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5.10. Familia


Título Alternativo: ¡No! ¡Soy el hermano feo!

[...]

Desde su llegada a ese mundo Denki ha tenido la fortuna de toparse con un montón de hombres extremadamente guapos –injustamente guapos–; en particular, los Príncipes que se han cruzado en su camino han demostrado ser criaturas únicas y asombrosas: Shouto con su beldad elegante y sus maneras sosegadas. Katsuki con su belleza avasallante y su energía incontenible. El propio Neito con su afilada hermosura y su capacidad para hacerte callar.

Todos ellos le han dejado en claro que los príncipes de ese mundo son personajes esplendorosos que relucen como piedras brillantes, pero nada lo prepara para enfrentar la visión que se encuentra a los pies de la cama de Neito cuando termina de quitarse los nubarrones que el sueño ha dejado en sus ojos.

Lo primero que piensa al verlo es: "¡Carajo! ¡Esto es lo que se llama un Príncipe!"

Así, de la nada, lo sabe. Ese hombre guapísimo e imponente que lo mira con la boca abierta es hijo de reyes o emperadores, y siendo que solo hay otro príncipe en ese palacio, Denki entiende de inmediato que el visitante es Mirio, el misterioso y ausente Príncipe Heredero.

"¡El Hijo Favorito!"

Denki no puede dejar de mirarlo y es que el tipo es... es...

"Si el Protagonista es el dios de este mundo, entonces este hombre es su reflejo en un estanque cuando el sol cruza en lo alto"

En el pasado se había imaginado a Mirio como un Neito menos punzante, es decir la misma complexión y forma, pero con una sonrisa en lugar del gesto agrio que solía llevar su hermano. Y no era así. No era para nada así.

Bajo tortura Denki habría dicho que Mirio era simplemente perfecto. Un triángulo invertido perfecto, y ahí donde Neito era larguirucho y sólido como un abedul, Mirio era un roble duro. Tenía la misma complexión que el Protagonista, con sus hombros anchos, su cintura regia, sus manos grandes y sus muñecas gruesas, y la diferencia entre ambos era la energía que desprendían. El pasado del Protagonista lo había convertido en un personaje encantador y accesible. Mirio en cambio, destilaba autoridad, riqueza y arrojo, aún envuelto en su túnica sencilla y su peinado simple.

Uno de los detalles que Denki notó durante esos breves segundos de inspección fue el asombroso parecido entre Mirio y su padre. Tenían la misma cara redonda, la misma mandíbula amplia, el mismo color de ojos y pelo, y hasta podía imaginarse al Emperador veinte años en el pasado –desprendiéndose del alcohol y su vida sedentaria– para someterse a un régimen como el de su hijo a fin de alcanzar esa figura maciza y amenazante. Viéndolo ahí, Denki podía entender por qué el Príncipe Heredero era el favorito, era una imagen en la que el Emperador podía reflejarse. No así en Neito, cuya similitudes se acababan en los ojos azules y el pelo rubio –ninguno de ellos del mismo color–. Y por supuesto en esa batalla de favoritismos Denki quedaba descartado porque su presencia y figura se encontraba en el extremo opuesto de la personalidad poderosa que Mirio emitía.

Ese pensamiento hizo que Denki fuera plenamente consciente de su apariencia y la imagen que tenía; y como sucediera cuando le había tocado enfrentar a Katsuki o cuando viera a Neito por primera vez, lo que sintió entonces fue algo que solo podía describirse como vergüenza. Ahí estaba Mirio, alto, imponente, bellísimo, y tan fresco como la lechuga, mirándolo como si fuera una rareza, mientras Denki tenía el pelo revuelto y posiblemente apelmazado, la oreja entumida por haber dormido en la misma posición durante horas, y la certeza de que había un rastro de baba en su boca.

¡AHHHH!

La vergüenza se le agolpó en la cara y no fue capaz de seguir soportando esa mirada; quería meterse bajo la cama y morir, pero lo que hizo fue aferrar la manta para echársela encima a fin de desaparecer.

—¡Neito! —llamó con el pánico sacudiéndose dentro de él ante la idea de que semejante hombre impresionante lo viera en su peor momento— ¡Dile que no me mire!

