5.21. Hogar
Título Alternativo: ¿Qué es el hogar?
[...]
De noche las barracas se hallaban envueltas en un silencio sepulcral. Todos los jóvenes reclutas, llenos de vida y ruido, dormían en lo profundo de las murallas y quienes patrullaban a esa hora eran las sombras adultas, silenciosas y discretas, que se movían en la oscuridad. Denki creía verlas fluctuar en los bordes de su periferia, pero cuando se giraba todo permanecía en calma, algo que lo hacía dudar de su cordura.
Con el carruaje alejándose en una dirección, los guardias en otra, y ellos por una tercera, el silencio se impuso mientras abandonaban la zona de la entrada para internarse en los patios de entrenamiento protegidos por los edificios bajos cuyo aspecto simple y practico era un reflejo exacto de la gente que los ocupaba.
A Denki le dolían los pies y se sentía exhausto –había sido un día agotador– y lo único que anhelaba era meterse entre las sábanas limpias de su cama para dormir; no estaba seguro siquiera de que tuviera la energía necesaria para levantarse al día siguiente para sus clases de equitación. No obstante, pese al cansancio, mantuvo su intención de caminar hasta el palacio a fin de evitar que la noche se acabara aún.
Con Shinsou encabezando la marcha, se internaron en las callecitas diminutas que formaban parte del intrincado diseño que existía en la Ciudad Imperial, y a diferencia de las barracas que parecía componerse enteramente de sombras, las calles de la Ciudad se engalanaban con incontables farolitos que pendían de las entradas de cada hogar. También había macetas artesanales que se alineaban en hileras perfectas frente a las paredes y vasijas flotantes que se mecían gracias a la brisa que soplaba por las calles.
Había sido invierno, casi primavera, la última vez que Denki recorriera esos caminos a pie para visitar a Aizawa o cuando tenía que subir hasta la pequeña academia que educaba en danza a las hijas de los nobles que vivían en la Ciudad; todo parecía exactamente igual que antes, solo que sin nieve.
En ese entonces me quedaba sin aliento al subir por esta pendiente.
Denki se detuvo y miró hacia atrás. En el pasado el paisaje había sido una calle brillante cubierta de nieve prístina, ahora el mundo era una mezcolanza de negros y luces amarillas que delineaban líneas casi perfectas y acababan en la zona de las barracas donde la única iluminación eran las teas que coronaban la muralla y marcaban una línea que se perdía entre los techos de las casas circundantes. Desde ahí admiró el paisaje con deleite pues con excepción de su paseo por el pueblo la noche en que había ido a buscar a Katsuki, no había tenido oportunidad de examinar ese nuevo mundo a voluntad y esa idea reavivo su anhelo de salir.
—¿Quiere volver, Alteza?
La voz de Shinsou lo devolvió a la realidad, se giro hacia el guardia que mantenía el farolillo en lo alto mientras las llamas danzaban sobre su rostro creando líneas angulosas y afiladas.
—No —dijo ofreciendo una sonrisa cansada—. Sigamos.
Retomaron la marcha más lentamente, pues pese a su intención de seguir Denki era consciente de que no podía exigirle demasiado a su cuerpo si quería evitar desgastarlo. Además, el dolor de pies se había convertido en un latido pesado que lo distraía, cada paso enviaba señales de agonía a lo largo de su espalda.
—¿Por qué caminar, Alteza?
Porque no sé cuándo volveré a salir.
—Para platicar —respondió en cambio—, cuéntame de tu viaje con Izuku.
Contando historias Shinsou era directo y casi clínico, pero aún con su falta de emoción Denki logró detectar el enorme respeto y aprecio que sentía por Izuku, algo que no resultaba sorprendente porque el Protagonista poseía tres habilidades especiales que lograban sacarlo de casi cualquier apuro: Su habilidad con la espada, su inteligencia, y su encanto.
—Izuku atrae a la gente y eso suele atraer más problemas —aseguró Denki con una sonrisa al recordar todas las aventuras que el Protagonista había vivido durante su tiempo en la Academia.
Shinsou estuvo de acuerdo y le contó de cómo habían hecho una parada inesperada cuando se toparon con el carruaje averiado de una doncella en mitad de la nada e Izuku había insistido en quedarse y después en acompañarlos hasta el pueblo más cercano. La muchacha no había dejado de invitarlos a la gran casa de su padre.
—Ese es Izuku —se rio Denki y Shinsou esbozó una sonrisa que murió casi al instante. Durante un momento pareció batallar con lo que quería decir hasta que finalmente encontró las palabras que necesitaba.
