5.0 El Juicio
La razón trata de decidir lo que es justo. La cólera trata de que sea justo todo lo que ella ha decidido – Séneca
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Una escena del presente
Las obligaciones de Aizawa en el consejo consistían en acudir a las votaciones, mantenerse quieto y no decir nada. Nunca participaba a menos que considerara que la situación era una emergencia pues era consciente de la tensión que se creaba al desafiar los deseos del Emperador. Esa tarde, sin embargo, no entró en el salón para una votación cualquiera así que en lugar de permanecer en un rincón cruzó la sala llevando a Sombra y Fantasma detrás hasta detenerse frente al trono, donde se arrodilló en el suelo para ofrecerle una reverencia sumisa a su soberano.
A su derecha se encontraban los maestros del Clan, cuatro de los ocho que existían en el grupo. Dos que dirigían la escuela que reclutaba a los huérfanos en las afueras y dos encargados de continuar con el entrenamiento de los reclutas que vivían en la Ciudad Imperial. Eran ellos quienes elegían al líder, y quienes tenían el poder para reemplazarlo. Verlos en la sala del Emperador solo podía significar que el monarca realmente planeaba exigir una revisión formal de su conducta.
A su izquierda se encontraba el hermano del Emperador, su administrador y el Príncipe Heredero, todos con la misma expresión grave. Y finalmente, arrodillados entre el trono y el resto de la familia imperial se encontraban Noche, Trueno y Eclipse, todos y cada uno de ellos con la cabeza baja a fin de mostrarle respeto a los maestros que los habían educado.
El Emperador no perdió tiempo.
—Los he convocado —dijo mirándolos a todos desde su posición elevada—, porque considero que Eraser ha fallado en su deber. Y exijo su destitución.
—Hermano —intervino Hizashi con rigidez—, esto es-
—¡No tienes voz aquí! —respondió el Emperador—. La decisión será del Clan.
—Gracias, Majestad —respondió un de los maestros antes de dirigirse al grupo recién llegado—. A fin de tomar la decisión más adecuada hemos de conocer los hechos. Empecemos con el Guardia del Tercer Príncipe.
Era la tercera vez que tenían que repetir la historia –el Emperador los había interrogado exhaustivamente con anterioridad–, así que Fantasma les dio un resumen detallado de lo acontecido desde la sospechas del Príncipe con la sopa hasta la desaparición de la sirvienta y su posterior viaje para encontrarla. Al terminar el relato los maestros iniciaron con su interrogatorio.
—¿Por qué no informaste a nadie sobre el posible envenenamiento del Príncipe?
—Él me ordenó que no lo hiciera, maestro —respondió Fantasma
—¿Y consideraste que eso era sensato?
—El Príncipe tenía miedo y era mi deber calmarlo, quería que confiara en mí.
—Confió lo suficiente para decirte lo que estaba sucediendo.
—En ese momento no era claro-
—¿Creíste que la amenaza no era real o simplemente no te importó?
—Nunca me atrevería a minimizar una amenaza contra el Príncipe, pero mi investigación-
—¿Estás entrenado en la identificación de venenos?
—No, maestro.
—¿Por qué no acudiste con Eraser apenas sospechaste de un veneno?
—El Príncipe no quería-
—¿Es tu deber proteger al Príncipe o complacerlo?
—Protegerlo, maestro. Con mi vida si hace falta.
Hubo más preguntas. Muchas sobre Izuku, sobre su comportamiento a lo largo de todos esos meses, sobre su posible asociación con el veneno. Hubo preguntas sobre el Príncipe, sobre la sirvienta, sobre todo. Los maestros desmenuzaron su relato con palillos buscando una posible mentira o engaño. Después fue el turno de Sombra con su recuento de la noche del incendio y la persecución de Izuku hasta que perdieron su rastro. Su interrogatorio fue más corto aunque no por eso menos intenso. Duró horas hasta que el Emperador solicitó un receso para comer algo y estirar las piernas.
—Eraser y los guardias se quedan —añadió el Emperador y cuando el Príncipe Heredero intento protestar fue Hizashi quien lo sacó de ahí. Así que en una hilera ordenada y silenciosa los cuatro maestros salieron con el resto del grupo mientras los Guardias de la Familia Imperial permanecían en su lugar como estatuas inmóviles.