No oyó lo que se dijo después porque el movimiento y el pánico lo habían dejado momentáneamente sordo; notó que tironeaban de la manta, a la que se aferró con más fuerza, y un momento después logró oír la conversación amortiguada por la gruesa manta que le cubría el cuerpo.

—...¡estúpido!

—¡¿Qué quieres que piense cuando tienes a un... a un... a una persona semidesnuda en tu cama?!

—¡Tarado! ¡Es que realmente eres-!

—¡Para ya! Tan solo dime-

—¿Realmente no sabes quién es?

—¡Sus ojos!, ¿has visto sus ojos?

—Su cara, idiota. Estoy hablando de su cara.

—¡He visto su cara pero no creo-! ¡No-! ¡Joder!... es... es... ¿realmente es?

—¡Denki! ¡Sal de ahí que el tarado de tu hermano va a ahogarse con lo abierta que tiene la boca!

Tironearon de las mantas pero Denki las aferró con renovado vigor mientras intentaba limpiarse con ellas.

—¿Denki? —murmuró la voz de Mirio con algo que solo podía ser asombro— ¿Esa criaturita bonita? ¿Mi hermanito?... pero... ¿de dónde ha sacado esos ojos?

—A saber. ¡Denki!

Incapaz de permanecer ahí por más tiempo Denki salió de su capullo con actitud decidida solo para descubrir que el pelo se revolvía con más fuerza tras apartar las mantas. Lo acomodó como pudo maldiciendo no haberlo trenzado la noche anterior, frunció el entrecejo mirando hacia donde creía que estaba Mirio solo para descubrir que este había rodeado la cama y ahora estaba a su lado. Dio un respingo y alzó la cara para enfrentarlo intentando poner la expresión más severa que se le ocurrió solo para evitar que la vergüenza volviera a hundirlo bajo las mantas.

—Vaya —murmuró Mirio examinando su cara como si le resulta imposible creer que fuera su hermano—. De verdad pensé que era tu amante.

El '¡Hey!' indignado que Denki tenía en la punta de la lengua quedo ahogado por la veloz réplica de Neito.

—Porque eres un tarado.

—Basta, Neito, es una conclusión lógica viendo la situación.

—¡¿Lógica?! ¿Cómo has podido creer que metería a una mujer cualquiera a mi cama?

—No podría saberlo porque tú nunca hablas de esas cosas, ¿verdad?

—Sabrías de él si te hubieras molestado en escribir una maldita carta en todos estos meses.

—¿Para qué escribirte? ¿Para qué me devuelvas la nota con los mismos insultos de siempre?

—Claro, porque es lo que siempre hago, ¿verdad? Causar molestias. Ofender al siempre perfecto Mirio.

—¡¿Por qué siempre insistes en lo mismo?!

Y así de la nada empezaron a discutir. El bochorno y la vergüenza que Denki había sentido al ver a Mirio se desvaneció mientras su cabeza iba de un lado a otro como una pelota de pin pong. Vagamente se acordó de la primera cena que había compartido con el Emperador donde su tío y Neito lo habían ignorado enfrascados en un intercambio tenso, empezaba a encontrar patrones claros en los intercambios de su nueva familia. Permaneció quietecito, aprovechando el tiempo para desenredarse el pelo con los dedos sin dejar de mirar, estaba ligeramente fascinado y horrorizado ante las cada vez más afiladas respuestas de Neito y la creciente furia de Mirio.

Le habría gustado tener una campana para hacerla sonar o incluso un megáfono, pero había tanta energía entre ellos que al final se acomodó en la cama reajustando las mantas sobre él y su ropa de cama. El movimiento logró atraer la atención de los hermanos que se callaron.

Denki alzó la vista para mirarlos, primero a Mirio y luego a Neito.

—Había creído —le dijo a este último con su voz aún ronca—, que eras duro conmigo, pero ya veo que no.

Una expresión herida destelló en el rostro de Neito y un segundo después el enfado la reemplazó.

—¡Claro! ¡Defiéndelo! ¡Eres el único que falta!

—¡Basta, Neito! —respondió Mirio saltando a la conversación como si le estuvieran hablando a él, Neito le lanzó una afilada respuesta, y así empezaron otra vez. Denki solo alcanzó a parpadear.

