cómo supiste que lo abandonó todo por un imbécil?

El tercer parpadeó fue más lento que los anteriores, pues comprendía por fin cuál era el problema. Denki se tomó un momento para considerar la situación. Como buenos y cariñosos hijos, tanto Neito como Mirio tenían por costumbre hablar con su padre de todo –uno porque quería ganarse su respeto y el otro porque había sido educado para hacerlo–. Que decidieran hablar con su padre sobre su tío no resultaba extraño si se consideraba la cuestión con calma, algo que Denki no había hecho, por supuesto. Siempre se le olvidaba que el Emperador sí quería a sus otros hijos.

—¡Responde!

—¡Mi tío! —respondió Denki dando un paso hacia atrás ante el grito—, me lo dijo Hizashi.

—¿Y decidiste ser un boca floja?

—No sabía que era un secreto.

—Por supuesto que no sabías. Tú nunca sabes nada.

Denki se tensó y la injusticia en esa acusación lo puso a la defensiva. Le resultó imposible contener su lengua.

—¿Por qué es un secreto? Yo me casaré con el hijo de los Shigaraki, ¿qué diferencia hay en que Hizashi hubiera deseado casarse con un hombre?

La respuesta del Emperador fue envararse, los mofletes rojizos perdieron color debido a la poderosa emoción que lo recorría y sus fosas nasales se expandieron mientras sorbía todo el aire que podía en lo que amenazaba con ser un grito violento solo que no dijo nada, permaneció absolutamente tieso mirando a Denki como si la ira lo hubiera dejado mudo. Algo en su rígida expresión –una mezcla de desprecio y rabia– hizo que Denki se acordara de la violenta reacción del Segundo Príncipe ante la mención de un prometido para su hermano menor.

Para Neito el tema resultaba incómodo y aberrante; y en cada ocasión se había asegurado de repetir lo descabellado de esa idea. Se había mostrado seguro y tajante, algo que solía hacer cuando repetía los comportamientos aprendidos de su figura de autoridad favorita. Así pues, era de sospechar que Neito había aprendido a despreciar la idea de casar a un príncipe con un hombre.

Oh —dijo Denki en voz baja—, por eso es vergonzoso. crees que es vergonzoso.

—Vergüenza es. Y no acepto que mis hijos sepan la miseria en la que Hizashi se arrastra.

—¿Cuál miseria?

—Su vida miserable y patética. Mi hermano se libró de una condena y el imbécil no se da cuenta.

—¿Condena? —preguntó Denki y un momento después lo entendió por fin—. Entonces... el casarme con un hombre, ¿lo consideras un castigo para mí?

El Emperador se tensó, pero no dijo nada. La ausencia de gritos resultaba extraña, era como si el tema le resultara tan desconcertante que su enfado estaba más allá de toda violencia física aunque no dejaba de hablar con palabras masculladas mientras su mirada se oscurecía.

—¿Qué me dijo Neito ese día? —se preguntó Denki en voz baja sin darse cuenta, evocando sin querer una de las primeras conversaciones reales que había tenido con el Segundo Príncipe. Miró al Emperador con curiosidad—. No recuerdo las palabras exactas, pero parecía creer que un padre que permite casar a su hijo con un hombre es alguien que no quiere a su hijo. Lo aprendió de ti, ¿no es así?

Dos líneas tensas se dibujaron en la mandíbula del Emperador, la respuesta a la pregunta que Denki le había hecho. Una respuesta que lo llenó de pesar aunque no resultaba sorprendente.

—La vida de mi hermano es una vergüenza-

—Y de nuevo esa palabra —lo interrumpió Denki tomándose la afrenta contra Hizashi de forma personal, pues recordaba los comentarios parecidos que le había tocado oír durante su adolescencia—. No dejas de repetir esa palabra y no lo entiendo. ¿Por qué es vergonzoso? Te avergüenza a ti, sí, pero no a Hizashi. Él no parecía avergonzado, tal vez resignado. Sí, resignado. Cuando me lo dijo —hizo una pausa y frunció el entrecejo mirando hacia la nada—, me lo dijo a mí y no a mis hermanos... Me lo dijo a mí... —posó los ojos en el Emperador— ¿le prohibiste a Hizashi que hablara del tema con tus hijos?

—Eso no te incumbe.

—Lo hiciste —respondió Denki con incredulidad porque empezaba a entender—, y luego le dijiste a ellos que era algo vergonzoso. Por eso tampoco quieres que sepan que vas a casarme con Shigaraki. No solo por ser quien es, no quieres que tus hijos sepan que me casarás con un hombre después de todo lo que has dicho al respecto. ¿Temes que ellos lo vean como un castigo?

—¡Un castigo! —exclamó el Emperador con rabia—, un castigo debía ser. Una vida miserable y otra humillación para el más estúpido de mis hijos, pero cuál es mi sorpresa al oír que ese mocoso inútil no lo consideras como un castigo. No. Porque el más estúpido de mis hijos está ansioso por la calentar la cama de un miserable cualquiera.

Denki se enfadó.

—No tienes derecho-

—¡Es mi derecho! ¡Yo soy el Emperador! ¡Y tú eres una vergüenza a mi casa!

—¡No soy una vergüenza!

—¡Una vergüenza y una miseria!

—¡No! Mis hermanos no lo piensan así.

—¡Son mis hijos y te prohíbo que los involucres!

—¡Ellos decidirán si quieren involucrarse en mi vida! ¡No tú!