—Alteza, Izuku no atacó al Segundo Príncipe.
—Aja.
—Se fue porque sabía que el Clan eliminaría cualquier posible amenaza, no porque fuera culpable.
—Aja.
Shinsou se detuvo y miró a Denki con una expresión tormentosa.
—Le han puesto precio a su cabeza. El Emperador ha ordenado... él necesita saber... alguien tiene que...
El guardia sacudió la cabeza incapaz de completar ninguna de sus frases, pero no importaba porque Denki entendía lo que estaba pidiendo.
—¿Quieres que hable con mi padre? —preguntó— ¿Quieres que interceda por él con mi hermano?
—Alteza —dijo Shinsou con evidente dolor—, Izuku es inocente.
En ese momento Denki quiso decirle que el destino de Izuku era ser exiliado, esconderse y seguir huyendo durante muchísimo tiempo. También le habría gustado explicarle que el Protagonista no estaría solo, que no correría peligro y volvería un día con su nombre limpio y un montón de victorias a su espalda, pero no podía decirle nada. No podía violar las leyes del Sistema, tampoco podía decirle la verdad sobre el ataque porque Shinsou se lo contaría a Aizawa y este iría con el Emperador. Y no iba a pedirle que guardara el secreto porque el último secreto que habían compartido lo había puesto en la mira de su padre.
Lo único que podía hacer era intentar ofrecerle un consuelo para Shinsou, quien creía que su amigo y aliado se encontraba en peligro mortal.
—Pierde cuidado, Shinsou, cuando se presente la oportunidad —dijo Denki—, prometo que abogaré ante mi padre por la inocencia de Izuku; pero no temas por él porque lo conozco y sé que sabrá lidiar con cualquier circunstancia que se le presente, ¿no lo crees así?
Shinsou emitió un suspiro de alivio y su rostro perdió la agonía, entonces asintió casi con deleite.
—Gracias, Alteza.
—No es nada, pero si quieres agradecerme cuéntame más cosas sobre tu viaje con Izuku.
Shinsou lo hizo y de esa conversación Denki comprendió varias cosas. Una de ellas fue el poder que el Protagonista tenía sobre la gente con la que se rodeaba, en la historia original solo Eraser abogaba por él frente al Emperador, ahora también tenía a Shinsou y aunque ninguno de ellos tenía el poder para cambiar su destino, ahora formaban parte del círculo de gente que el Protagonista consideraba como sus amigos y en ese mundo eso lo era todo.
Otra cosa que descubrió entonces fue lo mucho que Shinsou había cambiado. Ahora parecía más grande, o tal vez porque ahora caminaba con más confianza se le veía imponente. Era como una plantita que ha pasado demasiado tiempo a la sombra y que verdece cuando por fin respira bajo el sol. Pese a la evidente preocupación por el Protagonista y su duro entrenamiento, Shinsou se desenvolvía con rectitud y firmeza, y su formalidad carecía de la tensión de los primeros meses. Era obvio que su interacción con el Protagonista, y con el mundo en general, lo habían llenado de una nueva seguridad; a Denki le pareció maravilloso comprobar que su guardia hacia un esfuerzo por compensar las carencias que su encierro le había dejado.
—Aquí está —murmuró Shinsou y Denki se detuvo para observar al otro lado de la calle la que una vez había considerado su casa.
Comparándola con el palacio, o con las casas que se erigían en el círculo más próximo a este, su antiguo hogar era pequeño y poco atractivo. En su momento le había parecido enorme y había deseado volver ahí para hacer su vida sin complicaciones, pero ahora que lo veía por lo que era -una jaula- la idea de instalarse nuevamente entre esas paredes resultaba insoportable.
—Enmendaré mis errores, Alteza —dijo Shinsou de pronto y con voz firme—, cumpliré con mi castigo y podremos volver a casa.
¿Casa? Pensó Denki mirando la pequeña construcción que permanecía a oscuras. No podía negar que había sido su hogar durante los largos meses de su recuperación, pero sin importar que estuviera lleno de gente que lo atendía, de un jardín bonito, y de comida abundante seguía siendo una jaula. Una jaula de la que su guardia nunca había sido consciente.
—¿Te gustó salir de la Ciudad Imperial, Shinsou?
—¿Gustarme, Alteza?
—Sí, ¿te gustó la comida? ¿te gustaron los paisajes? ¿te gustó la gente? ¿te gustó viajar? ¿te gustaría repetirlo?
—No volvería a salir sin usted, Alteza.
—Pero yo no puedo salir.
—Entonces yo no saldría.