Wow.

Se frotó la nariz notando los primeros destellos de un dolor de cabeza incipiente, después suspiró.

—Lo siento, Neito —dijo extendiendo la mano para palmear el hombro de su hermano haciendo que tanto Mirio como Neito detuvieran su discusión para mirarlo—. Estaba tratando de bromear y no salió como esperaba.

—Porque Neito no tiene sentido del humor —respondió Mirio con aspereza y Denki se encogió por dentro al ver la ira destellar en los ojos de su hermano.

—¡Y tú-! —empezó Neito, pero Denki se adelantó.

—Tengo hambre, ¿te apetece desayunar conmigo? —Neito parpadeó, después frunció el entrecejo como si estuviera buscando la trampa en el ofrecimiento—, ¿o es que primero tienen que aplicarte la misma pasta de anoche? —entonces se giró hacia Mirio que los miraba con curiosidad— Ayer pusieron sobre las heridas de Neito una cosa de color verde que olía a hierbas, y aunque dolía mucho él no se quejó ni una sola vez. Nuestro hermano tiene alta tolerancia al dolor.

Lo dijo con mucho orgullo ofreciéndole una sonrisa a Mirio que parpadeó ante ella.

—No seas exagerado —dijo Neito con una voz que había perdido la ira y Denki ahogó un suspiro de alivio, en cambio alzó la mano para taparse la boca como si estuviera contándole a Mirio un secreto.

—Es tímido.

—¡Denki!

El regaño carecía de la mordacidad característica de Neito por lo que él se echó a reír antes de girarse de nuevo hacia Mirio como si acabara de tener una idea.

—Hey, ¿te gustaría desayunar con nosotros? Prometo no gritarte.

Mirio parpadeó, entonces frunció el entrecejo y miró a Neito con una expresión evaluadora. Denki lo imitó al tiempo que tironeaba de la manga de su hermano.

—¿Puede Mirio desayunar con nosotros o prefieres que te dejemos descansar?

—A Mirio no le gusta quedarse junto a la cama de los enfermos —dijo Neito con rigidez—. Cada vez que me resfriaba le daba por desaparecer hasta que podía levantarme.

—Porque te la pasabas quejándote —respondió Mirio casi al instante erizándose ante la acusación—. Además, tú eras igual.

—¡Eso no es cierto!

No de nuevo, pensó Denki.

—Considerando que ninguno de ustedes fue a visitarme estando enfermo lo creo —dijo en voz alta ganándose dos expresiones aturdidas a las que no prestó atención—, pero eso no importa. Mi pregunta fue —y miró a Neito— ¿puede Mirio quedarse a desayunar con nosotros?

—No va a querer.

—Esa no fue mi pregunta, pero entiendo que no te guste ofrecer una oportunidad para que te rechacen en voz alta.

—No es-

—No te preocupes, Neito, porque yo desayunaré contigo si te apetece, pero antes quiero que me digas si Miro puede o no quedarse con nosotros.

La mandíbula de Neito se tensó y un momento después pareció forzarse a escupir una simple respuesta.

—Si lo quiere.

—Gracias —añadió Denki antes de girarse hacia Mirio—. Esta bien si no puedes quedarte, podemos desayunar o comer en otra ocasión si ahora mismo estás ocupado, pero si quieres y puedes, estás cordialmente invitado a desayunar con nosotros.

—Ya desayuné-

—Te lo dije.

—Neito, déjalo terminar.

—Ya desayuné —repitió Mirio con calma—, pero una taza de té no estaría mal. Llamaré a las sirvientas.

Mirio se apartó de la cama para usar el cordón que llamaba al servicio del piso mientras Denki se giraba hacia Neito con una sonrisa y un 'gracias' en voz baja, entonces notó que la venda del hombro estaba manchada.

—¿Qué paso?

—Demasiado movimiento —respondió Neito con rigidez, masculló una maldición en voz baja y se detuvo.

—Cambiaremos los vendajes, Neito, y pondremos más medicina.

—Sería mejor que dejara las heridas descansar —señaló Mirio al volver deteniéndose al otro lado de la cama de Neito haciendo que este lo mirara con ira.

Oh, no.

—Tú no sabes nada.