Eraser estudió al otro grupo: Eclipse miraba al suelo con expresión tensa, Trueno parecía enfadada mientras se examinaba las manos, y Noche tenía los ojos fijos en algún punto en el techo, aunque en realidad parecía distraído. Después se giró hacia Sombra, que parecía incomoda y desgastada, ella le ofreció un asentimiento de reconocimiento sin decir nada. Fantasma por otra parte parecía incapaz de ahogar la culpa y el arrepentimiento que el interrogatorio había puesto en él.
—Entiendo que está situación es-
—¿Injusta? —completó Noche y Eraser lo miró—. ¿Absurda?
—No es-
—Nos han dejado arrodillados como niños malcriados, Eraser. ¿Qué justicia hay ahí?
No la había pero era inútil discutir un asunto sobre el que no tenían control.
—Deberíamos aprovechar el tiempo para discutir la situación?
—¿Quieres novedades? Bien. Anoche el Emperador ordenó reforzar la seguridad en el palacio, y considerando que la Ciudad se encuentra en alerta máxima y que se está lidiando con los destrozos del incendio, no puedo traer más guardias así que todos mis hombres harán tiempo extra, y al mismo tiempo Su Majestad ha ordenado mantener sus espacios libres porque está enojado de que el Clan dejara escapar a los culpables del ataque a su hijo y no quiere verlos. Comprenderás que esta... —hizo una pausa y tomó aire antes de continuar—, inconsistencia va a ser un dolor de cabeza.
—Habla con él.
—¿Sobre cómo su decisión es inconsistente?
—Tu deber es explicarle-
—Ya deberías saber que el Emperador no tolera la condescendencia, y hasta donde sé mi deber es obedecerlo.
—Tienes que hacer un esfuerzo.
Hubo una pausa larguísima mientras Noche lo miraba, hasta que finalmente respondió con una expresión indescifrable.
—Por supuesto.
El guardia devolvió su atención al techo y Shouta lo dejo estar.
—Esto es mi culpa —murmuró Fantasma a su lado—. De haber dicho algo-
—No sabemos-
Noche lo interrumpió.
—Por supuesto que debió decir algo. De haberlo hecho habrías usado todos los recursos del Clan para localizar ese veneno, habrías revisado sus medicinas una a una para garantizar que todas eran las que decían ser. Eso habría expuesto la verdad al instante, pero no dijo nada. No lo hizo porque el Príncipe le dio una orden. Y él obedeció. Ese es nuestro trabajo. Si el Emperador me ordena algo, lo hago, porque la alternativa es un castigo.
—Obedeció al Príncipe e hizo lo correcto —interrumpió Trueno—. No dijo nada y ese fue su error. ¿Cuál de ellas es?
—Una cuestión interesante con una respuesta aún más fácil. Si hizo lo correcto saldrá indemne, si hizo algo malo será castigado. Es simple, a menos que —hizo una pausa en la que volvió a clavar sus ojos en Shouta con una intensidad paralizante—, la decisión no se base en juicios justos sino en criterios individuales.
—Nos atendremos a la voluntad del Emperador —respondió Shouta repitiendo las palabras exactas que había oído de boca de su maestro. Palabras que había repetido el maestro anterior y el anterior y todos aquellos que servían en el Clan—, porque él es el corazón del Imperio.
Eran las mismas palabras que su maestro había usado cada vez que explicaba la sinergia entre el Clan y la Familia Imperial. El día que Shouta había entendido que debía renunciar a Hizashi por el bien de todo, su maestro le había explicado a detalle y con gran calma los problemas que enfrentaba el Imperio. A sus quince años su maestro representaba la autoridad máxima en toda su vida, y había sido aterrador y tristísimo ver la nota decepcionante en su cara mientras le decía que el deber del Clan era mantener la estabilidad del imperio.
"No podemos permitirnos ser egoístas" había dicho y Shouta supo entonces que su maestro sabía lo que él hacía cuando salía por las noches. Su maestro nunca se lo había reprochado, pero había sido bastante claro al recordarle su responsabilidad. "Somos siervos del Imperio y en la sombra existimos, el Emperador es el sol, su familia vive en la luz. Tocarlos es deshonrarlos"
Y Shouta había absorbido esa verdad de la misma forma que absorbía todas las enseñanzas de su maestro. En ese momento había jurado cumplir con su deber, era lo único que le quedaba; no obstante, era consciente que en ocasiones resultaba difícil conseguirlo especialmente cuando el Emperador es un hombre voluble.
Es temporal, se repite, solo hasta que el Príncipe Heredero tome la corona.