—¿Por qué no?
—Soy su Guardia, Alteza.
Por supuesto, pensó Denki frunciendo el entrecejo sin apartar los ojos de la pequeña casa. Y entonces tomó una decisión.
—Por supuesto que lo eres —repitió Denki forzando una sonrisa al girarse hacia él—. Eres mi guardia Fantasma y con eso basta... a menos... a menos que quieras ser mi amigo, Shinsou.
—¿Amigo?
Era sorprendente que una simple palabra expresara tanta incredulidad y confusión, como si la idea fuera imposible en la mente del guardia algo que hizo a Denki suspirar de resignación.
—Te lo pedí una vez, ¿recuerdas? Te pedí que fueras mi amigo por un día.
Shinsou asintió lentamente, era un gesto que indicaba claramente que recordaba ese evento y al mismo tiempo parecía indicar que seguía sin entender por completo la conversación.
—Pues como tu amigo, Shinsou, quiero que en tu vida tengas a gente que te importe, no porque sea tu obligación ni por responsabilidad; quiero que tengas amigos, que pases tiempo con tus hermanos. No quiero que tu trabajo se convierta en tu vida, ¿lo entiendes?
—Protegerlo no es un simple trabajo, Alteza. Es mi vida. Es lo que hago. Soy su guardia.
Era curiosa la sensación de tristeza que lo sacudía cada vez que lo oía decir eso. Shinsou tenía ahora una vida por delante y resultaba amarga la idea de verlo aceptar un encierro sin protestar.
No.
—Lo sé —dijo Denki forzando su sonrisa una vez más—, pero una vez te dije que las cosas cambiarían y planeo mantener esa promesa. Te encerré en una casa durante muchos años, te impedí crecer, y ahora tengo que remediarlo.
—No, Alteza, yo debí haber sido más claro. La culpa es mía.
—La culpa ha sido de ambos entonces, y para repararla tenemos que cambiar. Yo te prometo que no volveremos a encerrarnos en una casa, no habrá más cuartos vacíos, y no estarás solo para atender tus deberes, ¿de acuerdo? A cambio, quiero que convivas con tus hermanos y que descubras los cambios que han sufrido en todo el tiempo que no los has visto.
Shinsou lo miró en silencio y Denki detectó algo que podría haber sido una mezcla de alivio y confusión. Era imposible averiguar lo que estaba pensando porque inclino la cabeza en un asentimiento corto que era toda la respuesta que Denki necesitaba. La promesa de que no volverían a los viejos hábitos.
—Fue nuestro hogar —dijo Denki al final señalando la pequeña casa—, pero ya no lo es.
—¿No volveremos, Alteza?
—Eso me temo, ¿te entristece?
Shinsou observó la casa con atención.
—He pasado los últimos meses intentando volver, creí que si me esforzaba lo suficiente volveríamos a casa y ahora... —el resto de la frase murió en el aire y durante un momento el guardia pareció perdido. Denki extendió la mano y toco con mucha suavidad su codo hasta que los ojos de Shinsou volvieron a fijarse en él.
—Eres mi guardia, Shinsou —le dijo ofreciéndole una sonrisa más sincera—, eso significa que siempre tendrás un hogar conmigo..., pero no volveremos a encerrarnos, ¿de acuerdo?
La respuesta de Shinsou fue una sonrisa, la primera que le viera desde que lo encontrara de nuevo y eso pareció borrar la distancia que se había instalado tras su separación. La sonrisa de Shinsou era dulcísima y tan inusual que resultaba todo un regalo cuando Denki la recibía.
—Como lo ordene Su Alteza.
—Entonces vamos, es tarde y quiero dormir.
Dio un paso y el mundo se sacudió tan repentinamente que le fue imposible contener el grito de alarma que dejo escapar cuando se vio súbitamente arrancado del suelo.
—¿Qué...?
—Está cansado, Alteza, lo llevaré el resto del camino.
Para bochorno suyo Denki balbuceó, y una vez que se dio cuenta de ese hecho empezó a enrojecer hasta que tuvo que ponerse las manos en la cara para amortiguar la vergüenza. Shinsou pareció inafectado porque siguió avanzando a paso ligero, indiferente al hecho de que llevaba al Tercer Príncipe en brazos con el farolillo aún sujeto de la mano. Por suerte no había nadie en las calles que pudiera ser testigo de la cara roja del Príncipe.
Una vez que Denki se recuperó del bochorno apartó las manos y miro a Shinsou que mantenía la mirada al frente sin dejar de avanzar, le resultó un poco irritante la expresión imperturbable del guardia mientras él todavía sentía las orejas calientes.