—Sé que oí al médico decir que no estás siguiendo las instrucciones de reposo absoluto, que no dejas de abrirte las heridas por no saber estarte quieto.

—¡Cállate!

—Dicen que las puñaladas pican cuando se van curando, ¿es cierto? —intervino Denki mirándolos a ambos con curiosidad.

Ambos lo miraron y parpadearon.

—Nunca me han apuñalado —respondió Mirio como si considerara la cuestión con seriedad—, pero el tío Hizashi dice que las puñaladas pican y arden durante días.

—El tío Tashi —añadió Neito—, dice que las peores laten como si tuvieran vida.

—¿Tashi? —preguntó Denki con curiosidad— ¿Taishiro? Es el hermano mayor de Taehiro, ¿verdad? ¿Por cuántos años?

Tanto Mirio como Neito parpadearon.

—Son gemelos —respondió Mirio tras una pausa.

—¡¿Gemelos?! —exclamó Denki con encanto—. ¿idénticos?

—No exactamente —dijo Neito mirándolo como si le hubiera crecido otra cabeza, entonces parpadeó y se giro hacia Mirio—. Eso me recuerda, recibí una carta suya preguntando por el viaje al Palacio de Jade. Ya sabes que celebramos sus cumpleaños en la segunda noche de nuestra llegada y quieren saber si hay un itinerario listo.

—Noche dice que ha iniciado con los preparativos así que toca esperar, aunque no estoy seguro de que sea apropiado que hagas un viaje tan largo considerando tu condición.

Neito frunció el entrecejo como si acabaran de decirle que era un inútil; anticipándose a otro encontronazo, Denki le palmeó el brazo.

—Si no te dejan ir puedes quedarte conmigo, será divertido tener compañía —ambos lo miraron con la misma expresión hueca—. No, espera, ¿has dicho cumpleaños? Entonces debemos enviar un regalo, ¡perfecto! —dio unas palmadas de emoción y miró a su hermano con una sonrisa— ¡Neito!, ¿puedes enseñarme los regalos que se dan para ese tipo de ocasiones?... Y, no quiero que te enfades, pero... ¿puedes decirme cuándo es tu cumpleaños? O mejor aún, ayúdame a hacer una lista con los cumpleaños que debo aprenderme.

Debí preguntárselo a Noche, pensó Denki al ver la cara estupefacta de sus hermanos. Ahora creerán que estoy mal de la cabeza.

Se salvó de tener que inventarse una excusa por su mala memoria cuando la llamaron a la puerta y un momento después una sirvienta entró deteniéndose a los pies de la cama ofreciéndoles una reverencia rápida.

—Prepara un desayuno ligero para mis hermanos —ordenó Mirio tomando el control sin aparente esfuerzo—, y un servicio de té. También busca al médico para una revisión de las heridas del Segundo Príncipe y medicina para el dolor.

—Trae algo para el resfriado —añadió Neito.

El único gesto de sorpresa que hizo la sirvienta al oír la petición fue un parpadeo rápido, pero después les ofreció otra reverencia y se marchó en completo silencio.

—¿Resfriado? —preguntó Mirio con espanto y la respuesta de Neito fue señalarlo. Denki golpeó ese dedo acusador.

—Ya te dije que no estoy resfriado.

—Sigues sonando raro.

Denki le saco la lengua, después miró a Mirio que parecía menos tenso que antes, aunque seguía mostrando cautela por iniciar una conversación.

Neito ha dicho que nos parecemos, pero dios, es obvio que me tomaba el pelo. Y por su aspecto seguro que tampoco compartimos los mismos hobbies.

—Uhm —dijo Denki retorciéndose los dedos—, ¿te gusta leer?

Neito se rio.

—Mirio es alérgico a los libros.

En esa ocasión la expresión herida destelló en los ojos de Mirio antes de ser reemplazada por una rigidez en la mandíbula.

—No todos somos come-libros como tú, Neito.

El tono brusco hizo que el aludido se tensara; su respuesta fue rápida y mortal.

—Mucho mejor que ser un descerebrado.

Wow —dijo Denki y solo al ver que ambos lo miraban comprendió que lo había dicho en voz alta. Bueno, ni modo—. ¿Siempre hacen eso?