—¡No pondrás a mis hijos en contra mía!

La afirmación tomó a Denki desprevenido.

—Yo-

—Eres como ella, ella también intento envenenarlos en mi contra. Vaya que sí. Estaba loca. Absolutamente loca. Envenenaba a sus aves y después las ponía en manos de sus hijos para que se murieran ahí. Los llevaba a verlas caer de su jaula.

La indignación que Denki había sentido antes se transformó en confusión y después en creciente horror al comprender lo que el Emperador decía.

—¿Sabes por qué te puse aquí? —continúo el monarca sin hacer caso de la expresión horrorizada del príncipe—. Porque ni Mirio ni Neito entran, porque no se acercan ni a diez pies de distancia. Eran demasiado pequeños para entender, pero en el fondo saben que ella envenenó este lugar hasta volverlo insoportable. Esta es la tumba de su madre y no se acercarán nunca; pero aun cuando te he puesto aquí, ¡sigues causando problemas!

El hombre avanzó de nuevo y Denki retrocedió tropezando con un mueble en el camino provocando que la distancia entre ambos disminuyera.

—Tuve que soportar a un Príncipe entrometido insistiendo en un compromiso contigo, ¿qué le dijiste? ¡¿qué le ofreciste?! —dijo el Emperador sin dejar de avanzar—, y no te basto con eso. Ahora tengo que oír a los nobles hablar de compromisos y cortejos como si realmente creyeran que un matrimonio contigo les serviría de algo.

Denki interpuso un diván entre ellos y siguió desplazándose por la habitación sin quitarle los ojos de encima al Emperador, alistándose mentalmente para huir hacia el pasaje secreto de su habitación que lo llevaría hasta Neito.

—Tengo que oír a mis hijos hablar de ti —al llegar a la mitad del salón se detuvieron y Denki se abstuvo de mirar hacia la puerta de su recamara para no llamar la atención de su padre—, y tengo a mi guardia, que nunca en su vida ha pedido nada, solicitando un estúpido maestro de música.

El corazón de Denki se encogió.

—Se lo dije. Le dije que te controlara. Le dije que no quería lidiar contigo. Todo lo que él tenía que hacer era ponerte en su puño y evitarme la molestia de tener que saber de ti. Pero no, en lugar de control y silencio tengo una corte llena de voces que solo hablan de ti. ¡Todos hablan de ti!

El grito lo hizo estremecer y fue instintivo mirar a la puerta de su habitación.

—No vas a parar —masculló el Emperador de pronto—, no importa lo que haga para mantenerte fuera de mi vista, seguirás destruyéndolo todo. Y por qué... para qué... ¿qué es lo que quieres de mí? Oh... Libertad, ¿es así?... ¿Crees que ese esposo tuyo va a alejarte de mí?

Denki no respondió, el nudo que tenía en la garganta le impedía hablar.

—Ella también quería libertad —continúo el monarca en el mismo tono pausado que resultaba aterrador—, pero tenía un curioso concepto de la libertad. A sus pájaros, por ejemplo, les daba libertad, y en sus propias palabras ella terminó siendo libre. No lo entendí entonces, pero creo que empiezo a ver su punto de vista: Hay cosas que no pueden ir en jaulas porque no dejan de chillar y gritar y llamar la atención, a esas cosas se les deja libres. No hay alternativa pues su cuidado es demasiado engorroso; así que ahora te pregunto, ¿quieres ser libre?

La respuesta de Denki fue dar media vuelta y correr, olvidada su intención de ir a su habitación. El terror lo impulsó a eludir a la figura regordeta que tenía enfrente, la cual se movió hacia él como un cazador tras su presa; se dirigió a toda velocidad hacia la puerta que estaba a su espalda pues tenía intención de bajar las escaleras, huir por el jardín y gritar por ayuda.

No alcanzó a llegar y es que la ira del Emperador aligeraba sus movimientos mientras que el cansancio del día había convertido las extremidades de Denki en bloques pesados, pese a la adrenalina no pudo evitar tropezar con sus propios pies poco antes de llegar a la escalera.

Se sostuvo en el aire en el último minuto y en ese instante en el que se balanceaba al inicio de las escaleras intentando recuperar su equilibrio notó un golpe contra su hombro que terminó por enviarlo dando tumbos por la escalera. Intentó sujetarse del barandal pero el impulso lo llevó rodando hasta que su cabeza golpeó contra el piso de madera.

Todo lo demás fue oscuridad.


[...]

NA/ 

Hola, hola, hola!

Entre el papeleo que tengo para el trabajo y la primer dosis de la vacuna, la semana pasada se me fue como si fuera agua (me pase como dos días tomando siestas a horas inesperadas). No hay perdon, pero me tomaré un momento para agradecerle a quienes pasaron a saludar y me dieron ánimos. Han sido momentos tipo montaña rusa donde no dejas de preguntarte que vendrá después y saber que alguien se acuerda de esta autora es para mí un regalo maravilloso.

Entonces... tengo pendientes, lo sé, estoy en ello, mientras tanto les comparto la imagen que Val hizo de nuestro principe favorito.

(Link: https://picrew.me/share?cd=BppOO1EZiX)

Imagen:

Nota que no logré poner en el siguiente capítulo: Tenemos imagen de Denki siendo cargado

(Link: https://twitter.com/CH3RRYRY/status/1414010952123572225?s=20

¡Muchos saludos a todos y nos leemos!


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