Pero cuando piensa en el primogénito del Emperador no puede ver sino a Hizashi, con el mismo carisma y deseo de libertad. Por razones que seguía sin comprender, aunque sospechaba que había sido su culpa, Hizashi había renunciado a la corona colocando a su hermano en una situación delicada. Habían sido años inestables –casi al borde del desastre– mientras el pequeño Emperador aprendía a gobernar, pero habían logrado salir de la zona gris. Por fin. Y lo que temía era que todo volviera a desbaratarse si el Príncipe Heredero repetía la historia de su tío.
Shouta miró a Eclipse, cuya expresión seguía siendo tensa. Se preguntó si tendría que repetir la historia. Si debía de sentarse con el muchacho para decirle lo que su maestro le había dicho a él. No se imagina la conversación. No quiere tenerla. Es una conversación que por alguna razón no se atreve a repetir.
"Un líder debe tomar decisiones difíciles", le había dicho su maestro antes de informarle que planeaban considerarlo como futuro Eraser. En ocasiones se preguntaba si esa había sido su forma de consolarlo. "Tienes una responsabilidad".
La tengo.
Así que toma aire y los mira de uno a uno antes de fijar los ojos en Suneater.
—Como miembro del Clan no somos entidades individuales. En nosotros no existe el yo, ahora somos todos. Y todos servimos. Todos luchamos. Somos hermanos y familia. La única que necesitamos. Nuestro deber es obedecer y servir. Nuestro orgullo es proteger. No debemos permitir que el egoísmo nos ciegue, no debemos permitir que la satisfacción individual se interponga entre el bien del imperio. Nuestra devoción es para el Imperio. Nuestro vida también. Somos siervos que viven en la sombra, que sirven al sol y lo miran de lejos... —Tocarlos es deshonrarlos, pero no puede decir eso. No se atreve—. Como Guardias Sombra su deber es garantizar la seguridad de su protegido, por encima de todo, aún si ellos no lo quieren, aún si ellos se rehúsan. Nadie volverá a esconder secretos que sugieran un peligro para la familia imperial. Y espero que nadie permita que su protegido arriesgue su posición ahora que el imperio mismo se encuentra amenazado. ¿Está claro?
Un coro de sí fue su respuesta. Después de eso Eclipse no fue capaz de sostener su mirada y devolvió los ojos al suelo; algo en la rigidez de su postura le dijo que había entendido el mensaje, pero en lugar de sentir calma lo que se revolvió dentro de él fue algo completamente distinto. La misma emoción –miedo y vergüenza– que sintió cuando su maestro lo hizo sentar sea noche terrible, aunque esas emociones no se comparaban con la agonía que había sentido cuando tuvo que mentirle a Hizashi.
"No te quiero"
—Somos todos —murmuró una voz arrancándolo de su ensimismamiento. Al alzar los ojos vio a Noche contemplando el horizonte con calma—. Somos uno. Sin deseos. Sin amor. Sin nada. Suena como algo imposible —los ojos oscuros bajaron para enfocarse en él—. Todos los guardias son niños cuando son asignados a su protegido. Crecen y conviven con ellos durante años, ¿realmente esperas que no formen lazos a una edad en la que es natural hacerlo?
"Tocarlos es deshonrarlos"
—Los lazos son inevitables, están ahí para garantizar nuestro compromiso, pero también hemos hecho un juramento. Nuestra vida por el Imperio. Sin amor. Sin deseo.
—¿Me estás diciendo que tú nunca has querido algo que no puedes tener? ¿Nunca has deseado nada?
"Shouta, quédate conmigo"
El recuerdo lo hizo tragar en seco. ¿Cómo podía hablarles de su debilidad? ¿Cómo podía explicarles que había sido egoísta y ciego? ¿Cómo podía decirles que él mismo había fallado? La respuesta es que no podía. No debía. Una pequeña mentira evitaría la catástrofe.
—Nunca.
Una delicada ceja se arqueó en el rostro de Noche, el signo claro de la incredulidad, pero Shouta mantuvo su expresión resolutiva.
—¿Y tú? —preguntó cuando la expresión de Noche siguió siendo escéptica. Le irritaba que pusieran su palabra en duda.
Los ojos de Noche relucieron como si contuviera una sonrisa.
—En agradecimiento a la generosa verdad que Eraser ha compartido con nosotros, este guardia le ofrecerá la misma honestidad. Una simple palabra. No. ¿Algo más?