—¿El qué? —respondió Neito de mal humor.

—Eso —dijo, sacudiendo el dedo entre uno y otro—. Saltarse a la yugular y discutir como si realmente se detestaran.

—No nos detestamos —dijo Mirio.

—No siempre —añadió Neito

—¡Neito!

—¿Qué? Ahora vas a decirme que no me detestas cuando hace unos meses me gritaste que era insoportable, ¿es eso?

—¿Por qué insistes con lo mismo?

—¡Porque al menos entonces fuiste honesto conmigo!

—¡Me provocaste!

—¡Claro! ¡Mi culpa! ¡Es mi culpa! ¡Tú nunca tienes la culpa!

Mirio alzó las manos al aire y parecía listo para gritar una respuesta mordaz cuando vio a Denki quien, con la cabeza apoyada en la mano, los observaba.

—No discutamos, Neito —murmuró Mirio con expresión tensa.

—Oh, no. No. —respondió Denki enderezándose de nuevo y sacudiendo la mano en su dirección—. No quiero ser la clase de pariente frente al que se portan bien solo para gritarse en privado después. No era mi intención incomodarlos al preguntar, solo tenía curiosidad. Nunca he tenido hermanos, así que no estoy seguro de cuáles son las dinámicas más comunes. Puede que esto sea normal para ustedes, que sé yo, así que no me voy a meter en sus discusiones. Me quedaré aquí, en silencio, hasta que se cansen o se acabe, lo que suceda primero.

Hubo un momento de horroroso silencio que puso a Denki incomodísimo y lo hizo querer volver en el tiempo para taparse la boca y no decir nada. Al final Mirio suspiró y se frotó los ojos con una mano.

—No me gusta cuando dices eso —gruñó Neito un momento después.

—¿Decir qué?

—Que no tienes hermanos.

Denki le sonrió.

—Cierto, ahora tengo uno, ¿verdad? Y con suerte tendré otro —entonces tironeó de su manga con actitud juguetona—. Querido hermano mayor, puedes preguntarle al Príncipe Heredero si quiere ser uno de mis hermanos.

—No seas necio —respondió Neito pero no parecía enfadado—. No tienes que preguntarle nada.

—Crees que va a decirme que no, ¿cierto? —le dijo Denki ofreciéndole un puchero falso—, Neito —canturreó—, ¿por qué crees que va a decirme que no?

—Quita esa cara.

—Pero si lo hago con cuál me quedo.

—Estás siendo imposible.

—Gracias, me esfuerzo muchísimo por conseguirlo.

Neito le rodó los ojos, exasperado, y Denki se echó a reír. Después miró a Mirio a quien le ofreció una sonrisa diminuta y tentativa, que recibió una igual.

—¡Alteza! —saludó Saeko entrando por la puerta de la habitación y deteniéndose en el centro de la habitación. Les ofreció una reverencia formal antes de enderezarse de nuevo mirando fijamente a Denki—. Su padre quiere verlo.

—¡Oh, no! —murmuró Mirio de inmediato.

—¿Qué pasa? —preguntó Neito al oírlo

—Ya te lo dije, los pasadores.

Siguieron conversando en voces susurrantes sin que Denki les prestara atención.

Sabías que iba a enfadarse por el estúpido regalo de anoche, se dijo notando que su estómago se convertía en un puño duro. Ahora toca hacer frente a las consecuencias.

Saltó de la cama con el rostro tenso inclinándose de inmediato para recoger la segunda capa que había dejado en el suelo la noche anterior. Le agradeció con un asentimiento seco que Saeko se acercara con un trapo húmedo para limpiarse la cara y una cinta suya para el pelo.

—¿A dónde vas? —pregunto Neito mientras Denki ponía rumbo a la salida intentando peinar su melena con los dedos a fin de sujetarla en una coleta alta.

—Posiblemente a que me castiguen —respondió Denki con ligereza—, lamento lo del desayuno, Neito. Si puedo volveré si no... intentaré visitarte en la noche, ¿de acuerdo?

—No, espera, ¿de qué estás hablando? No te hablaron a ti ¡Mirio!