La próxima vez avisa.
Pero no dijo nada porque agradecía no tener que seguir avanzando sobre sus pies destrozados, mucho tiempo había pasado desde sus días de mesero y la sensación se había vuelto casi desconocida. Shinsou no dijo nada durante el resto del trayecto y Denki estaba tan ocupado manteniendo el bochorno bajo control que el silencio se mantuvo hasta que llegaron a la periferia del palacio, solo entonces el Príncipe empezó a luchar para que lo bajaran.
—Entrare por mi pie —dijo y eso fue suficiente para que Shinsou lo bajara.
Cruzaron los arcos que delimitaban la entrada a los jardines del palacio y los guardias que patrullaban a esa hora hicieron una doble toma para comprobar que el Tercer Príncipe llegaba a pie en horas inesperadas. Gracias a sus rápidos reflejos le ofrecieron una reverencia inmediata pese a la sorpresa que se dibujaba en sus rostros, Denki se limitó a saludarlos con una sonrisa cansada.
—Oye, Shinsou —dijo cuando llegaron por fin hasta la entrada principal del palacio—. ¿Sabes montar? No, espera, esa es una pregunta inútil porque te he visto en acción. No. Lo que quiero decir es, ¿cuáles son tus actividades diarias?
—Mediodía de entrenamiento en las barracas con mi maestra, y mediodía en el palacio con Sombra haciendo patrulla en el piso inferior.
—¿Dispones de una hora por las mañanas? —ante la expresión confusa de su guardia, Denki se apresuró a añadir—. Estoy aprendiendo a montar y aunque mi hermano es muy atento, quiero evitar avergonzarme frente a su sombra y me gustaría que pudieras distraerlo.
Shinsou parpadeó.
—¿Puedes?
—Lo intentaré, Alteza.
—¡Excelente!, ¿puedes venir por tu cuenta o tengo que pedirle a Eraser que ajuste tu horario?
—No se preocupe, Alteza, yo lo arreglaré.
—En ese caso te veré mañana. Que descanses, Shinsou.
Le sonrió y se dio la vuelta dispuesto a marcharse cuando una mano lo sujetó suavemente del codo.
¿Eh?
Hubo un momento larguísimo en el que Shinsou permaneció en silencio, luchando por ordenar sus ideas. Finalmente pareció rendirse.
—A donde Su Alteza vaya, este guardia lo seguirá.
Denki le sonrió.
—Lo sé.
Se despidió de su guardia una vez más y entró en el palacio sin mirar atrás. Subió hasta el segundo piso donde los guardias que custodiaban las escaleras le ofrecieron otra reverencia en silencio.
Pese al cansancio y a la pesadez en sus ojos, Denki se sentía satisfecho pues había logrado encontrar una solución para el asunto con los Torikin; aun necesitaba hablar con Neito y esperaba que eso no fuera a causarle problemas, pero si todo salía bien pondría fin a ese asunto antes de que su padre volviera a interrogarlo sobre el mismo.
Al pensar en Neito se acordó de la discusión que había tenido con Mirio esa misma tarde y el recuerdo lo hizo torcer la boca. Algo le decía que su maldita boca iba a traerle problemas en el futuro una vez que su tío supiera que andaba contando sus secretos sin permiso.
Salgo de un problema y me meto en otro.
No imaginaba a su tío enfadándose, pero tampoco había convivido lo suficiente con él para saber como reaccionaria al sentir que violaban su privacidad.
Lo que no entiendo es por qué no decirles a sus sobrinos, ¿se avergüenza?, y si es así, ¿por qué me lo dijo a mí?
Era un tema que requería más energía de la que tenía en ese momento. Deseaba desplomarse en el colchón de su cama y olvidarse del mundo por un par de horas, por desgracia el mundo tenía otros planes porque apenas Denki cruzó la puerta que conducía a sus habitaciones descubrió que había alguien esperando.
—¿Te has divertido? —pregunto una voz rasposa y seca que borró de un plumazo el cansancio reemplazándolo por un golpe de adrenalina que lo hizo enderezar la espalda, apretar las manos y contener la respiración.
Podía oír el grito de 'no' rebotar en los confines de su mente mientras su corazón se lanzaba a una cabalgata desenfrenada. Al final reunió la suficiente entereza para ofrecer una reverencia al tiempo que decía:
—Buenas noches, padre.
[...]
NA/
Hola chicxs
Sigo viva, adaptandome a una nueva rutina. Espero que ustedes esten bien, muchos saludos y espero leerlos pronto.
Saludos.
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