Shouta volvió a tener la impresión de que Noche sabía algo, lo cual era imposible porque el muchacho ni siquiera existía en ese tiempo y estaba seguro de que su maestro nunca le había dicho nada a nadie sobre su debilidad. Si el Clan se hubiese enterado lo habrían castigado pues su falta arriesgaba la imparcialidad del Clan hacia la Familia Imperial y era una violación tácita de su juramento. No, era imposible que Noche supiera algo.
Tras lo que parecieron horas el Emperador y el resto de los maestros volvieron para continuar con el interrogatorio. En esa ocasión fue el turno de Eraser para explicar ambas situaciones desde su punto de vista y la razón por la cual había tomado cada una de ellas. Los maestros lo interrogaron durante el resto de la tarde y casi al anochecer tomaron un descanso para discutir en privado, para entonces el Emperador mostraba signos claros de impaciencia y hartazgo, mientras que el Príncipe Heredero y su tío conversaban en susurros apresurados en un rincón.
—Hemos llegado a un veredicto, Majestad.
—Adelante.
—Hemos decidido que Sombra no cometió errores al cumplir con su deber.
—Mi hijo-
—Lo entendemos, Majestad, el ataque al Segundo Príncipe es un evento extremadamente desafortunado, pero todo parece indicar que los asesinos planearon el ataque en el momento en que ella cumplía con sus deberes de patrullaje. No encontramos señales de que ella hubiera desatendido la situación o de que hubiera creado la oportunidad, sugerimos reincorporarla a sus actividades de forma normal.
El Emperador sacudió la mano con expresión insatisfecha.
—Mi hijo no la necesita en este momento, y no quiero que ella esté cerca mientras él se recupera. Si quiere servir que lo haga como guardia en la seguridad del palacio, al menos hasta que mi hijo decida si quiere conservarla o no.
—En ese caso Sombra se incorporará al grupo que Noche dirige, ¿de acuerdo?
Sombra asintió con formalidad y le ofreció una reverencia al Emperador colocando la punta de los dedos en el suelo frente a ella y doblándose hasta tener la cabeza sobre sus manos.
—Majestad, le agradezco su benevolencia. Y juro por mi vida que esto no volverá a ocurrir.
Hubo un asentimiento desinteresado y el maestro se giró hacia el grupo de Shouta.
—Ahora, sobre Fantasma. Su pobre criterio junto con su evidente falta de formación resulta alarmante. Que un guerrero sombra faltara regularmente a las sesiones de entrenamiento con el resto de sus compañeros pone en duda su capacidad combativa y su integración en el Clan. Su decisión de ocultar un secreto de esta magnitud pudo haber traído consecuencias catastróficas al imperio entre las que se incluye la muerte del Príncipe, lo cual habría sido razón suficiente para solicitar su ejecución.
Con el cuerpo envarado Eraser cerró los ojos temiendo el desenlace.
—Estamos tentados a reasignarlo —continuó el maestro—, no obstante, ha sido claro que las circunstancias especiales en las que se encuentra, es decir el hecho de que la salud del Príncipe le impidió atender sus deberes con formalidad, nos obliga a considerar la situación con calma. Hemos decidido ponerlo a prueba. Deberá asistir a entrenamientos obligatorios con uno de nosotros hasta que demuestre que es apto para el papel que le han asignado, y será sometido a un escrutinio implacable. Nos reservaremos el derecho de suspenderlo o reemplazarlo dependiendo de su desempeño a lo largo de estas semanas. ¿Lo entiendes, Fantasma? Tendrás que encontrar el equilibrio perfecto entre tus deberes como guardia y tu entrenamiento.
—Por supuesto, maestro, y cumpliré con mi deber como corresponde.
—En ese caso, te unirás a Sombra en el patrullaje del palacio.
—No —intervino el Emperador. Fue una negativa tajante y seca que hizo a Shouta estremecer—. No lo quiero.
—¿Majestad?
—Este guardia escogió obedecer los deseos absurdos de mi hijo por encima de la seguridad de su familia. No confío en que cumpla con mis órdenes. No lo quiero como guardia de mi familia.
—Majestad —empezó Shouta pero Fantasma se le adelantó. Imitó la reverencia de Sombra y permaneció así mientras hablaba.