Denki no alcanzó a oír el resto tras salir por la puerta, prefirió concentrarse en controlar el miedo que empezaba a sacudirle las entrañas. Siguió a Saeko por el pasillo hasta la puerta doble que se veía al final, hasta que se dio cuenta de algo.

—Espera, ¿cómo sabías que estaba ahí?

—Me dieron la orden de esperar fuera de la habitación del Segundo Príncipe hasta que Su Alteza se despertara, después debía acompañarlo de vuelta a su pabellón. Estaba ahí cuando el Emperador mandó a buscarlo y como me conocen me dieron el mensaje.

—Ya —respondió Denki suponiendo que Noche sí había descubierto su ausencia. Al pensar en el guardia se acordó de una de sus conversaciones nocturnas.

—Preferiría no tener que hablar con mi padre.

—No te preocupes por él, pajarito, ahora será mejor

—¿Mejor?

—Por supuesto. Ahora sabes que sin importar lo que hagas se enfadará contigo, ¿no te quita eso un peso de encima?

—No, claro que no.

—¿Por qué no? Ahora sabes cómo reaccionará ante cualquier cosa que te involucre. Sabes que te gritará, que te castigará, que hará tu vida miserable, y sabrás que no es culpa tuya.

—Sigue siendo injusto.

—¿Cuándo hablamos de justicia? No esperes justicia de tu padre. Lo que digo es: No podrás complacerlo nunca, ¿por qué intentarlo? ¿por qué preocuparte? Sé inteligente y piensa en lo que puedes darle.

—Su Majestad pude recibirlo ahora —la voz de la sirvienta lo devolvió a la realidad y Denki cruzó las puertas dobles para entrar en un pequeño recibidor dejando a Saeko en el pasillo. De ahí siguió a la nueva sirvienta hasta el salón privado de su padre.

Ahí lo esperaba el Emperador con su ropa de cama, su pelo revuelto, los ojos inyectados en sangre, y la expresión de alguien que no ha dormido bien, tiene resaca, está furioso y desea desahogarse. El estómago de Denki se apretó y él se sujetó las manos para ofrecerse un poco de consuelo.

Bueno,ahora me queda claro que esta familia empieza sus días gritando.


[...]

NA/

*Gente mirando porque Denki es demasiado bonito*
Denki: Oh, dios mío, ¿tengo un tercer ojo? ¿tengo baba? ¿se me ha roto un diente?

¯\_(ツ)_/¯

Como les dije hace un par de capítulos Hanami cumple tres años, y me tomó un mes trabajar en la celebración. Sí, me tomó más de la cuenta terminar con todo y la actualización tuvo que atrasarse por ello, pero estamos aquí. Entonces:

1) Cambiamos las portadas. Y sí, el romance va tan lento que ofrezco una disculpa.

2) Añadí una lista en mi perfil titulada Mundo Hanami que contiene los cuatro libros que van relacionados con este. Además del Diario del Guardia tenemos el Material Extra y el Compendio de Cuentos que hablan sobre la relación del Imperio y el Clan.

3) Tenemos también un compendio de citas favoritas enviadas por los lectores.

4) Y conseguí terminar el Diario de un Guardia en formato PDF para compartir al igual que el Compendio de cuentos.

En este comentario están los links para descargar (Son tres archivos PDF) ->

Pero si tienes problemas copiando los links puedes ir a mi blog (el link esta en mi perfil) y buscar "Regalos de Aniversario". En la entrada #Hanami Extra# los links para descargar se encuentran al final. 

Y eso sería todo.  

Les agradezco eternamente su apoyo a lo largo de la historia, su paciencia, y especialmente su ánimo, porque me temo que esta autora avanza a su ritmo y sé que en ocasiones eso puede ser estresante para el romance, así pues me inclinó ante su infinita paciencia y por tomarse ese tiempecito para dejar comentarios y leer. 

Los quiero y nos vemos en el que sigue. 

PD: No tengo hermanos varones, así que me gustaría preguntarles algo solo como curiosidad para ver si no voy tan perdida. ¿Alguien tiene hermanos que sean deportistas o que tengan algun hobbie físico como karate y eso?  Si la respuesta es sí, tengo dos preguntas al respecto ¿hablan de eso constantemente y su vida gira en torno al mismo tema? ¿muestran interes por otros hobbies parecidos?

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