—He fallado, Majestad, y mi error me avergüenza. Mi indecisión puso en peligro la vida del Tercer Príncipe, un hecho intolerable. Pero soy Fantasma, Majestad, el Guardia Sombra del Tercer Príncipe, y he jurado protegerlo.
—Mi hijo no te necesita, está enfermo. Es posible incluso que se muera.
—¡Padre!
—Si no eres capaz de soportar la verdad, Mirio, vete. ¿Sabes cuál es el problema aquí? Si él hubiera hecho su trabajo habríamos podido averiguar la verdad directamente del doctor Yakumo. En cambio, es posible que su negligencia alimentara la paranoia de tu hermano. No dejan de decir que hay un veneno desconocido, que el Príncipe volvía a temer que lo envenenaran, pero lo único que sé es que mientras "lo envenenaban" tu hermano participó en el festival e hizo un alboroto. Eso no disminuyó su paranoia, no, llegó a tal punto que se negó a tomar sus medicinas, y el médico cree que por eso ahora su recaída es peor que antes. ¿Te das cuenta?
—¿Permitiste que el Príncipe abandonara sus medicinas? —preguntó uno de los maestros.
—Me equivoque. Si la recaída del Príncipe ha sido mi culpa asumo toda la responsabilidad y acepto cualquier castigo que el Emperador me asigne, pero sigo siendo Fantasma, Majestad, y mi deber es proteger al Príncipe. No volveré a fallar, no permitiré... no dejaré que dudas personales me impidan cumplir con mi objetivo de protegerlo. En su momento no entendí que eso incluía protegerlo de sí mismo, pero ahora lo sé.
Hubo un largo silencio mientras el Emperador parecía meditar la situación. Finalmente se enderezó en su trono para mirarlo.
—Quince latigazos —dijo al final y Shouta se estremeció—, como castigo por tu silencio. Otros diez por guardarme secretos. Y diez más por alentar la paranoia de mi hijo. Puedes rechazarlos y con ellos el título de Fantasma.
—No, Majestad.
—En ese caso quiero dejar en claro que mientras mi hijo viva en el palacio te atendrás a mis órdenes.
—Por supuesto, Majestad.
—Te unirás al resto de la guardia y si en cualquier momento el Príncipe vuelve a dar señales de paranoia, si vuelve a mencionar un veneno, solicitarás ayuda de inmediato y permitirás que el médico se encargue del asunto.
—Por supuesto, Majestad.
—Quiero tu palabra de que tu lealtad no volverá a ser puesta en duda.
—Nunca, Majestad.
—Si en algún momento descubro que me has ocultado un secreto, que has alentado las locuras de mi hijo, o que te has atrevido a mentirme, ordenare tu ejecución. ¿Queda eso claro?
—Sí, Majestad.
Hubo una pausa mientras el resto procuraba no mirarse, finalmente los maestros se volvieron hacia Shouta.
—No entendemos algunas de las decisiones que has tomado, pero entendemos que como Eraser tus decisiones no son fáciles. Necesitamos más tiempo para analizar tus acciones y decidir sobre ellas, si Su Majestad lo permite nos gustaría retomar esta conversación en unos días para discutir nuestra decisión final.
El Emperador estuvo de acuerdo y con ello la reunión se dio por terminada. Shouta se levantó del suelo con las piernas entumidas al mismo tiempo que el Emperador se marchaba. Los maestros encabezaron la hilera de guardias que se dirigía a cumplir el castigo de Fantasma dejándolo a él hasta el final.
Para sorpresa suya Noche se detuvo junto a él.
—Me pregunto qué convencerá a Eclipse de terminar su familiaridad con el Príncipe Heredero, ¿tu magnifico discurso de hoy, la perspectiva de un castigo similar si el Emperador lo descubre, o la certeza de que el Clan podría condenarlo a muerte?
—Él hará lo correcto.
—¿Lo correcto para quién?
—Para el Imperio.
—Por supuesto —respondió Noche e intentó alejarse pero Eraser lo detuvo del brazo.
—Si me reemplazan, te quedarás a cargo del Clan.
—Solo hasta que los maestros escojan al nuevo líder entre los candidatos que tienen.
—Si lo haces bien es posible que te dejen al mando, ¿no te gustaría eso?
Noche inclinó la cabeza.
—La gente siempre asume saber lo que quiero, había esperado que Eraser fuera diferente. De cualquier forma, pierde cuidado, los maestros no van a reemplazarte.
—Eso no lo sabes.
—Casi podría apostarlo —Noche entornó los ojos mientras alzaba el rostro para mirar el techo—. Sin importar lo que desee el Emperador, nadie va a castigarte. ¿Sabes por qué?
—No
—Porque eres la representación perfecta del credo bajo el que nos educan. Leal. Obediente. Servil. Transparente. Y tan decidido a proteger el imperio que resulta imposible concebir que hagas algo que lo ponga en peligro.
—Es nuestro trabajo.
—Por supuesto. Obedecer al Emperador. Servir a la Familia Imperial. Proteger al Imperio. Las tres verdades absolutas que componen al Eraser perfecto. Ese eres tú.
—Lo haces sonar como si eso fuera malo.
—¿Lo hago?... mmm...
—¿Entiendes lo que está en juego?
Durante un momento Noche permaneció en silencio, después pareció decidirse y se giró para mirarlo a los ojos.
—Para el Clan, el Emperador es el símbolo del Imperio, negarse a obedecerlo es una afrenta en sí misma pues eso significa que existe alguien con más poder que el Emperador mismo. Si un Erarse ejerce su poder para anular o ignorar la autoridad del Emperador, está abriendo la puerta para permitir que otros lo hagan, ¿qué pasaría entonces? Podría haber Eraser con menos escrúpulos que tú, podría haber gente más ambiciosa. En conclusión, desafiar al Emperador es emprender el camino de la anarquía; por eso, aún si las acciones del Emperador son cuestionables el deber de Eraser es mantener el equilibro. Esa es tu misión. Ese eres tú. Aquel que mantiene, protege y perdura el legado del Clan y asegura la supervivencia del Imperio. Lo entiendo. Y por eso sé que eres un mejor Eraser de lo que yo nunca podría ser. Los maestros también lo saben, y por eso te apoyarán. Nadie va a reemplazarte.
Shouta quiso creerle. Con el revés que suponía la muerte del Príncipe Todoroki, con el ataque al Segundo Príncipe, y con el alboroto en la Ciudad era importante mantener la armonía dentro del Clan y asegurar que la cadena de mando se mantenía intacta.
—Tal vez esto convenza al Príncipe Heredero de iniciar con los tramites de sucesión —dijo en voz alta.
—Por supuesto —respondió Noche y solo entonces sonrió—, entonces rogaremos que él no sea igual que su padre, ¿verdad?
Antes de que Shouta pudiera reaccionar Noche se alejó hacia la salida.
No lo será, pensó él avanzando en la misma dirección. Habría deseado tener la misma certeza para afirmar que tampoco era como su tío.
[...]
NA/
HEY! ¿Cómo estuvo su fin de semana?
Cuidense mucho porque la pandemia sigue. Y mientras tanto nosotros iniciamos nuestro quinto arco. Vamos a ir con calma. Sin prisas.
Un detalle que he intentado dejar en claro a lo largo de toda la historia es que el Emperador es la máxima autoridad en el Imperio, lo que se dice es, lo que se ordena se hace, y él esta en toda su autoridad para solicitar la ejecución de quien quiera. Vencerlo va a requerir que muchas personas se pongan las pilas, muchas de las cuales pueden terminar muertas, pero esperemos que no sea así.
Y también quiero hacer una reflexión sobre Aizawa. Uno podría pensar que se encuentra en el extremo opuesto de lo que quiere hacer Noche, pero no es precisamente el caso porque lo que Noche quiere hacer es acabar con todo pues es la única solución que encuentra siendo que desde su posición no hay alternativas (no puede controlra el clan, no puede matar al Emperador, la mayoría de los miembros del Clan no comparten su visión de las cosas algo que podría condenarlo a muerte si decide compartirlas). Aizawa en cambio tiene opciones siendo el líder del Clan, pero no puede simplemente declarar al Emperador como un peligro o desafiarlo.
En primera porque eso podría hacer que sus enemigos lo acusen de querer apropiarse del trono y también sentaría un precedente para el futuro, poniendo el riesgo el imperio. Su misión es asegurarse que la imparciabilidad se mantiene. Su deseo por evitar que el Clan desaparezca, y con él cientos o tal vez miles de huerfanos que dependen de él lo pone en una situación muy complicada. Aizawa no está ciego a lo que hace el Emperador, pero su trabajo es limitar los daños, y esperar. Esperar que el siguiente Emperador no sea igual.
En fin, ya veremos cómo sale esto. Nos veremos en el sigue. Buena semana a todos!
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